martes, 18 de octubre de 2011

Filosofía aquí y ahora II. José Pablo Feinmann. Encuentro 5: Heidegger y el nazismo






Sumario


1 ¿Cuál es el sentido del rechazo de Heidegger al rectorado de la Universidad de Berlín?
2 ¿Qué significa que el inicio sea aún?
3 ¿Qué entiende Heidegger por olvido del ser?
4 El hombre, ¿un pastor del ser?

1 ¿Cuál es el sentido del rechazo de Heidegger al rectorado de la Universidad de Berlín?

Vamos a ocuparnos hoy de la difícil, compleja y a veces triste y lamentable relación de Heidegger con el nacional socialismo. En 1933 Hitler es elegido canciller de Alemania. Hitler había llegado a esa posición con un andamiaje complejo de sus propias tropas. Entre ese andamiaje estaba la división entre las SA y las SS. Las SS estaban al mando de Heinrich Himmler y las SA al mando de Ernst Röhm. Las SA son los conocidos “camisas pardas” y los SS son conocidos por sus uniformes negros y la calavera en la gorra.

Los SA eran los que apoyaban la candidatura de Martin Heidegger para la Universidad de Friburgo. Antes Heidegger había sido convocado para ser rector de la Universidad de Berlín. Aún no estaba el nacional socialismo en el poder. Cuando Heidegger es convocado para este puesto, la decisión que va a tomar es una decisión muy de Heidegger, una decisión que tiene mucho que ver con lo que para él parece fundamental: el arraigo en la tierra, el arraigo en los campesinos que trabajan la tierra y la decisión de aquellos que tienen el contacto con lo elemental, con la tierra, que es la patria, el suelo. Entonces va a ver a un campesino amigo suyo, se sienta junto a ese campesino, Heidegger dice que no pronuncian una sola palabra y que fuman sus pipas (esas pipas cada uno de ellos la ha hecho, Heidegger hizo su pipa y el campesino hizo su pipa). No hablan y de pronto –dice Heidegger- el campesino lo mira con sus ojos claros –un campesino bien ario- y le dice: “No”. Heidegger se levanta y se va. Rechaza el ofrecimiento de la Universidad de Berlín.

Esta cosa de depositar la sabiduría de la tierra, de la patria, de lo natural, en este campesino de ojos claros que fuma su pipa, era muy nacional socialista. De hecho los nacional socialistas exaltaban la tierra, la sangre y también – en contradicción con esto, algo que Heidegger no aprobaba- la carrera armamentística. Es decir, la tecnología armamentística que el Tercer Reich necesitaba para lo cual estaba respaldada por muchas empresas mundiales. Hay en el nazismo una mezcla de veneración de la tierra, de lo propio, de lo elemental, pero también de la técnica moderna que es la técnica bélica que le va a permitir a Alemania su expansión bélica.

Entonces Heidegger rechaza la urbe y se queda en provincias. Al quedarse en provincias acepta el cargo de rector en la Universidad de Friburgo en 1933 respaldado por las SA de Ernst Röhm. Hay quienes dicen que Heidegger conoció a Röhm o tenía una conexión mediata con Röhm, pero los “camisas pardas” de Röhm son los que se adueñan de las universidades y Heidegger es puesto en su rectorado de Friburgo. Los “camisas pardas” en 1933 ya son 3 millones de militantes y, justamente, lo que quiere Röhm y los camisas pardas es girar la revolución nacional socialista al socialismo. Entonces, aparecen determinados funcionarios muy importantes como Von Papen y dicen: “nosotros no hicimos una revolución antimarxista para llevar ahora al nazismo al marxismo”. ¿Qué es lo que hace Hitler? Resuelve la cuestión según su modo habitual –poco amable-, convoca a Himmler y a Goebbels y se produce lo que se conoce como “la noche de los cuchillos largos” que en 4 días matan más o menos a 1.300 personas que es la gran derrota de los camisas pardas, y lo matan a Röhm.

Ahora, Heidegger asume en 1933 y poco antes de asumir da un discurso en honor a un héroe alemán venerado por los “camisas pardas”: Albert Schlageter. Este había sido un héroe que había muerto en Francia y que había dado su vida por la patria; Heidegger da un discurso muy alemán, muy denso, en realidad muy nacional socialista y, para cerrarlo, dice: “ahora levantamos nuestra mano en silencio” y hace el saludo nazi. Aquí la cuestión que se presenta es la siguiente: ¿sabía Heidegger lo que estaba pasando? ¿Estaba informado Heidegger? ¿Sabía Heidegger qué era el nacional socialismo? ¿Conocía la brutalidad del nacional socialismo? No podía desconocerla. No podía desconocer que el nacional socialismo era un movimiento racista, brutal, violento, belicista. Él va a decir que no conocía la existencia de los campos de concentración. Vamos a detenernos en eso.


2 ¿Qué significa que el inicio sea aún?


Heidegger asume el rectorado de la Universidad de Friburgo y ahí pronuncia un discurso que es el “Discurso del rectorado”. Estamos en 1933. En el “Discurso del rectorado” lo van a escuchar todos, está lleno de banderas con cruces gamadas, camisas pardas y todo un estudiantado exaltado, entusiasta. Heidegger suprime la libertad académica, encarga una serie de trabajos físicos para los estudiantes y luego va a la parte conceptual. Lo fundamental de la parte conceptual es una remisión a los griegos tal como Heidegger no podía dejar de hacer y la remisión a los griegos está condensada en una frase que es “el inicio es aún”. ¿Qué significa que el inicio es aún? Esto significa para Heidegger que todavía Grecia mira a Alemania, que todavía los alemanes tienen la tarea de encarnar el espíritu de Occidente que nació en el Mediterráneo, que nació en Grecia en el siglo V antes de Cristo entre los filósofos helénicos. Ese inicio todavía es –esta es la grandeza de la frase-, debemos ser dignos –dice Heidegger- de ese inicio porque nos miran, los grandes maestros griegos nos miran. Y ese inicio que es aún ha pasado sobre nosotros y es nuestra meta. O sea que “el inicio es aún” significa –por decirlo de un modo muy gráfico- el trazado del eje Atenas-Berlín.

Heidegger termina el discurso del rectorado con una frase poderosísima que él le atribuye a Platón pero con un agregado propio de acuerdo a las circunstancias. Heidegger termina diciendo: “todo lo grande está en medio de la tempestad”. Convengamos que es una frase poderosa para decir en medio de un auditorio nacional socialista… bueno, para cualquier auditorio militante y combatiente, que uno diga “todo lo grande está en medio de la tempestad” queda bárbaro. Todos aplauden y agarran las armas y atacan Polonia –como diría Woody Allen- (después de eso ¡cómo no atacar Polonia!).

La frase de Platón no es exactamente así, lo que pasa es que Heidegger hace un cambio y pone “tempestad” –que no figuraba en la frase original de Platón- para poner la palabra alemana sturm. Sturm que era la palabra que formaba la palabra “tropas de asalto” que eran las SA. O sea, un toque bien nacional socialista, bien SA, bien Ernst Röhm, pre “noche de los cuchillos largos”.

Aquí comienza a hablar de la necesariedad de las conquistas de Alemania. Y va a establecer una teoría por la cual Alemania, que está en el centro de Europa, es la que debe cobijar y proteger el espíritu de Occidente. Ahora, ¿qué ocurre con Heidegger? Esto lo dice, no en Friburgo. Heidegger dura poco menos o poco más de un año en el rectorado de Friburgo, pero no es esa su etapa de nacional socialismo. Porque muchos dicen que su etapa nacional socialista sólo duro 11 meses. No, no, no. Heidegger renuncia al rectorado de Friburgo pocos días antes de la “noche de los cuchillos largos”. ¡Qué notable! ¿Estaba informado? ¿Sabía lo que se venía? La cosa es que renuncia. Renuncia, ocurre lo de los cuchillos largos, pero de todos modos da un seminario fundamental en 1935 que va a ser titulado “Introducción a la metafísica”. El caso es que en la “Introducción a la metafísica” Heidegger plantea tres polos: Rusia, Estados Unidos y Alemania –el espíritu de Occidente en el medio-.


3 ¿Qué entiende Heidegger por olvido del ser?


El curso de “Introducción a la metafísica” que da Heidegger en 1935 implica que sus convicciones nacional socialistas estaban intactas en 1935 y no sólo intactas, sino que las desarrolla, las fundamenta, las expone ante alumnos. Esos alumnos –va a decir Jürgen Habermas en un artículo que está publicado en un libro de Habermas que se llama “Perfiles filosóficos”- salían convertidos en oficiales.  ¿Por qué? ¿Qué es esto de la Introducción a la metafísica? Heidegger elabora un texto increíble, de una increíble profundidad y lo está diciendo a un auditorio nacional socialista. Pero dice: la Europa de hoy, en atroz ceguera, se está suicidando. Cuando en el mundo el tiempo sólo sea rapidez, cuando el boxeador sea la gran figura de una nación, cuando las grandes masas llenen lugares para embrutecerse, cuando la simultaneidad nos permita escuchar un concierto en Tokio y un atentado en Londres, cuando la existencia se haya devaluado –como hoy, Heidegger dice- entonces como viejos fantasmas van a volver las viejas preguntas ¿por qué?, ¿para qué?, ¿hacia dónde? Nosotros, Alemania, en este momento, somos la última posibilidad de Occidente -1935-, estamos atacados, rodeados, acechados, por una tenaza formada por el mercantilismo norteamericano y por la masificación soviética del hombre.

Los americanos –como dice Heidegger, no esperemos que él diga los norteamericanos porque América del Sur no existía- viven devorados por el ente, por las cosas, por la mercancía, por el mercantilismo. El mercantilismo norteamericano lleva a ese país a devorarse por la conquista de lo óntico, de los entes. En la Unión Soviética el hombre es masificado por el colectivismo dictatorial. Entonces, Alemania está en el centro. La misión espiritual es de Alemania. Pero Alemania –dice Heidegger en un trabajo sobre Nietzsche- necesita espacio vital. Esta frase “espacio vital” era una de las consignas de Hitler. Las conquistas bélicas, armadas, de Alemania, deben ser conquistas espirituales. Somos el centro de Occidente y tenemos que salvar a la Tierra de la devastación a la que está siendo sometida por medio de la técnica. 

Heidegger es el pensador más actual en este sentido porque es el que más advirtió que la técnica iba a devastar la Tierra. Imaginen los ecologistas hasta qué punto son heideggerianos y no les importa nada lo que pueden llamar la chatarra nacional socialista. Se equivocó –dicen-. Ya vamos a ver todas las justificaciones. Qué nos importa si se equivocó si es el tipo que dijo: esto en que vivimos ya no es la Tierra. La técnica está devastando la Tierra, está aniquilando la Tierra. El hombre ha olvidado al ser y se ha consagrado a la conquista y manipulación de los entes. Entonces hay una cosificación de la existencia en la cual el hombre se pierde como hombre en la conquista de los entes y al hacerlo él se transforma en un ente porque ya no está abierto a la posibilidad de un encuentro con el ser. Usted llame al ser como quiera. Yo siempre voy a pensar que el ser para Heidegger, en última instancia, es una entidad mística. Heidegger se acerca al Zen en los últimos años, el ser puede ser Dios, lo Absoluto, lo sagrado. Ese lugar en el claro del bosque –va a decir Heidegger- en donde uno se abre y se comunica con lo más auténtico. Pero el hombre ha olvidado esto porque se ha consagrado a la conquista del ente.

Quizás Heidegger vio en Alemania en 1933 la posibilidad de una actitud distinta con respecto a la técnica. Esto es lo que muchos dicen que vio, y él mismo lo dice en un reportaje que da a Der Spiegel. Que vio en el nacional socialismo una relación más auténtica con respecto a la técnica. La técnica no como la devastación de la Tierra sino como el despliegue del espíritu. El nacional socialismo no hizo eso.


4 El hombre, ¿un pastor del ser?


Heidegger pagó las cuotas al partido nacional socialista hasta el último día de la guerra. También es cierto que fue vigilado por la Gestapo y que no tuvo ningún puesto de importancia después del cargo en Friburgo y del ’35 en adelante se consagró a dar sus extraordinarios cursos sobre Nietzsche que son dos volúmenes. Cuando termina la guerra, los comités de los aliados que juzgaban a los que habían adherido al nacional socialismo interrogan a Heidegger con gran respeto. Heidegger no sabe muy bien dónde estar, comienza a vagar por algunos lugares de Alemania y un día cae en la casa de una amiga que toca una sonata de Schubert. Heidegger la escucha y dice: “esto no podemos hacerlo con la Filosofía”.

Lo que comienza aquí después del ’45 es lo que se llama “el silencio de Heidegger”. Heidegger no responde. Heidegger no hace autocrítica, no responde a nadie. Da solo un reportaje a Der Spiegel para que se publique después de su muerte. Comienza a recibir algunas cartas un tanto duras, sobre todo de su viejo discípulo Herbert Marcuse, el conocido autor de “El hombre unidimensional”. Marcuse le critica a Heidegger una frase que Heidegger le había dicho: “Auschwitz en 1933 no era visible”, y Marcuse le contesta: “para usted sí era visible”. Con lo que le está diciendo para usted, que era la gran cabeza filosófica de Occidente, necesariamente era visible.

Quien defendió a ultranza a Heidegger fue Hannah Arendt quien dijo que Heidegger era como Tales o Anaximandro –no recuerdo bien quién- que, como filósofo, iba caminando mirando las estrellas para develar el misterio del Universo y se cayó en un pozo. Entonces la defensa de Arendt –con perdón de Arendt- es bastante tonta. Yo creo que Heidegger no estaba tan distraído como para caer en un pozo, que efectivamente Marcuse tiene razón: Auschwitz debió haber sido visible para Heidegger, lo que pasa es que Heidegger negó esas cosas del nacional socialismo.

Filosóficamente, el siguiente paso fundamental de Heidegger, es un texto breve que se llama “Carta sobre el humanismo” en el cual Heidegger está muy enojado con el filósofo más célebre de ese momento -no de hoy. Hoy es un filósofo negado por las derechas filosóficas: Jean Paul Sartre. Sartre da una conferencia a la que llama “El existencialismo es un humanismo” y Heidegger le pide a Sartre que lo vaya a visitar a la selva negra en Friburgo donde Heidegger vive en su cabaña. Y Sartre se niega porque sabe que Heidegger lo invita para blanquearse. Entonces Heidegger escribe la “Carta sobre el humanismo” que es una crítica profunda al trabajo de Sartre. La fórmula central de la “Carta sobre el humanismo” es que el lenguaje es la morada del ser y el hombre es su pastor. Es un texto antihumanista porque, como vemos, que el lenguaje sea la morada del ser y el hombre meramente el pastor pone de manifiesto como Heidegger saca al hombre del papel privilegiado que tenía en “Ser y tiempo”.

En “Ser y tiempo” el hombre era ese ser por el cual la pregunta por el ser venía al mundo –por decirlo así. Era el ser-ahí, el Dasein, el que se preguntaba por el ser. Al preguntarse por el ser, el ser-ahí era el lugar de la pregunta por el ser, o sea el “ahí” del ser. Porque el Dasein es ese ente al cual en su ser le va el ser –dice Heidegger-, le importa el ser. Al ser-ahí le importa el ser, y porque le importa el ser se pregunta por el ser y así aparece la temática por el ser. “Ser y tiempo” es un texto humanista, es un texto en donde el hombre ocupa la centralidad en tanto es el único ente que se pregunta por el ser. Este lugar del hombre es desplazado. Digamos, en “Ser y tiempo” el hombre no era culpable de nada, al contrario, era ese ente justamente que convocaba la pregunta por el ser, que se la formulaba, que tenía la valentía de hacerlo. Pero, luego de “Ser y tiempo”, el hombre pasa a ser culpable. ¿Culpable de qué? De haber olvidado al ser. Y aquí es cuando Heidegger se hace nazi. Cuando declara al hombre culpable de haber olvidado al ser y dedicarse al dominio de los entes. Piensen bien esto porque es un paso fundamental: el hombre en “Ser y tiempo” es inocente y fundamental porque es por él que la pregunta por el ser se formula, en el “segundo Heidegger” el hombre es el hombre del dominio de la técnica, el hombre que se apropia de los entes y olvida al ser. O sea que el hombre es culpable, viene la “Carta sobre el humanismo”, el antihumanismo de Heidegger y creo que el nacional socialismo de Heidegger se puede explicar filosóficamente desde esta perspectiva.


Bueno, nos despedimos aquí.



Podés ver o descargar este Encuentro de aquí.


  

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