domingo, 18 de octubre de 2009

Noche

Esa inquietud.
Es la noche.
Tú vienes desnuda de estrellas a hacerte ver.
Tú, prostituta, me muestras tu Todo Infinito
tan falto de pudor.


Tan mujer, tan completa.
Total vergüenza me da enfrentarte.
¿Quién soy yo para encarar semejante tarea?
Agacho mi cabeza para simular el día que llega
pero no llega.


Y eres tú la desaforada amante que me pone en mi centro,
y a veces me desprecias,
te he visto enamorar a otros profet… digo, poetas, perra!
Te he visto contonear tu infinidad para desvelo de otros… de otras…
y yo, que no soy sino tu sueño, me desvivo por mirarte estrella, Luna, pan.
Y yo, que no soy sino tu olvido, me refugio de tus artilugios de hechicería.
¡Ay!; ¡mi puta te pertenece tanto y tanto!; ¡eres mi sangre, negra promesa!

Nos reunimos

Semblante.
Me late el instinto, me amortigua.
Me hace pensarte mía, ajena, subversiva.
Me invita la suerte a abrazarte,
y luego dejarte,
y luego canción.
Me indica el instinto tu plaza,
tu lugar adormecido de esperanza,
tu fluvial catarata de cariños,
la espera sacerdotal,
la muerte del indio,
el doble juego en donde tú y yo nos reunimos.

No hay pócima que te aleje de ti

¿Qué es lo que sangra?
Árbol.
Camino oficial.
Escuela.


Milenario receptor.
Niño pardo.
Sangre corredora.


Te he amado a oscuras, negra algarabía.
Te he condenado en silencio, antes de tu vida.
Te he dicho cómo es que se dice amor con el Todo.


Tú respondes burlona /lo mismo que ama tu indiferencia/
No hay dinero que monte guardia en tu cubil felino.
No hay pócima que te aleje de ti.
Alegre, amenizadora, el estanque claro romperá todo lo demás; cien por ti.

Me impulsaste

Me impulsaste.
Me diste la alegría que me venía guardando,
no sé para quién,
ni sé por qué.


Me diste el empujón que me ayuda con mis días,
me diste ánimo,
me amaste.


Me diste el movimiento que me llevó a perderte,
o sea a encontrar todo lo demás,
o sea a encontrarte en todo lo demás.

Mira altivo el juicio pardo

Una ilimitada coincidencia,
la que te une, indivisible, a mis labios.
Es la suerte traicionera la que me acompaña.
Acaso la espera, esa dulce condena, ese detalle,
esa armonía con curvas, ese silencio, esa muerte.
Me lamentaba de lleno por todo aquello.


Te he jurado sapiencia,
para saberte dura,
para quererte altiva,
para solventar lo poquito con tu movimiento.
Tal vez era mi sueño,
todo acomodado a su tiempo,
todo acomodado a su tiempo,
todo detenido en su suspiro,
tan dependiente que apesto…
El olor a tu cuerpo me encadena.


Te he jurado la venia dominguera…
absolviendo la parodia de tus autos,
esquivando la propuesta una a una,
sabiéndote ganadora del juego…
tan libre…
tan necesaria…
tan triste.


El reparto de lo dicho se endereza;
mira altivo el juicio pardo.

Lo necesario

¿Qué es lo que dicen tus ojos?
¿Quién dice “calle”?
La maniobra transversal es la oficina,
el arte mío y sublingual, tal vez tu esquina,
el niño ajeno hasta rabiar, la policía.


Camina lo necesario antes de irte,
camina mirando al cielo que es tu regazo,
camina lo popular y diluviano,
camina niña juglar, niña esperanto,
camina y en el andar, vuélvete santo.


Sal corriendo del paso,
haz campo traviesa por donde Lautaro,
caza los ricudines que te han cantado,
hazte parte evidente,
parte escriba;
hazte parte silencio,
parte niña;
hazte parte ambulante,
parte semilla.

La luz que era, se apaga...

No hay tiempo,
la defensa del honor está lejana,
ella, parada, muerta,
no hace sino vivir mi vida;
se dejó…
tal vez…
se dejó para siempre.



El halo de muerte la rodea,
no sabe qué hacer ni cómo,
yo la veo, la presiento,
y me entrega al palabrear cerrado;
porque de rencores está lleno el mundo,
y ella es su fiel reflejo.



Luego podemos sentarnos a tomar algo,
luego podemos suponer cariño,
luego podemos hacer de cuenta que es vida lo que sucede;
pero ahora no, no podemos…
su mirada ya no dice,
se mantiene estática, observando, buscando justificación en la vida ajena…
yo
en cambio
borroneo una hoja que acaso me rinda homenaje,
una de las pocas compañías que aún florecen en mi tiempo,
la luz que era, se apaga…

Caída Libre


Es el medio: no va ni viene;
es margen y a la vez centro,
es amague de niño bien,
recuerda,
sube,
y vive en México.



Es suerte un poco de todo,
es suerte también gira,
es el motivo de movimiento,
caída libre.



El balbuceo

Era el balbuceo,
lo que luego fue palabra,
y el millón de lo que no sabía,
nunca se dijo.


Era hombre inteligente lo que esperaba,
y tal vez niña pecadora a la vuelta;
era “mujer de Vietes” lo que sonaba,
y tal vez niño escurridizo aterido.


Era, en el fondo, la película,
la marioneta occidental que hace tus sueños,
la parodia amontonada de los besos,
el gesto hambriento de un elemento decidor…
una pava…
y el agua lista pa los mates.

Abre

Abre
¿Sabes que tu mente es infinita?
No hay lugar para el techo…
Aprende,
Conciente,
Libre,
Sube hasta la parte más alegre,
Sabes que el delirio es la voluntad,
O la discordia,
O el cielo;
Dime lo que puedes saber de lo que siento,
Para obligarme a no decirte lo obvio,
Me-gustas-mujer-en-mil, ERES,
Todo lo absoluto lleva tu nombre,
¡tantas veces has viajado!
¡por tantos y tantos planetas!
Te espero…

domingo, 11 de octubre de 2009

Nadies

El miércoles me astillé el olvido
y cada parte vino a recordarte todo
y recordé no caer en el esfuerzo
que siempre beneficia a alguien más
que siempre llena los bolsillos ajenos.



Que las horas de más en el trabajo
serían las horas libres en el futuro
cuando ya no las trabaje
y las aproveche para organizarme
y dejar de pensar en la soga
para creer en la libertad.



Y cuando sean por cuatro horas las actividades comunales
se habrá sembrado de futuro los ojos de los hijos de los nadies
se hará escarlata su andar cansado
te animará un impulso que supera al ser animal
que lo pone con la ferocidad al límite del amor
que lo hace saborear la victoria de lo justo
que lo dignifica hasta el hartazgo.



Y cuando sean por cuatro horas las actividades comunales
se habrá sembrado de futuro los ojos de los hijos de los nadies
será de leche y cariño cada amanecer sagrado
se habrá acompasado el esfuerzo con el descanso
mirará lejano y cierto el viejo papelero que nos dio vida
y habrá renacido entre los hierros la fragua que nos dio acero
y se pintará de noche nueva la dama que cosió las medias y ordenó la casa
y bordará con lo que le queda de paciencia la señora que vistió al mundo.
Y todos los demás también cantarán su canción
cuando coincidan en un solo grito
y luego en un solo silencio
y abrazo va y abrazo viene
y todo oprobio quedará en el olvido
y se hará de pan el futuro que ya es nuestro.



Sal del escondite y toma las riendas
que ha vuelto a renacer la esperanza de tus manos
labrador impaciente de los surcos infinitos
podador de frutales, sembrador de esperanzas,
gritador de las partes grises del sindicato
tu canto está volviendo a las tribunas
como un vestigio fatal que exige justicia
y honor, palabra, bronce,
un nudo a desatar comienza en las noticias:
que mil mujeres y un hombre…
han refundado la vida en los ojos de Evita.

Nada es bastante

Lo boscoso, entre lo boscoso, tu cara
dibujo pinceladas sueltas sobre tu recuerdo
me hago de paciencia santa
destapo la champaña antes de tiempo.
Te hago acreedora de mis sábanas
te dibujo encendido sobre el cielo
se me hace de arroz tu voz danzante
es de un niño de sal el estandarte
dice en letra mayor: “nada es bastante”.

Nada es mio


Observé el azul
quise todo.
Me apropié de cuanto pasaba
le puse mi nombre
lo guardé en un bolsillo inmenso
que tengo en el rescoldo de la mesa
y dormí en paz.



Al otro día igual
Sumé todas las cuentas
Resté todas las sumas
Me hice del alma de un transeúnte
Digo, de un hombre que pasaba por la calle
Acomodé lo apropiado en el bolsillo
Limpié mis dientes de sangre
Y dormí en paz.


Al tercer día algo olía mal
me di una ducha y observé por la ventana
un movimiento inquieto demostraban las veredas
un susurro de muerte estaba planeado
la bala voló por los aires /ansiosa de sangre/
y me dio justo en el lugar que guardaba mi vida.
Ahora /más aliviado/ veo que el bolsillo se está vaciando
alguien más controla a las ovejas.
Y yo aquí, entre tinieblas, ya no puedo dormir en paz…
nada es mío.






Mujer niña

Sólo una pared nos separa
de todo lo mucho que tengo para decirte
de todo aquello que he sentido
cuando me he tropezado con tus ojos
mujer niña.


Agacho avergonzado mi cabeza
cuando tu voz angelical atraviesa el salón
me invita a un intento de vos
de lo que todavía guarda tu corazón
al verme.


Y acaso mañana desaparezca esta pared
y te pueda decir lo que siento
al sentir lo que te digo
y, por eso, mujer niña
niña ángel
Soy tus ojos, amor.

Mucho - Arte - Física

El pensamiento en función de cantidades: ¿quién te ha dicho que mientras más, mejor? Eso es falso, ¡mil veces falso! La producción en serie arruinó al arte, eso todos lo sabemos. Y el que no lo sabe que lo sepa ahora. ¡La industria es enemiga del arte, aunque por ella una idea pueda viajar por todo el mundo y sus alrededores! El arte viajaba, antes, igual, de otras maneras. Y se guardaba cierta dignidad del artista, que se quedaba viviendo en su “pieza”, en la parte de arte que le tocaba en suerte. Muchos de nosotros conocemos la autonomía de ‘el arte’. Algunos le llaman a esto “inspiración”. Tal vez se pueda convocar a esta ‘inspiración’: algunos le llaman a esto “trabajo”. Pero el arte, como la conciencia, son entidades autónomas. En ese caso hemos visto al artista reconocerse en algunas obras y negarse en otras. Como el arte es autónomo, el artista es parcial. Mal que nos pese, no siempre somos artistas ya que dependemos de la voluntad y la venida de ‘el arte’.

Pero, volviendo al comienzo del tema, quiero dejar en claro que mucho no es necesariamente bueno. Y, a veces, como en el caso de ciertas industrias, ‘mucho’ puede ser ‘malo’, ‘nocivo’, ‘perjudicial’. Me disculpan la simpleza de estas palabras, sólo quiero aclararme en estas ideas. Porque no hay peor hombre (o mujer) que el que no se busca en sus contradicciones y oscuridades. ¡Allí está la santa propuesta! Pero, en eso, hay que ser santo.

martes, 6 de octubre de 2009

Mercedes Sosa, su vida y su voz 1935-2009

Mis ojos

¿qué haría sin mis ojos?
¿qué haría sin el sol y sin ti?
¿qué haría por las noches sino verte?


Me fui de a poco a tu espacio,
a tu laguna azul, a tu desprecio.
Me fui acostumbrando a tu inocencia,
y luego a tu cariño y tu tanga y tu todo.
Me fui viéndote volver a la mentira,
o tal vez, al sueño,
o tal vez al silencio.
Me fui queriéndote de veras,
por todo lo que hemos pasado,
y todo lo que pasaremos,
y, al final de cuentas, todo lo que fuimos.

Mírame

Ven sabia sal
adivina qué cárcel lleva tu impronta
cómo condicionas a los que te condicionan
qué reja autoimpuesta te abarca
qué sacrificio se te hace trabajo voluntario
¿qué te espera?


Vuela
entrega la siembra
devuélvele el cielo
sé cien esperas
mírame.

Mil veces libre sin policías

Otra ingenuidad
que consiste en dormir
plácidamente
cuando las luces invaden mi casa
y es otro yo el que escribe
me despoja de mi voluntad
y me acompaña.


Me ha sembrado de dudas en un primer momento
luego parece que todo se aclara
ha adoptado el código como lamento
se ha construido al margen del Sol.
Es compañía
eterno retorno
de todas las almas que en Tierra pululan
son tantos los tiempos que se juzgan
y tan poco tiempo
que te invito a pasar
hombre a la vista
a este encuentro frugal con tu conciencia
y desnudo de tanto siglo y siglo
no hay secreto real, ni mirada aterida,
no hay sabor a metal
ni dura algarabía
que impida que tú seas tú
mil veces libre sin policías.

menos andar que acalambra

Envidia de campo santo
¿quién posee mi palabra?
se da en todos y en nada
lo que te digo se olvida
ha sido muerte encendida
la pasión de la ayahuasca
-más agua al repingado-
menos andar que acalambra.


Hermano sol si te canto
he de robar tus palabras
no es por mí que estoy penando
más bien por otros yo canto
al cielo que han señalado
no se llega caminando.


En sal esperan la vuelta
del santo de los templarios
han preparado una cena
y diez cantores invitaron;
dicen que será honroso
si uno es el convidado.


Hojas madres prepararon
de ésas que iluminan el llanto
las pusieron una a una
en camino se embalaron
le dieron parte del enfermo
al santo… no lo llamaron.

Melchor

Melchor Melchor
el hijo abocado atribulado
tributo justo oleaginoso
canción. subrepticio.


Melchor Melchor
ermita adulador
jaciloscópico tico lo propio
santo. miente velas.

viernes, 2 de octubre de 2009

Me alejé a mí

Me alejé de los vicios
me alejé de los excesos
me alejé…
y caí en otros.



Otros matizados, como todo al principio,
sutil, infantil, titubeante,
pero exceso al final de cuentas…
Si por lo menos pudiera disfrutarlos como antaño.
Si no se hubieran convertido en una carga.
Tú sabes
tu cuerpo lo sabe y te lo recuerda
tu intimidad te sugiere
tu conciencia te señala.



“Es sólo hoy”
“La última vez”
“Mañana lo dejo”
“Me tomará menos tiempo”
Entonces tomo la lapicera una vez más y escribo:
Me alejé de los vicios…

Martí y Lavalle

Siempre es Martí el que vuelve a mi memoria. Y no sé, realmente no lo sé, tal vez por sonido; Latinoamérica es lo que mejor suena.


Latinoamérica y el Caribe. Será que tantas veces fuimos golpeados que, de puro aprender, una parte de este subcontinente ya es invencible. Esa parte vivirá, más allá del lector y el escribiente, con aires de infinito. Parece una burla del destino, un detalle feroz de la naturaleza, una afrenta a lo dado, esos reductos comunales que aún nos sobreviven. Allí se ve, todo tan tierra, los eternos parajes del desierto lavallino. Allí se ve todo -cuenta Gómez- y se alcanza el puesto con los ojos propios y el corazón ajeno.


Había explicado una y mil veces, con palabras que sólo ella entendía, eso que le pasaba a su campo. Ya sin agua por las inmensas compuertas, todo seco había quedado y hasta los caracoles, burlescos, habitaban al costado del camino. Se había retirado todo para aquel lugar, y los chivos y gallinas, matuchos algunos, bichos de esos pagos, se habían asentado a compartir la vida. El algarrobo, árbol de la vida, se hacía fuerte entre la indiada, dando algarroba para comer y convidar; patay para el camino y el espíritu.


Él recordaba su tierra más bien con pena. Veía en ella esa sublevación y ese cansancio propio de la falta de madurez. Observaba, a vuelo de pájaro, que todo lo seco provocaba muerte. Añoraba viejas épocas de lagunas y pájaros, añoraba la pesca y la canoa. Había sido otro tiempo aquel que se vivía.


Ellos vivían juntos, de igual modo, cada uno enamorado de lo que al otro le faltaba. Y no se extrañaban tanto, no se extrañaban mucho, ya que en ese campo lavallino siempre hay algo para hacer, algo para pensar, algo para recordar.





Manantiales


¿Por qué me niegas?
¿Por qué te alejas?
Si has hecho de mi piedra nueva
rodante del camino alado
me has hecho juglar salado
de los tibios secadales
me has hecho amor, manantiales,
me has mostrado mi quebranto.


¿Por qué me dejas al aire?
Es sol lo que en ti adolece
el viento nuevo anunciante
escuchas sí, pero en partes
te falta entregarlo todo
hombría, mar, manantiales.
Te falta salir pelado
del pozo de los anales.


¿Quién te espera?
Quién te acompaña traidor,
quién escucha tu quebranto,
quién le da alas al llanto,
quién escoge tu aparcía,
quién ha vuelto en sintonía,
de corazones en mano.
Te falta mucho que andar
y al andar ir caminando.

Luna azul

Se había echo la Luna azul. Había demostrado que siendo llena podía generar tanta energía como quisiera. Se estaba haciendo presente en el firmamento y en la historia. Decía que su soplido podía cambiar el curso de los ríos, renovar la savia de los árboles y hacer caminar a todo un mundo. Podía soplar tan fuerte que no había molinos que soportaran su ímpetu. Podía darle a los hombres y las mujeres un espejo en donde mirarse y reconocerse. Era una exigencia de esa época, momento de reconocimiento de plegarias y oscuridades.


Las sombras se hacían presentes. Pero se hacían presentes porque existía la luz. La luminosidad generaba las sombras. La luna llena es la salvadora de la época del Katún. Como toda salvadora sólo reconoce y marca ‘falencias’ o ‘procesos de aprendizaje’ que deben ser recorridos por los seres vivos de este planeta. Todo el camino es un camino de amor en el reconocer. Volver a conocer lo existente, existencia que ha cambiado y que vive en sí misma.

La vida y la muerte

Toda la vida había esperado la explicación de la muerte,
y ella, la muerte, supina, apareció sin apuro,
seca en su semblante, muda en su voz,
sólo tomó aquello que le correspondía y se fue.
Nada pudo saber sobre sus misterios.
Nada pudo averiguar sobre la vida que divisó en sus ojos.
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