viernes, 30 de diciembre de 2011

Carta Abierta/11: Carta de la Igualdad


I

El triunfo de Cristina Fernández de Kirchner en las elecciones del 23 de octubre con el 54% de los votos expresa la voluntad popular por la profundización de los cambios. En esa decisión de millones de personas se vislumbra la apuesta por una política transformadora, perseverante en su irreverencia frente al orden establecido. En su seno, conjurando la totemización del mercado, rescatando voces antiguas de la fragua popular e intentando frente a ellas nuevas formas de lo político, late incipiente la otrora desterrada utopía de la Igualdad. Es acompañada por la validación de un tipo de gobernabilidad que no puede concebirse por fuera de la recreación incesante de lazos constitutivos con una sociedad activa, heterogénea y abierta, y el impulso hacia un extendido compromiso militante que tiene en el entrecruzamiento generacional y la convocatoria activa de la juventud una de sus dimensiones más notables. Los argumentos simplistas de la gran prensa -voto conservador, el consumo, la oposición inexpresiva- son velos que ocultan otros destellos resultantes de ocho años de continuidad que también sostuvieron el 54 por ciento. El humor social, la recuperación de valores que parecían perdidos, la identidad como pueblo, la confianza en un liderazgo, el compromiso creciente en capas de la sociedad para participar en lo público, la perspectiva y esperanza en un futuro.



Recordemos que apenas una década ha transcurrido desde las jornadas de movilización popular de 2001, cuando en las calles se sancionó la derrota política -y comenzó el retroceso cultural- de un modelo económico centrado en el capital financiero y un modo de gobierno consistente en la mera administración de lo ya dado. Fueron días de indignación y luchas callejeras que hicieron visibles y generales otros combates, los que venían sosteniendo organizaciones diversas desde mediados de los años ‘90. Y si aquéllas habían crecido en la resistencia, creando formas nuevas para la política, los acontecimientos de diciembre fueron sancionados con una brutal represión. La crisis desencadenó una transición política que descargó los enormes costos y ajustes del desplome neoliberal sobre las vidas de las mayorías, ya severamente empobrecidas por el régimen caído. Conjuntamente con una aguda recesión avanzó la desocupación, la exclusión, la marginación y la pobreza, mientras la llamada “pesificación asimétrica” transfería ingresos a los sectores más concentrados de la economía.


miércoles, 28 de diciembre de 2011

Firma convenios Programa Desendeudamiento Provincias Argentinas. Cristina Fernández. (28/12/11)

Filosofía aquí y ahora IV. José Pablo Feinmann. Encuentro 13: ¿Existe la filosofía latinoamericana?



Sumario

1 Pensamiento y praxis
2 Un pensamiento situado
3 ¿Hay una ontología de la periferia?
4 América Latina y una praxis política diferenciada

1 Pensamiento y praxis

Este es el encuentro número 13 en el cual nos vamos a preguntar algo fundamental: ¿existe la filosofía latinoamericana? La pregunta es esencial porque todo el curso que vinimos haciendo, todos los encuentros que tuvimos giraron alrededor del pensamiento latinoamericano y sus distintas encarnaciones en distintos procesos, en distintos personajes. Lo tuvimos a Bolívar, lo tuvimos al Che, Cooke, Salvador Allende, tuvimos la Revolución Mexicana, lo tuvimos a Mariátegui, es evidente que a través de todo este desarrollo que hicimos hay un pensamiento –sin duda alguna- latinoamericano.

¿Qué es lo que diferenciaría a un pensamiento de una filosofía? Bueno, si nosotros habláramos con Heidegger o con Hans-Georg Gadamer –son personas que consideran que solo los alemanes pueden pensar- estaríamos evidentemente fuera de la filosofía. Heidegger dice: “la filosofía habla en alemán y cuando el resto de los pueblos quiere pensar, tiene que pensar en alemán”. Bueno, yo confieso que estoy liquidado porque siempre el alemán fue una batalla perdida para mí –como para muchos.

Entonces, la filosofía latinoamericana no importa que se llame filosofía o qué. Si los alemanes quieren tener una filosofía, que la tengan. Pero si la filosofía es “amor al saber”, la filosofía sería amor al conocimiento. Si el conocimiento no sirve para algo, no sirve para nada. Y ¿para qué tiene que servir el conocimiento? Este fue el gran aporte de Marx en las tesis sobre Feuerbach: uno tiene que conocer algo para transformarlo. O para dejarlo como está –que también es transformarlo, es no-transformarlo, validarlo como está- o transformarlo. 
 
El conocimiento nunca es ajeno a la praxis. Uno conoce para actuar, lo cual es elemental. Y esto es filosofía, esto es pensamiento, todas las personas que nosotros tratamos a través de este curso y todos los movimientos sociales actuaron sobre la realidad porque pudieron pensar la realidad. Y la acción entre pensamiento y acción fue paralela, no se puede dar una cosa antes y otra después. En realidad, el pensamiento se desarrolla a través de la acción y la acción no es ciega, no hay acciones ciegas, la acción se piensa a medida que se realiza.

América Latina es un continente que está en constante devenir, lo ha estado, es un continente que ha sido agredido desde tiempos inmemoriales y su verdadero pensamiento debe ser aquel que se constituyó para oponerse a todo proyecto que sojuzgara a América Latina. Entonces desarrollamos una teoría del pensamiento como conquista de la libertad. Esto es el pensamiento. El pensamiento es siempre crítico. En realidad, todo aquel ser que llega realmente a pensar no puede sino pensar críticamente. Es decir, asumirse él frente a una realidad a la que juzga con total libertad. Una realidad que no lo somete sino que él la piensa y la piensa para estar de acuerdo o no estar de acuerdo. Generalmente esa realidad trata de que el sujeto esté de acuerdo para someterlo, pero con mucha frecuencia –y es lo que hemos visto a lo largo de todas estas reuniones que tuvimos- los sujetos que han pensado libremente, pensaron libremente porque estaban en profundo desacuerdo con la realidad que vivían, y pensaron para transformarla.

Nosotros, los americanos y latinoamericanos de hoy, la América Latina de hoy, no desea ser lo que es. Desea ser otra cosa. He aquí la libertad. La libertad es exactamente esto. No la libertad del mercado ni la libertad de los liberales, la libertad metafísica del sujeto. El sujeto es libre, cada uno de nosotros es libre, cuando llega a un punto en que dice: no, yo no quiero ser esto. Esto es lo que quieren que yo sea, pero yo no quiero ser esto, yo quiero ser otra cosa. Y voy a comenzar a ser otra cosa a partir de este mismo momento. Y voy a tratar de unirme a otras personas que también quieran ser otra cosa y ahí vamos a ver qué es lo que pasa, qué es lo que podemos hacer. Porque solo no voy a poder hacer nada. Pero, con otros, es posible.

2 Un pensamiento situado

Este es el último encuentro de “Filosofía aquí y ahora IV” que su título ha sido: “América Latina: filosofía y colonialismo”. Entonces, tenemos que tener claro a qué nos referimos con la idea de filosofía y colonialismo. El colonialismo siempre tiene razones filosóficas para justificar su acción conquistadora. La filosofía europea es una filosofía del progreso así que es una filosofía que justifica la acción del colonialismo europeo como una acción del progreso, de la civilización, de las luces de la razón, es decir, como un avance de la cultura y del espíritu humano.

Ahora para nosotros, para América Latina, para la India, para China, para Argelia, ¿significó un avance del espíritu humano que Inglaterra o Francia entraran a colonizar esos países, a extraerle sus riquezas, a extraerle sus materias primas (todos los horrores que sabemos que el colonialismo ha cometido)? El general Bougeaud cuando entra en Argelia lo primero que hace, para asustar a los argelinos, es quemar 500 argelinos vivos. Y le dice a Sarmiento –esto está en los viajes de Sarmiento- “a la barbarie hay que combatirla con la barbarie” (y este mensaje llega hasta Videla). 
 
Hay algunos que niegan la posibilidad de un pensamiento periférico y se ponen muy nerviosos, dicen eso es populismo, eso es nacional-populismo, eso es peronismo en última instancia –lo cual a mucha gente la pone desesperada, gente de la academia, digamos, que ocupan cátedras para decir mediocridades, cosas que ya han sido dichas, banalidades que todo el mundo sabe. Es decir, hay una serie de pensadores que lo único que saben hacer es citar a autores europeos, entonces escriben 4 líneas y 14 páginas de citas.

Ante todo, el pensamiento de América Latina tiene que ser un pensamiento situado, nosotros estamos aquí. Esto no nos quita nuestra vocación universal, nuestra vocación de pertenecer al espíritu humano, al espíritu occidental, aunque sabemos que somos víctimas del espíritu occidental. Porque el espíritu occidental se consolidó saqueando a las colonias. Si algo diferencia a las colonias de los países centrales es que las colonias no tuvieron colonias para explotar, evidentemente. Entonces el desarrollo nunca puede ser parejo. ¿Dónde están las colonias de las colonias? ¿Alguien conoce las colonias de las colonias? No, las colonias nunca tuvieron colonias. Los que tuvieron colonias fueron los países centrales que desde 1492, cuando llegaron a América Latina, comenzaron a saquear el continente latinoamericano. Y luego entraron en la India, y luego entraron en China y luego entraron donde tuvieron que entrar y se llevaron lo que se tenían que llevar y el desarrollo de estos países fue paupérrimo.

Ahora bien, una filosofía latinoamericana no parte del cogito cartesiano. El cogito cartesiano es ese pensamiento de Descartes que pone al hombre en la centralidad de la filosofía en tanto subjetividad. Hay 3 momentos en el capitalismo: uno fáctico que es llegar a América, conquistar América. Otro subjetivo que es el hombre cartesiano: “pienso luego existo”. Este es el hombre capitalista que se pone en la centralidad como hombre que va a dominar el mundo. Y el otro momento es el nietzscheano que es la voluntad de poder. La voluntad de poder para expresarse siempre tiene que tener más poder. Para conservarse hay que conquistar –fíjense qué bien refleja esto el espíritu de un Bush, por ejemplo-.

En esta primera etapa, el imperio viene hacia nosotros, en la etapa de la colonización monárquica española. O sea que el pensamiento latinoamericano no parte del orgulloso cogito cartesiano, sino que parte de la experiencia del sometimiento y del genocidio de los pueblos originarios. Y esto que se lo banque el que se lo tenga que bancar, esto fue así. El sometimiento de los pueblos originarios con la excusa de la evangelización fue el punto de partida de América en tanto continente sometido y masacrado.

3 ¿Hay una ontología de la periferia?

Abramos este bloque haciendo una pregunta incómoda: ¿hay una ontología de la periferia? ¿Qué es ontología? Ontología es la disciplina filosófica que se ocupa del ser. O sea, ¿hay un ser americano que sea auténticamente, autónomamente americano, y que para ser autónomamente americano sea distinto a otros seres, el ser europeo, el ser oriental? Yo creo que no, que no hay una ontología americana. Lo que hay sí y es lo que hemos visto son proyectos políticos, humillaciones, respuestas, guerras, América Latina que se busca a sí misma, las clases dominantes que siempre buscan la unión con el imperio y la lucha de todos los desdichados, desastrados que han habitado América Latina.

Esto hay que marcarles a los europeos que, en mi opinión, están un poco en el aire, están jugando un poco. También a la academia norteamericana en la cual triunfa la french theory, o sea todo el posestructuralismo de Barthes, Derrida. Y, en Europa, están como deslumbrados por la noción de “diferencia”. Es decir, este mundo es tan maravilloso que está lleno de cosas diferentes, es como el cielo estrellado. Y en cada diferencia hay que encontrar esa particularidad que nos enriquece. En un Congreso de filosofía, como “buen salvaje”, yo interrumpí y dije: lo siento mucho, yo vengo de América Latina, y para nosotros hay diferencias pero hay principalmente una diferencia que es la que marca nuestro destino: la diferencia entre los países pobres y los países ricos. Lo que ocurre es que ustedes son países ricos y quizás la condición de países ricos los lleve a entretenerse tanto con la maravilla de las diferencias a las que igualan con la belleza del cielo estrellado. No, las diferencias sí existen, son millones, pero cada diferencia expresa un antagonismo, cada diferencia expresa un conflicto. Una cosa es diferente de otra porque está en conflicto con ella. Puede estar en complementación o en la tarea de complementarse, o puede llegar a un cierto consenso, no vamos a negar esto. Pero, si no, no sería diferencia. Todo esto está sacado del “Manual de lingüística” de Ferdinand de Saussure. Es decir, un elemento del sistema de lingüística nunca es nada en sí mismo porque siempre está relacionado con otro elemento. Es decir, no puede existir en sí porque siempre existe en relación con otro, esa es la diferencia que se establece en el sistema lingüístico. Pero esa diferencia en el campo social es lucha, agon, es conflicto. Y este conflicto es lo que da dinamismo a la historia.

Entonces, nosotros diríamos que una de las categorías fundamentales del pensamiento latinoamericano es asumir que el principal conflicto que nosotros tenemos, padecemos y es el que tenemos que superar, es el de los países ricos y los países pobres. No queremos ser más países pobres, no queremos ser más vasallos de los países ricos, para lo cual no queremos seguir más las recetas de los países ricos. Porque hemos entendido que las recetas de los países ricos están hechas para que nosotros continuemos siendo pobres y ellos continúen siendo ricos. Entonces cuando viene el FMI y nos dice: ustedes tienen que hacer esto, tiene que surgir una natural desconfianza en nosotros y decirles: vea, lo lamentamos muchísimo señores, pero ustedes representan los intereses de los países ricos. No pueden representar nuestros intereses porque nosotros somos parte de los países pobres. Nosotros estamos en conflicto, por lo que tenemos que tener una profunda desconfianza hacia los planes que ustedes nos traen. Porque sospechamos que los planes que ustedes nos traen son planes que les convienen a ustedes. Y lo que a ustedes les conviene es que la situación se mantenga tal como está: ustedes ricos, nosotros pobres. O sea, la vamos a alterar
 
Y esto es una parte fundamental del pensamiento latinoamericano porque implica su autonomía. Esta autonomía es una autonomía de pensamiento, es una autonomía de afirmación propia y de negación del otro que viene a negarme para afirmarse él. Por eso la historia es conflicto, lucha, y esto es lo que tiene de apasionante la historia. Una historia latinoamericana tiene que ser una historia del conflicto y de la lucha de los países latinoamericanos por discutirle a las grandes potencias lo que las grandes potencias quieren hacer de nosotros. ¡No señores! De nosotros, nosotros vamos a hacer lo que se nos antoje a nosotros.

4 América Latina y una praxis política diferenciada

Nosotros dijimos que no hay una ontología de América Latina. En cuanto a una teoría del ser, América Latina no pertenece al ser de un modo distintos al que pertenece Europa o Estados Unidos. Pero, ojo, ¿qué es el ser? Y si yo digo que el ser es praxis, que el ser es acción, que lo propio del hombre es actuar, que lo propio del hombre es hacer la historia. Y si lo propio del hombre es hacer la historia, entonces el ser sería la interacción entre las luchas que llevan adelante los distintos grupos y esas luchas hacen lo que el hombre hace que es la historia. Entonces, si el ser es praxis, habría una praxis política claramente diferenciada en América Latina.

América Latina no puede tener la misma praxis que tiene Europa simplemente porque, como dijimos, con bastante ironía, en un bloque anterior, ¿dónde están las colonias de América Latina? América Latina tiene que buscar un camino diferenciado, autónomo, propio. Ese camino está determinado porque América Latina tiene que estar muy atenta a la historia de sus tradicionales despojos y la historia que representaron sus clases dominantes entregándose siempre a los intereses hegemónicos de las grandes potencias, ya sea entregándoles las materias primas como granero del mundo o negociando las carnes vergonzosamente o entrando en el FMI luego de la caída del segundo gobierno peronista o aceptando el Consenso de Washington. Todos esos gestos de América Latina fueron gestos que hicieron perder la autonomía y la identidad de América Latina, pero que tuvieron sus socios, sus representantes, sus ladrones, sus corruptos aquí. 
 
Entonces no es que nosotros estemos diciendo: que malos que son los del imperio, que malo es el imperialismo, si no hubiera habido imperialismo seríamos una potencia. No, no, no. No toda la culpa es del tipo de afuera, la culpa es del tipo de adentro que le vende el país, también. Digamos, sin Menem no hay sometimiento al Consenso de Washington. Sin Menem, no hay privatización de YPF. O sea que tiene que haber, en los países de la periferia, una clase formada por un sujeto liberacionista que esté atento a la hegemonía estratégica de la nación. La nación no se debe vender. La nación negocia, la nación habla, dialoga, y esta idea de la nación no es ya quizás la idea de la nación bolivariana, pero por lo menos conserva de la nación bolivariana la dignidad de cada una de las naciones de América Latina. Y si cada una de las naciones de América Latina conserva su dignidad y desde esa dignidad dialoga con las otras, ahí se hace una fortaleza latinoamericana en la cual cada país va entrando en un diálogo con los otros países y se va dando una prioridad a la política. La prioridad a la política es la prioridad al Estado.

Voy a decir una frase que para mí es definitiva: los países periféricos nunca han tenido economía, la economía los tuvo a ellos. Esto quiere decir que la economía de los países periféricos siempre estuvo determinada en exterioridad, siempre estuvo determinada desde afuera e incluso manejada desde afuera.
Ahora la novedad que se presenta en estos momentos, luego de la revolución mediática que ha hecho el capitalismo triunfante luego de la caída del muro de Berlín, es la revolución comunicacional. Esta revolución comunicacional es el arma más poderosa que tiene la derecha imperial y es la que en efecto usa. Hay filósofos como Jean Baudrillard que ha escrito un libro que se llama “El crimen perfecto” y el libro empieza diciendo: “se ha cometido el crimen perfecto, se asesinó a la realidad”. ¿Qué significa que se asesinó a la realidad? Que la realidad la construyen los medios, y que esa realidad que construyen los medios nos la hacen creer a todos. Entonces, no vemos la realidad, vemos la realidad que las empresas mediáticas nos hacen ver. Y esa realidad es la realidad de sus intereses. La realidad es para nosotros, finalmente, la realidad de los intereses de las grandes empresas mediáticas.

Entonces, frente a esa revolución, ¿qué es lo que tenemos que oponer? Bueno, lo que tenemos que oponer es lo que siempre el hombre libre ha opuesto a la tiranía que es su afirmación como sujeto libre, su capacidad de decir: no, a mí no me van a someter. Yo no voy a aceptar pasivamente que me digan cómo son las cosas. En todo caso, aquí podemos recurrir a Descartes cuando dijo voy a dudar de todo. Bueno, dudemos de todo porque efectivamente nos están mintiendo. Y para saber que nos están mintiendo tenemos que elaborar nuestra propia verdad que es nuestra propia visión del mundo, nuestra propia conciencia crítica. Y nuestra propia conciencia crítica es aquello que hace de nosotros un ser humano, alguien que habla y no es hablado, que piensa y no es pensado, que interpreta y no es interpretado.

Esta es la conclusión de esta cuarta temporada que hemos tenido y esperamos de todo corazón que haya tenido la utilidad de hacernos sentir que América Latina tiene que ser libre, conciente de sí y de su destino comunitario.

Agradezco a todos, agradezco al equipo. Todos han sido los mejores colaboradores y les quiero decir a todos que la pase realmente muy bien. 

Gracias. 



Podés descargar este capítulo de aquí.





martes, 27 de diciembre de 2011

Entrevista de Walter Martínez a Atilio Borón en Dossier

Atilio Borón en Dossier -Telesur from Brancaleone on Vimeo.

El último discurso de Salvador Allende

Filosofía aquí y ahora IV. José Pablo Feinmann. Encuentro 12: El marxismo en América Latina II: Salvador Allende





Filosofía aquí y ahora IV - José Pablo Feinmann


Sumario

1 La vía pacífica
2 El golpe
3 La esencia del hombre y la violencia
4 “La historia es nuestra”




1 La vía pacífica


Este es el programa número 12 dedicado al marxismo en América Latina y centralizado sobre todo en la figura de don Salvador Allende y el movimiento hacia el socialismo por la vía pacífica y democrática que él y su partido de la Unidad Popular protagonizaron.

La figura de Salvado Allende es una figura trágica en América Latina por el final trágico que tuvo y por la infamia descarada con la que se le organizó un golpe manejado desde Estados Unidos y con el apoyo, por supuesto, de la clase política chilena, las clases altas chilenas, el ejército chileno, para impedir su proyecto.
El proyecto de Salvador Allende implicaba un proyecto muy original porque era una vía pacífica. En realidad el marxismo no se propone -no se va a encontrar esto en los textos originarios de los padres fundadores del marxismo- la vía pacífica y democrática para llegar al poder. En realidad, las relaciones entre el marxismo y la democracia son muy conflictivas porque en los textos de Marx y de Engels la democracia es una palabra hueca, la democracia es una palabra burguesa porque la democracia  es el sistema parlamentario por el cual el burgués, la burguesía, domina a las clases sometidas a través de toda esa caparazón parlamentaria que no es más que el diálogo de los burgueses de la clase burguesa entre sí misma. Ahora, por eso, el marxismo, ya en las páginas finales del Manifiesto Comunista, siempre plantea la toma del poder a través de la violencia. El manifiesto de 1848 de Marx y Engels, sobre todo escrito por Marx, dice que los comunistas no ocultan sus intenciones y sus intenciones son tomar el poder a través de la violencia. Y que todo movimiento que quiera mantenerse una vez que ha tomado el poder, una vez que ha derrocado el orden establecido que es el orden de la burguesía, debe sostenerse en el poder a través de la aplicación de la autoridad –de la autoridad entendida como la veía Marx en la Revolución Francesa.

Y en el texto de Engels titulado “De la autoridad”, Engels dice: señores, no hay nada más autoritario que una revolución. Una revolución implica “bastillazos”. ¿Qué es un “bastillazo”? Es la toma de la Bastilla. Hay que tomar la Bastilla para hacer una revolución. Es el símbolo que implica el derrocamiento de una clase social. Entonces, la Bastilla se toma en la Revolución Francesa a través de la violencia y la violencia, va a postular Marx, sobre todo en el capítulo XXIV de “El Capital” que se llama “La acumulación originaria”, va a hablar de la violencia como la partera de la historia. Y aquí vemos nuevamente la cuestión de la dialéctica en Marx. Es decir, cuando una sociedad está lo suficientemente madura para ser derrocada por otra, dentro de la dialéctica histórica, es la violencia la que resuelve esta situación. O sea, no hay resolución dialéctica sin una acción violenta de una clase que viene a superar a la anterior. Si la burguesía viene a superar a la monarquía –como en la Revolución Francesa- lo hace a través de la violencia y esa violencia es la partera de la historia, la que hace nacer una nueva sociedad, hace nacer la sociedad burguesa. La sociedad burguesa, no bien nace, engendra al proletariado industrial. Y este proletariado industrial, en determinado momento, se alza en armas contra la vieja sociedad y es la violencia la que va a hacer que el proletariado derroque a la burguesía.
En verdad, este es un esquema bastante biologicista: es como si la historia fuera una especie de gran madre y necesitara una gran partera y la gran partera fuera la violencia. Pero todo esto tuvo un enorme auge, nadie cuestionó los efectos mecanicistas que había en esta concepción dialéctica que Marx había tomado de Hegel. Ni nadie cuestionó a la dialéctica como partera de la historia, la palabra partera, ¿qué es la palabra partera?, ¿qué es la historia entonces? ¿Una mujer que da a luz constantemente? No, la historia es algo mucho más complejo que eso.

Esto no se problematizó. Y el que sí lo problematiza, el que sí trae algo nuevo es Salvador Allende, la Unidad Popular y la postulación de la vía pacífica para llegar al socialismo a través de la democracia.

2 El golpe

Desde que Allende asume es impresionante la velocidad vertiginosa con que empieza a prepararse el golpe, casi podríamos decir el mismo día, porque ya se estaba preparando desde antes, es decir, qué vamos a hacer si gana este comunista. Y lo que van a hacer si gana ese comunista es preparar un golpe de Estado para tirarlo porque no pueden tolerar que haya otro comunista en América Latina. Y esta es una muy buena advertencia para los que creen que la Revolución cubana era exportable, no era exportable. Estados Unidos no iba a tolerar otro Castro en América Latina.

Entonces, en ese momento gobernaba un señor ampliamente detestable que era Richard Nixon junto a otro señor que era peor todavía que era Henry Kissinger que, en mi opinión y en la de muchos, es el más grande criminal de guerra que anda suelto. Lo que se prepara ahí es una reunión inmediata entre Nixon, Kissinger y el diario “El Mercurio” que es llamado el decano de la prensa chilena y que es el diario de los Edwards. También viaja inmediatamente a Washington la ITT, la Pepsi – ¡la Pepsi!, miren que cosa más linda, tan fresca. No, no, la Pepsi es una compañía muy multinacional como la Coca Cola, no sé por qué no viajó la Coca Cola- y el Chase Manhattan Bank para ver a Nixon. Nixon directamente denomina a Allende una y otra vez como “ese son of a peach”, “ese hijo de puta”. Ese es el delicado vocabulario que Nixon le dedica a Allende.

Estamos en medio de la Guerra fría, no hay que olvidar esto. La Guerra fría se dio entre dos grandes bloques, Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero Estados Unidos y la Unión Soviética se suponía que no se iban a agredir entre ellos por el poder atómico que cada uno tenía. Entonces, al no poder agredirse los dos grandes bloques de la Guerra fría, las “guerras calientes” se daban en la periferia: Vietnam, Argelia, por ejemplos. Eran todas guerras calientes de la Guerra fría. Eran todas guerras visualizadas por el Occidente como guerras contra el marxismo. La guerra contra el Frente de Liberación Nacional Argelino, los generales franceses lo dicen muy claramente: nosotros no estamos peleando una guerra colonial, estamos peleando una guerra contra el marxismo. Lo mismo que en Vietnam, hay que frenar el marxismo, que Vietnam del Norte no se apodere de Vietnam del Sur: frenar el marxismo.

Ahora bien, lo que ocurre también es que Allende para el bloque norteamericano y para el poder chileno que está aliado a ese bloque, representándolo ahí en el lugar en que se da lo caliente de la Guerra fría, era un peligro. Allende comienza a tomar una serie de medidas hacia el socialismo que indica un camino muy preocupante para las clases hegemónicas. La nacionalización del cobre es un hecho decisivo, Chile nunca había nacionalizado el cobre. El cobre pertenecía al libre mercado, pero no pertenecía al Estado. Esa medida de estatización determina a su vez un muy metódico plan de desestabilización: hay que desestabilizar al gobierno de Salvador Allende, hay que tirarlo.

Nixon le niega cualquier crédito. Los sectores de la izquierda le van a criticar que Allende pida un crédito a Estados Unidos. Acá cuando Perón pide un crédito a Estados Unidos en 1973, la revista “El descamisado” de los Montoneros saca un título muy coherente y muy trágicamente gracioso que es el siguiente: “¿Qué pasa? ¿Los yanquis nos financian la liberación?” No estaba mal la pregunta.
El desabastecimiento avanza, cada vez hay menos cosas, la gente no puede comprar, le echan la culpa a Allende, todos le echan la culpa a Allende.  Comienzan a movilizarse las clases altas. Las “conchetas” chilenas que son de lo peor, son peores que las de aquí todavía, si es posible, y sí, es posible, son peores que las de aquí. El gobierno de Allende se ve acosado por todos lados porque el movimiento de la izquierda revolucionaria que es el MIR se le pone a la izquierda y lo critica desde la izquierda, posición siempre muy fácil: caramba, Allende, qué le pasa. Usted no hace la reforma agraria, usted no está expropiando a los grandes monopolios, usted no está cambiando la estructura social verdadera del país. La izquierda lo critica a Allende y esto a la derecha le viene, en general, muy bien. La izquierda tiene que ser muy lúcida en estos casos y ver dónde tiene que sumar y dónde si se opone en realidad está restando a la estabilidad de un régimen democrático de izquierda al cual tienen que sostener. Piénsenlo bien esto y que lo piensen los que lo tienen que pensar.

3 La esencia del hombre y la violencia


Allende cae en 1973. Hay que pensar la importancia que ya tenía la prensa, lo mediático, en la desestabilización de un gobierno. Ahora es mucho mayor el poder mediático, directamente representa la derecha en América Latina y su tarea es impedir que los gobiernos giren hacia medidas populistas distribucionistas e impidan la primacía del mercado.

Pero en 1973 “El Mercurio” de Chile, que pertenece a la familia Edwards, está bancado por Estados Unidos. Le da 2 millones de dólares al diario “El Mercurio” para que desestabilice al gobierno de Allende. Y los Edwards están muy contentos, incluso hay un reportaje –voy a decir esto muy breve- que le hacen unas chicas a Agustín Edwards y le preguntan: ¿a usted le parece bien que Pinochet haya prohibido todos los diarios al día siguiente del golpe? Y esto señor Edwards, que parece medio tonto –quiero decir que seguramente eran otros los que manejaban las cosas más macabras del diario, éste ponía el nombre de la familia- dice: pero como no me va a parecer bien, si me eliminan la competencia yo me pongo muy contento. Una respuesta memorable.

Entretanto Fidel Castro visita Chile, recorre Chile, mira Chile junto a Allende y la respuesta que le da es: vuelvo a Cuba más radical que nunca. Sólo la acción violenta va a derrocar al capitalismo. O sea, hay una crítica a la vía pacífica de Salvador Allende. Porque el pensamiento de Allende –como dijimos- era estrictamente éste –y esta era la originalidad de don Salvador-: podemos llegar al socialismo a través de la vía pacífica y a través de la democracia. En los ’70 esto era muy problemático y lo sigue siendo.

En mi novela “Carter en New York” (2009) hay un diálogo entre Allende y Alexander Haig, es un diálogo ficcional pero los diálogos ficcionales frecuentemente dan más que los diálogos documentales, porque si el autor maneja la situación, la puede recrear con mayor profundidad. La situación es que Haig va a tomar un avión y Allende lo va a despedir, y al final de la conversación que es muy tensa le dice: mire señor presidente yo no sé si usted es bueno –como yo creo- o es tonto. Porque hay una esencia del hombre que para usted es buena. Y Allende le dice: no, usted está insultando a la esencia del hombre general Haig. No, no, no –le dice Haig- yo no tengo por qué insultarla. La esencia del hombre para mí no es buena, es egoísta. Por eso nosotros les vamos a ganar todas las guerras a ustedes porque ustedes creen que el hombre es bueno y el hombre no es bueno. El hombre es un ser esencialmente destructivo que no ha hecho más que matar a lo largo de toda la historia y esa esencia del hombre es la que nosotros los capitalistas asumimos. No le dice Alexander Haig que esto estaba en un libro de Freud donde Freud dice que: “la pulsión de muerte se está imponiendo trágicamente sobre el Eros” (que sería la pulsión del amor).
La esencia del hombre sería la esencia de la dominación sobre el otro y la esencia de la destrucción del otro. Y eso es lo que Haig le dice que ellos asumen y que usted pretende que el hombre sea bueno y que llegue al socialismo a través de la vía pacífica. No va a haber vía pacífica porque el hombre no es pacífico. El hombre nació para la guerra y nació para matar. Esta es una polémica que se abrió hace unos años por el filósofo cordobés Oscar del Barco que terminó afirmando el “No matarás” bíblico. Freud se ríe mucho de esas aseveraciones bíblicas, dice: cómo el hombre no va a matar si existe en él la pulsión de muerte. Por qué voy a querer al prójimo tanto como a mí mismo si no sé quién es el prójimo, porai es un personaje detestable el prójimo, ¿cómo lo voy a querer tanto como a mí mismo? Yo sé que soy una buena persona –dice Freud- cómo lo voy a amar tanto como a mí mismo. En todo caso voy a amar más a mi hijo. Esto es “El malestar en la cultura”, un gran libro de Freud de 1930.

Lo original del intento de Allende es quizás, es cierto, ir contra la esencia de la condición humana que es esencialmente destructiva y que no es pacífica. Hegel dijo: “la historia avanza por su lado malo”. Allende la quiso hacer avanzar por su lado bueno. Y pareciera que la historia avanza de negación en negación, de catástrofe en catástrofe, de masacre en masacre.

Entonces la vía pacífica al socialismo quedaría edulcorada y don Salvador Allende quedaría… bueno, vamos a ver cómo queda porque la izquierda le reprocha que la vía pacífica al socialismo es la vía pacífica al desastre. Vamos a ver después qué es lo que opina don Salvador Allende, una de las figuras más puras, más formidables del pensamiento de América Latina.

4 “La historia es nuestra”


Hasta 2 días antes del 11 de setiembre de 1973 en que se produce el levantamiento que derroca a Allende todavía no se sabía qué militar lo encabezaba. Estaban discutiendo entre los militares a ver quién iba a encabezar el golpe y, sorpresivamente, lo encabeza Augusto Pinochet.
Cuando le llega la noticia a Allende, Allende se sorprende: ¿cómo Pinochet si Pinochet es mi amigo? Pero en realidad no era que estaba tan mal informado, es que pareciera que Pinochet en dos días tomó esa decisión y la tomó en serio. La barbarie de los militares y los carabineros chilenos se desata de un modo total, Allende se refugia en “La Moneda”, tiene una metralleta y un casco con él y está el GAP (Grupo de Amigos del Presidente) que son los que se quedan con él a rodearlo hasta el fin. El presidente no se va a ir del palacio de “La Moneda”, se va a quedar ahí y si lo sacan lo van a sacar con “los pies para adelante”. O sea, Allende se queda y se hunde con sus barcos como los capitanes legendarios de tantas historias.

Desde “La Moneda” da su último discurso en el cual se revela su pensamiento esperanzador. Este discurso está alimentado por la fe de un devenir necesario de la historia hacia una situación de justicia social que va a llegar pase lo que pase. Entonces Allende dice: yo no voy a renunciar –y en efecto no renuncia-, voy a mantener mi lealtad al pueblo y si es necesario dar mi vida por eso la voy a dar. Como tienen la fuerza, seguramente nos van a poder avasallar. Pero la idea de Allende es que la fuerza la tienen ahora pero no la van a tener siempre. ¿Por qué? Porque no se detiene los procesos sociales –diría Allende. Y esta es la gran discusión, sí se detienen los procesos sociales. La fuerza detiene los procesos sociales. Hay una frase de Sartre que menciono siempre y la debo haber mencionado en algún momento que dice: “La descolonización está en marcha. Lo único que pueden hacer nuestros mercenarios es demorarla”. No, pueden hacer mucho más los mercenarios. En Chile abortaron por completo el proyecto de Allende y Allende insiste: “la historia la hacen los pueblos y es nuestra”. Que es lo que piensa Alexander Haig, que “la historia es nuestra” –dicen Nixon, Alexander Haig y el bloque Occidental. No la hacen los pueblos, la hacemos nosotros con nuestras armas, con nuestro poder, con nuestros marines. Pero “la historia es nuestra”.

Allende denuncia que su caída se debe al capital multinacional y a la alianza del capital multinacional con los sectores más poderosos del interior de Chile. Esos sectores poderosos son los de siempre, son los intereses financieros aliados a los intereses multinacionales. Ustedes imaginen que la ITT, el Chase Manhattan Bank, tenían intereses chilenos.

Allende sigue insistiendo –claro, es un mensaje final, es un mensaje esperanzador- dice: sepan que mucho más temprano que tarde se abrirán de nuevo las grandes alamedas por las que pase el hombre libre. Si nosotros pensamos que el que dice esto está por morir, están bombardeando el lugar donde él dice esto, está rodeado de 12 o 13 tipos que son su grupo de amigos, es admirable el coraje y la convicción moral e ideológica del hombre que está diciendo esto. Entonces, el hombre que está diciendo esto sabe que va a dar su vida por una causa y sabe que su sacrificio no va  a ser en vano. Mi sacrificio no va a ser en vano –dice- porque la causa que yo encarno es la del socialismo que puede llegar al poder por la vía pacífica –y quizás en ese momento piensa que también por otra vía… no sé lo que piensa en ese momento-, pero lo que yo encarno es la igualdad para todos. Encarno lo contrario del capitalismo que es un sistema de expoliación, el sistema de la desigualdad. Yo quiero la igualdad –dice Allende- y esa es la idea que esencialmente encarno. El pueblo va a tener que defenderse pero tampoco debe sacrificarse –dice Allende que asume que el que se va a sacrificar es él.

Ahí es donde él dice su pensamiento. La historia tiene una dirección. Esa dirección es la de la final liberación de los pueblos. Los pueblos van a llegar a su propia historia. Y las grandes alamedas siempre van a continuar abriéndose -aún después de las grandes derrotas- para que por ellas pasen los hombres libres que cada vez van a ser más. Por esas causas Salvador Allende da la vida, no se escapa, no se va, se queda ahí y en efecto lo matan –algunos dicen que se suicida, bueno, puede ser, si vienen 5 carabineros y están a 10 metros, me pego un tiro.

La conclusión entonces es que este hombre con esa cara de manso, con esa cara de tipo honesto, inteligente, moral, es un ejemplo para América Latina porque es un ejemplo de aquel que va hasta el final con sus convicciones y el final es dar su vida por la paz. Esto es algo notable que define a don Salvador Allende.

Salud don Salvador Allende.





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Filosofía aquí y ahora IV. José Pablo Feinmann. Encuentro 11: El marxismo en América Latina I


Filosofía aquí y ahora IV - José Pablo Feinmann

Sumario

1 El problema colonial
2 ¿Quién lamenta los estragos?
3 La trágica impotencia
4 Las leyes de la historia y la necesariedad


1 El problema colonial

Este es nuestro encuentro número 11 de “Filosofía aquí y ahora IV” en el que vamos a tratar el marxismo en América Latina para lo cual vamos a hacer un análisis del pensamiento de Marx acerca del problema colonial.

Voy a decir que Marx en realidad, en mi concepto, no se ha lucido en el análisis del problema colonial pero estaba bastante condicionado por su formación hegeliana para no lucirse en esta cuestión, sino para entenderla más bien equivocadamente.

Hay en Hegel una concepción dialéctica de la historia que afirma que la historia tiene un devenir necesario, universal, inmanente, dialéctico. Es decir que la historia marcha necesariamente en una dirección. A esto se le llama teleología, telos quiere decir “fin” y logía, estudio: estudio de los fines es lo teleológico. Teleológico es el camino necesario que la dialéctica tiene que recorrer para que la historia se cumpla.

La historia, cuando toma Marx esta dialéctica, crea a los propios sepultureros de aquellos movimientos históricos que la han encarnado en determinado momento. Esto, en Hegel, estaba. Hegel había afirmado que había determinados momentos históricos que devenían en lo que Hegel llamaba “positivos”; positivos en el sentido de no tener ya un posible desarrollo. La dialéctica justamente funciona a través de la negatividad. La dialéctica siempre niega para pasar a un nuevo momento.

Cuando Marx toma esta idea de la dialéctica hegeliana, la toma del siguiente modo (basándose en la Revolución Francesa): el feudalismo fue negado por la burguesía. Fue necesaria, para que la historia continuara, la burguesía en tanto que la clase más revolucionaria de la historia humana –para Marx, lo dice en “El Capital” y lo dice en “El manifiesto comunista” de 1848-. Pero la burguesía al derrotar al feudalismo crea a su propio sepulturero que es el proletariado industrial.

Entonces este es el movimiento dialéctico necesario, interno de la historia. La historia tiene necesariamente este movimiento –dice Marx. Así como la burguesía enterró al feudalismo, va a ser el proletariado industrial –que es el fruto del desarrollo de la burguesía- el que entierre a la burguesía por el movimiento dialéctico de la historia que va de negación en negación. O sea, la burguesía niega al feudalismo y el proletariado niega a la burguesía. Y, en quién deposita Marx esta exquisita tarea de derrotar a la burguesía y llevar a la humanidad hacia una sociedad igualitaria y sin clases: en el proletariado.

Así que el proletariado tiene que universalizarse, esta es la trampa de Marx. El proletariado tiene que universalizarse. Ahora, ustedes observen que si el proletariado tiene que universalizarse primero tiene que universalizarse la burguesía. Es decir, toda expansión de la burguesía va a ser bien vista por Marx. No le va a preocupar porque en tanto la burguesía se expanda, de ella, de sus entrañas, va a salir su sepulturero que es el proletariado industrial. Así Engels en 1848 habla de la conquista de México por Estados Unidos. Un texto que a nosotros ahora nos sorprende, pero tenemos que comprender que para Engels la historia debía surgir de la planetarización de la burguesía. Entonces, Engels dice que es extraordinario, es positivo que Estados Unidos conquiste a los perezosos mexicanos, porque Estados Unidos va a llevar a México modernas relaciones de producción capitalista y de estas modernas relaciones de producción capitalista van a surgir los proletarios modernos que van a derrotar a la burguesía y van a instaurar la dictadura del proletariado que va a conducir a la sociedad sin clases.

Esta es la dialéctica tal como la veía Marx. En esta dialéctica de Marx la burguesía juega un papel fundamental: sin burguesía no hay proletariado revolucionario. Entonces Marx tiene que apoyar todas las conquistas de la burguesía porque necesita a la burguesía para que surja de ella el proletariado redentor que Marx necesita. En consecuencia Marx es un impulsor de la burguesía en India, en China, en México –menos en Irlanda aunque, ojo, lo vamos a ver, Irlanda es una colonia blanca y ahí Marx ve bien el problema.

2 ¿Quién lamenta los estragos?

Es tan fuerte el pensamiento dialéctico de Marx que justifica hasta los horrores del progreso. Y ojo, el pensamiento colonial de Marx forma un corpus muy importante en su pensamiento, no son 2 o 3 artículos sueltos. Pero, cuando termina el artículo de “La dominación británica en la India” (1853), para justificar los estragos que Inglaterra ha hecho en la India, cita a Goethe y el texto de Goethe es: “¿quién lamenta los estragos si los frutos son placeres? ¿No mató a miles de seres Tamerlán en su reinado?” O sea, hay aquí una justificación de la barbarie en tanto progreso. Si la barbarie implica un progreso, justificada está.
O sea, a pesar de todos sus crímenes, Inglaterra es un instrumento del progreso. Un instrumento inconciente, porque la burguesía cree que está triunfando -según Marx-, la burguesía cree que está triunfando y dominando el mundo. Pero en realidad la burguesía está creando la obra maestra que la va a destruir y que es el proletariado. Esto no pasó así, lo sabemos. Pero no vamos a dejar de reconocer que hay otros textos de Marx sobre el colonialismo que implican un reconocimiento mayor. Por ejemplo: “Para ser libre en su casa John Bull necesita esclavizar a los pueblos que están fuera de la frontera de su estado” (Karl Marx). Analicemos esta frase: para ser libre en su casa John Bull (o sea, Inglaterra) necesita esclavizar a todos los otros pueblos que están fuera de su casa: esto es el colonialismo, esto es el imperialismo. Esto recuerda una gran frase de Jean Paul Sartre en el prólogo a Fanon donde dice: “Europa se ha hecho a sí misma fabricando esclavos y monstruos”.

Ahora, en el pensamiento de Marx, también quienes intentan defenderlo con toda buena fe, porque hay muchos que tienen una relación pasional con Marx -yo la tuve en algún momento, lo que pasa es que ya no tengo relación pasional con ningún filósofo-, y tratan de defender a Marx diciendo: pero está la cuestión irlandesa, Marx entendió bien la cuestión irlandesa. Sí, Marx entendió bien la cuestión irlandesa, pero tengamos en cuenta que Irlanda era una colonia blanca y Marx entonces dice: “La liberación de Inglaterra depende de la liberación de Irlanda”, porque se da cuenta que Inglaterra al explotar a Irlanda compra a su proletariado  interno, pero no ve que en la explotación colonial ocurre lo mismo: es por la explotación colonial que Inglaterra puede comprar a su proletariado interno.

En la cuestión irlandesa sí lo ve y esto no lo aplicó al resto del mundo, lo aplicó a la cuestión irlandesa. En todos los otros esquemas de Marx, incluso en el texto terrible que escribe sobre Bolívar, Marx aplica el esquema dialéctico: la burguesía tiene que planetarizarse para que surja el proletariado. Entonces ahí sí la revolución es posible.

Al final de su vida hay una carta de la populista rusa Vera Zasulich que mueve un poco a Marx porque le dice: nosotros aquí en la comuna rural rusa ya tenemos el socialismo, qué tenemos que hacer, esperar 50 años de horror de la burguesía para realizar la revolución. Y Marx se siente algo confundido y le dice que no hay que tomar “El Capital” como una teoría necesaria del desarrollo de la historia. No hay una fatalidad histórica -dice Marx. Pero, en realidad, la carta a Vera Zasulich es una carta, mientras que todos los textos de Marx son un corpus, incluso en “El Capital” mismo Marx cita estos textos avalándolos en su obra mayor, en su obra más trascendente.

En suma, hay cosas que Marx no vio. La expasión colonial resultó retrograda, resulto infamante para todos los países en los que penetró. No implicó progreso, implicó un atraso catastrófico. Entonces, por otro lado, lo que esencialmente no vio fue que la teoría de la dictadura del proletariado a través del Estado iba a generar dictaduras sanguinarias como por ejemplo la de Stalin. Y terminó por no ver -afortunado él que no lo vio, desdichados nosotros que lo vimos- que después de la Guerra Fría la que se impone es la burguesía neoliberal que es absolutamente despiadada. Pero la burguesía neoliberal -y con esto cierro- no ha triunfado porque un movimiento triunfa cuando soluciona los problemas que le había planteado su opositor. Y el neoliberalismo no ha solucionado ni el problema de la desigualdad, ni el problema del hambre, ni el problema de la explotación; al contrario, los ha agrabado enormemente. O sea, Marx todavía tiene vigencia.

3 La trágica impotencia

Contrariamente a don José Carlos Mariátegui de quien habíamos rescatado el nacionalismo peruano que late en las páginas de su libro “7 ensayos...”, los marxistas argentinos trasladan mecánicamente los esquemas de Marx, sobre todo los del “Manifiesto comunista” y algunos otros -no tanto los de “El Capital” porque les costaba más leer “El Capital”, algunos sí han leído “El Capital”.

Quien más inteligente ha sido en trasladar estos equemas de Marx, y que, sin duda, no le niego que haya leído “El Capital”, fue Milcíades Peña con libros muy valiosos y que por algo uno ha polemizado con ellos. Pero, en Peña, se da la perfecta traslación del pensamiento de Marx a la realidad argentina del siglo XIX. Y esto se puede ver en un libro como “La era de Mitre” (1968), un muy buen libro de Milcíades Peña -esté uno o no de acuerdo- donde él plantea que la única opción que tenía la Argentina era atraso con apoyo popular o progreso con oligarquía e imperialismo. Con oligarquía e imperialismo el avance, el progresismo, era inevitable pero se hacía a expensas de recibir el capital británico. Hay una célebre frase de Mitre que dice: brindo por el capital británico y el esfuerzo argentino.

Ahora, hay un movimiento popular en todo el interior argentino que es el movimiento federal que en determinado momento llega a tener un gran poder en las figuras de Felipe Varela, Justo José de Urquiza y el Paraguay (Milcíades Peña valora enormemente el Paraguay porque dice que es el único intento autónomo que hubo en América Latina). Este movimiento de resistencia de el interior mediterraneo, Urquiza y el Paraguay fracasa por varias causas. Una es que Urquiza traiciona en la Batalla de Pavón y los caudillos federales son barridos a sangre y fuego, luego de la Batalla de Pavón, en una guerra de policía que Mitre declara a las provincias. Y la oligarquía argentina se entrega así a la vida fácil de entregarle el trigo y las vacas al capital británico. O sea que esta oligarquía no le entrega al país ningún futuro, porque ya lo hemos dicho otras veces y lo vamos a decir ahora: un país tiene futuro cuando crea un mercado interno y una industria para ese mercado interno.

Preguntemos: ¿qué podía hacer Ángel Vicente Peñaloza?, ¿qué podía hacer Felipe Varela?, ¿qué podía hacer Juan Facundo Quiroga? ¡Podían hacer muchas cosas! Pocos países de América Latina tuvieron tanta riqueza en el interior (está muy bien dicho el interior, porque este país miró siempre para afuera. La gente de las provincias no quiere que le digan el interior, pero el interior es mirar para adentro). Entonces, lo que hace la oligarquía de Buenos Aires es arrasar con toda la política que le oponían los caudillos federales, y este fue un movimiento tremendamente sanguinario con 2000 gauchos asesinados al frente de asesinos como Ambrosio Sandes, Irrazabal, etc. etc.

Milcíades Peña lo que postula es que la derrota de las montoneras federales era inevitable. Y lo postula porque está siguiendo los esquemas de Marx. Lo que ocurre es que el error de Milcíades Peña era creer que la burguesía de Buenos Aires era la burguesía en la que Marx pensaba. Pero Marx pensaba en otro tipo de burguesía, una burguesía dinámica, creadora, industrial, que iba a generar proletarios. La burguesía argentina no generó nada, vivió de la abundancia fácil. Milcíades Peña va a decir que hay una trágica impotencia de las montoneras federales. Aunque Felipe Varela se hubiera instalado en el fuerte de Buenos Aires, no hubiera podido hacer otra cosa más que la que hizo Mitre. Su derrota a manos de la oligarquía era inevitable. No hay nada inevitable en la historia, pero digamos que Milcíades, aferrado a la necesariedad dialéctica de Marx, cree -aunque lo odie a Mitre y lo deteste- y lo justifica, diciendo que Mitre es la necesariedad histórica porque implica la relación de la burguesía argentina con el imperio británico.

Entonces, este factor capitalista, para Peña, va a ser progresivo, mucho más progresivo de lo que pudieran imponer las montoneras del interior. Tampoco piensa en una posible conciliación entre las montoneras y Buenos Aires que hubiera dado otro país. Pero, sin embargo, Marx -habrá pensado Peña- habría aplaudido el arrasamiento de la barbarie gaucha a manos de la civilización de la elite cultural de Buenos Aires. No olvidemos: “¿quién lamenta los estragos si los frutos son placeres? ¿No mató a miles de seres Tamerlán en su reinado?” ¿No mató a miles de seres el general Mitre en su reinado? O a Domingo Faustino Sarmiento que, en “Mi Defensa”, dice: “ahora verán ustedes al militar, al asesino”. Estoy hablando del gran autor de “Facundo”. Pero el gran autor de “Facundo” celebró que hayan puesto la cabeza de Ángel Vicente Peñaloza en una pica. La crueldad de Buenos Aires en su campaña punitiva después de la Batalla de Pavón fue escalofriante, y el arrasamiento del Paraguay fue un genocidio: 600.000 muertos.

4 Las leyes de la historia y la necesariedad 

 
Nosotros estamos hablando de Argentina, pero ojo, todo esto es para América Latina, todo esto ocurrió en América Latina. Las oligarquías nativas eliminaron a todos los elementos de mestizaje y a todos los pueblos originarios para establecer sus relaciones productivas con el imperio británico y así ocurrió. Así ocurrió la desunión de toda América Latina porque fue un gran triunfo de la diplomacia británica y las oligarquías nativas.

En una novela que publiqué en 1990 “La astucia de la razón” hago un encuentro ficcional entre Karl Marx y Felipe Varela, cómo es la cosa: una hora antes de la batalla de Pozo de Vargas Marx aparece en el campamento de Varela. Y Varela le dice: don Marx, que alegría, que bueno tenerlo por aquí. No crea -dice Marx-, porque vengo a decirle que por favor no presente batalla, porque el triunfo de la civilización que representan los Taboada por estar unidos a Buenos Aires es inevitable. Usted, en la batalla que va a dar, don Varela, va a ser derrotado. Y Varela le dice: ¿y por qué voy a ser derrotado? Porque hay leyes de la historia -le dice Marx- y las leyes de la historia dicen que ese ejército que usted tiene en frente, al representar a Buenos Aires, representa el progreso. Porque Buenos Aires representa el progreso en este país. Y si nos matan a nosotros, a los gauchos -dice Varela- quienes van a venir a reemplazarnos, a pelear contra Mitre por ejemplo. Ah, no, no -dice Marx- cuando a ustedes los derroten la burguesía de Buenos Aires va a instaurar su poder por todo Buenos Aires y ahí va a surgir los proletarios revolucionarios que van a liquidar a esa burguesía. Aha -dice Varela-  usted va a ver que a sus proletarios revolucionarios le van a decir lo mismo, le van a decir “no peleen, es inutil, no peleen”. Y se dan un abrazo, es muy emotivo el encuentro y Marx se va y Varela le dice: ¿cómo, no se queda a ver la batalla? No -dice Marx- ya sé el resultado.

Esto lo que muestra es que había en Marx una concepción determinista en este aspecto. La dialéctica lo traicionó porque la dialéctica le hizo ver el necesario triunfo histórico de la burguesía. La dialéctica le hizo ver que la burguesía debía triunfar en todas partes para que surgiera el proletariado revolucionario que iba a liberar a los hombre en todo el mundo.

Para Marx entonces, Felipe Varela representaba un orden arcaico, un orden precapitalista, mientras que Mitre al estar aliado a la Europa capitalista representaba el rostro más progresivo en la República Argentina. De modo que Marx, igual que Milcíades Peña, aunque con dolor diciendo qué pena que mataron a todos los caudillos, cómo fue arrasado el interior... y Peña se conduele con lo que pasó en el Paraguay, pero con el mismo esquema de Marx: qué pena lo que ha hecho Inglaterra en la India, pero no hay más remedio porque la historia tiene que avanzar así, así avanza la dialéctica. Hay una necesariedad. Cuidado entonces con las necesariedades en la historia.

Walter Benjamin en sus “Tesis sobre filosofía de la historia” -texto hermético pero excepcional- dice: “nada perjudicó más a la clase obrera alemana que pensar que nadaba a favor de la corriente”. No se nada nunca a favor de la corriente, al contrario, la corriente hay que hacerla. No hay corriente, la corriente tiene que ser construida militantemente por los pueblos de América Latina. Y quizás estamos viendo algo de eso, ojala estemos viendo algo de eso. Pero no hay corriente en la historia, nada está determinado, nada está escrito, lo único que es real es que los pueblos son los que escriben su propia historia y también los enemigos de los pueblos escriben su historia. Por eso, muchas veces, masacran a los pueblos.

Por eso, la lucha por la libertad de los pueblos es la lucha contra los opresores de los pueblos. Esa lucha no está garantizada, no implica un triunfo ya necesario, sino que siempre tiene que hacerse. Ahí, mejor que los mártires son los luchadores. Mejor que los muertos son los vivos. Son necesarios los que quieran vivir para cambiar el mundo, antes que esa idea de “yo quiero dar la vida para cambiar el mundo”. ¡Guarda! Mejor digamos “yo quiero vivir para cambiar el mundo”. Es una óptica nueva pero mucho más positiva porque exalta el valor de la vida y niega la glorificación de la muerte que tanto daño hizo, al menos, en este país.

Chau.









 

lunes, 19 de diciembre de 2011

Filosofía aquí y ahora IV. José Pablo Feinmann. Encuentro 10: El Che Guevara



Sumario

1 El imperialismo y las guerrillas latinoamericanas
2 La revolución cubana
3 Excepcionalidad o vanguardia
4 La teoría del foco revolucionario

1 El imperialismo y las guerrillas latinoamericanas

Este es el encuentro número 10 de “Filosofía aquí y ahora IV”. Este encuentro va a ser un tanto explosivo porque, si bien yo tengo una gran admiración y un gran respeto por el personaje que vamos a tratar, tampoco comparto muchas de las ideas que están como fosilizadas acerca de este personaje a quien se lo considera santo y heroico: se dice de él que es San Ernesto de la Higuera porque lo mataron en la escuelita de La Higuera y además es el guerrillero heroico: vamos a hablar de Ernesto “Che” Guevara.

Ernesto Guevara surge a la política de un modo excepcional porque en realidad surge como un joven aventurero que sale a recorrer América Latina. Y América Latina, en ese momento, está en una lucha ideológica y práctica –que se va a transformar en práctica, todavía no es tan práctica- contra lo que se llama en ese momento “el imperialismo yanqui”, esa era la fórmula. ¿Por qué imperialismo? Porque a partir del texto de Lenin “El imperialismo, etapa superior del capitalismo”, el colonialismo como concepto entra en desuso. En realidad, el planteo que hace Lenin está basado en Rudolf Hilferding (el libro “El capital financiero” se consigue, léanlo, es muy lindo libro). El libro de Lenin entonces lo que hace es distinguir dos etapas: una etapa por la cual el colonialismo que es un movimiento político de dominación, entra en el país y se instaura en el país. Se queda en el país. Por ejemplo: en 1830 Francia entra en Argelia y ahí se queda. Un hecho fundamental que está ocurriendo en estos momentos es que Estados Unidos ha vuelto al colonialismo porque la guerra de Irak implica quedarse en los territorios que Estados Unidos ha tomado.

Pero el imperialismo a partir de la teoría de Lenin –que es la que conoce Guevara- es una dominación a través no ya de la dominación territorial sino a través de la dominación de los capitales (segunda etapa). Es un poco la frase de George Canning cuando reniega de las invasiones inglesas y dice: basta, no hay que entrar ahí invadiendo con ejércitos, hay que entrar como mercaderes, como capitalistas. Y, en efecto, el empréstito “Baring” es el símbolo de eso, ahí nace nuestra deuda externa.

Nosotros vamos a seguir aquí a Eric Hobsbawn que está considerado como el más grande historiador marxista del siglo XX. Eric Hobsbawn en su “Historia del siglo XX” caracteriza a las guerrillas latinoamericanas de las décadas del ’60, el ’70, como que han sufrido las causas de un error espectacular. Hobsbawn llama a todo lo que se hizo como movimientos guerrilleros en América Latina un error espectacular. Para la izquierda la crítica es siempre incómoda porque, ante todo, en la izquierda hay algo muy emocional que son los muertos.  Porque la izquierda tiene mártires y la derecha tiene héroes y estatuas. Y esto es un poco el resultado de las batallas que han ocurrido y que las ha ganado la derecha. Ahora, faltarle el respeto a los mártires, a los hombres que dieron su vida por una causa, es algo que la izquierda siente de inmediato apenas se los critica. Es decir, le cuesta mucho entender que uno critique a alguien que dio la vida por una causa y que, a la vez, ellos no sientan que uno no le está ofreciendo el debido respeto.

Pero no es así. No es así de ningún modo. Uno puede respetar a alguien, como a Ernesto Guevara, ¿quién no puede respetar a alguien como Ernesto Guevara? Que se ha transformado, nada menos, que en la figura de la rebelión. El hombre rebelde del siglo XX (el hombre rebelde que analiza Albert Camus en su libro “El hombre rebelde” es sin duda alguna Ernesto Guevara.) Que dice además la frase típica, más hermosa que puede definir a un revolucionario, y él dice: “la virtud más hermosa de un revolucionario es sentir como propia cada injusticia que se cometa en cualquier lugar del mundo”. Esta es una definición excepcional porque no solamente va para el hombre revolucionario, va para cualquiera de nosotros. Cualquiera de nosotros, si se asume como una persona sensible, como una persona unida al mundo y asociada a las víctimas debe sentir cada injusticia que se comete en el mundo como una injusticia que se comete contra sí mismo. Está esa famosa frase: “En cada hombre que muere muero yo porque muere un poco de la humanidad. No preguntes por quién doblan las campanas, doblan por ti.

2 La Revolución cubana

Cuando Ernesto “Che” Guevara parte de Buenos Aires parte en busca de algo pero todavía no sabe en busca de qué. En realidad, parte en busca de un sentido para su vida. Todos aquellos que partimos es porque en el lugar en que estamos no estamos cómodos, porque no encontramos el sentido de nuestras vidas. Por eso Ernesto parte, sale de la Argentina y encuentra, tiene la enorme fortuna de encontrar nada menos que a otro joven como él –un poco mayor- que es Fidel Castro

Fidel Castro ya era una figura muy prestigiosa porque había hecho el asalto al Moncada, un asalto guerrillero muy poderoso. Esto no era mal visto por Estados Unidos porque para Estados Unidos Batista era un dictador absolutamente incómodo del cual, en realidad, quería librarse. Esto es muy importante. Batista no era un dictador al cual Estados Unidos estuviera decidido a sostener como sostuvo a otros dictadores, a Videla –por ejemplo- sostenido personalmente por Kissinger. Entonces, esta incomodidad del sargento Fulgencio Batista para los Estados Unidos es muy importante para el triunfo de la Revolución cubana y para entender que no tenían en realidad en frente a un enemigo poderoso. 

Esto es lo que dice Hobsbawn. Lo que dice Hobsbawn es una tesis que también está en otros libros sobre el Che, por ejemplo en el del Pierre kalfon. El libro de Pierre Kalfon dice que en realidad la Revolución cubana no enfrentó a un enemigo poderoso y también lo dice Osvaldo Bayer en “Rebeldía y esperanza”. Entonces, ¿cuál fue el error, la ilusión que cometieron las guerrillas? Creer que con unos pocos guerrilleros se podía derrocar a un Estado. Se podía derrocar y derrotar a un ejército. Cuando, en realidad, nadie se dedicó a estudiar adecuadamente que el ejército batistiano era un ejército sin fe, sin unidad, era un ejército corrupto y que Batista no contaba con el apoyo de los Estados Unidos. Los Estados Unidos deseaban que Batista se fuera porque era impresentable.

En consecuencia, Fidel, además, no se conforma con esto. Lo que hace Fidel es, en la marcha hacia La Habana, ir aglutinando al campesinado. Pero no espera que el campesinado venga hacia el foco revolucionario como el galvanizador de la guerrilla, Fidel se mete entre los campesinos y ahí realiza una prédica. Como realiza una prédica los campesinos sienten que esos barbudos que marchan hacia La Habana los representan y se unen a ellos. Entretanto el Che gana la que es su participación más importante en la Revolución cubana, y quizás diría su único triunfo personal, que es la Batalla de Santa Clara. Batista huye de Cuba y llegan en enero de 1959, una fecha gloriosa para América Latina y yo diría que para el mundo, porque la imagen es hermosísima; entran en La Habana –no sé si ustedes han visto las fotos o han visto filmaciones de ese momento que parece inaugural para la felicidad de América Latina- Camilo Cienfuegos, Ernesto “Che” Guevara, Fidel Castro Ruz, entran tomados entre sí, y es el momento de estos tipos jóvenes, estos barbudos han liberado a su país y comienza una etapa germinal para América Latina. En realidad, estos jóvenes guerrilleros militantes representaban la idea de Albert Camus en “El hombre rebelde”. Eran los típicos rebeldes que se sublevaban contra un régimen injusto.

O sea que internacionalmente la Revolución cubana tenía todo: tenía el Caribe, tenía la juventud de sus protagonistas, tenía la heroicidad de sus protagonistas, tenía el apoyo del pueblo y tenía la validez de haber echado a un régimen criminal que había matado por lo menos 25.000 personas en los últimos tiempos, lleno de torturadores, en fin, siniestro. Esto hace que todo el mundo vea con enorme simpatía al movimiento de la Revolución cubana que es un movimiento liberacionista que echa a un dictador sanguinario y que seguramente va a llevar a la isla de Cuba a un régimen democrático en armonía con los intereses continentales de los Estados Unidos.

3 Excepcionalidad o vanguardia

Vamos a entrar directamente en el pensamiento de Ernesto Guevara. El pensamiento de Ernesto Guevara es un pensamiento y, en efecto, desde hace unos años, creo que Fernández Retamar está trabajando en un texto sobre Ernesto “Che” Guevara como escritor. Posiblemente ya lo haya terminado. 

La idea fundamental de Guevara está en un pequeño folleto que dice: “La Revolución cubana, ¿excepcionalidad histórica o vanguardia en la revolución de América Latina?” Entre estas dos posiciones es que Guevara estructura su pensamiento. ¿Cuál va a ser la resolución de Guevara? Que la Revolución cubana no es una excepcionalidad y llama a los que sostienen esta tesis “los excepcionalistas” con un desdén tremendo. Lo único que tiene de excepcional la Revolución cubana es la extraordinaria figura de Fidel Castro, pero aparte de eso la Revolución cubana es el modelo y la vanguardia para la revolución en América Latina. Es decir hay una exportabilidad de la Revolución cubana que plantea Ernesto Guevara en este texto.
 
Esta exportabilidad es muy discutible e incluso Osvaldo Bayer en un texto de “Rebeldía y esperanza” le dice a Guevara que tenga cuidado porque en la Argentina las fuerzas de la represión son enormemente más poderosas que en la Cuba de Batista. Y Ernesto Guevara le responde: “son todos mercenarios”.    

Bien, hay unas enormes diferencias entre Guevara y Castro. En realidad, dos personalidades tan poderosas pareciera que no hubieran podido coincidir en la isla de Cuba. En principio, Ernesto “Che” Guevara no acepta la relación tan cercana, tan carnal, de Castro con la Unión Soviética. Hay una frase que se dice en Cuba que durante muchísimo tiempo se llamó “el cheque” a lo que venía mensualmente de la Unión Soviética hacia Cuba. Pero, además de esto, Castro es un político. Un político es alguien que calcula cuidadosamente cada uno de sus movimientos, que quiere ser alguien que trabaja sobre terreno seguro, que tiene táctica, que tiene estrategia, que hace alianzas con gente con la que no está de acuerdo, que les da abrazos a tipos a los que detesta, por eso esto es hacer política. El Che no hacía política, el Che quería ser un héroe y en este sentido es que le dice finalmente a Fidel: yo ya no tengo lugar en Cuba, me voy. El fundamento que él tiene para su lucha es la liberación de los países de América Latina. 

Primero se va al Congo donde fracasa en su intento por integrarse a esa revolución, está un tiempo en Praga en donde nadie sabe qué es lo que hace (hay un libro de Abel Posse sobre eso pero no lo recomiendo) y finalmente lo que trata de proponer Guevara es una metodología de lucha contra el imperialismo. Es decir, una metodología de lucha que implique una filosofía revolucionaria. Para esto se encuentra con –como dice Hobsbawn- el francés que siempre está. Y el francés que siempre está es aquí Régis Debray que es el que escribe un libro que se llama “Revolución en la revolución” y que influye poderosamente en Ernesto “Che” Guevara. Un libro en el cual se desarrolla la teoría del foco insurreccional. ¿Qué dice esta teoría? Esta teoría dice que, sobre todo, en la campaña, pero también como insurrección armada en las ciudades, el foco tiene que ser la vanguardia de la revolución. Es decir, las vanguardias ya no son las masas como en el marxismo. En el marxismo qué ocurría, qué pensaba Agustín Tosco, por ejemplo. Agustín Tosco pensaba: hagamos una huelga, pero hagámosla con todos los obreros de SITRAC, SITRAM, con los obreros de los otros sindicatos. Así hicieron el Cordobazo que fue una manifestación pacífica, obrera, y no una manifestación armada de un foco guerrillero. 

Pero, lo que piensa Debray en “Revolución en la revolución” es que el proceso debe ser al revés. Que las masas no son las vanguardias, sino que la vanguardia es la vanguardia, que son 8 o 10 tipos que conocen las leyes de la historia. Esto a mí siempre me llamó la atención porque, en principio –esto se creía un poco en los ’60- confieso que a esta altura de los tiempos –y estos tiempos no los ha vivido el Che- no sé cuáles son las leyes de la historia. Y hasta preferiría no saberlo porque, de conocerlas, me voy del planeta. Porque pareciera que las leyes de la historia son bastante siniestras. Pero no pareciera que la historia tuviera leyes sino más bien un juego azaroso que estuviera más ligada a la teoría de la incertidumbre de Heisenberg que a la idea de la dialéctica necesaria e inmanente de Hegel y Marx.

4 La teoría del foco revolucionario

En ese momento en América Latina había una gran asimetría con el pensamiento europeo lo cual demuestra también la enorme creatividad que había en América Latina, porque América Latina es un continente que siempre está detrás del pensamiento europeo. Sin embargo, en 1966 aparece el libro de Michel FoucaultLas palabras y las cosas” y Michel Foucault postula la tesis de “el hombre ha muerto” que es muy complicada y yo la di en los cursos de Filosofía.

En cambio en América Latina el hombre no ha muerto, el hombre tiene que hacer la revolución y buscar al hombre nuevo, construir al hombre nuevo. Así que mal podía entrar Michel Foucault aquí a la Argentina en ese momento. Michel Foucault entró a fines del ’75 con su libro “Vigilar y castigar” que es un libro sobre las prisiones. Y ahí sí ya se veía que el panorama era siniestro y que el tema de las prisiones era rebelante.

Ahora, el libro de Régis Debray “Revolución en la revolución” es un libro que postula la teoría del foco revolucionario que es una grave alteración de la teoría marxista. Para el marxismo, el ejemplo revolucionario es el de la Comuna de París. La Comuna de París no es ningún foco, son todos los obreros de París que se unifican en una comuna para luchar contra la burguesía que encabeza en ese momento Thiers e incluso para luchar también contra Prusia. 

Pero no siguen a Marx. Debray tiene un poco el delirio de modificar a Marx por la realidad latinoamericana. Bueno, quizás no sea tan delirante, tal vez haya creído que desde América Latina se podía crear una realidad distinta y así, con la teoría del foco, decenas de miles de jóvenes en América Latina se lanzan a la acción guerrillera. La teoría del foco no tiene su punto central en las masas sino que tiene su punto central en la vanguardia, tal como lo dijimos. La vanguardia tiene –hay que decirlo- la soberbia de conocer las leyes de la historia y de estar por encima de las masas y de poder guiarlas.

Sin embargo Castro, la Revolución cubana, se había hecho con las masas. Por eso también esto va a contramano de la enseñanza de la Revolución cubana. Castro había apelado a la fuerza de los campesinos, los campesinos siguieron a Castro en Cuba. Y los campesinos delataron a Ernesto Guevara en Bolivia. No sé si esto dice algo de las dos situaciones que se vivieron. 

Entonces, el error de las guerrillas latinoamericanas según Hobsbawn es creer que la Revolución cubana derrotó a un enemigo sumamente poderoso lo cual no fue así. Los otros gobiernos de América Latina eran mucho más poderosos que el gobierno de Batista, por lo cual la Revolución cubana no era exportable porque era –y que nos perdone el Che- una excepcionalidad en este sentido fundamental: Estados Unidos no iba a permitir otro Castro en América Latina. Si no por qué le pasó a Allende lo que le pasó. Alexander Haig, Kissinger, Nixon, cuando asume Allende deciden desde el primer día derrocarlo porque no quieren otro Fidel Castro en América Latina. 

Vemos la excepcionalidad de la Revolución cubana que contó con las masas, que tuvo la indiferencia de los Estados Unidos que los dejó hacer y que venció a un régimen despótico, débil, sin convicciones en sus fuerzas armadas.

En suma, vamos a concluir aquí. ¿Cuál es la tragedia de Ernesto Guevara y la grandeza de Ernesto Guevara? La grandeza de Ernesto Guevara, y esto es lo que lo mantiene a él como el hombre rebelde, es que aunque él tiene una tesis equivocada, sin embargo es una tesis en la que él cree. Y él se juega la vida por esa tesis. Él va a hacer el foco guerrillero, no manda a nadie a hacer el foco guerrillero. No es como otros jefes revolucionarios conocidos por nosotros que desde México ordenaban contraofensivas y los pobres chicos eran masacrados mientras el líder estaba en México vestido de militar –a lo Galtieri- y ordenando contraofensivas. El Che es muy disntinto. De aquí que este otro líder “revolucionario” que estoy nombrando no va a tener nunca la grandeza de Guevara. La grandeza de Guevara está en que es un asmático que va a una selva húmeda que lo va a matar solamente por eso pero, además, es un hombre de profundas convicciones que va a dar su vida por esas convicciones. El martirologio no tiene por qué ser exaltado porque si sólo vamos a tener mártires, nunca vamos a ganar.

No sé si ustedes conocen el comienzo –y con esto me voy a despedir- de la película de Coppola sobre Patton, cuando Patton dice: “nadie gana una guerra muriendo por la patria. Más bien la gana logrando que el otro muera por la suya.” Ernesto Guevara, aunque se equivoca, encabeza el movimiento de su equivocación y esto lo lleva a una muerte de una “cristicidad” –por decirlo así-, un martirologio crístico que hace de él la poderosa figura que sigue siendo, que es la figura de un rebelde fiel a todas sus convicciones y que no va a renunciar a ninguna y no va a negociar ninguna.

Este fue Ernesto Guevara. Gracias. 


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