domingo, 12 de diciembre de 2010

La parte


He encontrado una parte de mí que es tu corazón/la montaña también supo esto que digo/lo tiene la estrella cuando titila y el Sol cuando ilumina/lo canta el pájaro primero y el zorzal/vive en la sombra del hornero y en la planicie/ha sabido el niño cantárselo al cielo/y se escribe con letra torcida en medio del vuelo/ha quedado a préstamo en los ojos mojados de la madre/es señal de esperanza en el grito del mapuche/para nuestra suerte, y para la suerte de nadie más, es nuetro corazón.




El regreso de lo que viene

Me paré de repente frente a mí, dos veces.

Escuché la sombra de la sombra haciendo humo.

Me di un espacio alado, la virgen libertad y de nuevo tú.

Supe siempre nuevo.


He visto tantas montañas caer, sólidas, a los pies de la ciudad.

Y un monte sin nombre me ha dado cabida.

Y un simulacro de libro me atraviesa la conciencia.

Y luego el miedo nada atraviesa mis pasos.

Soy la sombra de la sombra y la bestia alada.

Soy el espíritu de lo que vendrá.

No me dejes ir, niña que vienes.





Apareció cansado

Apareció cansado el ruiseñor.

Se vistió de lo infinito a lo quedo.

Despistó a la serpiente que venía a zampárselo.

Luego, apareció cansado.




Al aceptar al hombre acepto al niño

Un fantasma se ha colgado de la puerta.

No muere ni queriendo.

No sabe para dónde se abre la celda.

Se conoció en su sombra.


Me quedé quieto de tanto espalda vino.

¿Qué rareza te quiere niña aura?

¿Cómo pasan los días sin noches?

¿Qué cosa te afecta el infinito?

¿Dónde queda el cielo al lado de qué?


Me niego al niño porque acepto al hombre.

Y al aceptar al hombre acepto al niño.



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