viernes, 14 de mayo de 2010

Porque el cero es cero, por eso lloro

Alegre de la perdición, alegre de la alegría agreste, del caos irracional, de la indecisión y la sonrisa verdadera definida maternalmente, alegre de tu selvática oscuridad que esconde la luz fecunda del conocimiento gnóstico, abro puertas y abro puertas y abro puertas, y de vez en cuando abro puertas tomando las opiniones de las murallas. Hay nombres y hay palabras que se utilizan para crear, hay naturaleza y para la mala pronunciación de los discos piratas hay naturalezas, también alegres y existentes. El cansancio de los arco iris entroncados por mariposas de corta vida, dura un poco más cuando se mira sin el humo de la claridad. Los huesos se pueden sumar y seguir sumándose, pero cuando se dividen en polvo, es preciso no hacerlos pólvora, sino fluidos. A veces la intimidad pública de los aplausos me obliga a taparme la cara con la capucha anónima de la multitud gregaria que marcha en busca de los puños en flor de bruces al centro de la Tierra Plutón se despide con besos de sus seguidores y la peste bubónica se esparce por los mares interestelares donde no habita sino el dolor desposeído de los que no saben entregar ojos a los árboles en llanto. Diluí la tinta de mi odio óseo en el jarabe para la tos, así cada vez que los heladeros escupen en la calle, puedo respirar sin malestar. Construí con mis venas un puente colgante hasta ti, y mi sangre se acumuló en el corazón cóncavo fluyéndose por orejas y uñas hacia tus brazos desnudos. En la capital desconocen cuánto nos costó, aunque no pagáramos impuestos ni pisáramos aceleradores contra cristales de joyerías, pero es cierto que fue difícil encadenarnos a fuerza de choques de moléculas desorbitadas. Ahora construyes los anillos que uso en el cuello mientras yo tejo banderas sin estrellas y sin soles. En Saavedra los pescadores furtivos salen a repletar sus redes, sin que nos ocultemos. Los portugueses colgaron los claveles en los fusiles al son de fados luminosos. Yo quiero soñar sin prometer y quiero que uno que otro escolar borracho se bañe la barba brava con el cáncer que nunca tuvo, para que las arpas amueblen los techos de las estaciones. Nunca me hizo tanta falta como esta noche, embriagarme de acontecimientos, y agradecerle a los miradores que hayan bajado al subsuelo para poder decirte lo que siento.

1 comentario:

  1. Hay un día en que la poesía y el discurrir poético toma sentido y se vuelve a nuestro rostro somnoliento y nos da una patada en el hocico... un día en que nos corta el rostro al afeitarnos, un día en que se convierte diáfano en nuestra sombra más oscura... ese día, y sólo ese día vale la pena gritar a los cuatro costados del viento y el alma: quiero seguir viviendo...
    Un abrazo grande

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