sábado, 17 de diciembre de 2011

Filosofía aquí y ahora IV. José Pablo Feinmann. Encuentro 9: John William Cooke: el ideólogo de la izquierda peronista




Sumario

1 Dictadura y revolución
2 El hecho maldito
3 El doble exilio de Perón
4 Las masas y los hechos revolucionarios

1 Dictadura y revolución

Este es nuestro encuentro número 9 de “Filosofía aquí y ahora”, nuestro ciclo número 4. En este encuentro número 9 vamos a hablar de John William Cooke, el que podemos considerar como el gran ideólogo de la izquierda peronista. 

John William Cooke era gordo, era muy gordo, y fue –no a pesar de ser gordo, eso no lo favoreció en nada ni lo perjudicó en nada, era muy inteligente, era brillantísimo- diputado, siendo muy jovencito, del Partido Justicialista en el Congreso durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón

Durante esta presidencia Perón decide tomar una medida terminante con respecto a un diario que lo venía incomodando particularmente que era el diario “La Prensa”. No lo decide tanto Perón sino que Evita es la que le dice: tenemos que hacer algo con este diario, no podemos permitir que todo el tiempo esté hablando mal de nosotros. Y Perón le dice: bueno querida, pero la democracia es así, la libertad de prensa es así, los diarios tienen derecho a decir lo que quieran. Y Evita le dice: bueno pero a mí este diario “La Prensa” me parece que pertenecen a los Gainza Paz. Los Gainza Paz son la oligarquía, la más rancia oligarquía, son enemigos de los obreros, son enemigos de los pobres, son grandes terratenientes y son además sicarios de la United Fruit de Estados Unidos. Así que yo creo que habría que cerrar ese diario. Entonces tiene un diálogo con Apold, Raúl Apold, y Evita le dice: Mira, Apold, hay que cerrar “La Prensa”. Bueno, señora –le dice Apold- eso no es más que una cuestión de distribución. Yo ordeno que no se distribuya más “La Prensa” y listo, “La Prensa” no sale más. Evita le dice que sí. Y le dice: necesito alguien en el Congreso que defienda el cierre de “La Prensa”. Y para eso voy a convocar al diputado John William Cooke. Y Raúl Apold le dice: señora, el diputado John William Cooke es comunista. Pero cómo –dice Evita- no es que la contra dice que Perón es nazi, que vos sos Goebbels y Cooke es comunista. Pero, ¿qué es el peronismo? Señora –le dice Apold- yo no soy nazi pero el diputado Cooke es comunista.

Pese a esa opinión del señor Apold, el diputado John William Cooke en marzo de 1951 da un célebre discurso en el Congreso de la Nación en el cual fundamenta ideológicamente el cierre del diario “La Prensa” diciendo que “La Prensa” es enemiga de los intereses obreros y que el peronismo representa en el gobierno a esos intereses obreros a los cuales “La Prensa”, en sus casi 100 años de existencia, se ha opuesto. Y que además “La Prensa” defiende los intereses de la United Fruit, que “La Prensa” está en manos de unos pocos y poderosos terratenientes poseedores de vacas pertenecientes a las altas clases dominantes. Y que cuando “La Prensa” clama por la libertad de prensa está clamando por la libertad de su propia empresa, de su propio poder, de su propia familia, de su propia tradición, de la United Fruit y de las tierras de los Gainza Paz. Esto dice Cooke en el Congreso.
El discurso de Cooke pasa a la historia como un discurso virulento de un hombre de izquierda que quería cambios radicales en la base de la sociedad. Cooke se encuentra con Evita y Evita le dice: che, bueno, Apold un poco de razón tiene. Vos sos bastante comunista. No señora, yo no soy comunista. ¿Y yo qué soy? –le dice Evita- ¿yo soy una dictadora como dicen? Vea señora, aclaremos algo, Apold quiere cerrar “La Prensa” porque quiere que el peronismo sea una dictadura. Yo quiero cerrar “La Prensa” porque quiero que el peronismo sea una revolución. Hay algo muy distinto entre esas dos cosas. ¿Y a mí cómo me calificarías? ¿Como una revolucionaria o como una dictadora? Entonces Cooke le dice: señora, cuando una revolución es una dictadura, se justifica. Ahora, cuando una dictadura es meramente una dictadura y nada más, es algo lamentable. De modo señora que mucho cuidado, si usted implanta una dictadura, que sea una revolución. Esto está tomado del film “Eva Perón” que tiene guión original mío, así que lo que dije está en ese film. Es un diálogo densamente ideológico entre Evita, Cooke y el problema entre la dictadura, la revolución, la libertad de prensa y la libertad de los poderosos.

2 El hecho maldito

John William Cooke en el Congreso no era una figura fácil. Por ejemplo, cuando Perón en la segunda etapa de su gobierno que es una etapa más abierta al liberalismo económico que al nacional proteccionismo de su primer gobierno, cuando estaba Evita, Perón impulsa un contrato con la Standard Oil de California, una compañía petrolera. Y es Cooke, justamente en el Congreso, quien se opone a ese contrato. Ustedes observen la libertad de John William Cooke que cuando tiene que oponerse a su gobierno, se opone a su gobierno.

Ahora bien, después de los bombardeos criminales del 16 de junio de 1955 en los cuales se bombardea una ciudad abierta, desprotegida, Perón, ante la tragicidad de los acontecimientos, convoca a Cooke y lo pone al frente del Partido Justicialista. Ustedes observen el juego pendular de Perón que ha sido eterno. Y si Perón moría en ese momento, Perón quedaba como el líder revolucionario que había dejado nada menos que a John William Cooke al frente del PJ. Cooke le dice que la única salida que hay, frente al ataque del gorilaje desbocado que a toda costa quiere derrocar a ese gobierno que era un gobierno constitucional, es una salida violenta pero con las masas como protagonistas. O sea, lo que le está diciendo Cooke a Perón –y esto es fundamental- es que hay que armar a las masas. Para que una resistencia popular sea posible, las masas tienen que ser armadas. 

Pero Perón, como todo líder burgués, no va a armar nunca a las masas. Porque aunque sea un líder popular es un líder burgués y siempre va a tener miedo de que si arma a las masas, las masas pasen sobre él. Vayan más allá de lo que él quiere que vayan. Entonces, ante eso, se retira y toma la famosa cañonera paraguaya que es un acto de huida porque en ese momento la CGT pedía armas, los obreros salían a la calle a pedir armas, en tanto que el líder no quería pelear porque sabía que una lucha de ese tipo, basada en el proletariado, iba más allá que su propia ideología.

Cooke va a escribir libros fundamentales en el pensamiento político nacional. Cooke es un hombre de una gran inteligencia. Cooke había leído muy bien a Sartre y no a cualquier Sartre, había leído al Sartre de la “Critica de la razón dialéctica” que no es “El ser y la Nada”, ya es un Sartre denso con una metodología poderosa, y Cooke lee ese texto y elabora su afirmación teórica fundamental que es que la política no parte de una verdad visualizada y conocida por una minoría, sino que parte del conocimiento que tengan de las grandes líneas estratégicas las masas. Son las masas las que deben tener el conocimiento de la grandes líneas estratégicas de lucha y de ahí hay que partir. El error de las vanguardias es trabajar por fuera de las masas, creerse superior a las masas, y creer que la verdad que tienen las vanguardias las tiene que infiltrar en las masas y que esa verdad le permite estar por encima de las masas. Cooke nunca creyó en esto.

Para Cooke, que piensa sobre todo al peronismo del ’55 al ’68 que es la fecha en que él muere, el peronismo es lo que él llama “el hecho maldito del país burgués”. Ese peronismo inintegrable del ’55 en adelante, ese peronismo en el que Cooke queda deslumbrado por la huelga del frigorífico Lisandro de la Torre que es una huelga ejemplar, en gran medida porque Perón no la conduce, Perón no tiene nada que ver con esa huelga, porque es la comuna de Matadero, porque es la gente de Matadero respaldando a los obreros del frigorífico Lisandro de la Torre en nombre del peronismo, la lucha de clases y la dignidad del salario obrero. Es el plan Conintes de Frondizi con tanquetas, tanques y 2.000 soldados el que va a aplastar a la huelga más genuina del peronismo sin lugar a dudas, sin burócratas, sin apoyo de Perón, con apoyo barrial de la barriada de Mataderos. Una huelga que es un orgullo fue aplastada por 2.000 soldados y tanques por el Dr. Frondizi, apoyado por los militares por supuesto.

3 El doble exilio de Perón

Hay una muy importante correspondencia entre Perón y Cooke que se establece a partir del exilio de Perón y también del exilio de Cooke. Cooke recala finalmente en la Cuba de Castro, Perón se instala definitivamente –para gran disgusto de JWC- en la España de Franco

La correspondencia entre Perón y Cooke se publica en 1972. Es el momento de publicarla porque la militancia juvenil, la izquierda peronista estaba hambrienta de ideología. Estaba hambrienta por conocer el pensamiento de JWC y la respuesta que Perón había tenido por este pensamiento. 

El valor en boga por ese momento era el de la lucha armada. La lucha armada estaba en boca de todos y era la indudable metodología que iba a derrocar a los regímenes capitalistas serviles del imperialismo norteamericano en América Latina. Esta línea era bajada, por supuesto, por Cuba, por la revolución cubana y el ejemplo era el de la revolución cubana. Si la revolución cubana había logrado derrocar al régimen batistiano, eso quería decir que la guerrilla podía derrocar a los gobiernos de América Latina. 

Además, había una especie de creencia en un devenir necesario de la historia que era la descolonización. En el prólogo de Jean Paul Sartre al libro de Franz Fanon “Los condenados de la tierra” hay una frase de Sartre que dice: “la descolonización está en camino. Lo único que pueden hacer nuestros mercenarios es demorarla.” Gran error de Sartre, gran error de Sartre que es mi maestro –ahora ya no sé si es mi maestro, pero fue mi maestro-, el filósofo al que más admiro, pero qué significa esto, ¿qué significa que los mercenarios pueden demorar la descolonización?, ¿la descolonización es inevitable? ¿Hay hechos en la historia que son inevitables? No, nada en la historia es inevitable. La historia es azarosa. Lo que prima en la historia es el principio de incertidumbre de Heisenberg. Es decir, la historia es un juego de azar en el que se gana la vida o la muerte de los vencidos –como decía Salvador María del Carril para justificar la muerte de Dorrego. En consecuencia Sartre se equivoca, la descolonización está en marcha pero los mercenarios pueden mucho más que demorarla y pudieron mucho más que demorarla.

Ahora bien, entre Perón y Cooke hay un dramático choque de ideas diferenciadas. Una cosa es lo que piensa Perón y otra cosa lo que piensa Cooke. Lo que Cooke quiere desde Cuba es una revolución socialista, por eso está en Cuba, porque en Cuba se ha hecho una revolución socialista. Lo que Perón quiere no es una revolución socialista, aunque durante esos años, cuando muere el Che Guevara diga, por ejemplo: “ha muerto el mejor de los nuestros”. Pero Perón durante esos años hace un juego pendular en el cual a veces le da manija a la izquierda, a veces manija a la derecha. 

Perón seguía queriendo su comunidad organizada del ’45. Cooke, entonces, le manda cartas definitivas de una lucidez extraordinaria. Usted –le dice Cooke- no está en Occidente. Usted está en Santa Elena. Esta frase es formidable, es contundente. Yo no sé como Perón no lo mandó al diablo. Pero “usted no está en Occidente. Usted está en Santa Elena”… lo que usted no puede captar, desde donde está, es la vivencia revolucionaria de América Latina. Eso se capta únicamente estando en América Latina. Si usted está en la España de Franco, nunca va a captar lo que está pasando aquí. Es como si Eisenhower hubiera dirigido el desembarco de Normandía desde un campo de concentración. ¿Cómo va a entender usted la revolución latinoamericana desde la España de Franco? Es imposible. Vengase aquí. Usted es un doble exiliado: usted está exiliado por los militares de la Argentina y está exiliado por usted mismo del clima de la revolución que se vive en América Latina. En consecuencia –le dice Cooke- lo que yo le pido es que usted venga a Cuba.
Perón no podía ir a Cuba. Si Perón iba a Cuba tenía que someterse a Castro, ante todo. Y tenía que hacer un montón de cosas que Castro le iba a pedir y, estoy seguro, iban a ir más allá de la ideología de Perón. Mientras tanto Franco fue hábil con Perón y no lo molestó mucho.

Entonces, como Cooke insiste, no se da cuenta de esto, insiste: venga a Cuba, venga a Cuba. Al final, bueno, lo lamento, me doy cuenta de que todo lo que le estoy diciendo es inútil.

4 Las masas y los hechos revolucionarios

La idea de Cooke era en realidad la idea de la izquierda peronista, que no creía tanto en Perón. Porque este es un gran error: la izquierda peronista no creía ciegamente que Perón era un revolucionario socialista, lo que creía era que había que crear hechos revolucionarios en la Argentina para que Perón no tuviera más remedio que aceptarlos. La idea era: si nosotros creamos hechos revolucionarios aquí, Perón, cuando vuelva, los va a tener que aceptar

Pero no podemos estar al margen del peronismo, esta era la idea esencial de la izquierda peronista que la alejaba del foquismo. Por eso la traición de Montoneros, el error es tan grande cuando se autonomiza y cae en el foquismo. Porque la idea esencial de la juventud peronista era entrar en el peronismo porque en el peronismo estaba la clase obrera, estaban las masas.  A pesar de que sabían –o no estaba muy seguros- de que las masas quisieran la revolución, porque sabían que las masas peronistas estaban muy acostumbradas al Estado de bienestar peronista, es decir, que las cosas les vinieran de un Estado benefactor que era bueno, que era generoso con esas masas y que les daba todas las conquistas que les dio el primer peronismo que fue formidable con los pobres. Pero consideraban que a lo largo de los años y de todos los hechos que se habían producido, el peronismo debía aggiornarse

En mi novela “La astucia de la razón” hay un encuentro ficcional entre John William Cooke y Rubén Rufino Salamanca (el líder de los mecánicos de Córdoba) en la calle 25 de abril, la calle de los mecánicos. Ahí Salamanca y Cooke discuten y Salamanca le dice: mira viejo, mira gordo, el problema con el peronismo es que los obreros son peronistas. Pero el peronismo no es obrero. Y Cooke, que sabe muy bien lo que le está diciendo Salamanca, le dice: mira Salamanca, eso yo lo sé muy bien, y vos en el fondo me estás diciendo también que Perón no tiene una ideología obrera, que Perón no es socialista. Pero ahora yo te voy a decir algo: me cago en Perón. Y te voy a explicar por qué: porque nosotros aquí en la Argentina le vamos a crear a Perón tantos hechos revolucionarios que no va a tener más remedio que aceptarlos. Porque el peronismo es más que Perón, porque las masas peronistas son más que Perón y a las masas peronistas las estamos organizando nosotros, los militantes de la izquierda peronista. Y le guste o no a Perón, cuando vuelva, el va a tener que aceptar eso. Porque Perón ya no se pertenece, a mí no me importa lo que piense Perón, Perón cuando venga va a aceptar lo que nosotros hayamos hecho de este país. Y nosotros vamos a trabajar tanto revolucionariamente con las masas peronistas, que Perón va a tener que aceptar lo que eligió el pueblo a través de nuestro trabajo militante. Entonces Cooke le dice: esa es mi forma de cagarme en Perón, ¿entendés? No es que no me importe lo que piense Perón, yo sé quizás lo que piensa Perón, pero le vamos a crear hechos tan poderosos que no va a tener más remedio que aceptarlos.

Cooke muere en 1968, muere sin asistir –gracias no sé a quién, pobrecito- sin asistir a la debacle del peronismo del tercer regreso de Perón. Sin asistir a la persecución que Perón desata sobre la izquierda peronista. Yo no sé qué hubiera hecho Cooke de haber seguido viviendo, no sé qué opciones políticas hubiera tomado, creo que se hubiera enfrentado muy fuertemente con Perón. Ya se enfrenta en la correspondencia. Pero Cooke es un hombre de una gran inteligencia, de una gran ética, de una gran limpieza moral, es un ejemplo de luchador social, un hombre que realmente amó a los desposeídos y entregó su vida a los desposeídos porque le dedicó su vida a los desposeídos; no es que lo hayan matado, murió de cáncer, pero todo su pensamiento, todas las cosas que dijo, todas las cosas que escribió –y escribió muchas cosas-: el libro de Cooke “Peronismo y revolución” (1971) es un ejemplo de crítica revolucionaria inspirada en la razón dialéctica. De modo que es un gran pensador argentino, para mí es el más inteligente de los pensadores argentinos, sin ninguna duda. Está a miles de kilómetros de Jauretche, Scalabrini, Hernández Arregui. Cooke es otra cosa. Cooke es un pensador al nivel de un Sartre, al nivel de los grandes pensadores socialistas europeos. Fue, además, un gran maestro, un tipo que la peleo a fondo con Perón, que la perdió, pero que le dijo un montón de cosas a Perón que todavía permanecen. 

Así que salud John William Cooke.


Podés descargar este capítulo de aquí.


6 comentarios:

  1. Muy buena la nota
    Te invito a conocer mi blog
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    Saludos

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  2. Personaje sinientro este Cooke; qué daño ha hecho esta gente a la Patria!

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    1. Ignorante. DAÑO a la patria le hacen los que crean desempleo, pobreza y decadencia.

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  3. No, no me parece siniestro. Me parece de lo más interesante. Abrazo.

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  4. muy bueno tu trabajo felicitaciones

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  5. Consulta : Que significado se le da a "DENSAMENTE IDEOLÓGICO"? Existió ese dialogo o fue un chamuyo novelezco? fuentes??

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