viernes, 30 de abril de 2010

(Sin titulo)

Dame la extremaunción con una bofetada de piedad inusitada, virginal pedazo de hierro absoluto. Yo ya no juro, ya no rezo, casi pienso, y si tengo suerte apago la televisión para murmurar uno más uno. Le pregunté si la tenía porque quería escuchar esa versión acústica, pero me voy a resignar para soltar el pañuelo.

No sé tú, pero yo sí me he dado cuenta que hay varias clases de estúpidos. Los peores y más peligrosos son los que intentan definir la parole vie. Después hay que tener cuidado con los satélites, ayer cuando iba bajando las escaleras a tranco largo para alcanzar a subirme al vagón de cabelleras ordenadas me di cuenta que los filósofos políticos y los políticos filósofos nunca han intentado bailar sus bulerías, ni siquiera a cuerda de cubatas, o su salsita a paso lentón en espera del rosicler que se iza a las cinco en el puerto. Mi espalda cerrada tenía la opinión, muy personal, me dijo, de que no debe haber dos extremos, sino que cada ojo debe ser esquina en convivencia. Así las suites de más de una estrella van a albergar la circunferencia de proles en espera de. Punto. Carlos Marx, muerto y enterrado, el primo Nano medio barnizado de amarillo. El problema era que había demasiadas banderas de Cuba en los anteojos de los pseudos.

Vivan los pseudos, a un lado de la puertita sapiens sapiens del zoo de mi barrio.
Y para la hija de puta, un crucifijo sin sal.

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