domingo, 17 de marzo de 2013

HABEMUS REACCIONARIUM: El problema de la coincidencia temporal



No es ninguna novedad que entre el ex-Arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio y la presidenta Cristina Fernández no existe una buena relación. Como la mandataria ha aclarado en un discurso reciente su visión no coincide con la jerarquía eclesial dejando planteado que -desde su profesión de fe- "todos somos Iglesia". La reciente elección de Jorge Bergoglio como "Francisco Papa" ha generado una oleada mediática de crónicas, entrevistas, semblanzas, etc. Hay dos elementos que se destacan por sobre todo el resto. El primero refiere a la austeridad con que vive el actual Papa y su relación con los sectores populares; y el segundo a su vinculación con la última dictadura cívico-militar argentina. No se ha vestido de la forma ostentosa con que suelen empilcharse otros Papas, no está usando objetos de valor ni tampoco se ha mostrado muy cercano a las formas del protocolo. Su referencia a la pobreza es constante cuestión que se condice con no pocas declaraciones que lo vinculan con los sectores populares, con las víctimas de trata de personas y afectados por catástrofes como la de "Cromañón". Francisco ha expresado su voluntad de construir "una Iglesia pobre para los pobres". Por otro lado se actualiza su militancia juvenil en "Guardia de Hierro" (peronismo de derecha surgido como "contracara" de Montoneros) y su complicidad con el encarcelamiento de dos sacerdotes vinculados a la "opción por los pobres" durante la dictadura militar. Sin embargo, en una nota de Página 12, notables teólogos de la liberación como Leonardo Boff y Frei Betto guardan una cierta esperanza en relación a lo que podría ser el papado de Francisco. El hecho de que sea jesuita, latinoamericano y que haya elegido el nombre de "Francisco" son algunos indicadores que se rescatan como señales de una posible reforma en la Iglesia Católica. 

Pero, volviendo a la Argentina y al gobierno kirchnerista, no hay que olvidar la activa participación que supo tener Bergoglio en la búsqueda de una unificación de la oposición política al actual proyecto gobernante actuando muchas veces como vocero de los sectores más reaccionarios de la política local. Su férrea posición en contra del matrimonio igualitario y la negativa a discutir el tema del aborto se encuadran dentro de esta visión conservadora. La ilusoria distancia entre "espiritualidad religiosa" y "poder político" ha sido renovada en recientes declaraciones del actual sucesor de san Pedro. La coartada ha sido utilizada muchas veces y supone una astucia política de alto vuelo. La Iglesia Católica enarbola y repite un discurso supuestamente apolítico cuando, en la práctica, hace 1700 años comparte las formas de poder con las diversas políticas y economías de turno. La fortaleza del sentido común construido desde los púlpitos hace posible que a simple vista uno pudiera creer que sólo se trata de "diálogo", "convivencia pacífica" y "mejoras en las condiciones de vida de la población". Pero no. La acción de Bergoglio ha tenido un sentido político durante la última dictadura cívico-militar y tiene un sentido en las redes que ha establecido entre partidos políticos, sindicatos, organizaciones sociales, etc.

El problema de la coincidencia temporal radica en este otro lugar (¡ojo! ¡Lo que sigue a continuación NO es un chiste de la Revista Barcelona!). Leemos en Tiempo Argentino: "Videla llamó a sus ex compañeros a 'armarse en defensa de la República'". En una entrevista para una publicación española, Jorge Rafael Videla llamó a "armarse" contra el "régimen kirchnerista". En la nota no se privó de opinar sobre Derechos Humanos, republicanismo y su necesidad de ser recordado por su "honestidad". Sin ánimo de hacer sufrir al lector con los delirios de este genocida, resumiremos la cuestión por el lado que a esta altura resulta evidente: no creemos que sea una coincidencia la publicación de la entrevista a Videla con la "asunción" como Papa del ex-Arzobispo Bergoglio. El fuerte alineamiento del gobierno de Cristina Fernández con los proyectos neodesarrollistas de nuestra región, su buena relación con Hugo Chávez y la República Bolivariana de Venezuela, su participación en la UNASUR, MERCOSUR y la CELAC y -como ha resaltado en más de una oportunidad nuestra mandataria- el no endeudamiento externo con los organismos multilaterales de crédito son acciones muy mal vistas para la (todavía) visión neoliberal mundialmente hegemónica. A partir de esto, no podemos dejar de estar atentos a cuáles serán las acciones políticas que desarrollará el Papa Francisco desde lo alto del Vaticano (y cuando decimos el Papa Francisco nos referimos a él y a todos los sectores que puede representar), también a las "aventuras" que anidan en los sectores más reaccionarios de la política argentina, las fuerzas armadas o las organizaciones que responden a los intereses imperialistas deseosas de evitar la profundización de la integración latinoamericana.




   

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