martes, 23 de marzo de 2021

Entrevista a Emanuel Jurado: “Hay que entender a la Economía Social y Solidaria como una transición hacia otro modelo productivo, otro modelo económico”


 

 

Emanuel Jurado formó parte de El Almacén Andante por 11 años. El Almacén es una comercializadora de productos de la Economía Social y Solidaria. Charlamos con él sobre las formas de organización de este colectivo, las potencialidades y limitaciones de esta alternativa económica y los desafíos que enfrenta este tipo de proyectos, entre otras cosas. Acto seguido encontrarán su presentación y luego una extensa pero nutritiva entrevista. Pasen y vean.  

 

Soy Emanuel Jurado. Tengo 38 años. Y hace unos 15 años estoy vinculado a procesos sociales, organizaciones sociales -de diversa índole- asociados a mi pertenencia universitaria en Geografía. En un primer momento he estado vinculado a organizaciones geográficas, de estudiantes de geografía, Encuentros de Geografía y a partir de ahí, de un recorrido de trabajo social, mutó esa militancia a lo que puede llamarse Economía Social y Solidaria. De hecho el espacio en el que estaba hasta hace poquito está integrado por muchxs geógrafos y geógrafas. Por otro lado, soy Licenciado en Geografía (UNCuyo), Dr. en Ciencias Sociales y Humanas (Universidad de Quilmes) y estoy terminando una especialización en Economía Social y Solidaria –también en la UNQs- y el año pasado empecé un ciclo de profesorado. Si bien soy docente, ese ciclo de profesorado me permite tener mayor puntaje dentro de lo que sería el “mercado laboral”. Más allá de eso, ese profesorado me es muy útil para la enseñanza. Es una mezcla de conveniencia en cuanto al currículum y conveniencia en lo referido a los saberes que ahí se imparten.

 

El Almacén Andante (en La Casita Colectiva)

Dirección: Patricias Mendocinas 827, San José, Guaymallén (Mendoza – Argentina)

Teléfonos: 4459237-2613906985 

Local: de lunes a viernes de 10 a 16hs.

Sábados: envío a domicilio 

Facebook: El Almacén Andante // Almacén Andante

 

 

En primer lugar, para contextualizar el proyecto de El Almacén Andante, sería bueno que nos dijeras qué es La Casita Colectiva, cuáles son los grupos que la integran y luego comentarnos qué es El Almacén Andante, hace cuántos años que están en el Comercio Justo y cuál es su dinámica de funcionamiento

 

Si bien El Almacén Andante está asociado a La Casita Colectiva, es un proyecto anterior. Es una historia que ha ido entrelazada. La Casita Colectiva es un espacio que tiene 11 años, 12 años. Es resultado de procesos anteriores que pueden tener un origen en el 2001 en Argentina y toda la movida autonomista, autogestiva. Entonces diferentes grupos con diferentes actividades –artísticas, políticas, comerciales, productivas- se fueron cruzando en distintos espacios previamente y decidieron alquilar un espacio común para compartirlo; por un lado por la afinidad política en torno a la autonomía pero también con la finalidad de reducir costos en la medida en que se pudo alquilar un espacio grande que tiene lugar para realizar actividades más amplias. Eso sería La Casita Colectiva, espacio que ha ido mutando. Hoy la componen 4 grupos: por un lado está Giramundo que es un canal comunitario, de televisión comunitaria, El Espejo que es un grupo productivo que hoy se dedica principalmente a la generación y producción de juegos de mesa, El Almacén Andante que es una comercializadora de la Economía Social y Solidaria en Mendoza (Argentina) y Alondra que es un espacio donde se realizan actividades artísticas-deportivas, hacen tela, un grupo de mujeres que da clases de tela, de acrobacia.

 

El Espejo, además de los juegos de mesa, tiene todo lo que es el trabajo de la confección de cuadernos, agendas y hasta no hace mucho tenían una pequeña editorial

 

Claro, pero de todo eso, si me preguntás hoy, solo queda algo de cuadernos. Porque agendas ya no está haciendo y cuadernos está casi resistiendo. La verdad es que la ola más fuerte es de juegos de mesa, ha mutado hacia eso. Está bueno que lo digas porque es parte de esa memoria histórica. El Espejo nació haciendo serigrafía y agendas, tenía ese sello. Y ese sello quedo casi en el olvido porque no hace serigrafía ni agendas. Ahora en pandemia no pero antes de la pandemia en La Casita Colectiva, un sábado por mes se hacía “Las noches de juego” que eran justamente impulsadas por El Espejo como una actividad cultural en donde también había comida, bebida y se invitaba a la gente a asistir y jugar a diferentes juegos de mesa –los que produce El Espejo y otros juegos de mesa-. Se define también a La Casita Colectiva –en época pre-pandémica- como un espacio en donde se hacían actividades asociadas a estos grupos que te mencioné recién.

 

Bien. Ahora entremos de lleno en El Almacén. Hace 11 años que este espacio funciona como una comercializadora del Comercio Justo. Las preguntas serían: ¿cuál es la dinámica de funcionamiento de El Almacén, de qué manera se toman las decisiones, cómo se organizan, cuántos integrantes son?

 

El Almacén forma parte del eslabón de comercialización o distribución –para no ponernos tan estrictos con las partes del circuito productivo- y es un colectivo formado por 8 personas (3 mujeres y 5 hombres). Su forma de funcionamiento es de lunes a viernes, hay un horario fijo de trabajo en un local que está en La Casita Colectiva y se organiza el trabajo principalmente en reuniones semanales -2 horas de reunión- donde ahí se va organizando el trabajo de esa semana y a veces se definen algunas actividades o acciones que trascienden esa semana. El formato es de asamblea, hay un temario y se van resolviendo temas. Por mes hay un coordinador o coordinadora de esas reuniones y del trabajo en general de El Almacén. Está ese espacio de reunión pero en la cotidianidad hay áreas de trabajo: una parte administrativa-contable, otra parte más vinculada a la relación con los productores para abastecerse de productos, para hacer ese contacto; después hay una parte de infraestructura o sea el sostenimiento del espacio de trabajo y otra dedicada al reparto como una de las tareas principales o históricas de El Almacén que es la distribución a domicilio de esos productos que se hace todos los sábados, a veces con más pedidos a veces con menos pedidos. Esa es una dinámica de distribución o de venta, la otra es en el local. Después hay unas dinámicas específicas como por ejemplo grupos organizados. Hay un grupo en San Luis que una vez al mes hace un pedido colectivo, particularmente se focalizan en productos agroecológicos que ofrece El Almacén.

El tema de la pandemia ha reducido un poco las posibilidades. Antes había ferias, o había un puesto en la UNCuyo, un puesto en la UTN (Universidad Tecnológica Nacional). Por ejemplo hay un vínculo muy fuerte con el sindicato de docentes –el SUTE- entonces en algunas asambleas El Almacén iba y vendía productos. Actualmente, desde la carrera de Sociología, un grupo de docentes ante la urgencia de que algunos estudiantes no tenían dinero para comprar alimentos hicieron un fondo y una vez al mes hacen un pedido de unos 8 o 10 bolsones de productos y entonces se los entregan a estos estudiantes que están pasando una situación difícil en pandemia. La idea es diversificar las dinámicas de distribución. Pero las dos formas más potentes hoy son el reparto a domicilio y la venta en el local.

 

Más temprano estuve leyendo unos artículos sobre El Almacén, releyendo un artículo tuyo escrito en el contexto de la pandemia, entonces la pregunta sería: ¿cuáles son las limitaciones que el mercado capitalista le pone al desarrollo de El Almacén –o si se quiere al desarrollo de la Economía Popular y Solidaria-? Y en el mismo sentido, desde que empezó el proyecto, ¿en qué aspectos El Almacén ha mantenido autonomía y en qué puntos ha tenido que ir negociando con el mercado capitalista para lograr inserción de sus productos?

 

Podríamos prescindir de la pandemia en la respuesta porque es un hecho extraordinario. Son múltiples los inconvenientes que plantea la economía hegemónica -que es el capitalismo- a cualquier alternativa a ese sistema. El capitalismo de alguna forma absorbe o elimina todo aquello que le es ajeno. Partiendo de esa premisa los obstáculos son muchos. Por un lado podemos pensar –ya que estamos hablando del circuito productivo- en que hay problemas en la producción. Porque la producción, en términos generales y particularmente en los alimentos, está altamente concentrada. En términos de producto final, productos destinados a la alimentación, por ejemplo la leche. Con lo cual es difícil encontrar a nivel local tambos que produzcan de forma cooperativa o agroecológica. A veces también está concentrada la producción de insumos o de materias primas. La harina que se usa para otros productos también tiene una gran concentración. Entonces el acceso a productos que sean elaborados bajo otras ópticas sobre la economía es muy difícil porque hay que tener toda una infraestructura, un capital para producir y no existe eso porque se trata de monopolios u oligopolios. O, por ejemplo, hay muchas organizaciones que producen conservas: mermeladas, salsas u otro tipo de conservas y es muy difícil el acceso o el control de los precios de los frascos, un insumo básico. Tenés ese tipo de obstáculos  a nivel productivo.             

A nivel de comercialización también los hay. Porque El Almacén Andante es la alternativa a los hipermercados. Que de alguna forma es otro eslabón que en determinados productos son los que generan precio por diferentes motivos o diferentes formas. También se da que muchos pequeños productores si quieren entrar en un supermercado tienen que “pagar” para poder ofrecer sus productos allí. Los supermercados ofrecen una variedad de horarios de atención, de facilidades de pago que hoy es difícil que la Economía Social los pueda ofrecer. Si bien eso ha mejorado mucho, la economía social se ha ido formalizando por lo que tiene otros medios de cobro –lo cual facilita que el consumidor o la consumidora vaya a El Almacén Andante u otras distribuidoras-, igual sigue siendo difícil. Y más cuando vos proponés un precio justo. Ese precio justo es justo para el productor y justo para el consumidor y también justo para quien hace el trabajo de comercialización. Y cuando vos no producís a escala –que sí lo hacen las grandes empresas- es difícil competir en el precio final. Entonces ese es otro obstáculo.

Y un tercer obstáculo –hay varios, podemos seguir- desde el punto de vista del consumo es cierto desconocimiento de por qué es importante apostar a este tipo de redes de comercialización de la Economía Social. Entonces si bien hay una serie de consumidores y consumidoras que conocen, hay una gran parte de la población que no conoce y que podría apostar por este tipo de comercio. También hay una gran porción de la población que aun conociendo El Almacén Andante u otra comercializadora no podría acceder a los productos por una cuestión de costos. Es como que los obstáculos se van encadenando y ahí están los desafíos a futuro.

En relación a la segunda parte de la pregunta, un ejemplo muy gráfico –y que vos lo conocés como consumidor de El Almacén- es que como hay productos que no produce la Economía Social y Solidaria, El Almacén ha incluido esos productos elaborados por grandes empresas del Capital. ¿Por qué? Porque la idea es que vos como consumidor hagas la compra de la semana o de la quincena o del mes en El Almacén. Nuestra idea es evitarte que vayas al supermercado entonces vos vas a conseguir una serie de productos que son en reemplazo de los que conseguís en el supermercado. Sin embargo hay una serie de productos que no se consiguen en este tipo de circuito por ejemplo el papel higiénico o el azúcar. ¿Qué va a pasar? Vos comprás todo el resto en El Almacén y esas cosas las vas a ir a comprar al mercado hegemónico. ¿Qué decimos nosotros? Bueno, si vas a ir al supermercado, ofrezcámoslos nosotros con una intervención en un rótulo que dice “este producto es elaborado bajo la economía hegemónica” y en todo caso no aportás a una Economía Social pero sí aportás a toda la estructura que genera El Almacén y, de alguna forma, vos comprás esa azúcar pero a la vez comprás una salsa que sí es elaborada por un movimiento social. De alguna forma ese producto que es del mercado capitalista tracciona otros productos que son de la Economía Social y Solidaria. Es como un apoyo, una muletilla de alguna forma. Esa podríamos decir que es una forma de negociación que se ha tenido que hacer con el Capital. Otra son algunos medios de pago como Mercado pago que es la inserción del Capital en cadenas micro, cadenas de la economía popular podríamos decir. Cómo el mercado va entrando inclusive en estas economías que son mezcla de formal e informal. Y bueno hace ruido eso porque de alguna forma cobran una comisión por ofrecer el servicio de cobro, ahí entra un poco la cuestión especulativa. Es un servicio, sí, pero también es especulativo, qué hacemos ante eso. La verdad es que a la gente le soluciona un montón en lugar de tener el efectivo poder pagar con una tarjeta o con una cuenta de mercado pago.

Quizás en algún momento otra negociación fue entrar en diálogo más cercano con el Estado, diferentes estamentos del Estado. Que en un principio era como esa autonomía más radical y que después nos dimos cuenta que el Estado está, está presente, y que de alguna forma está bueno disputar recursos al Estado porque el enemigo principal hoy sería el Capital y no tanto el Estado. Ahí podemos entrar en el debate de los matices que puede haber entre los integrantes y las integrantes de El Almacén. Yo particularmente creo que el Estado se disputa y que el Estado hoy es una de las mejores herramientas que hay para combatir al Capital como un aliado estratégico. Eso cambió, mutó.

Por otro lado, qué cosas le dan autonomía al Almacén. Por un lado –que también es una cuenta pendiente de los movimientos y organizaciones sociales en general y puntualmente los que se dedican a cuestiones comerciales o económicas- creo que es necesario el tema de la eficiencia –podría decirse-, un buen cálculo de costos, perderle un poco el miedo a la administración, a la contabilidad. Creo que eso da y dará a futuro mayor grado de autonomía en la medida en que mejore ese tipo de aspectos de nuestras organizaciones. Pero, mientras tanto, hay que ir rompiendo ciertos lugares comunes o sentido común. Estas propuestas están subsidiadas, necesitan de subsidios. Estos subsidios pueden ser de diferentes fuentes pero una de ellas es justamente el Estado a través de programas sociales. Y El Almacén es parte de un espacio mayor que es la cooperativa La Chipica –que la integra El Almacén y El Espejo- y a su vez la cooperativa La Chipica es parte de una organización mayor que es el FOL –Frente de Organizaciones en Lucha-. Y entre otras cosas el FOL permite el acceso a ciertos programas sociales. A través de esos programas sociales, El Almacén recibe una parte de ellos que permiten de alguna forma financiar el salario de sus trabajadores y trabajadoras con lo cual esos trabajadores y trabajadoras cobran un sueldo digno por el trabajo que hace El Almacén pero también por el subsidio a través de estos programas sociales. Digo que hay que romper cierto sentido común porque está subsidiado parte del trabajo; la pregunta es si ese subsidio en algún momento debe desaparecer o no. Y en todo caso la pregunta sería si la economía capitalista también debería dejar de estar subsidiada porque es un mito decir que las grandes empresas –si bien tienen buenas estrategias de marketing, de contabilidad, de administración, etc. etc.- no reciben subsidios del Estado. Los reciben a través de exenciones impositivas o condonaciones de deudas por impuestos o programas pre-pandemia y durante la pandemia, en donde el Estado paga una parte del salario a los trabajadores y trabajadoras de esas empresas. A esta altura del partido es un debate que debería estar superado. Entender que en la economía capitalista los subsidios son moneda corriente, el debate sería entonces hacia dónde van esos subsidios. Nosotros creemos que está bueno que vayan hacia procesos económicos que no contaminen, que produzcan alimentos sanos, que promuevan otro tipo de trabajo: un trabajo digno, saludable, donde no haya explotación, donde se promueva una actitud activa de los trabajadores y las trabajadoras desde la horizontalidad, un proceso asambleario, etc.

Volviendo a la pregunta original, esa pertenencia al FOL es lo que ha permitido el acceso a determinados programas y esos programas de alguna forma permiten tomar decisiones con cierta autonomía porque tener asegurado parte del salario a nivel mensual hace que no tengas que hacer malabares “vendiéndote” o vendiendo tu autonomía a otras estructuras. Es una autogestión relativa, la autonomía no es un estado permanente, digamos que son momentos de la organización.

 

Bueno, es como pasa en nuestra vida cotidiana en el sentido de pensar, no solo por la limitación que puede tener hoy la Economía Popular y Solidaria, sino por cómo se dan las dinámicas de consumo. En buena medida –para decirlo rápido- estamos vestidos con productos del Capital, muchos alimentos los compramos en el supermercado. Si queremos educación y no vamos a una privada, la educación es estatal. Lo que quiero decir es que todo es mucho menos “puro”, si se quiere. En lo cotidiano estamos o transitando instituciones estatales o comprando en el mercado del Capital, digamos…

 

Sí, sí, sí. Lo que pasa es que ahí también está el tema de cuál es el enfoque que le damos a la economía social, solidaria, popular, como queramos llamarla. Entonces vos tenés un enfoque que te dice que este tipo de economía es una respuesta ante la emergencia, ante una crisis. Una economía que salva a los y a las excluides. Después tenés otro enfoque que te habla de un “tercer sector” que es un sector que puede convivir en armonía con el Estado y con el Capital que se dedica a hacer aquello que al Capital no le interesa porque no hay ganancia y que el Estado no lo hace porque no llega a determinados lugares. Después tenés un enfoque que es el más radical: bueno rompamos todo y hagamos algo nuevo… totalmente rupturista. Y hay un cuarto enfoque que es el transicional, una transición hacia otra cosa. Creo que esto que vos planteas es decir bueno, hay niveles de negociación con el sistema. Estamos en transición. Quienes somos parte de esto, desde mis conocimientos, tenés grupos más radicales, pero la mayor parte en la Argentina de hoy –te puedo nombrar otras organizaciones similares al Almacén como Puente del Sur en Buenos Aires, Caracoles y hormigas, etc., aquí en Mendoza tenés La Posta Campesina, Almacén del Buen Vivir- apuntan a una transición. Es entender a la Economía Social y Solidaria como una transición hacia otro modelo productivo, económico.

 

Sentipensando esta transición, en todos los productos que uno encuentra en El Almacén ahí hay reivindicaciones de tipo feminista, de pueblos originarios, también de lo que es el trabajo cooperativo, etc. Entonces lo que quiero preguntarte es lo siguiente: ¿cuáles son las fortalezas y las limitaciones del hecho de que todas estas reivindicaciones estén en los productos a la hora de la comercialización?

 

Yo creo que la fortaleza justamente es esa. Si yo recién te mencioné ciertos obstáculos de la comercialización, de la producción, del consumo; una de las mayores fortalezas es lo simbólico. De alguna forma la comercialización de este tipo de productos es una manera de difusión de esas luchas que vos acabás de mencionar. La Economía Social y Solidaria es materialidad pero también es lo simbólico. Lo simbólico hace mucho: la construcción de una contrahegemonía, son banderas, diversas cuestiones. La comercialización de alguna forma se dedica a eso. El productor o la productora que a lo mejor está luchando por la tierra para producir a veces no tiene la posibilidad de dar a conocer esa lucha porque justamente está en el campo luchando y tal vez la comercializadora es la que tiene la llegada más cercana al consumidor o la consumidora entonces puede transmitir ese mensaje de forma material y concreta con una botella de salsa, por ejemplo.

Ahora bien, esa virtud, que es lo simbólico, visto desde otro lado puede ser el defecto. Pero en qué momento la comercializadora es una verdadera salida para la producción del campo popular. Y hasta qué punto las comercializadoras solidarias pueden llegar con sus productos a los sectores populares. Es decir resolver la contradicción. Si viéramos esto en una foto podríamos decir que los trabajadores de la Economía Social y Solidaria muchas veces no pueden consumir los productos que se producen con esa lógica, por ejemplo no se consumen en los barrios populares de Mendoza. La fortaleza -que es el simbolismo- se convierte en la dificultad o el defecto de esto. Decir ‘bueno, cuándo podemos pasar a un grado de materialidad mayor’, cuándo empezamos a moverle el amperímetro al mercado.

 

Hasta qué punto estas reivindicaciones pueden ser viabilizadas a partir de las redes y espacios de la comercializadora pero en qué medida no pueden justamente limitar esa comercialización. O sea, hasta qué punto se deja en un segundo plano la comercialización propiamente dicha y pasa al primer plano el resto

 

Totalmente. Yo creo que por ahí –como autocrítica, ¿no?- a veces podemos “descansar” en las banderas que transmitimos y perdemos de vista que somos una comercializadora y como tal tenemos una tarea “natural” que es acercar la producción al consumo. Y a veces creo que descansamos un poco en esas banderas y el mensaje que transmitimos y no resolvemos ese problema casi de logística.

 

Su producción aumentó mucho en el contexto de la pandemia en la medida en que muchxs consumidores empezamos a pedir más productos con llegada al domicilio…

 

Fue inversamente proporcional al aislamiento, podemos decir. En la medida en que inclusive durante la pandemia se abrió un poco más el comercio, volvió a disminuir. Cuando se empezó a flexibilizar y las personas nuevamente pudieron ir un poco más lejos la gente “recuperó” los hábitos anteriores y de alguna forma olvidó que podía comprar en las comercializadoras solidarias. Hay que ver eso, ojo, porque depende. Yo hablando con una compañera de Puente del Sur ella me decía que si bien hubo una explosión de las ventas y que después disminuyó, la disminución no llegó al punto inicial de la pandemia. O sea que después del mayor encierro, Puentes del Sur –que es una comercializadora en Buenos Aires-, si hacés una comparación, aumentó su venta. El Almacén está ahí. Creo que aumentó un poquito en todo caso, no mucho.   

 

Ahora me gustaría hacerte una pregunta más amplia: ¿cómo ves la situación actual de la Economía Popular y Solidaria en Argentina y en América Latina/Abya Yala?

 

Vamos a Argentina. Vos dijiste Economía Popular y Solidaria. En los últimos años se reivindica mucho más el término “popular”. Y que de alguna forma “popular” va a ir de la mano –a veces se pelea, a veces no- con la informalidad. Y ahí sí podemos hacer un puente con América Latina y decir hasta qué punto la economía informal es algo muy importante en América Latina en relación a otro continente como Europa. En las últimas décadas ha ido aumentando la informalidad. Esa informalidad es el germen para la economía popular y entonces vos tenés –en el caso de Argentina, después de la crisis de 2001- cartoneros, cartoneras, la venta ambulante también creció, todo eso podría ser considerado una economía popular a secas. La clave está –y en el caso de Argentina ha ido mejorando- en como ese sector o esos sectores que componen la economía popular se van organizando. Porque la economía popular no necesariamente es solidaria. Es solidaria en tanto y en cuanto se organice y apunte a otro modelo y no solo a la sobrevivencia. Porque la economía popular muchas veces repite los mismos patrones que la economía del Capital, se apoya en las unidades domésticas, en los vínculos familiares pero sale al mercado a disputar como cualquier otro, compite, etc. etc. para llevar el pan a la casa. Lo que sí ha avanzado mucho con determinados gremios, confederaciones, federaciones, cooperativas, es la organización de la economía popular. Por ejemplo la Unión de Trabajadores de la Economía Popular –la UTEP- o los trabajadores excluidos, hay muchas cooperativas de cartoneros que en realidad son de recuperadores urbanos, en fin. Yo te diría que ha crecido la informalidad con lo cual crece ese germen y el tema es ver como ese grupo de trabajadores y trabajadoras se organiza. Creo que hay mayor grado de organización entonces esa economía popular se solidariza. Estamos en eso. El caso de la economía popular es muy de Argentina, en Brasil se habla de economía solidaria.

Por otro lado lo que te acabo de decir es algo que existe y ha existido siempre o hace mucho tiempo en América Latina: la exclusión de los mercados formales de trabajo. El tema es qué sucede con eso. Como se canaliza esa fuerza de trabajo y esa capacidad de producir. Por eso me parece muy interesante en el caso de Argentina, está Enrique Martínez que fue director del INTI, él habla de producción popular haciendo foco en las capacidades que tienen los sectores populares que han sido excluidos del mercado laboral tradicional para producir bienes de uso, por ejemplo el hábitat popular. Cuantas personas son albañiles –hombres, mujeres- que podrían construir su propio hábitat. En muchos casos no disponen de vivienda propia entonces Martínez plantea el desafío para el Estado de apoyar a cooperativas de trabajadores y trabajadoras que construyan su propio hábitat. Entonces ahí creo que puede estar una clave también: la producción popular.

 

 

Dentro de las organizaciones con las que ustedes trabajan está la gente de la UST –Unión de trabajadores rurales Sin Tierra de Lavalle- y me gustaría que nos contaras qué es la UST y qué propuestas comparten con El Almacén

 

Bien. Creo que si tomás el vínculo UST-El Almacén es un vínculo de manual. Porque la Economía Popular y Solidaria va muy asociada al comercio justo y toda esa movida. Y siempre se estudia la relación campo-ciudad. Entonces la UST, una organización campesina de Mendoza que lucha por el derecho a la tierra, al agua, a la organización popular en el campo, la soberanía alimentaria, básicamente su lucha es ‘tierra para producir’, producir alimentos. Ese alimento que reclama producir es necesario que después sea distribuido en la ciudad. En el campo mismo donde está la UST es necesario distribuirlo pero de alguna forma es el vínculo campo-ciudad sin reproducir ese vínculo donde el campo tiene que alimentar necesariamente la ciudad –aunque de alguna forma lo hace-; ahí está la relación entre la UST y El Almacén Andante como esa herramienta que distribuiría esos alimentos que se producen en el campo pero que se producirían mucho más si la tierra en el campo estuviese mejor distribuida y no concentrada. La UST, una organización que ya tiene unos 15 años, 16 años en Mendoza y que surgió al calor de lo que fueron otras luchas campesinas a nivel latinoamericano. En ese sentido la más conocida puede ser la del MST –Movimiento de los Sin Tierra- de Brasil que a su vez nació de los movimientos eclesiales de base, la teología de la liberación de las décadas del ’60, ’70. 

 

Esto último que me ha dicho me sirve para hacerle esta última pregunta. La última vez que nos juntamos usté me dijo que andaba “coqueteando” con la Filosofía de la Liberación

 

Sí. Con lo colonial, poscolonial y la transmodernidad. Llegamos a eso. Estoy ahí explorando un poco pero el origen fue el análisis de un grupo en Alemania que dice practicar e investigar desde una geografía poscolonial

 

Yo quería saber si en este tiempo de intercambio con ese grupo alemán, ¿qué encontrás en la FL que te ayuda a pensar en tu trabajo en El Almacén Andante, si has establecido algún puente entre esa filosofía y lo que ustedes reivindican, proponen y vienen trabajando hace 11 años?

 

Uh, ¡qué pregunta! ¡Me agarraste desprevenido! Porque se me mezcla un poco mi condición de académico y lo uno con Geografía. Tal vez una respuesta muy visceral, muy básica, muy hasta de sentido común –pero por ahí está bueno no teorizar mucho-, básicamente el puente que yo veo es el hecho de rescatar lo nuestro. Lo primero que se me viene a la cabeza es el famoso “vivir con lo nuestro” que alguna vez planteó el economista Aldo Ferrer –obviamente desde otro enfoque-, pero lo asocio con la soberanía alimentaria de alguna forma. Ese pensarse desde América Latina, pensarse como colonizado pero a la vez como ese querer liberarse de cadenas que están todavía, esa segunda independencia, la soberanía alimentaria, pensar procesos desde acá para satisfacer necesidades de las poblaciones locales con las herramientas y los saberes que están. En el campo no es que la gente descubrió la Economía Popular y Solidaria sino que lo hacía con otro nombre. La producción de mermelada de estación usando las frutas o las verduras de estación. Son saberes que ya están de generaciones. Poner en valor eso que básicamente es producir alimentos para los tuyos. Estoy tirando un barrido de ideas que no están todavía muy conectadas pero sirve como respuesta, como van saliendo.

 

Muy bien. ¿Quisiera agregar algo más?

 

No. Me encanto la propuesta. Más que una entrevista es como un diálogo. Si bien yo hablé más ha sido una entrevista abierta, me pareció muy bueno. También nos sirve como excusa para juntarnos un rato y charlar[1].

 

 

 

 

Algunas notas para conocer más sobre El Almacén Andante y la Economía Popular y Solidaria

 

“Comercialización de alimentos: desafíos para la Economía Popular y Solidaria” -  por Emanuel Jurado. Disponible en web:  https://www.unidiversidad.com.ar/comercializacion-de-alimentos-desafios-para-la-economia-popular-y-solidaria

“La otra cara de la economía: productores que ofrecen alimentos sanos y a domicilio”. Disponible en web: https://www.unidiversidad.com.ar/la-otra-cara-de-la-economia-productores-que-ofrecen-alimentos-sanos-y-a-domicilio

 

 



[1] Esta entrevista se realizó a través de un Meet de Google.

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