Filosofía aquí y ahora IV - José Pablo Feinmann
Sumario
1 El problema colonial
2 ¿Quién lamenta los estragos?
3 La trágica impotencia
4 Las leyes de la historia y la necesariedad
1 El problema colonial
Este es nuestro encuentro número 11 de “Filosofía aquí y ahora IV” en el que vamos a tratar el marxismo en América Latina para lo cual vamos a hacer un análisis del pensamiento de
Marx acerca del problema colonial.
Voy a decir que Marx en realidad, en mi concepto, no se ha lucido en el análisis del problema colonial pero estaba bastante condicionado por su formación hegeliana para no lucirse en esta cuestión, sino para entenderla más bien equivocadamente.
Hay en
Hegel una concepción dialéctica de la historia que afirma que la historia tiene un devenir necesario, universal, inmanente, dialéctico. Es decir que la historia marcha necesariamente en una dirección. A esto se le llama teleología, telos quiere decir “fin” y logía, estudio: estudio de los fines es lo teleológico. Teleológico es el camino necesario que la dialéctica tiene que recorrer para que la historia se cumpla.
La historia, cuando toma Marx esta dialéctica, crea a los propios sepultureros de aquellos movimientos históricos que la han encarnado en determinado momento. Esto, en Hegel, estaba. Hegel había afirmado que había determinados momentos históricos que devenían en lo que Hegel llamaba “positivos”; positivos en el sentido de no tener ya un posible desarrollo. La dialéctica justamente funciona a través de la negatividad. La dialéctica siempre niega para pasar a un nuevo momento.
Cuando Marx toma esta idea de la dialéctica hegeliana, la toma del siguiente modo (basándose en la Revolución Francesa): el feudalismo fue negado por la burguesía. Fue necesaria, para que la historia continuara, la burguesía en tanto que la clase más revolucionaria de la historia humana –para Marx, lo dice en “El Capital” y lo dice en “
El manifiesto comunista” de 1848-. Pero la burguesía al derrotar al feudalismo crea a su propio sepulturero que es el proletariado industrial.
Entonces este es el movimiento dialéctico necesario, interno de la historia. La historia tiene necesariamente este movimiento –dice Marx. Así como la burguesía enterró al feudalismo, va a ser el proletariado industrial –que es el fruto del desarrollo de la burguesía- el que entierre a la burguesía por el movimiento dialéctico de la historia que va de negación en negación. O sea, la burguesía niega al feudalismo y el proletariado niega a la burguesía. Y, en quién deposita Marx esta exquisita tarea de derrotar a la burguesía y llevar a la humanidad hacia una sociedad igualitaria y sin clases: en el proletariado.
Así que el proletariado tiene que universalizarse, esta es la trampa de Marx. El proletariado tiene que universalizarse. Ahora, ustedes observen que si el proletariado tiene que universalizarse primero tiene que universalizarse la burguesía. Es decir, toda expansión de la burguesía va a ser bien vista por Marx. No le va a preocupar porque en tanto la burguesía se expanda, de ella, de sus entrañas, va a salir su sepulturero que es el proletariado industrial. Así Engels en 1848 habla de la conquista de México por Estados Unidos. Un texto que a nosotros ahora nos sorprende, pero tenemos que comprender que para Engels la historia debía surgir de la planetarización de la burguesía. Entonces, Engels dice que es extraordinario, es positivo que Estados Unidos conquiste a los perezosos mexicanos, porque Estados Unidos va a llevar a México modernas relaciones de producción capitalista y de estas modernas relaciones de producción capitalista van a surgir los proletarios modernos que van a derrotar a la burguesía y van a instaurar la dictadura del proletariado que va a conducir a la sociedad sin clases.
Esta es la dialéctica tal como la veía Marx. En esta dialéctica de Marx la burguesía juega un papel fundamental: sin burguesía no hay proletariado revolucionario. Entonces Marx tiene que apoyar todas las conquistas de la burguesía porque necesita a la burguesía para que surja de ella el proletariado redentor que Marx necesita. En consecuencia Marx es un impulsor de la burguesía en India, en China, en México –menos en Irlanda aunque, ojo, lo vamos a ver, Irlanda es una colonia blanca y ahí Marx ve bien el problema.
2 ¿Quién lamenta los estragos?
Es tan fuerte el pensamiento dialéctico de Marx que justifica hasta los horrores del progreso. Y ojo, el pensamiento colonial de Marx forma un corpus muy importante en su pensamiento, no son 2 o 3 artículos sueltos. Pero, cuando termina el artículo de “La dominación británica en la India” (1853), para justificar los estragos que Inglaterra ha hecho en la India, cita a Goethe y el texto de Goethe es: “¿quién lamenta los estragos si los frutos son placeres? ¿No mató a miles de seres Tamerlán en su reinado?” O sea, hay aquí una justificación de la barbarie en tanto progreso. Si la barbarie implica un progreso, justificada está.
O sea, a pesar de todos sus crímenes, Inglaterra es un instrumento del progreso. Un instrumento inconciente, porque la burguesía cree que está triunfando -según Marx-, la burguesía cree que está triunfando y dominando el mundo. Pero en realidad la burguesía está creando la obra maestra que la va a destruir y que es el proletariado. Esto no pasó así, lo sabemos. Pero no vamos a dejar de reconocer que hay otros textos de Marx sobre el colonialismo que implican un reconocimiento mayor. Por ejemplo: “Para ser libre en su casa John Bull necesita esclavizar a los pueblos que están fuera de la frontera de su estado” (Karl Marx). Analicemos esta frase: para ser libre en su casa John Bull (o sea, Inglaterra) necesita esclavizar a todos los otros pueblos que están fuera de su casa: esto es el colonialismo, esto es el imperialismo. Esto recuerda una gran frase de Jean Paul Sartre en el prólogo a Fanon donde dice: “Europa se ha hecho a sí misma fabricando esclavos y monstruos”.
Ahora, en el pensamiento de Marx, también quienes intentan defenderlo con toda buena fe, porque hay muchos que tienen una relación pasional con Marx -yo la tuve en algún momento, lo que pasa es que ya no tengo relación pasional con ningún filósofo-, y tratan de defender a Marx diciendo: pero está la cuestión irlandesa, Marx entendió bien la cuestión irlandesa. Sí, Marx entendió bien la cuestión irlandesa, pero tengamos en cuenta que Irlanda era una colonia blanca y Marx entonces dice: “La liberación de Inglaterra depende de la liberación de Irlanda”, porque se da cuenta que Inglaterra al explotar a Irlanda compra a su proletariado interno, pero no ve que en la explotación colonial ocurre lo mismo: es por la explotación colonial que Inglaterra puede comprar a su proletariado interno.
En la cuestión irlandesa sí lo ve y esto no lo aplicó al resto del mundo, lo aplicó a la cuestión irlandesa. En todos los otros esquemas de Marx, incluso en el texto terrible que escribe sobre Bolívar, Marx aplica el esquema dialéctico: la burguesía tiene que planetarizarse para que surja el proletariado. Entonces ahí sí la revolución es posible.
Al final de su vida hay una carta de la populista rusa
Vera Zasulich que mueve un poco a Marx porque le dice: nosotros aquí en la comuna rural rusa ya tenemos el socialismo, qué tenemos que hacer, esperar 50 años de horror de la burguesía para realizar la revolución. Y Marx se siente algo confundido y le dice que no hay que tomar “El Capital” como una teoría necesaria del desarrollo de la historia. No hay una fatalidad histórica -dice Marx. Pero, en realidad, la carta a Vera Zasulich es una carta, mientras que todos los textos de Marx son un corpus, incluso en “El Capital” mismo Marx cita estos textos avalándolos en su obra mayor, en su obra más trascendente.
En suma, hay cosas que Marx no vio. La expasión colonial resultó retrograda, resulto infamante para todos los países en los que penetró. No implicó progreso, implicó un atraso catastrófico. Entonces, por otro lado, lo que esencialmente no vio fue que la teoría de la dictadura del proletariado a través del Estado iba a generar dictaduras sanguinarias como por ejemplo la de Stalin. Y terminó por no ver -afortunado él que no lo vio, desdichados nosotros que lo vimos- que después de la Guerra Fría la que se impone es la burguesía neoliberal que es absolutamente despiadada. Pero la burguesía neoliberal -y con esto cierro- no ha triunfado porque un movimiento triunfa cuando soluciona los problemas que le había planteado su opositor. Y el neoliberalismo no ha solucionado ni el problema de la desigualdad, ni el problema del hambre, ni el problema de la explotación; al contrario, los ha agrabado enormemente. O sea, Marx todavía tiene vigencia.
3 La trágica impotencia
Contrariamente a don
José Carlos Mariátegui de quien habíamos rescatado el nacionalismo peruano que late en las páginas de su libro “7 ensayos...”, los marxistas argentinos trasladan mecánicamente los esquemas de Marx, sobre todo los del “Manifiesto comunista” y algunos otros -no tanto los de “El Capital” porque les costaba más leer “El Capital”, algunos sí han leído “El Capital”.
Quien más inteligente ha sido en trasladar estos equemas de Marx, y que, sin duda, no le niego que haya leído “El Capital”, fue
Milcíades Peña con libros muy valiosos y que por algo uno ha polemizado con ellos. Pero, en Peña, se da la perfecta traslación del pensamiento de Marx a la realidad argentina del siglo XIX. Y esto se puede ver en un libro como “La era de Mitre” (1968), un muy buen libro de Milcíades Peña -esté uno o no de acuerdo- donde él plantea que la única opción que tenía la Argentina era atraso con apoyo popular o progreso con oligarquía e imperialismo. Con oligarquía e imperialismo el avance, el progresismo, era inevitable pero se hacía a expensas de recibir el capital británico. Hay una célebre frase de Mitre que dice: brindo por el capital británico y el esfuerzo argentino.
Ahora, hay un movimiento popular en todo el interior argentino que es el movimiento federal que en determinado momento llega a tener un gran poder en las figuras de
Felipe Varela,
Justo José de Urquiza y el Paraguay (Milcíades Peña valora enormemente el Paraguay porque dice que es el único intento autónomo que hubo en América Latina). Este movimiento de resistencia de el interior mediterraneo, Urquiza y el Paraguay fracasa por varias causas. Una es que Urquiza traiciona en la Batalla de Pavón y los caudillos federales son barridos a sangre y fuego, luego de la Batalla de Pavón, en una guerra de policía que Mitre declara a las provincias. Y la oligarquía argentina se entrega así a la vida fácil de entregarle el trigo y las vacas al capital británico. O sea que esta oligarquía no le entrega al país ningún futuro, porque ya lo hemos dicho otras veces y lo vamos a decir ahora: un país tiene futuro cuando crea un mercado interno y una industria para ese mercado interno.
Preguntemos: ¿qué podía hacer Ángel Vicente Peñaloza?, ¿qué podía hacer Felipe Varela?, ¿qué podía hacer Juan Facundo Quiroga? ¡Podían hacer muchas cosas! Pocos países de América Latina tuvieron tanta riqueza en el interior (está muy bien dicho el interior, porque este país miró siempre para afuera. La gente de las provincias no quiere que le digan el interior, pero el interior es mirar para adentro). Entonces, lo que hace la oligarquía de Buenos Aires es arrasar con toda la política que le oponían los caudillos federales, y este fue un movimiento tremendamente sanguinario con 2000 gauchos asesinados al frente de asesinos como Ambrosio Sandes, Irrazabal, etc. etc.
Milcíades Peña lo que postula es que la derrota de las montoneras federales era inevitable. Y lo postula porque está siguiendo los esquemas de Marx. Lo que ocurre es que el error de Milcíades Peña era creer que la burguesía de Buenos Aires era la burguesía en la que Marx pensaba. Pero Marx pensaba en otro tipo de burguesía, una burguesía dinámica, creadora, industrial, que iba a generar proletarios. La burguesía argentina no generó nada, vivió de la abundancia fácil. Milcíades Peña va a decir que hay una trágica impotencia de las montoneras federales. Aunque Felipe Varela se hubiera instalado en el fuerte de Buenos Aires, no hubiera podido hacer otra cosa más que la que hizo
Mitre. Su derrota a manos de la oligarquía era inevitable. No hay nada inevitable en la historia, pero digamos que Milcíades, aferrado a la necesariedad dialéctica de Marx, cree -aunque lo odie a Mitre y lo deteste- y lo justifica, diciendo que Mitre es la necesariedad histórica porque implica la relación de la burguesía argentina con el imperio británico.
Entonces, este factor capitalista, para Peña, va a ser progresivo, mucho más progresivo de lo que pudieran imponer las montoneras del interior. Tampoco piensa en una posible conciliación entre las montoneras y Buenos Aires que hubiera dado otro país. Pero, sin embargo, Marx -habrá pensado Peña- habría aplaudido el arrasamiento de la barbarie gaucha a manos de la civilización de la elite cultural de Buenos Aires. No olvidemos: “¿quién lamenta los estragos si los frutos son placeres? ¿No mató a miles de seres Tamerlán en su reinado?” ¿No mató a miles de seres el general Mitre en su reinado? O a Domingo Faustino Sarmiento que, en “Mi Defensa”, dice: “ahora verán ustedes al militar, al asesino”. Estoy hablando del gran autor de “Facundo”. Pero el gran autor de “Facundo” celebró que hayan puesto la cabeza de Ángel Vicente Peñaloza en una pica. La crueldad de Buenos Aires en su campaña punitiva después de la Batalla de Pavón fue escalofriante, y el arrasamiento del Paraguay fue un genocidio: 600.000 muertos.
4 Las leyes de la historia y la necesariedad
Nosotros estamos hablando de Argentina, pero ojo, todo esto es para América Latina, todo esto ocurrió en América Latina. Las oligarquías nativas eliminaron a todos los elementos de mestizaje y a todos los pueblos originarios para establecer sus relaciones productivas con el imperio británico y así ocurrió. Así ocurrió la desunión de toda América Latina porque fue un gran triunfo de la diplomacia británica y las oligarquías nativas.
En una novela que publiqué en 1990 “La astucia de la razón” hago un encuentro ficcional entre Karl Marx y
Felipe Varela, cómo es la cosa: una hora antes de la batalla de Pozo de Vargas Marx aparece en el campamento de Varela. Y Varela le dice: don Marx, que alegría, que bueno tenerlo por aquí. No crea -dice Marx-, porque vengo a decirle que por favor no presente batalla, porque el triunfo de la civilización que representan los Taboada por estar unidos a Buenos Aires es inevitable. Usted, en la batalla que va a dar, don Varela, va a ser derrotado. Y Varela le dice: ¿y por qué voy a ser derrotado? Porque hay leyes de la historia -le dice Marx- y las leyes de la historia dicen que ese ejército que usted tiene en frente, al representar a Buenos Aires, representa el progreso. Porque Buenos Aires representa el progreso en este país. Y si nos matan a nosotros, a los gauchos -dice Varela- quienes van a venir a reemplazarnos, a pelear contra Mitre por ejemplo. Ah, no, no -dice Marx- cuando a ustedes los derroten la burguesía de Buenos Aires va a instaurar su poder por todo Buenos Aires y ahí va a surgir los proletarios revolucionarios que van a liquidar a esa burguesía. Aha -dice Varela- usted va a ver que a sus proletarios revolucionarios le van a decir lo mismo, le van a decir “no peleen, es inutil, no peleen”. Y se dan un abrazo, es muy emotivo el encuentro y Marx se va y Varela le dice: ¿cómo, no se queda a ver la batalla? No -dice Marx- ya sé el resultado.
Esto lo que muestra es que había en Marx una concepción determinista en este aspecto. La dialéctica lo traicionó porque la dialéctica le hizo ver el necesario triunfo histórico de la burguesía. La dialéctica le hizo ver que la burguesía debía triunfar en todas partes para que surgiera el proletariado revolucionario que iba a liberar a los hombre en todo el mundo.
Para Marx entonces, Felipe Varela representaba un orden arcaico, un orden precapitalista, mientras que Mitre al estar aliado a la Europa capitalista representaba el rostro más progresivo en la República Argentina. De modo que Marx, igual que Milcíades Peña, aunque con dolor diciendo qué pena que mataron a todos los caudillos, cómo fue arrasado el interior... y Peña se conduele con lo que pasó en el Paraguay, pero con el mismo esquema de Marx: qué pena lo que ha hecho Inglaterra en la India, pero no hay más remedio porque la historia tiene que avanzar así, así avanza la dialéctica. Hay una necesariedad. Cuidado entonces con las necesariedades en la historia.
Walter Benjamin en sus “
Tesis sobre filosofía de la historia” -texto hermético pero excepcional- dice: “nada perjudicó más a la clase obrera alemana que pensar que nadaba a favor de la corriente”. No se nada nunca a favor de la corriente, al contrario, la corriente hay que hacerla. No hay corriente, la corriente tiene que ser construida militantemente por los pueblos de América Latina. Y quizás estamos viendo algo de eso, ojala estemos viendo algo de eso. Pero no hay corriente en la historia, nada está determinado, nada está escrito, lo único que es real es que los pueblos son los que escriben su propia historia y también los enemigos de los pueblos escriben su historia. Por eso, muchas veces, masacran a los pueblos.
Por eso, la lucha por la libertad de los pueblos es la lucha contra los opresores de los pueblos. Esa lucha no está garantizada, no implica un triunfo ya necesario, sino que siempre tiene que hacerse. Ahí, mejor que los mártires son los luchadores. Mejor que los muertos son los vivos. Son necesarios los que quieran vivir para cambiar el mundo, antes que esa idea de “yo quiero dar la vida para cambiar el mundo”. ¡Guarda! Mejor digamos “yo quiero vivir para cambiar el mundo”. Es una óptica nueva pero mucho más positiva porque exalta el valor de la vida y niega la glorificación de la muerte que tanto daño hizo, al menos, en este país.
Chau.