Como no es costumbre en las calles solas,
él, ella, ha batido palma contra el enemigo.
Ha quemado al Sol dos veces,
luego lo ha hecho polvo,
se ha desvencijado como una repisa,
se ha mostrado estrella,
se lo ha visto pasear con Dios,
charlar con el diablo,
pasar la vuelta entera en calesita ajena.
Se ha desfigurado de tanto amar,
pobre profeta,
y luego vomitó en desquicie,
lo que la misma sociedad ocultaba,
o sea,
su propia locura.