sábado, 27 de febrero de 2010

Semilla

Allí mismo
tú y tu simulación de ti
en evidencias
se instala por la mañana
a-verte a los ojos
proxeneta azul
semilla
sempiterno hoy.

Se había corrido el velo de la suerte

Se había corrido el velo de la suerte
un capitán quinceañero se había echado a la mar
las sirenas enamoraban, una vez más, lo todo canción.
Ese árbol crepuscular se movía sin cesar;
antes viento, hoy reflexión.


Un océano absoluto te mostraba pequeño
una arena infinita se hacía de tempestades
un grupo de musulmanes se escapaban del silencio
un retorno de besos construía la colina
un hombre, Abraham, y su hija, se amaban en escondidas.


Sin barcos que trabajaran la pena azul de la vida
se fue dando, de a poquito, el amor: vida + vida
en donde un condenado al exilio: un ruiseñor, por ejemplo,
se fue a volar sobre cerros infinitos.
No hubo cuadra que contuviera su libre eterno.
No hubo canción que lo pintara de cuerpo entero.

¿Sabias?

Sabías que no hay paz
ni completa algarabía
que no recuerde tu nombre
el día en que fuiste mía
la sombra de aquella calle
los ruidos a policía
tus ojos
limpios de día
y toda tu voz
tu vida
tu aliento
tu pegadiza cursilería
todo tu vientre en pena
toda tu paz en venas
todo lo que te prometa
será poco por tus tetas.

Saber que te sueña desde enfrente

Cumples la voluntad del otro,

te mueves porque te miran.

¿Acaso podrías mantener silencio en la noche?,

¿o contemplar tu sentido intenso?

¿Acaso podrías aminorar la marcha?,

¿volver sobre el paso ya dado?

Saber que te sueña desde enfrente

saber que la risa es incomprensión

manejar lo dado por lo oculto

hacerte marioneta.





Rueca

Esa rueca de piedras

altar casero.

Ese noctámbulo abierto

casa de piedra.

Es el sello lunar

la vida bajo la Tierra

el impulso carnal que me lleva a lo alto

la debilidad de tu pelo ante mi abrazo

esa negación escondida de todo quebranto.

Tal vez simules amor

cuando vivas el espanto.





lunes, 1 de febrero de 2010

Reproduce lo verde


miraba afable y completo
todo lo nuevo había
conocido lo presente
analizada la cuenta
en vistas de nosotros.

El ruiseñor
volador de las poesías de Armando Tejada Gómez
viene a decir aquello que ha visto
reproduce lo verde de lo que conocíamos
caminaba lo cuyo o lo huarpe
era algarrobo.

El viento primero
que se había soplado las nuevas
eras pasaban unas a otras
viejas esquelas decían lo bueno,
aqui-diosis.








Quiero escribir el amor

el verso más perfecto /el Dante de tu vida/ el sin sabor al alba/ la vida y la escondida/ el tenue caminante/ la lágrima saliva/ el umbral, el día, el cogollo alado/ todo lo demás huele a supermercado/ las calles de tu barrio/ la espina traicionera/ las junglas de madera/ las Venus delirantes/ el pan/ el Sol/ la sabia/ el cristal repentino que atraviesa paredes/ ese sueño fatal entre dos, tres mujeres/ esa buena de espadas/ esa lágrima al viento/ el dormir soterrado/ el puñal escarmiento/

¿Quién ha pensado en besarme?

¿Quién ha pensado en besarme?

se me hace de espíritu la espera

meando canto sobre la puerta

alfarera

acongojada

niña doliente

abrazo llega

niña sonriente

otro te espera.





¿Quien era yo para empecinarme?

Te vi Esmeralda.

Te vi corriendo lejos, corriendo hacia el olvido.

Te vi tan cierta y junante, corriendo, risueña rica.

Me empeciné por doblegar tus antojos a algo mío,

me empeciné porque me amaras,

pero,

¿quién era yo para empecinarme?





Que vuelva

Embronquecido,

molesto,

puteaba,

y escupía al suelo.


Se había conformado viento a la par.

Se había refugiado en el fondo del río.

Había caminado, yo lo sabía,

sorteando escaramuza tras escaramuza…

Había en su bondad otro nombre.


Me puse luego a pensarte tibia,

insistí, una y otra vez, con tu presencia,

puse la foto del velador sobre la mesa,

luego, en ella, velas,

y la misma oración esculpí en el cielo:

“…que vuelva”





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