Se llamaba silbato
Su sonar retumbaba en la región
Era una advertencia
O una sanción.
Allí se jactaba el alma de haber llegado
Regocijada
Caminaba
Las sombras que llevaban su nombre
Que esquivaban espanto
Tal vez
Las sombras que eran sus viejos santos.
De a uno rezaba, sin saber que rezaba,
repetía una idea una y mil veces más
y veía la luz aparecer y luego irse.
Se había acostumbrado al retorno
Siempre atento a la buena nueva
Descansaba el salto.