miércoles, 11 de noviembre de 2020

En defensa del nuevo coronavirus

 


Se ha transformado en un lugar común –tanto de medios hegemónicos como de gobiernos con diversas ideologías- tratar al nuevo coronavirus como “el enemigo”, como “lo otro”, como un ser que nada tiene que ver con nosotrxs. Por ese motivo, es común escuchar que se trata de un “enemigo invisible” y por eso es válido establecer una “guerra contra el enemigo”.

            En primer lugar vale la pena una aclaración. La pandemia actual ha sensibilizado a buena parte de la población mundial. Y ante el aumento de contagiadxs y de muertxs uno no puede sino solidarizarse con ellxs y con sus familiares, sus seres queridos. Y justamente por eso es que este breve artículo busca criticar la definición –que se ha vuelto hegemónica- de un virus como “enemigo”. Entendemos que esta idea se asienta en la “apariencia”, en la superficialidad, en la relación sujeto/objeto (relación antropocéntrica que ve a la “naturaleza” como un objeto) y en la lógica amigo/enemigo tan propia de una sociedad que se basa en el conflicto. Queremos decir desde ya que este tipo de interpretaciones, en realidad, busca sacarle responsabilidad a la especie humana como principal culpable de la situación que estamos viviendo.

            Por otro lado –pero en el mismo sentido de lo que venimos planteando- podemos tomar un ejemplo paradigmático que indica el espíritu de estos tiempos, el espíritu capitalista. Desde una posición individualista y apelando al “sálvese quien pueda”, EEUU –desde la administración de Trump- salió en su momento a tratar de conseguir una vacuna solo para su población sin importarle el resto de la humanidad. La propia Angela Merkel salió a criticar esta actitud que pone de manifiesto que el sistema se reproduce excluyendo, discriminando, individualizando.

            Pero nosotros nos preguntamos: ¿por qué motivos el ser humano se puso en contacto con el nuevo coronavirus? ¿Cuáles han sido las acciones específicas que ha hecho que la especie humana se enferme de la forma en que lo está haciendo? ¿Qué tipo de vínculo se ha construido con la madre tierra? Los medios hegemónicos de comunicación, de manera marginal y acotada –aún los medios “progresistas”- solo atinan a indicar la procedencia zoonótica de esta enfermedad. Pero solo dicen eso y nada más. Nosotros decimos que es la irrupción de nuestra especie con lógica capitalista, la que ingresando a ecosistemas que deberían estar intocados, la culpable de esta situación. Se trata de un modelo de agronegocio, de manipulación de animales salvajes, de minería contaminante, de incendios provocados, etc. la base sobre la cual los virus mortales y el cambio climático se asienta.

Todos los gobiernos y los medios culpan al virus, lo objetualizan y lo transforman en enemigo. Desde una visión intersubjetiva, desde la madre tierra,  nosotros podemos afirmar que el virus simplemente actúa como cualquier virus –en este sentido es más honesto que no pocos seres humanos- y que la vinculación que tenemos con él es debido a nuestro propio accionar. Hay muchos otros virus y bacterias que nos habitan y que establecen con nosotros una relación estrecha (se estima que en nuestro cuerpo habitan 48 billones de bacterias, 60 billones de virus, varios miles de millones de hongos y millones de ácaros). Pero, ¿por qué el nuevo coronavirus nos enferma y nos mata de la manera en que lo hace? Es porque no tenemos los anticuerpos necesarios. Es porque, en el afán de lucro y al tratar a la “naturaleza” como un objeto, nos hemos puesto en contacto con ecosistemas y animales que deberían ser respetados en sus hábitats naturales.

Pero la madre tierra es sabia y siempre nos enseña. Contra el individualismo burgués, esta situación de pandemia nos demuestra lo fuertemente intersubjetivos que somos. Debemos tomar todas las medidas de precaución para no contagiar a otrxs ni contagiarnos nosotrxs mismos y, al mismo tiempo, dependemos de las medidas de higiene del otrx para nuestro propio cuidado. O sea que, desde la madre tierra –y contra el “sálvese quien pueda”- podemos decir que en realidad “nadie se salva solo”. Por otro lado, también vale la pena destacar lo siguiente: en la actualidad la mayoría de la población vive en las ciudades. Y en nuestra vida de ciudad, ¿cuántos pueden decir que cultivan sus propios alimentos, que han construido ellos solos sus casas, que elaboran su propia ropa, que pueden auto-satisfacer sus necesidades de salud, educación, cultura, etc.? Entonces, reconocer que es a partir de otrx que comemos, a partir de otrx que habitamos casas, que nos vestimos, que recibimos salud, educación, cultura, es justamente reconocer prácticamente –en los hechos concretos- que somos intersubjetivos, co-dependientes.

Para concluir, hay que decir entonces cuáles son los verdaderos problemas a partir de los cuales se ha declarado una pandemia a nivel mundial, porque si partimos del mal diagnóstico de gobiernos y medios hegemónicos nos encontraríamos atravesando la primera pandemia de muchas pandemias por venir. Se trata entonces de plantear claramente que estamos frente a la destrucción de la madre tierra por parte del sistema-mundo moderno/colonial (Wallerstein, Dussel, Grosfoguel) capitalista neoliberal. Y que el avance de esta destrucción va en contra del mantenimiento y reproducción de la vida no-humana y humana. No se trata entonces de indicar “enemigos externos”, “otrxs”, “guerras contra virus” sino de establecer claramente nuestra responsabilidad como especie. A partir de este nuevo diagnóstico es posible pensar un futuro para nosotrxs y para las nuevas generaciones.

Marcelo Fernandez Farias

 

PD: vaya esta publicidad como ejemplo de la “demonización” del nuevo coronavirus y de la “solución guerrera” en la lógica amigo/enemigo: https://www.youtube.com/watch?v=N5xzBoymM4I  

 

martes, 10 de noviembre de 2020

Si estuvieras aquí

 

https://www.youtube.com/watch?v=77JVG6Ca2Bs&t=3s

 

Esta video-poesía la realizamos junto a Chacho Nieva para un concurso en el marco de la Feria del Libro de Mendoza 2020

 

Si estuvieras aquí - Michel

 

Si estuvieras aquí

yo sé,

que lucharías a brazo partido contra el virus

que caminarías la pandemia con hidalguía

que en tu casa

meditabundo

buscarías soluciones comunales

trabajarías desde lejos por tus hermanes,

cuidarías a los tuyos

a los otros

a los nuestros.

 

que brindarías un abrazo a la distancia

un beso, una caricia, una intención

una luz subiría de tus pies a tu cabeza

y un amor

aún sin nombre

invadiría a la humanidad toda.

 

Tendrías esa mirada compasiva y orgullosa

al ver a les docentes

a las enfermeras

a las médicas

a los repartidores

jugar el tiempo y su vida

por la vida de los demás.

Sabrías muy bien

que es el llanto de la Tierra lo que vemos

que es la queja milenaria

la justicia arrasada

la falta de amor por la semilla y el agua

la voluntad de dominio.

 

Ya nada será lo mismo

porque lo mismo era el problema.

Y aunque la Tierra se quiebre

los animales se mueran

los vegetales se ausenten

los minerales se estremezcan,

siempre habrá una voz que nos recuerde que “esto,

esto también pasará.”

 

Y volverán a llenarse las calles

los colegios

los bares.

Pero yo me pregunto:

¿seremos los mismos?

¿habremos aprendido?

¿vendrá el hombre nuevo a rescatarnos?

¿vendrá la mujer a curar las heridas?

¿o acaso una conciencia más allá del tiempo

será parida por una nueva sociedad

en un espacio inédito y renovado?

 

 

¿Qué harías vos en mi lugar?

¿Cómo saldrías de la tragedia y el espanto?

¿De qué forma construirías una vida

digna de ser vivida?

¿Hacia dónde jugaran su suerte

les obreros

les campesinos

las mujeres

los desocupados?

¿Hacia dónde irá mi amor

si lo mismo vuelve?

 

¿Quién caerá mil veces… y mil veces se levantará?

Me pregunto: ¿quién nacerá mil veces… y mil veces más?

 

 

 

domingo, 19 de abril de 2020

Nota sobre la noción de “espíritu” en una charla de café




Marcelo Fernandez Farias

Segúna la RAE (sic) “espíritu” puede definirse como: 1) ser inmaterial y dotado de razón, 2) alma racional y/o 3) principio generador, carácter íntimo, esencia o sustancia de algo. Posiblemente la noción de “espíritu” sea una de las nociones más controvertidas[1]


[1] Al decir “controvertidas” nos referimos a “polémicas” o bien a “discutibles”. También podríamos decir que la noción de “espíritu” es idealista o surrealista o religiosa o esencialista o material. Se sabe perfectamente que las palabras nunca indican lo que parecen indicar. Al fin, los sujetos humanos y no humanos escapan a las palabras. No por eso vamos a dejar de usar palabras. Solamente diremos que es bueno tener en cuenta que hay, allí, en el mundo, en el Universo, un exceso de realidad. (¿Se puede establecer un orden? ¿Hay patrones que se repiten de manera tal que nos habilitan a formular reglas? ¿O es todo un sinfín de fragmentos, pequeños relatos, microhistorias, corpúsculos sin conexión?) Creemos que la vida tiene un orden, un sentido, una lógica. Se lo damos y está allí (¿o está allí y lo descubrimos?). Con esa estructura más o menos frágil nos movemos en la vida. Claro que no faltará el que diga que vivimos en una Matrix. Que todo lo que creemos que existe es en realidad un programa de computadora universal generando “escenarios terrestres”. Que las calles, los árboles, las acequias y todo lo demás son “hologramas concretos”. Que la física cuántica explica lo incierto de la relación observador-observado. (Y tal vez las personas que creen en esto no están tan equivocadas). Nosotros pensamos más bien en cosas “materiales” y, sin embargo, nos encanta encontrarles su lado metafísico. Por ejemplo, creemos que existe un sistema-mundo moderno/colonial (Wallerstein, Dussel, Grosfoguel), que existe el capitalismo, los aparatos ideológicos y represivos del Estado, los bares, las bebidas espirituosas, los cigarros, los libros y los manteles. También intuimos la existencia de un Dios-Capital, templos financieros, estampitas con formas de billetes y sacerdotes con formas de empresarixs, economistxs y banquerxs. (Detalle: los fieles de los bares, por cierto, ya son otra cosa. Van religiosamente a esos lugares con malos libros bajo el brazo y exigen bebidas baratas y ceniceros oxidados. Se sientan en pequeñas mesas cubiertas por manteles manchados y arrugados y empiezan a hablar sobre el primer tema que les viene a la mente. Aunque parece que, en algún momento del amanecer, abandonan ese templo, esa es efectivamente una idea metafísica. Los fieles de los bares jamás se han ido de ninguno de sus lugares predilectos. Es por ese motivo que los bares siempre están llenos, haya o no personas. Y las bebidas se consumen, haya o no bocas)
Pero volviendo al tema que aquí nos convoca, existe la idea del espíritu como entidad trascendente del ser humano. El cuerpo, la materia, es sólo un vehículo circunstancial que queda en la Tierra cuando finaliza una ronda terrestre. El espíritu puede moverse por varias dimensiones, transitar por el Universo, conocer diversos planetas, charlar con Dios. Una propuesta muy actual es aquella que se centra en el individuo, en su percepción de la vida, en su mundo interior, en su psiquis. Se trataría de la forma en que el ser humano ve el mundo. Del tipo de conciencia que permite una interpretación más plena de la propia personalidad, de la propia especie, del mundo y el Universo. Esta perspectiva propone múltiples ejercicios y maneras de vivir en donde una persona puede lograr este avance de conciencia: formas de respiración, meditación, formas de alimentación, cierto tipo de vinculación con la información, etc. Sin embargo, y aunque algunas sugerencias de este modo de ver las cosas y encarar la vida pueden ser atinadas, nos parece que se deja de lado a las estructuras a la hora de analizar cómo se organiza una ideología, un cuerpo, un tipo de conciencia, una estructura psíquica, un cerebro, etc. No cabe duda sobre el hecho de que nacemos en una sociedad fuertemente estructurada. Que, desde pequeños, nos imponen una lengua, una religión y en la escuela nos enseñan los conocimientos supuestamente válidos para el tipo de sociedad en que nos toca vivir. Vamos a diversas instituciones que, con sus sistemas de reglas, van configurando un tipo de ser humano, de personalidad, de manera de actuar. La educación formal y las religiones estructuran la cuestión ideológica. La policía, los militares, los servicios apuntalan la lógica represiva (Althusser). Luego, las instancias de poder están difuminadas por todos los estratos de la sociedad y, a partir de ellas, también se establecen formas de relacionamiento social (Foucault). Por eso, el “individuo”, lejos de vivir un ámbito de libertad mental y físico, más bien se encuentra estructurado por todas estas instancias que indican una forma de “orden”. Entonces, parece que de lo que se trata es de pensar dialécticamente la manera en que un ser colectivo deviene individual y un ser individual deviene colectivo o, mejor dicho, la forma en que una conciencia puede reflexionar sobra la manera en que su esfera individual es a su vez colectiva y viceversa. Ni la estructura es “determinante en última instancia” ni el individuo puede autoconfigurarse en una suerte de libertad absoluta.
“Cuando nos dormimos, ¿dónde va el espíritu?” –podríamos preguntarnos parafraseando el título del último disco de Billie Eilish-. ¿Es posible que exista un espíritu plenamente sabio viviendo trabajosamente en un cuerpo humano? Dejemos estas interrogantes para más al verano. Supongamos que existe un Dios inmanente como planteaba Spinoza –según dicen los que saben-. Y que, no solamente los seres humanos tienen un espíritu, sino que los seres no humanos también lo tienen. ¿Serán todos esos espíritus parte de este Dios inmanente? Muy probablemente sí. Los espíritus serían una manifestación más de este Dios. ¿Y si pensáramos esta cuestión a partir de la Pachamama? ¿No es la Pachamama una forma de Dios(a) inmanente? Esta espiritualidad andina tiene relación con el abajo, con la tierra, con el cielo. Es, efectivamente, el espíritu del agua, de la semilla, de la tierra, del Sol, de la siembra y la cosecha. Es también la sumatoria de la totalidad de los espíritus de cada uno de los seres que habitan este Planeta. La Pachamama son los ríos, el mar, los animales no humanxs, los vegetales, los minerales. Además, al tratarse de una forma de totalidad viva y en movimiento, hay que incluir también la contemplación de los astros –estrellas, planetas, el Sol y la Luna- que conviven en este Pluriverso con el Planeta. Siguiendo este razonamiento, y en el marco de la pandemia de coronavirus en curso, también podríamos preguntarnos: ¿existe un espíritu en cada virus?, ¿son ellos también una manifestación de un Dios inmanente, de la Pachamama, etc.?, ¿es posible superar el egocentrismo y el antropocentrismo a la hora de visualizar la reacción de la Tierra ante la debacle ecológica actual? La inmanencia y la totalidad establecen una situación en donde juzgar es prácticamente imposible. El hecho de encontrar una manifestación de Dios en cada uno de los seres del Pluriverso solo nos puede conducir al silencio y la contemplación.
Ahora, pensemos en la no existencia del espíritu. La no existencia del alma. En la actualidad, la mayoría de los fenómenos son explicados por la Ciencia. La Teoría del Big Bang nos demuestra el origen del Universo y Darwin el origen de las especies. El genoma humano explica nuestro recorrido ancestral, nuestras potenciales enfermedades, etc. Los avances en la medicina ha extendido la esperanza de vida en esta Tierra. La tecnología ha ocupado prácticamente cada uno de los espacios en nuestra vida, para lo mejor y lo peor. La proliferación de mercancías y servicios nos mantiene en la esfera del consumo en un mundo posmoderno. Existen múltiples formas de distracción, de entretenimiento, de pasatiempos, en una sociedad más bien pragmática, concreta, resultadista. ¿Puede la Ciencia “sin espíritu” brindar las respuestas necesarias para esta época? ¿Podrá ocupar efectivamente los espacios del imaginario social brindando formas de creencia que le den un sentido a la existencia? Posiblemente, en un aspecto, se haya logrado. Pero también es verdad que, como decía Goethe, “gris es la teoría y verde el árbol de la vida”.
Como sea, no buscamos respuestas definitivas. Más bien se trata de matar el tiempo mientras la cuarentena pasa, mientras el coronavirus pasa. Porque hay preguntas e inquietudes que posiblemente nos acompañen toda la vida y nunca accederemos a una respuesta que nos convenza, que nos satisfaga. Más bien se trataría, en este caso, de mantenernos en las preguntas. Ya que el Pluriverso es infinito y, nosotros, solo un breve suspiro en la interminable manifestación de la vida.                  
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