Sumario
1 El tren del “progreso”
2 Bartolomé de Las Casas y la refutación del colonialismo
3 La independencia de España y el papel de Inglaterra
4 Los proyectos de nación
1 El tren del “progreso”
En el programa anterior habíamos visto que en la historia se postulaba un tren del “progreso” que estaba encarnado por las naciones metropolitanas y que todas las oligarquías de América Latina se separaron de España para subir a ese tren del progreso que encarnaban Gran Bretaña y Francia, pero sobre todo Gran Bretaña.
Ahora, ese tren del progreso no existía, no había un solo tren. Había un tren para las naciones hiperdesarrolladas y las naciones hiperdesarrolladas metieron a todas las naciones periféricas en otro tren. ¿Por qué otro tren? Porque las condenaron a una economía unilateral, al monocultivo. Entonces cada país se sometió a un producto típico: Argentina al trigo, Bolivia al estaño, Chile al cobre, Centroamérica al azúcar. Y todo eso el imperio inglés lo hizo mantener y las oligarquías de América Latina lo hicieron con mucho gusto porque era muy fácil extraer lo que ya estaba, lo que ya se tenía. En cambio le resultaba muy difícil desarrollar una industria propia que era lo que tenía Inglaterra.
Entonces Inglaterra se asume como taller del mundo: yo soy la industria, ustedes sean el monocultivo. Y es así como el desarrollo fue asimétrico por completo porque una industria siempre tiene un valor agregado que la hace valer mucho más que a las materias primas. Esto fue lo que determinó el subdesarrollo y el atraso de América Latina.
Ahora bien, quiero dejar claro esto: no es que el capitalismo británico haya sido malvado y los de acá hayan sido ingenuos –o también malvados-. Es el capitalismo. El capitalismo es así. Si ustedes van a ver la película “Wall Street” van a ver que el protagonista dice: la codicia es buena porque la codicia es el alma de la economía. Entonces, no es una lucha de buenos y malos, es una lucha en la cual los intereses toman una determinada relación pero en esa relación de intereses América Latina terminó confinada al monocultivo y al atraso porque no pudo desarrollar una industria propia. Desearon fervorosamente salir de la órbita española porque deseaban entrar en la órbita del progreso histórico. “Hay progreso histórico si ustedes se unen a las potencias que encarnan ese progreso histórico”.
Y España dejó de encarnarlo. España lo encarnó en la conquista de América pero fue una encarnación de un movimiento que despertó al sistema capitalista a través de una brutalidad enorme que fue llevada adelante con la espada y la justificación de lo evangélico. A esto, muy meritoriamente se opuso un clérigo español, Bartolomé de Las Casas, que se apiadó tremendamente de los indios masacrados por la conquista de América. Yo no quiero asustarlos, no quiero asustar a nadie, pero la conquista de América fue una masacre de los pueblos originarios. Yo diría que hubo por lo menos 40 millones de muertos en América Latina y fue el arrasamiento de los pueblos originarios de los cuales no quedó casi nada.
Bartolomé de Las Casas nos deja su documentación y su palabra adolorida, dice: ¿con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas? Clarísimo lo de Bartolomé: ¡¿con qué autoridad?! Esto la monarquía española lo diría claramente: porque nosotros somos occidente, porque nosotros somos los países de la civilización, por eso hemos venido acá y hemos hecho estas atrocidades Sr. Fraile Bartolomé de Las Casas, que usted está denunciando inútilmente porque la vamos a seguir haciendo. Lo cierto es que la siguieron haciendo y Bartolomé de Las Casas pasa a la historia como un testimoniante que fue sensible al horror de la masacre de los pueblos originarios, pero que no la pudo impedir. Porque mal puede impedir un buen fraile todo un proceso histórico que se basa en la masacre de esos pueblos para lograr la extracción del metálico, del oro que hay en esa tierra que se ha conquistado.
2 Bartolomé de Las Casas y la refutación del colonialismo
Es notable lo que ocurre con Fray Bartolomé de Las Casas, porque si uno piensa en todos los clérigos que había en América Latina durante el proceso sanguinario de la conquista española lógicamente uno se pregunta por qué uno sólo tuvo un corazón sensible para decir: ¡Paren la matanza! Y largar frases como: “La matanza tiene como fin último, el oro y las riquezas”. Detengámonos en esta frase porque esta frase es extraordinaria. No la decimos nosotros porque queremos mostrar que hemos sido los buenos y los que hemos sido expoliados; lo dice Bartolomé de Las Casas que era español, que era cura, y dice: las matanzas tenían como fin llevarse el oro y las riquezas. Entraron los conquistadores como lobos, como tigres, como leones, cruelísimos, e impusieron días de hambre y de muerte a todos los indígenas.
Para nosotros, Fray Bartolomé de Las Casas, y para todo el pensamiento anticolonialista, es un ejemplo excepcional. Porque todo aquello que el pensamiento de la derecha dice, que la conquista de América fue progresiva y que integró a América al progreso de la humanidad, lo que está diciendo un hombre de Dios -Fray Bartolomé de Las Casas- es: esto no integra nada a la humanidad, lo que se está produciendo aquí es una matanza inclemente que se genera para llevarse las riquezas de América al centro del mundo, a España. Y están buscando también los tesoros del Perú. (Los tesoros del Perú eran un mito a los cuales los conquistadores querían llegar porque se hablaba de una región en la cual estaba acumulado todo el oro de América Latina, de este continente)
Ahora, es Bartolomé de Las Casas el que dice que este continente fue saqueado injustamente, injuriado, vejado en nombre de la codicia de la razón occidental, encarnada –en este caso- por los aventureros que fueron los conquistadores españoles. Tampoco queremos pelearnos con España, pero España tiene que asumir que esto fue así. Nosotros no podemos decir otra cosa. Hubo un genocidio para llevarse las riquezas de América Latina a la monarquía española que no supo mucho qué hacer con ellas porque terminaron desarrollando las industrias británicas. Porque, finalmente, a través de los piratas y los robos a los galeones fue Inglaterra la que terminó quedándose con las riquezas de América Latina.
Esa conquista se trató de una guerra tiránica. En realidad, los conquistadores que llegaron fueron tiránicos y los curas que llegaron con ellos ayudaron muchísimo a ese genocidio. Esto se va a repetir, se repitió en la Argentina. Pero a ese genocidio el cura viene para evangelizar al indio. Si el indio no acepta la evangelización lo que no está aceptando es que el alma entre en él. Si el alma no entra en él, al no entrar el alma de Jesús, el conquistador lo puede matar sin ningún remordimiento de conciencia.
Entonces, el pensamiento de de Las Casas está refutando la esencia del colonialismo porque la esencia del colonialismo, su bandera dice: con nosotros llega el progreso, llega la civilización, con nosotros América es incorporada al mundo. Y esto es lo que va a decir todo el pensamiento de la derecha: es una bendición, así entró América al mundo. La tierra americana pasa a ser del conquistador. El conquistador se queda con la tierra y mata a los pueblos originarios a los cuales pertenecía la tierra.
Es frente a esta situación -que España establece con la conquista- que se rebelan las revoluciones latinoamericanas ya en el siglo XIX. ¿Contra qué se rebelan? Contra los descendientes de aquellos conquistadores que arrasaron con los pueblos originarios. Los que se van a rebelar son los criollos, los criollos que quieren salir de la órbita española para comerciar con las grandes potencias imperiales. Lo hacían a través del contrabando, lo venían haciendo, pero ahora si se hace esta revolución –que tiene como única finalidad echar al colonizador español y lograr una libertad de comercio y no estar sujetos al monopolio de comerciar sólo con Cádiz- podrán comerciar con todo el mundo.
3 La independencia de España y el papel de Inglaterra
El pensamiento de José Carlos Mariátegui es muy preciso en señalar que las revoluciones de América Latina no fueron revoluciones en el sentido de cambiar el orden social imperante. Lo que cambiaron fue la burocracia española, a la burocracia española la echaron y pusieron a los criollos a gobernar estos territorios, pero no hubo un cambio en la tenencia de la tierra, por dar un ejemplo. Lo que hubo fue la expulsión de la burocracia hispánica para reemplazarla por los criollos que tomaban las riendas de su propio destino.
Esto ocurrió en toda América Latina y permitió que estos territorios se entregaran al comercio libremente (porque antes Inglaterra lo hacía por contrabando). El 25 de mayo de 1810 en la Argentina, en el Río de la Plata habían anclados buques ingleses que festejaron la revolución con cañonazos. Sabían lo que hacían. Iban a entrar, ya no como guerreros como en las torpes invasiones inglesas en 1806-1807, sino que iban a entrar, sobre todo, a través del sistema bancario y a través de las mercancías. Es la lucidez de George Canning que va a decir: bueno, basta de torpezas. Nosotros no tenemos que ser guerreros en América Latina, no tenemos que ir a conquistar esos territorios, los podemos conquistar de otra manera. Los podemos conquistar con la economía.
La economía del imperio ha sido el arma más poderosa que ha tenido el imperio de su lado para estos territorios. Estos territorios no son inocentes porque fueron sus clases más acomodadas las que aceptaron lo que Tulio Halperín Donghi –a quien nadie puede acusar de marxista, de izquierdista, o de pequeño idiota latinoamericano- llama “el pacto neocolonial” en su “Historia de América Latina”. Efectivamente, se estable un pacto neocolonial. ¿Cuál es el pacto neocolonial que se establece en América Latina? Inglaterra va a ser el taller del mundo, nos va a proveer de mercancías, de todo lo que nosotros necesitemos que sea elaborado a través de la industria. Y los países de América Latina van a tener que entregar en el intercambio con Inglaterra los productos de su tierra, los productos originarios de su territorio. Argentina entregó su trigo y su ganado. El azúcar fue fundamental en la zona del Caribe.
Y hay una muy buena película que usted puede comprar ya inmediatamente o alquilar en su videoclub que es “Queimada” de Guillo Pontecorvo, película en la cual Marlon Brando hace a “Walker” –un agente inglés- que llega a esa isla y les dice: ustedes lo que tienen que hacer es liquidar a todos aquellos que se opongan al proyecto que los va a enriquecer. Y esos burgueses le preguntan: ¿cuál es el proyecto que nos va a enriquecer? Comerciar solamente con nosotros –dice el inglés. Vendernos el azúcar solamente a nosotros y nosotros les vamos a dar todo lo que necesiten. Les vamos a fabricar hasta las tacitas para tomar el té. Porque Inglaterra –esto lo había dicho ya Adam Smith en “La riqueza de las naciones”- tiene que funcionar como el taller del mundo y tiene que tener al mundo como su comprador, como su cliente. Y ese cliente, a la vez, tiene que entregarle a Inglaterra las materias primas para que el imperio pueda llevar adelante sus industrias.
Lo que ocurrió con esto –y lo que va a ocurrir-es que una industria siempre tiene valor agregado mientras que un producto primario es primario justamente porque no tiene valor agregado, se lo entrega tal como se lo saca de la tierra. Por eso nuestras oligarquías latinoamericanas fueron infinitamente cómodas, fueron algo así como el amo hegeliano que –dice Hegel- “se evapora en el goce” mientras el esclavo es el que trabaja. Entonces entregaron los productos primarios de América Latina, e Inglaterra les entregó todo lo que necesitaban igual que en el sur de los Estados Unidos. El sur le entregaba algodón a Inglaterra y en el sur hasta los manteles eran hechos en Inglaterra.
Esta relación profundamente desigual explota en el crack del ’29 y ahí es donde los países de América Latina se dan cuenta que tomaron un camino equivocado, que el tren de la modernidad no era para ellos.
4 Los proyectos de nación
El hecho de que los países de América Latina quedaran confinados a la producción de un solo producto, es decir al monocultivo, establecía una relación de profunda desigualdad entre América Latina y los centros metropolitanos de la economía. Entonces, se careció en América Latina de un proyecto nacional que integrara a los países a través de economías regionales, autónomas, que produjeran auténticamente distintos productos que no fueran importados sino que sirvieran para el desarrollo interno de cada país. No hubo mercado interno. Y mercado interno tiene otro nombre, tiene el nombre de nación. Donde hay un mercado interno hay una nación. Donde hay una nación hay una patria. Donde hay una patria es necesario un Estado.
Entonces, en toda América Latina lo que hubo fueron oligarquías que vivieron gozando de la abundancia fácil de los productos primarios, pero no construyeron un país. Construyeron centros urbanos de goce de esas oligarquías. Un país se podría haber construido con el desarrollo integral del país. Es decir, no sometiéndose a un único producto sino desarrollando todos aquellos que el país pudiera desarrollar con lo cual se habría podido crear el mercado interno, se habría podido dar trabajo, no habría sido “necesario” matar a tanta gente sino que se la habría integrado a una economía que podríamos llamar de integración. Pero para integrar económicamente a un país hace falta un mercado interno y una producción para ese mercado interno.
Hubo quienes se opusieron siempre a esta fácil economía de mandar a Europa lo primero que tenemos. A ver, ¿qué crece aquí? Aquí crece maíz, mandamos maíz. Hay azúcar, mandamos azúcar. No, no, no. Hubo pensadores, hubo políticos que plantearon otra cosa. Por ejemplo, Salvador Allende nacionaliza el cobre. Esta es una medida fundamental que indignó a Nixon y a la CIA. Apenas Salvador Allende nacionaliza el cobre, Nixon, Kissinger, el diario El Tribuno (que fue uno de los principales diarios que colaboró en la caída de Allende), la ITT y la Pepsicola y el Chase Manhattan Bank dicen: este es un gobierno al que hay que tirarlo abajo. Porque cómo se atreve a nacionalizar el cobre. El cobre no es de Chile, el cobre es para entregarlo a los países que dominan el mercado mundial.
Vemos que esto ha ocurrido en todas las épocas. Desde el comienzo la caída del gobierno de Allende es planeada por este tipo de medidas proteccionistas. Siempre se han enfrentado el proteccionismo y el librecambio. ¿Qué es el proteccionismo? El proteccionismo es decir: miren señores, no nos manden máquinas de coser porque la vamos a fabricar nosotros. Eso es proteccionismo económico, y nosotros fabricamos nuestras máquinas de coser en lugar de que nos las envíen los ingleses. Pero se eligió el liberalismo, y el liberalismo qué es: miren, mándennos sus máquinas de coser, estamos abiertos a todo lo que nos quieran mandar y nosotros les enviamos lo que ustedes quieran. ¿Ustedes quieren que seamos monocultivistas? Bueno, para eso somos libres, elegimos libremente ser monocultivistas y ustedes libremente mándennos todos los productos manufacturados que nosotros podríamos hacer si fuéramos proteccionistas, pero ¿cómo vamos a ser proteccionistas? Lo fue el Paraguay, pero porque tuvo un dictador, Francisco Solano López, y cerró el Paraguay. Claro, es cierto, en el Paraguay hubo astilleros, hubo un desarrollo capitalista profundo, independiente, autónomo, por eso tuvimos que arrasar al Paraguay con 600.000 paraguayos muertos (en la Guerra de la Triple Alianza). Y esas cosas hay que hacerlas en nombre del “progreso de la historia”.
Incluso el mismísimo Marx va a decir: “¿qué importan los horrores, si los frutos son placeres? No mató a miles de seres de seres, Tamerlán en su reinado.” Con lo cual está diciendo no importa los costos humanos que impliquen la penetración imperialista en los países coloniales. Porque el mismo Marx apoya el desarrollo burgués porque dialécticamente, hegelianamente, cree que de ese desarrollo burgués va a surgir el proletariado industrial que va a llevar a estos países a la liberación. Pero aquí se equivocaba muy seriamente.
En cambio, las oligarquías criollas no necesitaban de esa dialéctica. Las oligarquías criollas de todos los países de América Latina dijeron “librecambio”. Librecambio porque con el librecambio nosotros enviamos la materia prima e Inglaterra nos manda los productos manufacturados. En cambio un Estado proteccionista habría defendido la economía nacional y habría llevado a la economía nacional a fabricar autónomamente, internamente, aquellos productos que un mercado interno habría reclamado. Esto no se hizo y los países de América Latina se constituyeron en exterioridad, es decir, dándole la manija central al imperio y sometiéndose al único producto que cada uno de ellos lograba producir. Así América Latina quedó condenada al atraso industrial y ese ha sido su destino tan oscuro en el aspecto económico. Por ende, fue un continente subalterno ante las grandes potencias.
Vamos a desarrollar más estos temas, porque no son fáciles, pero lo vamos a hacer. Hasta luego.
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