Otra noche azul. Como el sueño no venía… y tú estabas tan cerca. Aquí estamos. En verdad podía falta a todo menos a la cita. Luego dudo si en realidad es a eso a lo que podía faltar. Si es que tomarías asistencia de mis venidas o si, tal vez, sólo estarías allí para contemplar. Acaso un sueño reparador, un algo normal, te vendría bien.
Otra noche azul. Y las broncas por los ojos se hacen insomnio. Hoy debería… ayer debería… mañana debería… una vida de deberes. Al final de cuentas, ni yo te debo ni tú me debes… pero ambos debemos.
Otra noche azul. ¿Qué mañana le queda a Macondo? Las del olvido, la pura violencia o el rasca del vecino de en frente que sólo lee lo que no hace pensar. La bandida de su mujer sale de tiros por las noches azules. Sus hijos les rezan a padres suyos que nunca conocieron.
Otra noche azul. ¡Y la fucking nostalgia que se instala en mi alma! Y el calor que no deja descansar. Y hay que matar al calor y al tiempo. Eso pasa por no tener un termostato incorporado lo suficientemente desarrollado como para superar la exterioridad. Como quien dice cagarse en el calor. Pero el problema era otro, el problema era la nostalgia.
Otra noche azul. De esas que debería olvidar antes de que comiencen. Adelantarse al futuro desencanto. Habría que ser un profeta de los de antes; de esos que escuchaban al Dios del pueblo. Pero somos profetas de hoy… profetas que no sobrevivimos a las noches azules.
Otra noche azul. El biorritmo me sube a 50.000. Mañana te veo, sonsa. Y ya estoy viendo lo difícil que será tratar de volver a olvidarte.
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