En donde los relojes se abren,
desnudan el tiempo en la guarida,
se abre la canción,
es fatal,
se describe la muerte de tantas formas,
con tanta gracia y placer…
pero se hace seguido y pronto,
¿qué placer encuentras en la carne?
¿cuánta sangre vale tu silencio?
Tanto amor de madre hay en el mundo,
he visto caricias, palmadas, abrazos,
he visto a toda muerte caricia,
a todas las hadas bajar a tu lado,
he visto tanta y ¡tanta! dignidad en el monte
un sin fin de números tapados, o sea, hermanos,
hermanas, un vendaval de palabras bellas;
yo he visto a la nada juntar lo poco y hacerlo cielo…
he visto al sufrimiento silenciado en boca ajena,
morder los labios, cruzar la palabra aliento;
pero es tan rebelde la dignidad absoluta,
tan llena de fuerza ancestral,
¡tan campesina mierda!,
digamos lo que es: la tierra se hace hombre.
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