El poeta es egoísta,
jamás se confunde en un hecho,
jamás se compromete,
sólo se inspira.
He visto la mirada,
del poeta callejero,
casi siempre mendigo,
que no se entromete en los hechos,
los mira.
Y ha abierto la pulsión de vida,
cuando la sangre más atroz,
o sea: la sangre derramada por poder,
se le ha hecho tinta para pintar su esquina.
Es tan solo el pobre que ha animado a toda una tropa para que le den la excusa… perdón, la inspiración.
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