miércoles, 16 de septiembre de 2009

Hablando con el navegante del tiempo (sobre un texto de Pablo Bazán)


“En Las Heras se cortó la luz” –lo dijo mi madre al teléfono. Lo había escuchado en la televisión. Miré a mi alrededor y era cierto. Se había cortado la luz y sólo el esfuerzo de una vela acompañaba a mis palabras.



¿Qué decirle al navegante del tiempo? No estoy seguro pero, tal vez, esto que sigue sea una “deconstrucción”.



Me transformo kada vez más en el fantasma de mi propia existencia
sobrevuelo ausente aquello que se presenta ante mí
Acaso me había encontrado con mi espíritu. Él y yo somos la misma cosa, sólo que él se mueve en una dimensión, otra parte de mí en otra y la tercera en otra más. Cuando mi espíritu habla, habla de un lugar que yo no conozco… hasta que me lo cuenta, me lo describe y ¡zas! veo el lugar con total claridad…



será acaso la ausencia de sentido que hoy me envuelve y rodea
será allí mismo donde el sentido se hace presente
en toda su karencia
La ausencia presupone la existencia. Es ese amor que, cuando no está, muchas veces se multiplica en su ausencia. La ausencia la aloja para tortura de los poetas. En la karencia, en el silencio, en la coma, también se encuentra la explicación. Sin ir más lejos, esta palabra sólo es posible por el blanco papel que la rodea e integra.



Allí donde no soy más q’ yo… nadie
soy nadie en esta nada
Todo y nada… y yo en ellos
La resolución entre ‘todo’ y ‘nada’ es un “yo”. Aunque nadie (¿qué más se puede ser?), la misma existencia despereza a la nada. Siempre que hay dos opciones, es obligación elegir la tercera. En tres se resuelve el dilema. Nuestra mente siempre piensa en pares… generalmente enfrentados; la salida es la tercera opción (el triángulo como puerta a la comprensión)



Para q’ vivir?
Kuando akabará el juego en q’ nadie gana
si yo soy nadie… ya he ganado?
El juego de palabras que el español puede generar ¡Bendito idioma! ¡Sí, ya has ganado! Sabes qué tienes que hacer, quién te acompañará, dónde será y cómo será: o sea, ganaste. Encontraste tu centro. Pero, el camino es infinito y comienza todos los días. Todos los días hay que ‘reafirmar el centro’.



Kuando habra de alcanzarme la muerte?
Llegara el momento en que puntualmente habremos de
presentarnos a la cita… solo resta esperar una vida.
Voy a tomar la dialéctica que me propone el navegante del tiempo y voy a volverla infinita. Comenzó hablando del ‘fantasma de su propia existencia’. Como fantasma, el navegante se ha reconocido espíritu. Y como espíritu, se ha visto muerto. Cuando uno escucha la voz del espíritu escucha lo que se ha denominado muerte. Hay que estar un poco muerto para poder hacer estas cosas. Sin embargo, en este final, el navegante se olvida de que es el fantasma de sí y se pregunta: “kuando habra de alcanzarme la muerte?” La respuesta sería: “ayer”. Porque solamente la vida del espíritu es la muerte de las formas de la materia. En este punto, la dialéctica puede volverse infinita o inversa. Al nacer, nuestra madre no sólo nos ha dado la vida sino la muerte. En este sentido, uno no vive sólo la vida sino que esta viviendo la muerte también. Es el mismo segundo. El punto de fuga es la actitud (o intención) con que se decide encarar esta forma de la existencia. Para el caso del espíritu, él siempre vivirá, entonces la discreción puede ser: vida de planeta tierra, vida de Luna, vida de Sol o vida Universal. Tal vez, esto último, sea el punto de fuga más optimista al cual se puede arribar. Su ausencia también será vida.







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