Una familia había abandonado su tierra,
se había ido lejos de todo cielo,
comenzaba a transitar los pasos,
casi ciertos.
Tiempos eran suelos y tierras,
nada se acordaba.
Todo mesías es un corazón.
Se guarda de todo anhelo.
Advierte ramas al suelo.
Se pierde en la selva brava.
Le da 200 canciones al maestro ruiseñor.
Le muestra un camino espinoso.
Regresa a su casa y duerme.
Ese cielo parquizado en tierra,
habitador del espanto dogma,
sumador de religiones,
como enanos,
como caminadores sin fe.
Caía en medio oriente todo el aplauso.
Había procurado aquella familia 8.000 años de bondades,
se habían retirado negociando con otra culpa,
se habían organizado ejército poderoso: ¿qué buscaban?,
se había hecho canción triste su mundo heroico.
¡Cuánta tierra le falta a la especie para ser animal!
En medio de este torbellino,
que hoy ocupa 5.000 años,
que hoy excede su límite,
que hoy no perdona,
todo se vuelve contra el hermano,
todo se convierte en repetición de la historia,
parece ser que,
ningún semita estará en paz,
mientras haya otro semita.
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