Sigo esperándote,
sin esperarte más.
Sigo andando a ciegas,
tan víctima de tu amor,
de tu olvido,
de tu insinuar,
tan prendado de tu vida.
Aquí me ves,
como si el autosuficiente flaqueara,
se mirara al verdadero espejo,
y se supiera desnudo,
de una vez y para siempre,
por culpa de tu mirada.
Allí me ves, acrítico, yo, el tantas veces fabulador,
imaginándote desnuda en mi alma,
desparramada por todo mi ser,
tan rubia,
tan clara,
tan no me olvides.
Y,
estúpidamente,
tus dos ojos me conforman.
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