Mendrugos, restos, alfareros,
son la merienda errante,
¿qué tipo de autor o cantante,
a la primera de cambio porfía,
y no le hace el amor a la más divina?
¡El Santo! – grita del cielo,
un pájaro blasfemante;
se ha hecho de pura traviesa,
la sangre menor es tibieza,
la suerte: humana.
Esmeralda trashumante,
vuelve a cantar rosa negra,
se espera por tu grandeza,
de pionera sentenciante,
que no hagan de ti estandarte,
ni tampoco mortadela.
Te esperan en la vagüela,
y en el todo, tu firmeza.
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