Ya sabía,
que si me canso de escribirte no será por culpa mía,
ni siquiera mi amor se lo propone;
te lo propone mi todo que es mi corazón.
Una vez más vuelvo con tu imagen,
tan alada, graciosa, distante,
una vez más la ausencia de tu lucha,
y la pólvora distante,
se asemejan al olvido necesario,
ése que te da vida.
Tu pobreza me duele, hombre distante,
y me duele la soberbia de lo que has imaginado,
me sorprende la necedad de tu especie,
y la brújula individual que todos cargan,
y por eso la algarabía desmedida,
tapa peores consecuencias,
hombre profano.
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