Presentación de Feminismos desde Abya Yala
Líneas del pensamiento feminista indígena
Francesca Gargallo
Septiembre de 2012
Ya había finalizado la redacción de Feminismos desde Abya Yala, cuando me encontré con el artículo de la lingüista mixe Yásnaya Aguilar, quien afirmaba, el 4 de julio de 2012 en la revista Este País,
que: “El “otro” se crea a partir de establecer una diferencia
generadora”. Es decir, el otro no existe en sí, es necesario que se le
construya otrizándolo, categorizándolo como alguien uniforme y
homogéneo, desvinculado de la individualidad y al que no se pregunta si
se considera una unidad con todos los otros otrizados.
Yásnaya Aguilar, agregaba: “En el caso de
los pueblos indígenas, el hecho de que constituyamos un “otro” uniforme
y homogéneo para la mayoría de la población mexicana sorprende, por
decir, lo menos; sobre todo, considerando que formamos parte del mismo
estado-nación, que llevamos una convivencia de cinco siglos y que,
además de todo, en el discurso se habla con orgullo del mestizaje físico
y cultural de nuestro país. En este caso no hay distancia geográfica
que valga para justificar la homogenización que se hace del mundo
indígena. La nulificación de nuestras complejidades y diferencias sólo
evidencia que, a pesar del tiempo y la mutua convivencia, aún no
establecemos una relación realmente verdadera y de iguales que propicie
un conocimiento profundo y un intercambio intenso.”
Perdónenme una cita tan larga, pero
corresponde a lo que quise visibilizar desde los más remotos orígenes de
este libro (es decir, desde cuando sólo fantaseaba con la posibilidad
de escribirlo y me carteaba con la poeta queqchí Maya Cu para entender
los orígenes históricos y las consecuencias cotidianas del racismo y el
sexismo americanos). Quería con ello mostrar la discriminación implícita
en los modos de categorizar, definir y demarcar la importancia de una
idea o una acción aprendidos en nuestras universidades, muchas veces
públicas, cuando no progresistas.
Ser el otro equivale a ser una minoría,
no numérica sino ideológica. Ser alguien minorizado, disminuido,
definido. Alguien borroso, siempre igual a sí mismo, desprovisto de
presente porque excluido de la historia activa y reconocible.
Como feminista, el otro es alguien que me
interesa porque es yo. Es-soy alguien que tiene una identidad negada a
partir de que se le niegan la lengua, la historia, los intereses, las
diferencias.
Como dice Julieta Paredes, todas las
sociedades olvidan con mucha facilidad que están compuestas por un 50%
de mujeres y que, por lo tanto, las mujeres no pueden ser sus otras,
pues son sus constituyentes.
Las mujeres somos el 50% de todas las
sociedades, también aquellas que son otrizadas desde una sociedad
hegemónica que se ve obligada a aceptar que hoy en su seno las mujeres
han generado un pensamiento crítico a la organización desigual de los
poderes entre hombres y mujeres, en beneficio de los primeros. Es decir,
sociedades otrizadas por una sociedad que ha sabido generar un
feminismo como teoría política de las mujeres para su liberación.
Feminismo que, desgraciadamente, respondiendo a la organización
hegemónica de su sociedad, asume que su pensamiento es el único válido y
tiende a imponer sus puntos de vista a las mujeres de otras sociedades,
con sus propias historias y formas de organización.
Este es un libro que responde a un deseo
de reacomodo entre mujeres, aceptando diversos planteamientos políticos
para su liberación y reconociendo intereses, prioridades, formas
diversas de construcción de la propia autonomía.
Para ello tuve que aprender a dialogar, es decir, a escuchar.
Escuchar es una práctica política pocas
veces reconocida, al punto que en ocasiones es tildada de pasiva. No
obstante, es la primera forma de conocer la realidad de quien me está
hablando.
Por años el feminismo occidental, que hoy
ha logrado espacios de institucionalización significativos, no ha
escuchado sino las demandas de las mujeres que viven y se quieren
liberar dentro de un sistema de género binario y excluyente, que
organiza de igual forma sus saberes y su economía de mercado. Por lo
tanto, cuando se dirige a las mujeres de otras sociedades, las pretende
educar según los parámetros normativos del propio sistema, sin escuchar
sus demandas, sin conocer su historia de lucha, sin reconocer validez a
sus ideas. Organiza “escuelas de líderes” sin darse cuenta que la misma
idea de liderazgo pone en crisis la identidad política de mujeres que se
piensan colectivamente, siendo capaces de aportes individuales que se
socializan. Propone la igualdad con el hombre, cuando en procesos duales
no binarios, la igualdad no es un principio rector de la organización
política que las mujeres reclamen. Se crispa ante la idea de una
complementariedad múltiple, que las feministas de muchos pueblos
estudian para volver a verse como constructoras de una historia no
blanca ni blanquizada de América, donde ni las mujeres ante los hombres,
ni su pueblo ante el estado-nación que lo contiene, vivan subordinación
alguna, sino sean interactuantes en la construcción histórica de su
bienestar.
Feminismos desde Abya Yala no es
sino un primer paso hacia la escucha de las ideas que se producen desde
sistemas políticos y teorías del conocimiento no occidentales por
feministas que hablan una de las 607 lenguas de Nuestra América –se
llamen así o no, pues asumo, como los hacen las feministas comunitarias
xinkas y aymaras, que toda política de las mujeres en beneficio de una
mejor vida para las mujeres puede traducirse al castellano como
“feminismo”.
Agradezco infinitamente la apertura y la
voluntad de comprensión de muchas intelectuales de diferentes pueblos
que, a pesar de la cerrazón del sistema educativo que me ha formado, han
aceptado hablar conmigo, darme a conocer sus teorías políticas, dejarme
convivir con ellas en sus comunidades y compartir sueños. Han
demostrado una madurez que todavía le falta a la academia y a los
movimientos políticos blancos y blanquizados.
Agradezco las correcciones y aclaraciones
que recibí después de la primera redacción de este libro, aunque
algunas de ellas en un principio hirieron mi amor propio.
Agradezco a la tierra, el viento, el
agua, el fuego que me acompañaron mientras me lancé a los caminos que me
conducían al sur desde México, la tierra que me ha acogido hace 32
años.
Y agradezco a muchas feministas
autónomas, críticas y en marcha hacia la despatriarcalización y
descolonización de Nuestra América, que desde la Academia y el accionar
entre mujeres me ayudaron a no perder el rumbo de la reflexión sobre las
formas posibles de liberación política, sexual, educativa, económica,
artística de las mujeres en sociedades que queremos más justas para
todas y todos.
Autora: Francesca Gargallo
Título: Feminismos desde Abya Yala. Ideas y proposiciones de las mujeres de 607 pueblos en nuestra América
Editorial: Desde Abajo, colección Pensadoras latinoamericanas (clic aquí para ir a la editorial)
Año: 2012
295 pp.
ISBN: 789588454597
Contenido:
Prólogo, por Horacio Cerutti-Guldberg
Introducción
Capítulo 1: Rutas epistémicas de acercamiento a los feminismos y antifeminismos de las intelectuales indígenas contemporáneas
Capítulo 2: Formas, líneas e ideas de los feminismos indígenas.
Capítulo 3: Los feminismos comunitarios
Capítulo 4: ¿Qué hay entre las movilizaciones indígenas y las feministas? Una reflexión sin conclusiones posibles sobre prácticas y estéticas para liberarnos juntas del colonialismo patriarcal vigente
Bibliografía
Introducción
Capítulo 1: Rutas epistémicas de acercamiento a los feminismos y antifeminismos de las intelectuales indígenas contemporáneas
Capítulo 2: Formas, líneas e ideas de los feminismos indígenas.
Capítulo 3: Los feminismos comunitarios
Capítulo 4: ¿Qué hay entre las movilizaciones indígenas y las feministas? Una reflexión sin conclusiones posibles sobre prácticas y estéticas para liberarnos juntas del colonialismo patriarcal vigente
Bibliografía
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