El grupo que lidera Patiño Mayer no ahorró palabras para señalar lo
“insuficiente” del escrito difundido el viernes. Una ácida comparación
entre las críticas al aborto y la homosexualidad, y la complacencia con
la tortura.
Por Washington Uranga
El Grupo de Curas en la Opción por los Pobres calificó de “pobre” e
“insuficiente” el documento emitido el viernes por la asamblea de la
Conferencia Episcopal Argentina. En el escrito, los obispos católicos
retoman el tema de las violaciones a los derechos humanos durante la
dictadura y aluden a los señalamientos de complicidad con el régimen que
se le hacen a la jerarquía católica, situación que fue reconocida
recientemente por el dictador Jorge Videla. Lamentan los curas que los
obispos hayan perdido otra oportunidad y sostienen que “tanta reticencia
durante años a llamar las cosas por su nombre no nos permite confiar
plenamente como quisiéramos en la efectividad de estas declaraciones”.
El documento de la Conferencia Episcopal fue también una respuesta a
un reclamo planteado por un grupo de aproximadamente cuatrocientos
laicos cristianos liderados por el escribano Hernán Patiño Mayer, que
exigieron a sus obispos un pronunciamiento sobre un tema que parecía
definitivamente cerrado para las autoridades de la Iglesia.
En uno de los párrafos más críticos de la declaración el grupo de
sacerdotes dice que “debemos confesar que nos escandaliza que ante la
sociedad parezca que usar preservativo sea más grave que la tortura; que
el sexo pre-matrimonial sea más grave que violar mujeres
detenidas-desaparecidas; que engendrar hijos fuera del sacramento del
matrimonio sea más grave que apropiarse de niños después de tirar al mar
a sus padres, que la homosexualidad es una enfermedad perversa y más
grave que ser un torturador o presenciar con sadismo y complicidad
sesiones de tortura, que el aborto de una mujer angustiada en su
situación de embarazo no deseado o provocado sea tenido por genocidio y
como algo mucho más grave que arrojar personas vivas al mar, atadas,
dopadas y secuestradas”.
Los Curas en la Opción por los Pobres rechazan la llamada “teoría de
los dos demonios” en la cual –dicen– se enmarca el documento episcopal
al equipar el “terrorismo de Estado” con la “violencia guerrillera”.
Pero respecto de las complicidades entre la dictadura y la jerarquía,
los sacerdotes recuerdan que en sus declaraciones “el genocida Videla
fue más allá del reconocimiento de una connivencia entre la conducción
facciosa del Estado y la cúpula eclesiástica”, ponen en duda las
palabras del arzobispo José María Arancedo, quien niega que tal
connivencia haya existido, y señalan que existen otras “muchas
instancias que no son tenidas en cuenta en el documento” episcopal.
Otro tema está referido a cuánto sabían los obispos de entonces –a
quienes la jerarquía menciona como “hermanos mayores”– sobre lo que
estaba ocurriendo en el país. Los curas dicen que “no hace falta
demasiada investigación” porque allí están los discursos de monseñor
(Victorio) Bonamín, monseñor (Antonio) Plaza, monseñor (Adolfo) Tortolo
(presidente de la CEA), por nombrar solo los más emblemáticos”.
Denuncia también el grupo de sacerdotes que, más allá de los
párrafos de documentos con los cuales los obispos intentan justificar
que algo hicieron en materia de denuncia, “sabemos bien que fueron
muchas las voces eclesiásticas episcopales o presbiterales que
justificaron la tortura públicamente como un ‘mal menor’, e incluso
participaron de las mismas”.
El documento que lleva la firma de Juan Carlos Baigorri, Marcelo
Ciaramella, Roberto Murall y Eduardo de la Serna, integrantes del
secretariado de Curas en la Opción por los Pobres, dice que “no se
entiende el tibio y limitado pedido de perdón de 2000 si realmente creen
que hicieron todo lo debido y necesario. No se entiende el silencio de
los nombres de nuestros mártires desaparecidos, asesinados o torturados,
como el obispo Enrique Angelelli, Carlos de Dios Murias, Gabriel
Longueville, Carlos Bustos, Pablo Gazzarri, Mauricio Silva, Orlando
Yorio, Francisco Jálics, Wenceslao Pedernera, Alice Domon, Leonie Duquet
y tantos otros, si el supuesto pedido de perdón se pretende serio y
responsable”.
Señalan también que en la sociedad faltan muchos sectores que no han
hecho su “mea culpa, pero no se trata de especular con el mal de muchos
sino de afirmar lo que se espera del pastor: que dé ‘la vida por sus
ovejas’”.
Y en referencia a lo que ahora está ocurriendo advierten que “cuando
se avanza en los juicios, se escuchan voces que hablan de
reconciliación, de perdón, deslizando la idea implícita de que los
juicios son motivados por venganza o revanchismo, desdiciendo todo lo
que han afirmado de ‘la verdad y la justicia’”. Dicen también los curas
que les gustaría ver “una cercanía fraterna de los obispos con los
organismos de derechos humanos que siguen luchando por la verdad, la
memoria y la justicia en especial las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo,
como en su momento lo hicieron con cariño y valentía Jorge Novak y
Jaime de Nevares” para subrayar que “hoy –como ayer– más bien percibimos
distancia”.
Desestiman los curas el pedido genérico de perdón hecho por los
obispos “porque el pedido de perdón debe ser concreto”, señalando que
“ninguno de nosotros (como sacerdotes) aceptaría una confesión tan
genérica sin reconocimiento concreto de las faltas o delitos cometidos”.
Ante la presunta disposición de la jerarquía a profundizar las
investigaciones los sacerdotes denuncian que la Conferencia Episcopal
posee “libros bastante documentados sobre este y otros temas
semejantes”, piden que los obispos “colaboren en todo con la Justicia,
se acerquen a aportar toda la información disponible, y acepten los
fallos correspondientes para cerrar heridas no desde el olvido y la
impunidad, sino desde la verdad y la justicia que tanto proclamamos”,
lamentan que no se encare la complicidad de los capellanes militares con
el genocidio, mientras el “condenado por la Justicia Christian von
Wernich no fue suspendido en sus licencias o expulsado del ministerio” y
“Videla sigue comulgando y lo dice abiertamente a pesar de haber
reconocido públicamente su delito que parece no ser entendido como
pecado”.
Tomado de aquí.
Aclaración: además de la Iglesia católica, es fundamental que TODAS las instituciones que apoyaron la dictadura militar le pidan perdón a la sociedad en su conjunto por adherir a las atrocidades ya conocidas.
¡Nunca más!
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