Mañana en lo que me queda de suerte. Me desperezo y te miro. Vuelvo a tu lado.
Es diferente así. Como si cada pedazo de mi cuerpo quisiera uno de tu lado. Uno de tu cuerpo. Como si fuera una oleada sensual.
El amanecer te dijo lo que sabías. Lo escuchaste de la luna también.
¿Qué habrás dicho? ¿Qué habrás pensado? ¿Hacia dónde iría tu mirada? Me acosté de todo esto. Me fui de mí.
El hedor ha ocupado mi espacio. Viene de un mundo que desconozco. Viene de un sueño que sueña alguien que no está aquí.
Es diferente así. Como si cada pedazo de mi cuerpo quisiera uno de tu lado. Uno de tu cuerpo. Como si fuera una oleada sensual.
El amanecer te dijo lo que sabías. Lo escuchaste de la luna también.
¿Qué habrás dicho? ¿Qué habrás pensado? ¿Hacia dónde iría tu mirada? Me acosté de todo esto. Me fui de mí.
El hedor ha ocupado mi espacio. Viene de un mundo que desconozco. Viene de un sueño que sueña alguien que no está aquí.
Hamacas resonando sin ataduras, de pies dados y de blanco vestido, de trenzas y silencios.
Salitre blanco, recorrido y acabado. Hoy frente al muro lo atravieso en esencia y saludo sin sombrero su grandeza.
Instintivamente, el dolor se hace nube y se hace sangre y gemido, manantial de surgente abierta a tu sed.
De tu camino seré la huella a tu lado.
Donde tu sonrisa llena de pura alegría, allí mi risa brotará, abrazando las espinas, las rosas y la luna.
Salitre blanco, recorrido y acabado. Hoy frente al muro lo atravieso en esencia y saludo sin sombrero su grandeza.
Instintivamente, el dolor se hace nube y se hace sangre y gemido, manantial de surgente abierta a tu sed.
De tu camino seré la huella a tu lado.
Donde tu sonrisa llena de pura alegría, allí mi risa brotará, abrazando las espinas, las rosas y la luna.
naty rivas y michel
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