... le dije en el departamento. Insert y a la forma, vamos por partes: los errores en el habla y cada jornada es diferente. Pero en la inspección onírica es un poco menos simple comenzar a cortar boletos de micro desde la raíz a la punta. Pillotonic, el shampoo (ver champú), a veces, los dos, los tres, enumérate las gónadas, niño simpaticón. Así manejaba el taxista, y eso que yo no soy muy entusiasta a viajar en impuestos. Pero cuando se es navegante, hay opios peores que Dio$. Y como en mi testamento dice que en el firmamento no hay Dio$ ni ley ni pablo neruda, válganme un par de huevos los paréntesis de acción de gracia. Ieheip, después de todo no es fácil responder lúcidamente al futuro, habiendo pasado más de veinticuatro horas despierta, por gusto, por placer, por orgasmo, por odio al Papa, cualesquiera de las anteriores son motivos nucleares en la senda del poder para la inconciencia justificada. Y ahora, un silencio bemol, algunos transcriben; yo, trashumante de los recuerdos sin caparazones, lo oigo. Entonces sucede. 1, 2, 9.
Que se vuelve a la vida, si desapareces de las pulgadas. Que te entra por delante un espermatozoide, si intentas definir la vida. Es mejor meter la cabeza por voluntad propia, con cuello y crucifijo en un tubo de ensayo y gritar lo más fuerte posible que “no hay sentido”. Ahí te das cuenta y me doy cuenta, agarramos las piltrafas, los pedazos de carne que sirvan, y en el primer recorrido a pie, nos vamos a la chucha…
No hay comentarios:
Publicar un comentario