Llamémoslo como más nos plazca. Llamémoslo amor.
Que si se extiende, que si se abre, que si es sincero.
Entonces, se me hizo de canto lo que haces de mí: se mi hizo en tus ojos.
Los brillos de la pupila que te azulan, y esparcen una sonrisa abierta a todo lo que rodea la luna.
El palacio no me pertenece. Soy la sombra y la esencia. Soy tus ojos nuevamente. Me muevo por tu movimiento.
Y desde un dedo que danza desprendo una vuelta, no dudo. Y el salto es enorme y hermoso.
Gracias. ¿Qué camino puedo ofrecerte? No lo sé. Soy sólo mis manos que sangran, por lo menos hoy. Soy lo que soy. Deja que me mueva y me moveré hacia ti.
Porque siempre después es mientras tanto, el tiempo se me hace invisible y un para siempre es este minuto, esta ráfaga eterna, sin tiempo, con toda la infinitud hacia adelante.
Confío en tu maña. Confío en la sombra que proyecta tu luz. He confiado infinitas veces en vos. Toda la vida en donde te he visto moviendo mi mareo. Todas las veces en que fuimos uno con el viento.
Consuela, espera y silba llamando esa esencia que se despabila ante tu mesa, tu tierna belleza de hombre-niño, de grande sol de bello caminante de la contemplación, y entrego de puro baile un sincero, librame, amame, que te voy a amar.
foaa... el amor golpeó la puerta, y no es primavera!
ResponderEliminar