El
tratado constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas -UNASUR-
establece un conjunto de principios que sirven de guía a la Unión, entre
los que destacan la defensa de la vida, la preservación de la paz como
uno de los mayores privilegios de la región, la democracia con
participación social de manera que ésta materialice la acertada
definición de Abraham Lincoln como “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” y la soberanía de los Estados y de los pueblos como derecho inalienable.
Cuando
hablamos de la defensa de la vida, no se trata solamente de la vida
humana, se trata también de la naturaleza, de la cual formamos parte
inseparable y que es condición para la existencia humana. La paz, por su
lado, es condición para la vida toda vez que la guerra, “ese monstruo
de matanza”, es su opuesto. La paz, además, es condición para la
estabilidad y el desarrollo económico, base material de la vida. Otro de
los principios establecidos se refiere a la justicia social, base de la
justicia en general y de la paz, por tanto, de la vida.
Ahora
bien, esos principios que nadie pondrá en duda, sólo podrán plasmarse
como realidad a través de la política y, en este caso, de una estrategia
y su plan correspondiente.
Nuestros
amplios territorios, son depositarios de grandes recursos naturales y
humanos. Este hecho evidente, nos indica que allí radica, de lejos, la
mayor fortaleza de nuestra región en relación con otras ventajas. Ello
determina la necesidad de definir una política común, una estrategia y
un plan que tenga como palanca de impulsión el aprovechamiento racional
de esa fortaleza. Esto implica ya no solo la extracción, que además debe
realizarse en beneficio del bienestar y los intereses de la nación y
con el mínimo impacto ambiental posible, sino también, como parte
indisoluble, la transformación interna de las materias primas, única
forma de superar la paradoja de ser grandes exportadores de esas
materias y exportadores netos de capital en el intercambio extra
regional.
La
extracción y transformación industrial implican desarrollo científico y
tecnológico, formación de científicos, técnicos y profesionales, además
de un fuerte impulso a la creación de instituciones financieras de la
Unión, como el Banco del Sur, y una política de negociación conjunta
cuando se requiera financiamiento extra regional.
A
partir de estas premisas, durante la VI Reunión de Jefas y Jefes de
Estado y de Gobierno de la UNASUR, realizada en noviembre del 2012 en
Lima, Perú, presentamos un documento con el título de “Los recursos naturales como eje dinámico en la estrategia de integración y unidad de nuestros países”
orientado a definir una estrategia y un plan, teniendo como factor
clave, el impresionante acervo de recursos naturales que aloja en sus
entrañas esta inmensa región de más de 17 millones de kilómetros
cuadrados y una población de apenas 400 millones de habitantes de ellos,
más de 100 millones viviendo en estado de pobreza.
De
tal realidad se desprende una primera y muy dramática conclusión: el
gran reto que se plantea de inmediato ante los doce países que integran
la Unión, es el de imprimir un nuevo y más vigoroso impulso para
terminar de superar tal pobreza y elevar la calidad de vida de la
población a niveles que le permitan vivir dignamente o, de acuerdo a la
visión de nuestros pueblos originarios, el “Buen Vivir”.
Es
un verdadero absurdo que millones de seres humanos, deambulen con su
pobreza sobre una riqueza tan grande como la que representa la variedad y
cantidad de recursos naturales de nuestra región, como igualmente es un
absurdo que pretendamos resolver nuestros problemas, cada quien por
separado.
Como
lo hemos expuesto en distintos escenarios, las corporaciones con las
cuales se relacionan nuestros países para la explotación de tales
recursos, tienen una dimensión planetaria, operan de acuerdo con una
estrategia mundial única y obedecen a un mando único. Mientras tanto,
nuestros países negocian por separado lo cual comporta, desde el inicio,
una situación de clara desventaja.
A
esta realidad se unen otros factores, como el hecho de que las
corporaciones están movidas por la búsqueda de mayores ganancias. Para
ello no sólo buscan elevar su productividad, sino el abatimiento de
regalías, impuestos y otras contribuciones que constituyen la
participación de nuestros Estados en los proventos generados por la
explotación de los recursos naturales.
De
acuerdo con los esquemas de distribución que se apliquen, nuestros
pueblos pueden ser favorecidos o desfavorecidos en su objetivo de lograr
el “Buen Vivir”. Al disminuir regalías e impuestos, las corporaciones
obtienen súper ganancias, muy por encima de la media internacional,
introduciendo, además, cláusulas que progresivamente han ido
sustituyendo la soberanía jurisdiccional de los Estados por el arbitraje
internacional. Todo este proceso contrasta con reiteradas declaraciones
de la Organización de las Naciones Unidas. Veamos:
La Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución N. 1803, de 1962, establece claramente:
“1. El
derecho de los pueblos y de las naciones a la soberanía permanente
sobre sus riquezas y recursos naturales debe ejercerse en interés del
desarrollo nacional y el bienestar del pueblo del respectivo Estado.”
“2. La
exploración, el desarrollo y la disposición de tales recursos, así como
la importación de capital extranjero para efectuarlos, deberán
conformarse a las reglas y condiciones que esos pueblos y naciones
libremente consideren necesarios o deseables para autorizar, limitar o
prohibir dichas actividades.” (…)
“5. El
ejercicio libre y provechoso de la soberanía de los pueblos y las
naciones sobre sus recursos naturales debe fomentarse mediante el mutuo
respeto entre Estados basado en su igualdad soberana”.
De
ésta y otras resoluciones de Naciones Unidas con el mismo tenor, se
puede concluir que el principio de la propiedad de los pueblos y
naciones sobre sus recursos naturales, es de validez universal. En lo
que a UNASUR corresponde, debemos decir que todas nuestras
constituciones recogen ese principio, dándole plena vigencia jurídica en
el ámbito de cada uno de nuestros países.
La relación capital-tierra
Ahora
bien, las limitaciones tecnológicas y financieras, en muchos casos,
plantean la necesidad de establecer relación con grandes corporaciones
mineras, energéticas o de otra naturaleza. Se establece así lo que los
economistas clásicos identificaron como la relación capital-tierra, es
decir, relación entre los dueños del capital y los propietarios del
recurso natural. En la realidad actual, los primeros representan no sólo
su interés en la ganancia, sino también el de los grandes consumidores
en el ámbito mundial interesados, tanto en el acceso a recursos
naturales estratégicos que se encuentran fuera de sus territorios y que
han definido como un asunto de “seguridad nacional”, como en los precios
más bajos posibles.
En
el mundo actual, la relación capital-tierra ha adquirido una dimensión
planetaria, dando lugar a violentos y cada vez más frecuentes
conflictos. De allí la vital importancia que tiene hoy, para Nuestra
América y para el mundo, el avance de la UNASUR y de los distintos
procesos integradores de América Latina y el Caribe, y el poder contar
con políticas y planes consensuados que coloquen la soberanía de pueblos
y naciones, como condición indispensable para la defensa de la vida, de
la paz y de la democracia.
La Primera Conferencia de la Unión de Naciones Suramericanas sobre Recursos Naturales para el Desarrollo Integral de la Región,
realizada en Caracas, del 27 al 30 de mayo pasado y a la cual
asistieron un nutrido grupo de expertos y especialistas de la región y
un número considerable de autoridades y representantes de las diferentes
instancias de UNASUR, de los Estados miembros y de organismos
regionales, colocó esta problemática en la mesa de discusión.
Las
conclusiones y recomendaciones de la Conferencia fueron sistematizadas y
recogidas en una publicación que ya se encuentra
disponible. Ciertamente, estos informes y documentos serán de gran
utilidad para la elaboración de la estrategia y políticas antes
planteadas. Al mismo tiempo, se abre toda una agenda de estudio e
investigación que debe profundizarse y ampliarse. No debe extrañar que
en un proceso como éste surjan diversas visiones y enfoques, pero la
tarea consiste, precisamente, en encontrar los aspectos de mayor
coincidencia que permitan avanzar en la construcción de una estrategia
consensuada.
Hoy
más que nunca es urgente la elaboración de una Estrategia continental
consistente y un Plan General coherente para materializarla. Para
avanzar en el diseño de dicha estrategia proponemos:
1. Creación del Instituto de Altos Estudios de UNASUR
Una
de las necesidades que surgen como reflexión de todo lo expuesto
anteriormente, es el desarrollo del conocimiento que nos permita dominar
las especificidades de toda nuestra rica región. Esto requiere de un
nutrido contingente humano sólidamente formado en la teoría y en la
práctica para proveer información e ideas, así como para participar en
el diseño y desarrollo de las políticas correspondientes;
2. Creación de una Comisión de Alto Nivel para Asuntos Estratégicos, adscrita al Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno;
3. La Creación del Servicio Geológico Suramericano (SGSA)
que permita llevar el registro de todo el acervo geológico y de la
información geocientífica como fuente indispensable para la toma de
decisiones, ya no solamente para el conjunto de UNASUR, sino para cada
uno de los países miembros y para cualquier otro interesado;
4. La realización de cinco eventos temáticos,
como continuación del mencionado evento realizado en Caracas en mayo de
este mismo año, que profundizarán el análisis y el debate sobre temas
cruciales para la región, como son:
a) Una reunión de representantes de los organismos que en cada país llevan el registro de los datos geológicos;
b) Reunión
sobre Recursos Hídricos y Gestión Integral de Cuencas, a fin de reunir
la data disponible y realizar las investigaciones conjuntas que se
requieran para llenar los importantes vacíos que aún se aprecian en este
orden, con el objetivo de diseñar políticas y establecer acuerdos
dirigidos a la preservación de esta inmensa y vital fuente de vida;
c) Reunión
para el intercambio de información sobre Biodiversidad y Bosques, temas
que están íntimamente relacionados con el anterior;
d) Un evento sobre Ciencia, Tecnología e Industrialización;
e) Una Conferencia sobre Defensa y Recursos Naturales;
Como
bien se sabe, una política correcta requiere contar con un sólido
soporte en la comprensión de las realidades para las cuales fue
diseñada, más aún cuando se trata de asuntos relacionados con la
estrategia. Este es un aspecto de suma importancia. Ello comporta una
primera definición, sin que la misma se convierta en verdad absoluta o
inmutable. La propia experiencia, que contrasta las valoraciones que se
hacen en el análisis político con las realidades vivas, va arrojando
nuevos elementos al conocimiento humano, a la comprensión de las propias
realidades y a su dinámica. Todo esto debe traducirse en los
correspondientes ajustes de las políticas y de la estrategia.
La
unidad de nuestros pueblos en una sola gran nación es un anhelo y un
legado histórico desde el inicio mismo de la civilización americana, que
cobra fuerza particular con los nuevos liderazgos y las luchas sociales
a inicios del siglo XXI.
Realizar
el vehemente deseo de San Martín, de O´Higgins, de Artigas, de Simón
Bolívar y de los miles de patriotas que regaron su sangre y sus ideas en
todas estas tierras, no solo para darle independencia del imperio
español y proveerle de fuerza para preservarla, significa también
alcanzar la justicia social y la libertad, que se encuentran entre los más nobles propósitos humanos.
Alí Rodríguez Araque, abogado y diplomático venezolano, es Secretario General de UNASUR.
Artículo publicado en la revista América Latina en Movimiento No. 488 de septiembre de 2013, titulada "Recursos y desarrollo: Estrategias en la unión suramericana" http://www.alainet.org/publica/488.phtml
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