martes, 27 de diciembre de 2011

Filosofía aquí y ahora IV. José Pablo Feinmann. Encuentro 12: El marxismo en América Latina II: Salvador Allende





Filosofía aquí y ahora IV - José Pablo Feinmann


Sumario

1 La vía pacífica
2 El golpe
3 La esencia del hombre y la violencia
4 “La historia es nuestra”




1 La vía pacífica


Este es el programa número 12 dedicado al marxismo en América Latina y centralizado sobre todo en la figura de don Salvador Allende y el movimiento hacia el socialismo por la vía pacífica y democrática que él y su partido de la Unidad Popular protagonizaron.

La figura de Salvado Allende es una figura trágica en América Latina por el final trágico que tuvo y por la infamia descarada con la que se le organizó un golpe manejado desde Estados Unidos y con el apoyo, por supuesto, de la clase política chilena, las clases altas chilenas, el ejército chileno, para impedir su proyecto.
El proyecto de Salvador Allende implicaba un proyecto muy original porque era una vía pacífica. En realidad el marxismo no se propone -no se va a encontrar esto en los textos originarios de los padres fundadores del marxismo- la vía pacífica y democrática para llegar al poder. En realidad, las relaciones entre el marxismo y la democracia son muy conflictivas porque en los textos de Marx y de Engels la democracia es una palabra hueca, la democracia es una palabra burguesa porque la democracia  es el sistema parlamentario por el cual el burgués, la burguesía, domina a las clases sometidas a través de toda esa caparazón parlamentaria que no es más que el diálogo de los burgueses de la clase burguesa entre sí misma. Ahora, por eso, el marxismo, ya en las páginas finales del Manifiesto Comunista, siempre plantea la toma del poder a través de la violencia. El manifiesto de 1848 de Marx y Engels, sobre todo escrito por Marx, dice que los comunistas no ocultan sus intenciones y sus intenciones son tomar el poder a través de la violencia. Y que todo movimiento que quiera mantenerse una vez que ha tomado el poder, una vez que ha derrocado el orden establecido que es el orden de la burguesía, debe sostenerse en el poder a través de la aplicación de la autoridad –de la autoridad entendida como la veía Marx en la Revolución Francesa.

Y en el texto de Engels titulado “De la autoridad”, Engels dice: señores, no hay nada más autoritario que una revolución. Una revolución implica “bastillazos”. ¿Qué es un “bastillazo”? Es la toma de la Bastilla. Hay que tomar la Bastilla para hacer una revolución. Es el símbolo que implica el derrocamiento de una clase social. Entonces, la Bastilla se toma en la Revolución Francesa a través de la violencia y la violencia, va a postular Marx, sobre todo en el capítulo XXIV de “El Capital” que se llama “La acumulación originaria”, va a hablar de la violencia como la partera de la historia. Y aquí vemos nuevamente la cuestión de la dialéctica en Marx. Es decir, cuando una sociedad está lo suficientemente madura para ser derrocada por otra, dentro de la dialéctica histórica, es la violencia la que resuelve esta situación. O sea, no hay resolución dialéctica sin una acción violenta de una clase que viene a superar a la anterior. Si la burguesía viene a superar a la monarquía –como en la Revolución Francesa- lo hace a través de la violencia y esa violencia es la partera de la historia, la que hace nacer una nueva sociedad, hace nacer la sociedad burguesa. La sociedad burguesa, no bien nace, engendra al proletariado industrial. Y este proletariado industrial, en determinado momento, se alza en armas contra la vieja sociedad y es la violencia la que va a hacer que el proletariado derroque a la burguesía.
En verdad, este es un esquema bastante biologicista: es como si la historia fuera una especie de gran madre y necesitara una gran partera y la gran partera fuera la violencia. Pero todo esto tuvo un enorme auge, nadie cuestionó los efectos mecanicistas que había en esta concepción dialéctica que Marx había tomado de Hegel. Ni nadie cuestionó a la dialéctica como partera de la historia, la palabra partera, ¿qué es la palabra partera?, ¿qué es la historia entonces? ¿Una mujer que da a luz constantemente? No, la historia es algo mucho más complejo que eso.

Esto no se problematizó. Y el que sí lo problematiza, el que sí trae algo nuevo es Salvador Allende, la Unidad Popular y la postulación de la vía pacífica para llegar al socialismo a través de la democracia.

2 El golpe

Desde que Allende asume es impresionante la velocidad vertiginosa con que empieza a prepararse el golpe, casi podríamos decir el mismo día, porque ya se estaba preparando desde antes, es decir, qué vamos a hacer si gana este comunista. Y lo que van a hacer si gana ese comunista es preparar un golpe de Estado para tirarlo porque no pueden tolerar que haya otro comunista en América Latina. Y esta es una muy buena advertencia para los que creen que la Revolución cubana era exportable, no era exportable. Estados Unidos no iba a tolerar otro Castro en América Latina.

Entonces, en ese momento gobernaba un señor ampliamente detestable que era Richard Nixon junto a otro señor que era peor todavía que era Henry Kissinger que, en mi opinión y en la de muchos, es el más grande criminal de guerra que anda suelto. Lo que se prepara ahí es una reunión inmediata entre Nixon, Kissinger y el diario “El Mercurio” que es llamado el decano de la prensa chilena y que es el diario de los Edwards. También viaja inmediatamente a Washington la ITT, la Pepsi – ¡la Pepsi!, miren que cosa más linda, tan fresca. No, no, la Pepsi es una compañía muy multinacional como la Coca Cola, no sé por qué no viajó la Coca Cola- y el Chase Manhattan Bank para ver a Nixon. Nixon directamente denomina a Allende una y otra vez como “ese son of a peach”, “ese hijo de puta”. Ese es el delicado vocabulario que Nixon le dedica a Allende.

Estamos en medio de la Guerra fría, no hay que olvidar esto. La Guerra fría se dio entre dos grandes bloques, Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero Estados Unidos y la Unión Soviética se suponía que no se iban a agredir entre ellos por el poder atómico que cada uno tenía. Entonces, al no poder agredirse los dos grandes bloques de la Guerra fría, las “guerras calientes” se daban en la periferia: Vietnam, Argelia, por ejemplos. Eran todas guerras calientes de la Guerra fría. Eran todas guerras visualizadas por el Occidente como guerras contra el marxismo. La guerra contra el Frente de Liberación Nacional Argelino, los generales franceses lo dicen muy claramente: nosotros no estamos peleando una guerra colonial, estamos peleando una guerra contra el marxismo. Lo mismo que en Vietnam, hay que frenar el marxismo, que Vietnam del Norte no se apodere de Vietnam del Sur: frenar el marxismo.

Ahora bien, lo que ocurre también es que Allende para el bloque norteamericano y para el poder chileno que está aliado a ese bloque, representándolo ahí en el lugar en que se da lo caliente de la Guerra fría, era un peligro. Allende comienza a tomar una serie de medidas hacia el socialismo que indica un camino muy preocupante para las clases hegemónicas. La nacionalización del cobre es un hecho decisivo, Chile nunca había nacionalizado el cobre. El cobre pertenecía al libre mercado, pero no pertenecía al Estado. Esa medida de estatización determina a su vez un muy metódico plan de desestabilización: hay que desestabilizar al gobierno de Salvador Allende, hay que tirarlo.

Nixon le niega cualquier crédito. Los sectores de la izquierda le van a criticar que Allende pida un crédito a Estados Unidos. Acá cuando Perón pide un crédito a Estados Unidos en 1973, la revista “El descamisado” de los Montoneros saca un título muy coherente y muy trágicamente gracioso que es el siguiente: “¿Qué pasa? ¿Los yanquis nos financian la liberación?” No estaba mal la pregunta.
El desabastecimiento avanza, cada vez hay menos cosas, la gente no puede comprar, le echan la culpa a Allende, todos le echan la culpa a Allende.  Comienzan a movilizarse las clases altas. Las “conchetas” chilenas que son de lo peor, son peores que las de aquí todavía, si es posible, y sí, es posible, son peores que las de aquí. El gobierno de Allende se ve acosado por todos lados porque el movimiento de la izquierda revolucionaria que es el MIR se le pone a la izquierda y lo critica desde la izquierda, posición siempre muy fácil: caramba, Allende, qué le pasa. Usted no hace la reforma agraria, usted no está expropiando a los grandes monopolios, usted no está cambiando la estructura social verdadera del país. La izquierda lo critica a Allende y esto a la derecha le viene, en general, muy bien. La izquierda tiene que ser muy lúcida en estos casos y ver dónde tiene que sumar y dónde si se opone en realidad está restando a la estabilidad de un régimen democrático de izquierda al cual tienen que sostener. Piénsenlo bien esto y que lo piensen los que lo tienen que pensar.

3 La esencia del hombre y la violencia


Allende cae en 1973. Hay que pensar la importancia que ya tenía la prensa, lo mediático, en la desestabilización de un gobierno. Ahora es mucho mayor el poder mediático, directamente representa la derecha en América Latina y su tarea es impedir que los gobiernos giren hacia medidas populistas distribucionistas e impidan la primacía del mercado.

Pero en 1973 “El Mercurio” de Chile, que pertenece a la familia Edwards, está bancado por Estados Unidos. Le da 2 millones de dólares al diario “El Mercurio” para que desestabilice al gobierno de Allende. Y los Edwards están muy contentos, incluso hay un reportaje –voy a decir esto muy breve- que le hacen unas chicas a Agustín Edwards y le preguntan: ¿a usted le parece bien que Pinochet haya prohibido todos los diarios al día siguiente del golpe? Y esto señor Edwards, que parece medio tonto –quiero decir que seguramente eran otros los que manejaban las cosas más macabras del diario, éste ponía el nombre de la familia- dice: pero como no me va a parecer bien, si me eliminan la competencia yo me pongo muy contento. Una respuesta memorable.

Entretanto Fidel Castro visita Chile, recorre Chile, mira Chile junto a Allende y la respuesta que le da es: vuelvo a Cuba más radical que nunca. Sólo la acción violenta va a derrocar al capitalismo. O sea, hay una crítica a la vía pacífica de Salvador Allende. Porque el pensamiento de Allende –como dijimos- era estrictamente éste –y esta era la originalidad de don Salvador-: podemos llegar al socialismo a través de la vía pacífica y a través de la democracia. En los ’70 esto era muy problemático y lo sigue siendo.

En mi novela “Carter en New York” (2009) hay un diálogo entre Allende y Alexander Haig, es un diálogo ficcional pero los diálogos ficcionales frecuentemente dan más que los diálogos documentales, porque si el autor maneja la situación, la puede recrear con mayor profundidad. La situación es que Haig va a tomar un avión y Allende lo va a despedir, y al final de la conversación que es muy tensa le dice: mire señor presidente yo no sé si usted es bueno –como yo creo- o es tonto. Porque hay una esencia del hombre que para usted es buena. Y Allende le dice: no, usted está insultando a la esencia del hombre general Haig. No, no, no –le dice Haig- yo no tengo por qué insultarla. La esencia del hombre para mí no es buena, es egoísta. Por eso nosotros les vamos a ganar todas las guerras a ustedes porque ustedes creen que el hombre es bueno y el hombre no es bueno. El hombre es un ser esencialmente destructivo que no ha hecho más que matar a lo largo de toda la historia y esa esencia del hombre es la que nosotros los capitalistas asumimos. No le dice Alexander Haig que esto estaba en un libro de Freud donde Freud dice que: “la pulsión de muerte se está imponiendo trágicamente sobre el Eros” (que sería la pulsión del amor).
La esencia del hombre sería la esencia de la dominación sobre el otro y la esencia de la destrucción del otro. Y eso es lo que Haig le dice que ellos asumen y que usted pretende que el hombre sea bueno y que llegue al socialismo a través de la vía pacífica. No va a haber vía pacífica porque el hombre no es pacífico. El hombre nació para la guerra y nació para matar. Esta es una polémica que se abrió hace unos años por el filósofo cordobés Oscar del Barco que terminó afirmando el “No matarás” bíblico. Freud se ríe mucho de esas aseveraciones bíblicas, dice: cómo el hombre no va a matar si existe en él la pulsión de muerte. Por qué voy a querer al prójimo tanto como a mí mismo si no sé quién es el prójimo, porai es un personaje detestable el prójimo, ¿cómo lo voy a querer tanto como a mí mismo? Yo sé que soy una buena persona –dice Freud- cómo lo voy a amar tanto como a mí mismo. En todo caso voy a amar más a mi hijo. Esto es “El malestar en la cultura”, un gran libro de Freud de 1930.

Lo original del intento de Allende es quizás, es cierto, ir contra la esencia de la condición humana que es esencialmente destructiva y que no es pacífica. Hegel dijo: “la historia avanza por su lado malo”. Allende la quiso hacer avanzar por su lado bueno. Y pareciera que la historia avanza de negación en negación, de catástrofe en catástrofe, de masacre en masacre.

Entonces la vía pacífica al socialismo quedaría edulcorada y don Salvador Allende quedaría… bueno, vamos a ver cómo queda porque la izquierda le reprocha que la vía pacífica al socialismo es la vía pacífica al desastre. Vamos a ver después qué es lo que opina don Salvador Allende, una de las figuras más puras, más formidables del pensamiento de América Latina.

4 “La historia es nuestra”


Hasta 2 días antes del 11 de setiembre de 1973 en que se produce el levantamiento que derroca a Allende todavía no se sabía qué militar lo encabezaba. Estaban discutiendo entre los militares a ver quién iba a encabezar el golpe y, sorpresivamente, lo encabeza Augusto Pinochet.
Cuando le llega la noticia a Allende, Allende se sorprende: ¿cómo Pinochet si Pinochet es mi amigo? Pero en realidad no era que estaba tan mal informado, es que pareciera que Pinochet en dos días tomó esa decisión y la tomó en serio. La barbarie de los militares y los carabineros chilenos se desata de un modo total, Allende se refugia en “La Moneda”, tiene una metralleta y un casco con él y está el GAP (Grupo de Amigos del Presidente) que son los que se quedan con él a rodearlo hasta el fin. El presidente no se va a ir del palacio de “La Moneda”, se va a quedar ahí y si lo sacan lo van a sacar con “los pies para adelante”. O sea, Allende se queda y se hunde con sus barcos como los capitanes legendarios de tantas historias.

Desde “La Moneda” da su último discurso en el cual se revela su pensamiento esperanzador. Este discurso está alimentado por la fe de un devenir necesario de la historia hacia una situación de justicia social que va a llegar pase lo que pase. Entonces Allende dice: yo no voy a renunciar –y en efecto no renuncia-, voy a mantener mi lealtad al pueblo y si es necesario dar mi vida por eso la voy a dar. Como tienen la fuerza, seguramente nos van a poder avasallar. Pero la idea de Allende es que la fuerza la tienen ahora pero no la van a tener siempre. ¿Por qué? Porque no se detiene los procesos sociales –diría Allende. Y esta es la gran discusión, sí se detienen los procesos sociales. La fuerza detiene los procesos sociales. Hay una frase de Sartre que menciono siempre y la debo haber mencionado en algún momento que dice: “La descolonización está en marcha. Lo único que pueden hacer nuestros mercenarios es demorarla”. No, pueden hacer mucho más los mercenarios. En Chile abortaron por completo el proyecto de Allende y Allende insiste: “la historia la hacen los pueblos y es nuestra”. Que es lo que piensa Alexander Haig, que “la historia es nuestra” –dicen Nixon, Alexander Haig y el bloque Occidental. No la hacen los pueblos, la hacemos nosotros con nuestras armas, con nuestro poder, con nuestros marines. Pero “la historia es nuestra”.

Allende denuncia que su caída se debe al capital multinacional y a la alianza del capital multinacional con los sectores más poderosos del interior de Chile. Esos sectores poderosos son los de siempre, son los intereses financieros aliados a los intereses multinacionales. Ustedes imaginen que la ITT, el Chase Manhattan Bank, tenían intereses chilenos.

Allende sigue insistiendo –claro, es un mensaje final, es un mensaje esperanzador- dice: sepan que mucho más temprano que tarde se abrirán de nuevo las grandes alamedas por las que pase el hombre libre. Si nosotros pensamos que el que dice esto está por morir, están bombardeando el lugar donde él dice esto, está rodeado de 12 o 13 tipos que son su grupo de amigos, es admirable el coraje y la convicción moral e ideológica del hombre que está diciendo esto. Entonces, el hombre que está diciendo esto sabe que va a dar su vida por una causa y sabe que su sacrificio no va  a ser en vano. Mi sacrificio no va a ser en vano –dice- porque la causa que yo encarno es la del socialismo que puede llegar al poder por la vía pacífica –y quizás en ese momento piensa que también por otra vía… no sé lo que piensa en ese momento-, pero lo que yo encarno es la igualdad para todos. Encarno lo contrario del capitalismo que es un sistema de expoliación, el sistema de la desigualdad. Yo quiero la igualdad –dice Allende- y esa es la idea que esencialmente encarno. El pueblo va a tener que defenderse pero tampoco debe sacrificarse –dice Allende que asume que el que se va a sacrificar es él.

Ahí es donde él dice su pensamiento. La historia tiene una dirección. Esa dirección es la de la final liberación de los pueblos. Los pueblos van a llegar a su propia historia. Y las grandes alamedas siempre van a continuar abriéndose -aún después de las grandes derrotas- para que por ellas pasen los hombres libres que cada vez van a ser más. Por esas causas Salvador Allende da la vida, no se escapa, no se va, se queda ahí y en efecto lo matan –algunos dicen que se suicida, bueno, puede ser, si vienen 5 carabineros y están a 10 metros, me pego un tiro.

La conclusión entonces es que este hombre con esa cara de manso, con esa cara de tipo honesto, inteligente, moral, es un ejemplo para América Latina porque es un ejemplo de aquel que va hasta el final con sus convicciones y el final es dar su vida por la paz. Esto es algo notable que define a don Salvador Allende.

Salud don Salvador Allende.





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