Era el balbuceo,
lo que luego fue palabra,
y el millón de lo que no sabía,
nunca se dijo.
Era hombre inteligente lo que esperaba,
y tal vez niña pecadora a la vuelta;
era “mujer de Vietes” lo que sonaba,
y tal vez niño escurridizo aterido.
Era, en el fondo, la película,
la marioneta occidental que hace tus sueños,
la parodia amontonada de los besos,
el gesto hambriento de un elemento decidor…
una pava…
y el agua lista pa los mates.
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