Dudo de mis fuentes, dudo de mis formas. Dudo de todo aquello que se muestre grandilocuente o insigne. Dudo de las verdades de bar y de las otras. Dudo de cuanto hijo de puta no done una moneda al vicio ajeno. Dudo del arte sonámbulo de las calles sordas. Dudo de las manos sin historia. Dudo de las canciones que me enamoran. Dudo de tu canción y de tus formas. Dudo por partes iguales: dudo de ti y de tu madre. Dudo de la existencia más allá de las sábanas. Dudo de las mañanas sin cartas. Dudo de la tinta que sólo escribe_: ‘mareas’.
No tengo nada que decir. No hay nadie a quien le tenga que pedir disculpas, nadie a quien declararle mi amor, nadie a quien pueda insultar, ni siquiera alguien a quien agradecerle. No tengo nada para decir. Ni siquiera a mí misma, ni siquiera a mis padres. No tengo que decirle nada a nadie. Hoy no tengo nada que decir.
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