viernes, 9 de mayo de 2014

Aproximaciones (La Revolución Haitiana, el imperialismo norteamericano y una alternativa neopopulista)







Quiero dedicar estas pocas páginas a mi familia

Al profesor Roberto Follari por entregarnos una entrevista

A mis viejos amigos: Luis E. Agüero, Martín Barrera, Cristian Hilbing, Juan José Olmedo, Esteban Rodríguez, Marcos Saldaño, Pablo Bazán, Corina Cornejo, Celeste Arrieta, Noemí Argañaraz, Pablo Cuello, Luciano García, Juan Esteban Martínez, Osvaldo Caram, Francisco Antón, Joaquín Argés, Flavio Trujillo, Fabricio García, Mariano Elmelaj, Federico Barcos, Verónica Barcos, Fanny Barcos, Teresa Matos, Fabián Patti, Maximiliano Amue, Ezequiel Derhun, Sebastián Dilello, Valeria García, Paulina García, Guillermo García, Pablo Toscano, Nicolás Giordano, Beatriz Soria, Ana Pesquin, Inés Montarce y otr@s que posiblemente me esté olvidando. Que sea por los buenos momentos compartidos. Que los pasos que nos llevaron a “La Panchería”, el kiosco del Fede, Aloha, La Curva, el Bar Irlandés y otros tantos tugurios sean un buen justificativo de lo que compartimos en nuestros años de juventud   




Breve introducción y una despedida
            Tengo pocas ganas de escribir esta introducción. Pero como quiero compartir estos textos con ustedes voy a intentar hacerlo lo mejor posible. Este compilado incluye dos monografías, unos apuntes y una entrevista. La posibilidad de continuidad entre los cuatro textos puede encontrarse aunque no ha sido nuestra intención que exista.
            “La Revolución Haitiana como fundamento ético-político” es una monografía que esboza los lineamientos políticos y filosóficos de aquella revolución. En nuestro paso por la educación formal no nos topamos con el estudio de este proceso social. Al ser la primera revolución independentista triunfante en América Latina y el Caribe (además de ser la primera revolución de esclavos negros victoriosa) creemos que su importancia tiene gran peso. Juan Francisco Martínez Peria, uno de los profesores del curso en donde produjimos este texto y autor de “¡Libertad o Muerte! Historia de la Revolución Haitiana” (Ediciones del CCC, 2012), puntualiza el hecho de que solo tres argentinos han escrito libros sobre esta temática. Esta revolución ha sido convenientemente tapada por las clases dominantes ya que, en el contexto en que se dio, era “impensada”. Sin duda un mal ejemplo. Nosotros creemos que los programas de historia y filosofía de la educación primaria y secundaria deberían considerar incorporarla. Alguien nos podría preguntar ¿por qué esta revolución y no otra (o la totalidad) de las revoluciones independentistas latinoamericanas? La respuesta sería simple: porque la Revolución Haitiana fue la que ayudó a Francisco de Miranda y Simón Bolívar para que desarrollarán las revoluciones en Tierra Firme. Por este motivo fundamental podemos decir que todos los países de América Latina somos deudores de aquellos negros insurrectos que lograron vencer a los Imperios español y francés posibilitando así el proceso independentista por el Norte de América del Sur.
            Luego se encontrarán con el texto “Apuntes desordenados” y la monografía “Repensar el imperialismo”. Ambos trabajos fueron realizados en el marco del curso “La coyuntura geopolítica de América Latina”. Los “Apuntes desordenados” abarcan varios temas que se han ido desarrollando con el transcurrir de las clases. Entendemos que al que más se hace referencia es a los bienes naturales. Es posible que aquí se encuentren varios “contrapuntos”. Esto se da por dos razones: la primera tiene que ver con la complejidad de la problemática y, derivada de esta, la segunda razón consiste en que nuestra posición no está completamente definida. Creemos que tanto el acceso a los bienes naturales como los monopolios de los medios de comunicación serán cuestiones determinantes en los próximos años. Está claro que la lógica monopólica es contraria a los intentos democráticos. En este sentido solamente los pueblos del mundo a través de las organizaciones que puedan darse podrán determinar qué cosa se fortalece y cuál no. Lo cierto es que la concentración extrema de las riquezas y la práctica democrática plantean intereses absolutamente contrapuestos.
            “Repensar el imperialismo” es un intento aproximativo relacionado con las llamadas “teorías clásicas del imperialismo”. A excepción del último texto de este compilado, podemos decir que estos escritos han sido concebidos para el “hombre de a pie” que, al igual que nosotros, se encuentra por primera vez con estas temáticas de manera sistemática. Por esto mismo creemos que hemos construido una suerte de ABC sobre cada uno de los tópicos. El problema de los monopolios, la financiarización de la economía y la brutal política exterior de EEUU son los temas principales que aborda la monografía. Promediando el curso, el profesor Atilio Boron publicó su libro “América Latina en la geopolítica del imperialismo” (Luxemburg, 2012). Allí se encuentra toda la bibliografía del curso y otras más. Es, sin duda, un gran aporte para pensar el momento actual de la región y su vinculación con el Imperio.
            Por último compartimos una entrevista que le realizáramos al profesor Roberto Follari a propósito de la aparición de su libro “La alternativa neopopulista” (Homosapiens editores, 2010). Allí podrán encontrar un análisis sobre lo que Follari conceptualiza como “neopopulismos latinoamericanos de izquierda”. También encontrarán referencias a “La razón populista” del recientemente fallecido Ernesto Laclau y las críticas que Follari realiza a parte de su obra.
            De esta forma he presentado brevemente las temáticas de los textos aquí reunidos. Las contradicciones y contrapuntos que ustedes encuentren en estas páginas no son errores. Quien las escribió tiene estas contradicciones. La dramática realidad humana que vivimos las tiene también. Por eso están.    

  









La Revolución Haitiana como fundamento ético-político[1]
1) Introducción
            Este trabajo monográfico busca analizar el ideario ético-político que construyó la Revolución Haitiana desde la Rebelión de los esclavos de 1791 hasta la Declaración de Independencia de la isla en 1804. Para esto hemos mantenido un cierto orden cronológico en lo que se refiere a los sucesos que acontecieron en Haití, haciendo particular hincapié en aquellos documentos o comentarios en donde se pone de manifiesto la convicción profundamente humanista y conciente de los esclavos negros a la hora de imponerse a la colonización española y francesa.
            El problema de la raza y el racismo está presente en esta elaboración. La relación entre colonizadores y colonizados es otro de los elementos que hemos tratado de visibilizar como forma de entender no sólo a la Revolución Haitiana sino también a nuestro presente (aún) racializado, capitalista y opresivo. El lugar fundamental de los derechos del Hombre[2] haitianizados y universalizados es una de las observaciones más repetidas en nuestro breve estudio.       
2) En el principio fue África
            “El pensamiento crítico es, en última instancia, el de una crítica sin garantías”
Walter Mignolo
El origen de la especie humana tendría su espacialidad en África.[3] Según un estudio reciente, dos etnias africanas habrían protagonizado la primera “separación” humana hace 100.000 años. Un grupo de científicos analizó 2.300.000 variantes de ADN de 220 personas del centro y sur de África y llegaron a la conclusión de que los grupos étnicos khoi y San (bosquimanos) “se separaron hace 100.000 años de la rama ancestral común a la que pertenece el resto de los humanos modernos, incluso antes de que salieran de África, hace 60.000 años.” La investigadora Carina Schlebusch plantea que la divergencia entre los pueblos de este continente tiene una gran importancia a la hora de descifrar la historia de la humanidad. Así, el grupo de los Khoi (ganaderos) y los San (cazadores-recolectores), analizados a partir de la memoria genética, juegan un papel relevante en el conocimiento de las características humanas modernas.[4]
            Enrique Dussel des-cubre el “mito de la modernidad” para poner de manifiesto, en una primera instancia, y al contrario de lo que pensara Georg Hegel, que la historia mundial no va del Este hacia el Oeste siendo Europa la culminación de este proceso sino que su dirección es del Oeste hacia el Este (por eso la región de América Latina y el Caribe sería el Extremo Oriente del Extremo Oriente). Entonces, “… la diacronía unilineal Grecia-Roma-Europa (…) es un invento ideológico de fines del siglo XVIII romántico alemán; es entonces un manejo posterior conceptual del ‘modelo ario’, racista.”[5] Lo cierto es que de la filosofía bantú, del norte de África, del África negra, de Egipto; de esas aguas abrevaron tanto la filosofía griega, Roma, Europa, como así también el judaísmo, el cristianismo y la religión musulmana.[6]
            Es posible rastrear cuáles han sido los “rasgos” civilizatorios que formaron parte de la lógica eurocéntrica desde la invasión a América en 1492 hasta nuestros días. En un primer momento, el par constitutivo fundamental fue el distingo entre humanos/no-humanos. Luego se pasó a la separación entre católicos/no-católicos, europeos/no-europeos y blancos/negros e indígenas – esta última distinción para el caso de Nuestra América-. Para llegar luego a una suerte de doble racismo que podría caracterizarse así: europeo-blanco-central/criollo-blanco-periférico y, luego, al interior de nuestros países en proceso de decolonialización, criollo-blanco-periférico-latinoamericano/negro-e-indígena-periféricos-latinoamericanos.[7]  
            En 1850 nace el intelectual haitiano Joseph Anténor Firmin. Él estudió derecho y se dedicó a la abogacía y al periodismo. En 1883 viaja a París y trabaja como diplomático hasta 1888. Es aceptado en la Sociedad Antropológica de París y se encuentra con una buena cantidad de intelectuales que buscaban darle una forma científica a sus cosmovisiones racistas. Para enfrentar esta situación escribirá su obra De l’Égalite des Races Humaines en donde utilizando el mismo discurso positivista de sus contemporáneos construirá una mirada desde las víctimas, los oprimidos. Aunque cayó en algunas “trampas” eurocéntricas, tuvo una claridad meridiana para recordar que en la base de la tradición europea se encontraba el Egipto antiguo y que allí habían nacido ideas sociales y políticas que serían centrales para Occidente. En relación a la crítica al racismo, Firmin ubicó históricamente a este fenómeno en los siglos XV y XVI cuya elaboración en manos de europeos tuvo como objetivo fundamental “legitimar la conquista de América y la esclavitud de los africanos”. (Martínez Peria, 2012c: 21) Para nuestro autor, el racismo habría tenido dos momentos: uno religioso y otro cientificista (a partir de la Ilustración en el siglo XVIII). Aunque se habría modificado el contenido, para Firmin la lógica de jerarquización de los pueblos continuaba vigente. “Como conclusión de estas premisas Firmin afirmó que no existía ningún tipo de diferencia biológica sustancial entre las diferentes razas del globo y que de ninguna manera podía hablarse científicamente de razas superiores e inferiores.”[8] (Idem: 21-22)
            Joseph Anténor Firmin criticará fuertemente al racismo y al colonialismo durante toda su vida. Postulará que es necesaria la solidaridad entre todos los países víctimas de esta opresión. Por lo mismo, bregará por una política pan-africanista en la búsqueda de la unión de las naciones africanas con Haití al igual que propiciará la reunión entre las islas del Caribe y los países de la región latinoamericana. Por otro lado la Revolución Haitiana será definida por nuestro autor como un “acontecimiento de alcance global” constituyendo a los derechos del hombre como un acto efectivamente universal.

3) Primeras palabras sobre la Revolución Haitiana
            En el año 1522 tuvo lugar la primera rebelión de esclavos negros en Haití cuyo foco de subversión “iluminó” una de las haciendas de Diego Colón (hijo del “descubridor”). Esta primera rebelión fue neutralizada. Sin embargo, en 1804, la Revolución Haitiana será la primera revolución de esclavos triunfante e inaugurará el proceso independentista en América Latina y el Caribe.    
Haití es una palabra de origen arawak que significa “tierra montañosa” y es el nombre precolombino y post-revolucionario que tendrá la isla. A fines del siglo XVII los franceses conquistarán la parte occidental quedando dividida en Santo Domingo y Saint Domingue. Con el paso del tiempo se convertirá en la primera productora de azúcar a nivel mundial haciendo de ella una de las colonias más prósperas de todo el continente.[9] La combinación entre materias primas y trabajo esclavo hacía que la acumulación de capital representara para Francia la tercera parte de todos sus ingresos.
La población haitiana estaba dividida en: los grands blancs (colonos esclavistas y comerciantes), los petit blancs (blancos pobres), los affranchis (mulatos y negros libres) y medio millón de esclavos. Estos últimos, sometidos por las otras tres partes de la población, crearon una lengua y una religión de raíz africana con influencia europea que llamaron creole y vudú respectivamente. Ante la constante opresión laboral, política y social; los esclavos generaron mecanismos de resistencia y lucha definidos como micro y macro cimarronaje (Martínez Peria, 2012a: 5). Desde 1752 a 1758 Makandal será el líder más importante de este proceso constituyendo un mito en la lucha por la libertad.
En 1791 se producirá una gran rebelión de esclavos. Pero antes, en 1789, la Revolución Francesa creará las condiciones para establecer la “Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano” presentándola ante el mundo como una serie de derechos universales que bregaría por la libertad, la igualdad, la vida y la propiedad. Más temprano que tarde se pondrá de manifiesto que el “hombre universal” de esta declaración era un varón, europeo, blanco, propietario, eurocentrado y… ¡racista! La larga tradición de resistencia de los esclavos negros y los “nuevos” derechos dieron lugar a una sucesión de disputas que tenían como objetivo conseguir la libertad. Sin embargo no sólo la emancipación individual estaba en juego sino que ya empezaba a surgir la idea de la independencia de la isla.
Por otro lado hay que tener en cuenta aquello que esbozamos en el punto 2 de este trabajo para re-pensar de qué manera se ha ido constituyendo nuestro conocimiento y nuestras culturas. Sin ánimos de caer en un racismo al revés o en un eurocentrismo al revés, es posible adherir a la hipótesis de Nick Nesbitt analizada por Juan Francisco Martínez Peria (2012a). Aunque el ideario político-social de los esclavos negros fue un híbrido entre los postulados de la Revolución Francesa y la tradición africana, “es plausible que un discurso aún más radical haya provenido desde África, el de la Charte du Mandé. Ésta era una carta de derechos, promulgada oralmente en 1222 por el rey Soundiata Keïta de la nación Mande (actual Malí) para oponerse y terminar con la esclavitud que imponían los árabes en la región. Esta carta, siglos antes de la revolución norteamericana y la francesa, proclamaba, en sus propios términos culturales, algo analogable a los derechos universales de todos los hombres a ser libres y no esclavizados. En este sentido, se basaba ‘en el entendimiento, armonía, amor, libertad y en la fraternidad’ y proclamaba como verdad universal ‘toda vida humana es una vida humana’. Asimismo, establecía que ‘la esencia de la esclavitud queda prohibida de una frontera a la otra de Mandé’. Según Nesbitt, es posible que este ideario anti-esclavista e igualitarista haya perdurado en África y que haya atravesado el océano hacia Haití en los barcos esclavistas. Una prueba de ello, en su opinión, es el proverbio haitiano que dice ‘Tout moun se moun’ o ‘Todo hombre es un hombre’ el cual recuerda claramente las palabras de la Charte du Mandé.”[10]
Fueron los oprimidos los que establecieron la universalidad de los derechos del Hombre. Lo harían desde la “exterioridad” retomada por Enrique Dussel estableciendo un universalismo particular al contrario del particularismo (eurocéntrico) “universal” (Eduardo Grüner, 2009). La denuncia de los esclavos, de los oprimidos, de la “parte” fue la que enrostró en la cara del poder colonial, del poder hegemónico, su alto nivel de hipocresía. Los franceses/blancos/eurocentrados decían defender los derechos de “todos” cuando en realidad defendían sus propios derechos, sus propios intereses, su propiedad privada y su tasa de ganancia. “La verdadera paradoja es que la revolución haitiana es, en este sentido, más ‘francesa’ que la francesa  -puesto que sólo esa parte excluida de lo Universal puede llevar a cabo el principio de ‘universalidad’-, pero sólo puede serlo porque es haitiana  -porque es la particularidad  que por definición le falta  a la ‘Totalidad’-.”[11] Pero, la pretendida “Totalidad” no logró totalizarse[12] y las exigencias ético-políticas de los esclavos haitianos libertos aún se encuentran en nuestro futuro.
Eduardo Grüner titula su texto de la siguiente manera: A partir de hoy somos todos negros basándose en el art. 14 de la Constitución haitiana de 1805. La segunda parte de este artículo dice: “Todos los ciudadanos, de aquí en adelante, serán conocidos por la denominación genérica de negros”. Y haciendo hincapié en una situación paradojal, expresa: “es el polo extremo, aquel que se contrapone  a la pretensión de universalidad, el que pone de manifiesto la constelación en su totalidad. El sentido no es meramente jurídico: se trata de no ocultar ni disfrazar, en la historia que ahora puede llamarse ‘haitiana’, el lugar determinante que en ella ha tenido el conflicto político entre las ‘razas’.” (Grüner, 2009: 1-2) El filósofo indica también que existe una mirada “pluri-identitaria” en el hecho de nombrar a la isla como “Haití” retomando así su nombre indígena original. A esto podemos agregarle que en la “Proclamación de la independencia de Haití” del 1 de enero de 1804, Jean-Jacques Dessalines se presenta como “el General en Jefe del ejército indígena”. Luego, a lo largo de esta proclama, en solo dos páginas y media se menciona tres veces la palabra “indígenas”.[13] De igual modo, no sería correcto desatender una de las “indicaciones” que lleva implícito este artículo 14 y que Grüner plantea así: “… hace la crítica – (…) ‘anticipada’- de ciertas celebraciones ‘multiculturalistas’ que suelen pasar por alto hasta qué punto las ‘diferencias’ son una función de las desigualdades  producidas por el poder.” (Idem: 2) 

4) Trece años de revolución
            “Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre”
Inca Yupanqui, en las Cortes de Cádiz, 1811
Para este apartado vamos a continuar la línea que nos propone el texto de Martínez Peria: El ideario político crítico de la Revolución Haitiana. No queremos analizar la violencia legítima de los esclavos negros sobre los colonizadores españoles y franceses sino que nos interesa el ideario ético-político que sus reivindicaciones encarnan. Tampoco deseamos realizar algún tipo de “innovación” conceptual (¡esa debilidad por “lo nuevo” en la cual solemos caer!) ya que consideramos que en la descripción de los lineamientos revolucionarios tendremos suficientes conceptos para analizar. Más bien nos interesaría organizar adecuadamente las intervenciones de este hecho histórico. Acaso echemos mano a los conceptos de “colonización”, “raza” y “colonialidad del saber” como una forma de profundizar en el itinerario antillano.
            De la Rebelión de esclavos de 1791 hasta la declaración de independencia en 1804 pasan trece años. La Rebelión es organizada por doscientos esclavos que se lanzan contra los amos-opresores. El líder de este movimiento será Bois Caiman Boukman y el objetivo fundamental de la revuelta será la re-humanización. Otros líderes se sumarán a la lucha: en primer término Jean François y Biassau, luego Toussaint Louverture. Las primeras negociaciones fracasan generando diferencias entre los líderes del movimiento. Sin embargo, de esa experiencia nace el ideario de la revolución que toma forma en la “Carta a la Asamblea General de Jean François, Biassou y Belair Toussaint, julio 1792”; allí leemos: “Bajo el golpe de su látigo bárbaro nosotros hemos acumulado para ustedes los tesoros que disfrutan en esta colonia; la raza humana ha tenido que sufrir la barbarie con que ustedes tratan hombres como ustedes –sí hombres- sobre los cuales ustedes no tienen otro derecho que ser más fuertes y más bárbaros que nosotros…” (…) “Nosotros somos negros, es verdad, pero dígannos caballeros, ustedes que son sabios, ¿cuál es la ley que dice que el hombre negro debe pertenecer al hombre blanco? Definitivamente ustedes no podrán mostrarnos dónde ella existe, si no es en otro lugar que su imaginación, siempre propensa a crear nuevas fantasías con tal de que los favorezcan.”[14]
            En la expresión “bajo el golpe de su látigo bárbaro” puede percibirse, sentirse el dolor del cuerpo del oprimido que, en su grito, desnuda la barbarie de los europeos “civilizadores”. Luego dicen: hemos acumulado lo que ustedes disfrutan; tanto Aníbal Quijano como Ramón Grosfoguel coincidirán en que la idea de raza y racismo son constitutivos del capitalismo global (Castro-Gómez, Grosfoguel, 2007: 14) (Restrepo, Rojas, 2010: 128). Así, el racismo no forma parte de un espacio diferente a la estructura misma del capitalismo histórico. Aunque no constituye una única acción condicionada sí representa una determinante fundamental para entender el sistema de explotación imperante.          
Los dos párrafos citados no tienen desperdicios. Imaginemos que un iraquí se lo dice (¡hoy!) a un marine norteamericano, un indio toba a un terrateniente sojero o un sujeto intervenido con una nueva tecnología para la represión, la tortura y la muerte al “campo[15] represivo” en su conjunto: “la raza humana ha tenido que sufrir la barbarie con que ustedes tratan hombres como ustedes –sí hombres- sobre los cuales ustedes no tienen otro derecho que ser más fuertes y más bárbaros que nosotros”. ¡Qué cátedra de Humanidad, Señores! ¡Dejemos todos los conocimientos que hemos acumulado hasta ahora y dediquémonos a analizar sólo estos párrafos hasta el día en que nos lleve la Parca! La raza humana, la especie humana, ¡una! (proposición mundial biológicamente acertada) sufre su barbarie, nosotros somos los oprimidos, a nosotros nos golpean y torturan, a nosotros nos envían sus drones, ¿y luego los bárbaros somos nosotros? No, están muy equivocados. Los asesinos, los eurocéntricos, los que viabilizan una razón instrumental con arreglo a fines (¡perversos!), los que se desviven por ejercer su voluntad-de-poder son ustedes: Ustedes -y no Nosotros- son los bárbaros. Pero cuidado: nosotros somos hombres iguales que ustedes, no somos “americacentrados” o “haití-centrados” sino que postulamos una verdadera igualdad, una sola “raza”, una sola “especie”. Y pensar que hasta mediados del siglo XX una buena parte de la producción intelectual continuó tratando de justificar el racismo. Y pensar que, todavía, la barbarie del “campo represivo” se pasea por todas las calles del mundo desparramando tortura y muerte.[16]  
Repitámoslo: “Nosotros somos negros, es verdad, pero dígannos caballeros, ustedes que son sabios, ¿cuál es la ley que dice que el hombre negro debe pertenecer al hombre blanco? Definitivamente ustedes no podrán mostrarnos dónde ella  existe, si no es en otro lugar que su imaginación, siempre propensa a crear nuevas fantasías con tal de que los favorezcan.” (¿Acaso esto es proto-psicología?) Hemos podido observar a lo largo de la historia de qué forma las “fantasías” de las clases dominantes han logrado que ellas mismas salgan favorecidas. Las fantasías han sido “los negros”, “los asiáticos”, “los indoamericanos”, “los comunistas”, “los terroristas”, “las armas de destrucción masiva”, etc. como enemigos de “la democracia, la libertad y la paz”. Dependiendo del contexto socio-político, el imperialismo de turno y sus países dependientes han articulado sus fantasías para lograr mantener su hegemonía propiciando matanzas y atropellos difíciles de enumerar.
Aimé Césaire trabajará largamente el problema del colonialismo. El político e intelectual martiniqués en su Discurso sobre el colonialismo (1950) va describiendo cuáles son las formas de dominación que establecen los colonizadores y la manera en que van generando lo que hoy podríamos llamar una colonialidad del saber (Restrepo, Rojas, 2010: 135). En un primer momento Césaire marca cuáles son los dos problemas que ha generado la civilización europea: el proletariado -en tanto oprimido- y las colonias. “En la colonización el gesto decisivo es el del aventurero y el pirata, el del comerciante” (Césaire, [1950] 2004: 14). Luego agrega: “Habría que estudiar (…) cómo la colonización trabaja para descivilizar al colonizador, para embrutecerlo (…) para degradarlo, para despertar sus recónditos instintos en pos de la codicia, de la violencia, del odio racial, el relativismo moral y habría que mostrar después que cada vez que en Vietnam se corta una cabeza y se revienta un ojo, y en Francia se acepta, que cada vez que se viola a una niña y en Francia se acepta, que cada vez que se tortura un malagache y en Francia se acepta, habría que mostrar digo, que cuando todo esto sucede se está verificando una experiencia de la civilización que pesa por su peso muerto, se está produciendo una regresión universal y que después de todos estos tratados violados, de todas estas mentiras propagadas, de todas estas expediciones punitivas toleradas, de todos estos prisioneros maniatados e ‘interrogados’, después de este orgullo racial  estimulado, de esta jactancia desplegada, lo que encontramos es veneno instalado en las venas de Europa y el progreso lento pero seguro del ensalvajamiento del continente.” (Idem: 15) (negrita nuestra) En este discurso va a criticar el racismo religioso, el racismo biológico, el racismo geográfico, el racismo climático, etc. En la volteada caerá Renan (por dividir a los seres humanos en raza de obreros –chinos-, raza de trabajadores del campo –negros- y raza de amos y soldados –europeos-), Albert Sarraut, A.M.Gorou, el reverendo padre Tempels, Yves Florenne, Gobineau y Caillois[17]. También llamará la atención sobre dos puntos centrales: 1) Europa es responsable frente a la humanidad de la mayor cantidad de cadáveres de la historia y 2) la barbarie de Europa occidental es sólo superada por EEUU. (Idem: 21 y 22 respectivamente)
La carta de los líderes de la revolución irá acompañada por dos demandas centrales para el proceso de “humanización” de los esclavos: 1) la abolición de la esclavitud a cambio de la paz y 2) la vuelta al trabajo en las plantaciones por un salario digno y justo. En setiembre de 1792 la Asamblea envía delegados con tropas para restituir la esclavitud. En la metrópoli (Francia) la Nueva Carta Magna establece una monarquía constitucional. España e Inglaterra le declaran la guerra a Francia en 1793. Por eso mismo comienza una disputa por la isla: por un lado, los ingleses están a favor de la esclavitud y reciben el apoyo de los grand blancs, petit blancs y un sector de los affranchis; por el otro, los españoles desde Santo Domingo le ofrecen armas a los esclavos a cambio de la libertad. El 29 de agosto de 1793 el delegado francés Sonthonax se ve obligado a abolir la esclavitud para que los rebeldes vuelvan al bando galo. Toussaint Louverture, ante la declaración del delegado francés, pone de manifiesto que él ha llevado adelante la lucha para la liberación.
    La Revolución Francesa da su paso más relevante cuando la Asamblea Nacional decreta abolida la esclavitud en el Imperio el 4 de febrero de 1794. Sin embargo, mantendrá el dominio sobre las colonias considerando que los pueblos no-europeos no son capaces de autogobierno. En ese contexto, Toussaint Louverture se pasa al bando francés con sus tropas distanciándose de Jean François y Biassou por considerar que éstos tienen un escaso compromiso con la causa. Entre 1794 y 1801 el líder negro y sus seguidores ex esclavos generan un dominio en donde, en primer lugar, expulsan a los españoles en 1795; luego a los ingleses en 1798 imponiéndose también sobre franceses blancos y affranchis. En 1801 Toussaint es gobernador de Saint Domingue, conquista Santo Domingo y promulga una Constitución para toda la isla. A través de los postulados de igualdad y libertad legaliza el orden post-racial y post-esclavista. A nivel político-gubernamental Toussaint reconoce a Saint Domingue como parte del Imperio Francés pero, al no existir un ejercicio verdaderamente imperial, podría decirse que la isla es independiente de hecho.
Aunque la situación en “Haití” parecía normalizarse, Napoleón Bonaparte encabeza una etapa conservadora en este periodo. En febrero de 1802 llega a la isla una expedición de 40.000 oficiales (J.A.Ramos habla de 25.000 veteranos) al mando del General Leclerc. Además de Toussaint Louverture, surgen otros líderes como Jean-Jacques Dessalines, Christophe y el mulato Alexander Petion (el accionar de este último será decisivo para habilitar el proceso independentista en Tierra Firme). Lo cierto es que se produce una gran resistencia en donde los rebeldes queman ciudades enteras para frenar la embestida del ejército imperial. En abril de 1802 los revolucionarios habían ganado terreno en la batalla, sin embargo Christophe y otros oficiales se pasan al bando francés. A mediados de mayo Toussaint Loverture, el ex esclavo haitiano, se rinde y termina preso en Francia donde fallece. Al caer Loverture las masas se sublevan. Napoleón amenaza con restituir la esclavitud. El artículo 1º del Decreto del 30 Floreal del año XI (20 de mayo de 1802) decía: “En las colonias restituidas a Francia en ejecución del Tratado de Amies del 6 germinal, año X, la esclavitud será mantenida conforme a las leyes y reglamentos anteriores a 1789.”[18] Al enterarse de esta situación, Christophe, Dessalines y sus tropas abandonan el bando francés y se suman nuevamente al frente revolucionario. A las derrotas militares que sufren los franceses se le suma la fiebre amarilla que azota la isla. El 1 de noviembre de 1803 muere el General Leclerc. Rochembeau, su reemplazante, lleva adelante masacres masivas pero es inútil: el Imperio Francés ha sido derrotado por los revolucionarios ex esclavos negros haitianos. El 31 de noviembre Rochembeau debe abandonar la isla. (Martínez Peria, 2012a)
El 1 de enero de 1804 en la “Proclamación de la Independencia de Haití” leemos: “No basta con haber expulsado de nuestro país a los bárbaros que lo han ensangrentado durante dos siglos; no basta con haber puesto freno a las facciones siempre renacientes que se burlaban, unas tras otras, del fantasma de libertad que Francia colocaba ante vuestros ojos; es necesario, por medio de un acto último de autoridad nacional, asegurar para siempre el imperio de la libertad en el país que nos vio nacer; es necesario arrancar al gobierno inhumano que mantiene desde hace tanto tiempo a nuestros espíritus en el letargo más humillante, toda esperanza de dominarnos; es necesario, en fin, vivir independientes o morir.”[19] (negrita nuestra) El 20 de mayo de 1805 (año II de la Independencia) es sancionada la Constitución Imperial de Haití.

5) Conclusiones: las condiciones de posibilidad de lo impensable
Una parte de la historiografía acuerda en que la Revolución Haitiana ha sido concientemente tapada por los grupos de poder. En un primer momento Michel Rolph Trouillot propuso que esta revolución era “impensable” –para la clase dominante- ya que no había forma de que una comunidad de esclavos negros tomara en sus manos el destino de un país generando de facto la primera declaración universal de derechos humanos. Para España, Francia, Inglaterra y después Estados Unidos, la sola idea de ver sus manos manchadas de sangre, de descubrir entre sus filas la barbarie más atroz era, sin duda, impensable. Sin embargo, cuando pudieron pensarlo, tuvieron claro que no era para nada conveniente. Por eso mismo, esta revolución todavía resulta marginal si acaso la comparamos con la “buena prensa” que tiene una Revolución Francesa o una Revolución Industrial inglesa.
Alexander Petión es un sujeto bastante desconocido. En 1806, Francisco de Miranda, cansado de esperar ayuda británica, decidió realizar una primera incursión en Venezuela. Pero antes pasó por Haití donde Jean-Jacques Dessalines y el General Petión le brindaron la ayuda que necesitaba para comenzar la lucha. En agosto de ese año Miranda invadirá Vela de Coro dando comienzo al proceso independentista. Luego de la instauración de la Primera República en Venezuela, la reacción realista no se hizo esperar y vencieron al movimiento revolucionario. Miranda es encarcelado y Simón Bolívar debe exiliarse. Regresará a Venezuela a principios de 1813 y en agosto de ese año vencerá a los realistas e instaurará la Segunda República. Sin embargo no durará mucho tiempo ya que una nueva derrota pondrá al Libertador en el exilio. A principios de 1816 Alexander Petión le daba la bienvenida en Haití a él y a dos mil exiliados. En esa circunstancia se firmará un pacto en donde el gobierno haitiano le entregaba dinero, armas y tropas a cambio de que Bolívar aboliera la esclavitud en Venezuela. En junio de 1816 los revolucionarios desembarcan en las costas de Tierra Firme y nuevamente son derrotados. Así y todo, la inconmensurable voluntad independentista de Petión sale al auxilio de Bolívar. En 1817 los rebeldes, en una nueva expedición, logran establecerse en Venezuela. A esta altura, uno puede preguntarse sin ningún reparo si acaso Alexander Petión no se merece el título de “Libertador” al igual que Simón Bolívar.[20]
La Revolución Impensable demostró ser anti-esclavista, anti-racista y anti-imperialista. El proceso de descolonización que ella inaugura nos obliga a pensar en nuestro propio presente. ¿Cuál es el nivel de influencia del imperialismo norteamericano en América Latina y el Caribe? ¿Cuál es la posición que ocupamos en el sistema-mundo capitalista? ¿Qué resistencias florecen ante las masacres perpetuadas por este modo de producción caduco? La resistencia afroamericana llevó la idea de Hombre y humanidad hasta las últimas consecuencias. Su dignidad golpeó en la Conciencia del mundo entero instaurando su épica dentro del devenir de la historia mundial. Desestructuró a la “invasión”, a la “colonización”, al “eurocentrismo”, a la “voluntad-de-poder” europea (y luego norteamericana), al “racismo” y a la soberbia imperialista que aún campea libremente por el mundo. Se atrevió a pensar lo impensable, a hacer lo imposible y a reivindicar lo negado y oprimido: la “negritud” (para decirlo con palabras de Aimé Césaire).
Si para los esclavos negros haitianos el problema era el esclavismo, para nosotros es el imperialismo y el capitalismo. Creemos, como plantea Enrique Dussel, que los países latinoamericanos necesitan conformar ejércitos puramente defensivos para evitar una invasión externa. También estamos de acuerdo con que la clase política debe ejercer un poder Obediencial (término utilizado por Evo Morales que se basa en el principio del “mandar-obedeciendo” zapatista). Sin embargo, hemos visto de cerca lo que la práctica de la colonización, la práctica de la dominación, la práctica de la voluntad-de-poder-nietzscheana le hace al ser humano. Hemos visto a lo largo de la historia la deshumanización implacable y atroz que el “campo represivo” se hace a sí mismo y a los demás. La Revolución Haitiana nos demuestra algo que, por obvio, pasa desapercibido: el opresor se deshumaniza al oprimir y el oprimido se deshumaniza al ser oprimido (Frantz Fanon y Paulo Freire, desde distintos puntos de vista, estudiaron esta cuestión). Marx decía que, mientras se mantuviera la división de la sociedad en clases, la humanidad viviría en su pre-historia. Nosotros decimos que mientras se siga fortaleciendo un “campo represivo” con nuevas tecnologías para la represión, la tortura y la muerte, la vida en la Tierra será la vida de la deshumanización. Por eso, nuestra intuición nos dice que es necesario: “un ejército defensivo para que no haya más ejércitos”, “una policía ultra-profesional para que no haya más policías”, “un grupo de hombres y mujeres que escapen de la fatalidad opresor/oprimido para que, en un futuro, sea posible hablar de humanidad”.
















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Audiovisual
Seminario “Filosofía Política en América Latina Hoy” organizado por la Universidad Andina Simón Bolívar (sede Quito). Expositor: Enrique Dussel. Disponible en web: http://vimeo.com/estudiosculturales (4/11/2012)










Apuntes desordenados[21]

1. En el siglo XXI varios gobiernos de América Latina han sufrido procesos de desestabilización en donde EEUU ha jugado algunas veces papeles centrales y otras tantas secundarios. Deben contarse como golpes de Estado “exitosos” a Haití en 2004, Honduras en 2009 y Paraguay en 2012. Entre las iniciativas que fracasaron son evidentes Venezuela en 2002, Bolivia 2008 y Ecuador 2010. Además de lo apuntado, no puede soslayarse que la caracterización que hace el Imperio a partir de lo cual un país puede “engendrar terroristas globales” deja a buena parte de la periferia susceptible de esa “etiqueta”. Por eso Thomas P. M. Barnett, profesor de la Escuela de Guerra Naval de EEUU, le advierte al Secretario de Defensa: “Muéstrenme dónde la globalización es densa con redes de conectividad, transacciones financieras, medios de comunicación liberales y seguridad colectiva, y yo les mostraré regiones con gobiernos estables, elevados niveles de vida y más muertes por suicidio que por homicidio. A estas partes del mundo las llamo Centro en Funcionamiento (Functioning Core). Pero muéstrenme dónde la globalización está desapareciendo o está simplemente ausente y le mostraré regiones plagadas de regímenes políticos represivos, pobreza y enfermedades muy difundidas, asesinatos masivos rutinarios y –lo más importante– los conflictos crónicos que incuba la próxima generación de terroristas globales. A estas partes del mundo las llamo la Brecha no integrada (non-integrating Gap) (...) La verdadera razón por la cual adhiero a una guerra semejante es que el compromiso militar a largo plazo que resulte de ella forzará finalmente a EUA a tratar con ‘estos países no integrados’ en su totalidad como una amenaza estratégica global” (Panitch,  Gindin; 2005: 58). A partir de aquí la gran paradoja: sólo los opresores pueden determinar lo que es la globalización “necesaria” no por sus capacidades sino por sus métodos de imposición. Más adelante podemos leer: “En la Brecha no integrada se encuentran Haití, Colombia, Brasil, Argentina, la ex Yugoslavia, el Congo, Ruanda-Burundi, Angola, Sudáfrica, Israel-Palestina, Arabia Saudita, Irak, Somalia, Irán, Afganistán, Pakistán, Corea del Norte e Indonesia –a los que pueden sumarse China, Rusia e India como ‘nuevos/integrantes miembros del centro [que] pueden perderse en los próximos años’”.
La soberbia expuesta a partir de la caracterización que hemos “robado” puede justificar muchas de las actitudes que EEUU desarrolla en nuestro subcontinente (por supuesto, ¡no faltan lacayos-periféricos que imponen estas mismas reglas a sus propios pueblos! ¡Viles vendepatrias!). Es por estos motivos que el 12 de octubre de 2012 en el diario “El Sol” pudimos leer el siguiente titular: “Duro mensaje del departamento de estado de Estados Unidos a Hugo Chávez”. Mike Hammer,  subsecretario interino de Asuntos Públicos del Departamento de Estado de EEUU, le recordó a Hugo Chávez que 6 millones de venezolanos han votado por Henrique Capriles y que cualquier presidente está obligado a gobernar para toda su población[22]. Es evidente que solo un Imperio puede, con un sutil manto de amenaza, propinar tales palabras a un mandatario recién electo de un país Sudamericano. Luego del fallecimiento de Chávez y las nuevas elecciones que dieron como ganador a Nicolás Maduro, Washington aún no reconoce al nuevo presidente venezolano quien fuera electo en abril de 2013. Resulta evidente que semejante actitud no es sino una amenaza a la estabilidad democrática de aquel país.

2. Aquí van algunos de los rasgos de esta nueva crisis capitalista planteados por el profesor Atilio Boron: A- Estalla en el corazón mismo del capitalismo (a diferencia de las anteriores que fueron periféricas –desde las crisis de las deudas de los ’80s a Argentina en el 2001). B- Existe más del 20% de desempleo en EEUU cuestión que se agrava aún más teniendo en cuenta que la prosperidad de su economía depende en un 70% de su consumo interno. C- Absoluto desacople entre la economía real y las finanzas. D- Es una crisis de larga duración, aunque quieran hacernos creer lo contrario. E- Los países centrales, particularmente los europeos, tienen deudas públicas que superan ampliamente su PBI. F- Esta crisis es la primera realmente mundial ya que tanto la de la “Larga Depresión” (1873-1896) como la de la “Gran Depresión” (1929) no tenía al capitalismo con el nivel de expansión que tiene en la actualidad; por ende, no todos los países sufrieron las crisis de fines del s. XIX y principio del XX. G- Crisis de la matriz energética basada en la utilización de combustibles fósiles (recurso finito y no renovable) H- Otra característica de esta crisis es el cambio climático: en la medida en que el medio ambiente se transformó en una mercancía, el capitalismo realiza diariamente prácticas de ecocidio devastadoras. I- Crisis del agua: el 20% de la población carece de acceso al agua potable y 1 de cada 3 personas no dispone de medios de saneamiento adecuado. Detrás de esto existe la intención capitalista de privatizar este bien natural. J- Crisis alimentaria: combinación entre un elevado nivel de consumo y un creciente interés del sistema por los agronegocios cuestión que incrementa el precio de los alimentos.  

3. Tanto Samir Amin como David Harvey hacen referencia al concepto de “acumulación por desposesión”. Teniendo en cuenta la crisis de la matriz energética, la crisis del agua y la crisis alimentaria (todas incluidas en la “crisis general del capitalismo”), uno de los riesgos para América Latina pasa por determinar cuáles son las políticas imperiales para nuestra región y qué mecanismos de defensa pueden articularse para evitar un “saqueo masivo imperial” (más allá del que, efectivamente, hoy se produce). David Harvey nos dice que “la crisis se mueve rápido y es contagiosa”. Hay gran diferencia entre el “paquete de estímulo” impulsado por EEUU (un paquete escaso) y el de China. En Latinoamérica, los productos primarios son muy requeridos por el mundo (como el poroto de soja). En la medida en que existe una relación con el “paquete de estímulo” chino se ve un renacer en este aspecto. Volviendo sobre el tema de la “acumulación por desposesión”, en América Latina y otros países se da un ataque a los pueblos originarios, a las comunidades campesinas cuando se expropian territorios originarios por la voracidad de empresas transnacionales.
Otro riesgo para América Latina tiene que ver con el camino que tomará nuestra región. En palabras de Samir Amin, o se sale de la crisis del capitalismo o se sale del capitalismo en crisis. Hay una resistencia que se hace mucho más presente en la periferia (sobre todo en Nuestro Sur) que en los países centrales. Sin embargo, también hay que decir que no faltan movilizaciones ni reclamos en los países “desarrollados” hoy en crisis. No hay duda que en países como Venezuela, Ecuador y Bolivia se encuentra la vanguardia en la doble articulación anti-imperialista y anti-capitalista. El socialismo como etapa superadora del capitalismo es la oportunidad que estos tiempos de crisis nos ofrecen. El gran riesgo para nuestra región sería quedar pegados solo a un “neodesarrollismo” (más allá que, en un contexto de crisis, ciertas políticas en ese sentido ayudan mucho) y que si –por ejemplo- en un futuro el “paquete de estímulo” chino decae (limitando la exportación de soja, etc.)[23] o algunos de los países con los cuales hay relaciones económicas estrechas entra en crisis; nosotros nos veamos condenados a un estancamiento y a viejas-nuevas medidas de ajuste estructural.  

4. El movimiento de la IV Flota ha sido un llamado de atención para toda la región. Es delicado el hecho que apunta el profesor Atilio Boron sobre el aviso que Estados Unidos les hizo a los Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de América Latina en relación con el movimiento de esta Flota, sin avisarles a los presidentes de los distintos países. El vínculo represivo regional es siempre preocupante. (Más allá de lo estrictamente militar, es interesante el comentario que hiciera Hebe de Bonafini: le inquietaba más la “flota” de las empresas norteamericanas en el país que el movimiento de la IV Flota).
Una ley realmente dañina que fuera sancionada a fines de 2011 es la Ley Antiterrorista. De más está decir que, en la tensionante vinculación entre bienes naturales y el consumo desorbitado de la sociedad estadounidense, una ley por el estilo genera las bases para reprimir acciones que pueden ir, legítimamente, en defensa de algún mecanismo de saqueo que pueda llevar adelante el Imperio. Por eso mismo, los intelectuales de Carta Abierta, Horacio Verbitski, Mempo Giardinelli, etc. -ninguno de los cuales podría ser tildado de anti-kirchnerista- han advertido sobre lo poco adecuado de esta legislación y la necesidad de revisarla.
En Argentina se ha tomado una serie de medidas que no van en la dirección que EEUU pudiera desear. Las políticas públicas inclusivas, la cancelación de deuda externa (amén de que sería interesante revisarla como lo hiciera Ecuador y a partir de allí saber qué hacer con la “deuda odiosa”) y el afianzamiento regional forman parte de mecanismos que nada tienen que ver con aquella propuesta del ALCA o con los intentos de imposición de libre comercio propios de sus conveniencias imperiales. Hay que recordar también la valiente defensa que Cristina Fernández de Kirchner y el gobierno nacional están llevando adelante en relación con la soberanía de las Islas Malvinas. Enfrentando al ex Imperio Inglés, la Argentina está dando una batalla pacífica para que se respeten las resoluciones de la ONU y que la posibilidad de diálogo con aquel país central sea posible. Sin duda que esto significa un fuerte signo de autonomía ante los poderes fácticos. Por otro lado, también es cierto que hay un alto grado de extranjerización de la economía argentina en donde EEUU, China, Canadá (en megaminería, por ejemplo) constituyen un fuerte bastión.

5. La naturaleza (la parte que no es el ser humano) más temprano que tarde le exige a los seres vivos que en ella habitan que cumplan con el respeto mínimo indispensable para lograr su autoregeneración. Aunque hay bienes naturales que son finitos y se extinguirán inevitablemente otros no lo son y es necesario respetar sus tiempos para que puedan retomar su ciclo natural. Sin embargo cuando como especie humana empezamos a consumir desaforadamente bienes naturales no renovables, corremos el riesgo de extinguirlos (y, en el corto o mediano plazo, nosotros con ellos).
Está claro que el default de la naturaleza sería el fin de la vida en el planeta. América Latina y el Caribe corren un grave riesgo ya que poseen una inmensa cantidad de minerales, energías fósiles, agua, biodiversidad, etc. Por eso nuestra región resulta un lugar indispensable para el desarrollo de la vida. Sin embargo, y como bien subtitulaba Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”: “La economía norteamericana necesita los minerales de América Latina como los pulmones necesitan el aire”. El imperio norteamericano necesita de muchos de nuestros bienes naturales para mantener su desproporcionado nivel de consumo. Como ya lo ha demostrado en otras latitudes su actitud es invasiva cada vez que una necesidad lo aqueja. Después de la Segunda Guerra Mundial está claro que cada enfrentamiento bélico incluirá una disputa por los bienes naturales del país invadido (si tenemos en cuenta lo que plantea Atilio Boron en relación a que el 50% del gasto militar anual lo realiza sólo EEUU, ya casi no podremos hablar de “guerras” –en los términos en que antes se entendía- sino de lisas y llanas invasiones imperiales).
La morosidad que vivimos hoy tiene que ver con la contaminación ambiental, el calentamiento global que provoca el derretimiento de los polos, la extinción de muchas especies animales y vegetales, catástrofes que poco tienen de “naturales” y un largo y preocupante etcétera. Esta morosidad es la que buena parte de los pueblos originarios y Constituciones Nacionales (como las de Bolivia y Ecuador) están tratando de mitigar. En defensa de la Pacha Mama y en la búsqueda del “Buen Vivir” se busca revertir la situación crítica de nuestro medio ambiente. Así y todo, será necesario encontrar las herramientas para disminuir el insoportable nivel de consumo norteamericano ya que si extrapolamos su consumo a todos los habitantes del mundo se necesitarían más de 5 planetas para satisfacer esa hipotética demanda.

6. El pachamamismo es un movimiento que pone a la Madre Tierra por sobre todo otro interés planetario. Existe en este movimiento un cierto “fundamentalismo” que lo hace un tanto impracticable. El extractivismo vendría a ser la otra cara del pachamamismo o sea la justificación a todo tipo de utilización de la naturaleza sin medir consecuencias. Aquí se plantea un gran conflicto para los gobiernos progresistas de América Latina ya que, por un lado, sienten la obligación de explotar los bienes naturales para generar, entre otras cosas, un proceso de redistribución de las riquezas (y ¡ay si nuestros países pobres no necesitan de esta redistribución!). Pero, por otro lado, existen todas las problemáticas que esbozamos más arriba y que ponen en riesgo la supervivencia misma de la especie.
Sabemos que hay tres actividades principales que son de especial preocupación en nuestra región: la extensión del cultivo de la soja, la producción de biocombustibles y la megaminería a cielo abierto con uso de sustancias tóxicas. Son muchos los movimientos sociales a lo largo y a lo ancho de Nuestra América que denuncian las consecuencias de estas actividades: limitación de otro tipo de economías rurales, encarecimiento de los alimentos, voladuras de montes, migración obligada de comunidades originarias, etc. Pero, como plateábamos recién –y esto se da con absoluta claridad en las discusiones y entrevistas que hemos podido observar entre Rafael Correa y algunas comunidades indígenas-, muchas de estas actividades resultan fundamentales para generar las bases de una distribución más equitativa de los recursos estatales. Correa busca mejorar la utilización de bienes naturales y algunas comunidades indígenas se niegan a hacerlo. Es una situación bastante dramática: ser ricos “bajo tierra” y ser pobres “sobre la tierra” pero, al mismo tiempo, ver que muchas de las empresas que explotan nuestros bienes naturales son extranjeras y las legislaciones no siempre dejan los mejores beneficios para nuestros pueblos autóctonos. Esta es la contradicción principal que vivimos en relación con nuestros bienes naturales.

7. El pachamamismo, de acuerdo con las ideas que se pueden ir relevando de los textos de esta clase, es un movimiento y una ideología que busca proteger a la Pacha Mama, a la Madre Tierra, por sobre cualquier otro interés. Esta forma de entender la vida tiene repercusiones en todos los campos del pensamiento y en diversos ámbitos existenciales: en lo social, económico, político, cultural, etc. Su raigambre más poderosa está relacionada con los pueblos originarios, una ecología "desde abajo", la búsqueda de un tipo de vida relacional, "un mundo en donde quepen muchos mundos", y, por eso mismo, un cultura y una posición política opuesta al "extractivismo".
Es entendible y paradójico observar cómo en los dos países que han incorporado a sus Constituciones avanzadas política medioambientales utilizando el concepto del "Buen Vivir" y el respeto por la Pachamama (hablamos de Bolivia y Ecuador), allí precisamente los movimiento sociales pachamámicos –aquellos que no están alineados con esos gobiernos- son los que levantan sus banderas. Evo Morales y Rafael Correa han dicho en diversas intervenciones que resulta contradictorio que se viva con altos niveles de pobreza cuando hay tanta riqueza debajo de la tierra (en relación a la minería y al petróleo, claro está). Sin embargo, aunque muchos movimientos sociales apoyan a estos gobiernos no todos coinciden con la política vinculada a la explotación de los bienes naturales. Por un lado es comprensible que los grupos pachamámicos sean más fuertes allí ya que el movimiento indígena está mucho más presente en esos dos países. (También es válido aclarar que la participación política de las comunidades y organizaciones políticas indígenas es muy superior en Ecuador y Bolivia si la comparamos con otros países de la región).
En un sentido general, me parece profundamente esclarecedor el texto de Arturo Escobar "¿'Pachamámicos' contra 'modérnicos'?" en respuesta a dos trabajos de Pablo Stefanoni. El pachamamismo es, en muchos aspectos, la contracara de los postulados más arraigados de la modernidad. Desde la distinción entre sujeto y objeto, ciencia y no ciencia, verdad y falsedad, y todos los pares dicotómicos propios de la visión moderna; pasando por el tema del "progreso" siempre emparejado por una acción dominante del hombre sobre la naturaleza, hasta llegar a las categorías más caras a la modernidad como son el Sujeto, el Estado, la economía-política y una larga lista que no hace diferencia a la hora de analizar posiciones político-ideológicas tanto de derecha como de izquierda. Por eso, el Pachamamismo es relacional, pluriversal, de reivindicación de la Madre Tierra y el respeto por sus bienes naturales, de espiritualidad milenaria ("mítica" y "mágica") y de fuerte vinculación con los pueblos originarios.

8. Personalmente creo que es posible acercar la posición pachamámica y la posición extractivista aunque se trata efectivamente de una disputa por el Poder. Ambas posiciones deberían ceder en algunos de sus postulados para lograr un acercamiento. De todos modos, el señalamiento de Arturo Escobar sobre pachamámicos-modérnicos y modérnicos-pachamámicos es lo que más se ajusta a la realidad. Hay elementos de la modernidad que aún pueden dar respuestas al mundo que nos toca habitar (por ejemplo, un Estado efectivamente popular y democrático que ponga estrictos límites al mercado y promueva una verdadera redistribución del ingreso no es nada despreciable en medio de esta crisis del capitalismo que no tiene precedentes en la historia), como así también resulta perfectamente válido que desde una perspectiva "pachamámica" movimientos sociales se nieguen a la práctica de una megaminería a cielo abierto con uso de sustancias tóxicas, el desmonte y la expansión "monocultivista" de la soja.
Argentina vive una situación muy similar al resto de los países de la región. Por un lado, el mercado internacional exige minerales, petróleo y soja como productos fundamentales para el proceso de desarrollo. Atilio Boron remarca que, efectivamente, la pobreza histórica de nuestros países -acrecentada en la época neoliberal más profunda- debe encontrar en los bienes naturales una forma de paliar esta situación. Por eso, vale decir que la economía argentina se apoya en los recursos que dejan las retenciones a la soja y los minerales como un mecanismo para financiar una parte de los programas sociales que mejoran la redistribución del ingreso (lo que ingresa al Estado por la soja supera en 5 veces el presupuesto para la Asignación Universal por Hijo, por ejemplo). Existe un lento proceso de industrialización aunque sabemos que siempre será relativo a muchas de las imposiciones del mercado internacional (¿de qué manera los gobiernos y las empresas negociarán las lógicas de industrialización y 'desarrollo' a nivel planetario? ¿Cómo se reparte el mundo?). Según Boron, Salvador Allende decía que "el cobre era los salarios de los chilenos". En aquella época la expresión era válida ya que las preocupaciones ecológicas no ocupaban el dramático lugar que ocupan hoy. Así y todo, la legislación que tiene Argentina sobre la minería no parece estar a la altura de este conflicto (por ejemplo, la Barrick Gold sólo paga un 3% de impuestos a las exportaciones llevándose gratis aquello que se considera "escombros" que incluye minerales de valor). Entonces, no se trata de prohibir toda forma de explotación de los bienes naturales, pero sí de generar una legislación que impida que el campo argentino se vuelva "monoproductor" o que las megamineras se enriquezcan grandemente dejando graves pasivos ambientales y escasos recursos en nuestro país. Gudynas dice que "entre los problemas ambientales más evidentes entre los países con gobiernos progresistas se pueden mencionar: la minería y la soja en la Argentina; la deforestación, la minería local informal, la toma ilegal de tierras, los monocultivos y diversas formas de contaminación en Brasil; la deforestación y la minería en Chile; la pérdida de áreas silvestres, la nueva minería y las represas en Bolivia; la minería, la extracción de petróleo y la deforestación en Ecuador; el uso de plaguicidas en Uruguay; y la minería, la deforestación y algunas obras de infraestructura en Venezuela". Por otro lado, resulta perfectamente válido el análisis y la denuncia vinculada al altísimo nivel de consumo que llevan adelante los países centrales, en especial EEUU. Renan Vega Cantor plantea que "un habitante de un país 'desarrollado' consume el doble de  grano y pescado, el triple de carne, nueve veces más papel y once veces más petróleo que un habitante de un país neocolonial"; luego agrega: "la deuda ecológica está relacionada con el racismo ecológico, ya que quienes más soportan los efectos de la devastación ambiental son los pobres, los campesinos, los indígenas, las mujeres humildes y los trabajadores". De esto se desprenden muchos interrogantes: ¿cómo se puede regular una economía de un país periférico cuando los precios de ciertas materias primas se disparan y comienza la presión del Capital para explotar esos bienes naturales?, ¿cómo puede generarse una crítica seria y fundada al consumo de los países 'desarrollados' si somos, justamente, los países 'no desarrollados' los que dejamos ingresar a sus empresas transnacionales para que exploten los bienes y los exporten a sus terruños? Siendo América Latina la zona del mundo en donde existe una mayor desigualdad social, ¿podemos darnos el lujo de dejar los bienes naturales intocados mientras nuestras sociedades viven en la pobreza? Luego -y siguiendo a Vega Cantor- si permitimos el tipo de explotación que se desarrolla en la actualidad, ¿no continuamos condenando a los sectores más vulnerables a sufrir los embates de la deuda ecológica?
Como es fácil de observar, las preguntas planteadas son de dificilísima resolución. Sólo una revolución cultural que se desarrolle tanto en los países centrales como en los países periféricos y que ponga en cuestión las lógicas de explotación, consumo y relación con la naturaleza podrá marcarnos un camino que evite una catástrofe ambiental de imposible retorno.

9. Es posible enumerar cuatro tipos de bases militares que han sido desplegadas en América Latina. Ellas son: a) las bases convencionales en donde se instala un número importante de tropas y permanecen allí durante un período de tiempo considerable; b) las bases de mediano tamaño con efectivos que se renuevan cada 6 meses y que poseen instalaciones que permiten misiones de largo alcance; c) las bases FOL (Forward Operating Locations) que están constituidas, básicamente, por una excelente pista de aterrizaje y en donde el personal es reducido. También poseen un sofisticado sistema de comunicaciones. (Por cierto, me cuento entre las personas que imaginaban que la mayoría de las bases eran como las “bases convencionales”; ha sido una sorpresa la aclaración que hiciera Atilio Boron con relación a que las FOLs son en realidad las más utilizadas en la actualidad). Y por último d) pequeñas bases que permiten pasar de una a otra base llevando suministros, cargamentos, etc.
Lo cierto es que habría 74 bases militares desplegadas en América Latina y el Caribe. La dinámica de instalación o concesión de estas bases ha ido variando desde el “cierre” de la base de Manta en Ecuador hasta la cesión de 7 bases militares que Uribe le hiciera a Obama. Este último acuerdo tiene el agravante de incluir inmunidad diplomática para los efectivos norteamericanos al pisar tierra colombiana cuestión que hace tremendamente delicada la situación. Por otro lado, Panamá es otro de los países que cuenta con 7 bases a disponibilidad del Imperio. El “Plan Colombia” es una de las excusas utilizadas por EEUU para ocupar aquella zona, o sea, la lucha contra la guerrilla y el narcotráfico (¿qué pasaría si se concretan las negociaciones de paz entre las FARC y el gobierno colombiano? ¿Qué si se controla el narcotráfico? ¿Acaso EEUU renunciaría a las posibilidades de estas bases?) La otra prioridad de EEUU en la región tiene que ver con el control sobre la Amazonía. Lo que hay que tener en cuenta aquí -representando una amenaza de primer orden- es que Venezuela se encuentra rodeada por 16 bases militares con influencia norteamericana cuestión que debe preocupar al subcontinente en su conjunto.

10. El ASPAN es un pacto que rige desde 2005 entre los países miembros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte o sea Canadá, EEUU y México. De lo que se trata es de una expansión de las fronteras del imperialismo en donde se busca “unificar” el movimiento económico y militar de la región lo que significa hegemonizar el espacio en beneficio de Norteamérica. Las fuerzas policiales mexicanas serían puestas al servicio de la “seguridad nacional” de EEUU y no pocas agencias federales –CIA, DEA, FBI- podrían penetrar en territorio canadiense y azteca. Como si esto fuera poco, no existe ningún tipo de documento firmado entre estos países que dé cuenta del efectivo compromiso entre ellos. Se trataría de combatir “amenazas comunes” o sea a “las organizaciones transnacionales del crimen organizado, el narcotráfico, el tráfico de armas, las actividades financieras ilícitas, el tráfico de divisas y la trata de personas”. Según lo expresa claramente Boron, las irregularidades que tiñen a este “pacto” resultan contrarias a cualquier lógica democrática y la cesión de soberanía que él representa sugiere una preocupante inestabilidad política y de seguridad para aquella región.

11. La “Alianza del Pacífico” fue firmado por Perú, México, Colombia y Chile. Los lineamientos generales coinciden con la propuesta hoy extinta del ALCA. El objetivo es controlar el Pacífico facilitando la circulación de bienes, capitales, personas, etc. Raúl Zibechi no duda en decir que se trata de un pacto contra el Mercosur, la UNASUR y el Consejo de Defensa Sudamericano. Busca frenar a Brasil e incentivar la vocación exportadora de minerales de los países de la región, operando con grandes multinacionales. Sería importante retomar las palabras de la especialista Elsa Bruzzone cuando expresa que “la condición de posibilidad de los nuevos organismos regionales latinoamericanos y caribeños (que excluyen a Estados Unidos y a Canadá) exige que nuestros países abandonen masivamente la OEA, desahucien el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) [cuya inutilidad en la agresión del Reino Unido a Argentina quedó demostrada] y abandonen también la Junta Interamericana de Defensa”. También sería fundamental abandonar los ejercicios conjuntos con las fuerzas armadas de EEUU y acelerar-profundizar el funcionamiento de la CELAC.

12. Los enfrentamientos entre Estados-nación de envergaduras militares medianamente similares raramente se han dado. La posibilidad de choque entre EEUU y la ex URSS no sucedió. Luego de la Segunda Guerra Mundial y a partir de la hegemonía que EEUU desplegó en el mundo, mudado el enemigo del “comunista” al “terrorista”, las doctrinas de seguridad que ha parido el imperialismo plantean enfrentamientos asimétricos en donde las FFAA estadounidenses se enfrentan a organizaciones no-estatales como son el caso, por ejemplo, de Al Qaeda o las FARC. En este punto me interesaría tomar algunas posiciones de Ana Esther Ceceña en donde se pone de manifiesto el hecho de que un manto de sospecha y persecución ha cubierto al Planeta Tierra. La calificación de “terrorista” es tan difusa que, efectivamente, un militante social que participa en algunas marchas puede ser catalogado de esa manera sin ningún problema (observemos lo que está sucediendo con las comunidades mapuches en Chile y la implementación de la Ley Antiterrorista durante el gobierno de Piñera). Dice Ceceña: “Todo lo no incondicional es sospechoso, y la guerra, en este momento, es principalmente contra los sospechosos –susceptibles de ser detenidos en cualquier momento–, no contra los enemigos reales. La guerra preventiva moderna es una guerra que se adelanta a la necesidad de la guerra, que antecede a la amenaza para disuadirla. Es una guerra que fabrica al enemigo en prevención de un futuro conflictivo y que arrebata los derechos humanos y sociales a un colectivo universal de sospechosos. La sociedad misma se torna sospechosa de amenazar la seguridad y, en esa circunstancia, tiene que ser reprimida.”
Los diseños del Pentágono son asumidos redondamente por los campos más cotizados del trabajo científico. Ceceña describe las fenomenales creaciones de nuestra bella sociedad disciplinaria: “un manejo de las transmisiones en el espacio y conocimientos sobre la vida en los límites (ver las investigaciones sobre seres extremófilos); experimentación con sistemas complejos de grupos vivientes, para prever o inducir su comportamiento; invisibilización de los mecanismos de vigilancia, investigación y control mediante su miniaturización (nano-robótica); producción de naves o tanques de guerra no tripulados; trabajo con sistemas de información instantáneos; emulación del funcionamiento cerebral –por lo menos de algunas funciones básicas– mediante sistemas de procesamiento informático (brain machine), creando “sinergias entre biología, tecnología de la información y micro/nanotecnología” (DARPA, 2003) Sin embargo, esto no viene solo. Miles de “Centros Culturales”, “organizaciones sociales”, “grupos ecologistas” y un largo etcétera son infiltrados por el Aparato Represivo, financiados desde EEUU y por organizaciones periféricas que combaten furibundamente todo aquello que vaya contra los intereses de la clase dominante. Lo cierto es que todo este sistema que reproduce la sospecha hasta el hartazgo no es otra cosa que el fracaso absoluto de un intento “civilizatorio” que quiso ser democrático-liberal en su gobierno y capitalista-neoliberal en su economía. Hoy más que nunca, la única forma de combatir la avanzada del imperialismo norteamericano y los cipayos periféricos es construir una sociedad post-capitalista que reconfigure por completo los mecanismos de represión y se dirija hacia mecanismo de liberación.

13. José Seoane, Emilio Taddei y Clara Algranati proponen tres proyectos como una forma de explicar diversos procesos que se han dado y se dan en nuestro subcontinente. El primero es el denominado “neoliberalismo armado” (concepto tomado de Pablo González Casanova) que consiste en una profundización del modelo económico neoliberal que busca una mayor privatización de la extracción y el comercio de los bienes naturales a través de empresas transnacionales. La lógica de los Tratados de Libre Comercio (TLCs) impulsados por EEUU se inscribe dentro de este proyecto. El TLCAN incluye a México y Canadá. Luego hay TLCs de EEUU con Colombia, Costa Rica, Chile, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, República Dominicana y Perú (según CEPAL-2009, representan el 45% del PBI de América Latina y el Caribe). A esto hay que sumarle una serie de exigencias policíacas y militares de control de diverso tipo, siendo la situación más aberrante la ocupación que hiciera EEUU de Haití luego del terrible terremoto de 2010 (ya a partir de 2004 esta isla había sido ocupada por la MINUSTAH. Es preocupante que también participen de esta ocupación Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, etc.)
El segundo proyecto es el “neodesarrollista” siendo Argentina y Brasil dos de sus más claros exponentes. Se trata de un tipo de regulación estatal sobre la economía que ha permitido una apropiación pública de la renta extraordinaria de la explotación de los bienes naturales, haciendo posible que ese dinero se destine a obras de infraestructura, industrias y políticas públicas para una redistribución del ingreso. Se busca una primacía de la política por sobre los vaivenes del mercado capitalista.
El tercer y último proyecto ha sido bautizado como “socialismo del siglo XXI” o “socialismo comunitario”. Venezuela, Bolivia y Ecuador serían los 3 países que construyen este tipo de iniciativa. Sin embargo, no se estaría hablando exactamente de un gobierno, un partido político, un Estado o un conjunto de políticas públicas, sino más bien de las prácticas de los grupos subalternos, de una manera de construcción societal más allá del corsé institucional. Este proyecto implicó la nacionalización de las principales actividades vinculadas a los bienes naturales generando a partir de ello un tipo de reconstrucción del ingreso y una mejora en la distribución de las riquezas buscando habilitar un proceso de democratización creciente en estas sociedades.
Mientras el primer proyecto tiene una relación estrecha con la tríada imperial, el segundo y el tercero se vinculan más con la construcción de la ALBA-TCP (Alianza que incluye a muchos países centroamericanos que también participan del “primer proyecto”), el MERCOSUR, la UNASUR y la CELAC como organismos de desarrollo político, económico y cultural latinoamericanos.

14. La expresión “cambiemos el capitalismo, no el clima” tiene su base en la lucha de los movimientos y organizaciones sociales a la luz de lo que nuestros autores definen como “la revolución agraria neoliberal”. Esta revolución está relacionada con el agronegocio: la producción de soja, los biocombustibles, la producción de pasta de papel y la explotación de los recursos hidrocarburíferos. Es importante tener en cuenta aquí una serie de facilidades logísticas y económicas que explican con claridad el porqué de la expansión del agronegocio. En primer lugar, se ha difundido en todo el mundo el llamado “paquete tecnológico transgénico” que consiste en semillas genéticamente modificadas acompañadas del herbicida correspondiente, ambos productos vendidos por las transnacionales. En segundo término, la posibilidad que las transnacionales le dieron a los productores de pagar las semillas y los herbicidas al momento de la cosecha. Por último, el aumento de ciertos commodities y la creciente demanda internacional.
Es posible definir al proyecto neodesarrollista y su relación con los bienes naturales con la palabra “tensión”. Si algo ha logrado el neodesarrollismo –a diferencia del proyecto neoliberal- ha sido obtener una porción de la explotación y exportación de los bienes naturales ya sea por la vía de la nacionalización o por el camino del cobro de impuestos. Sin embargo, ha encontrado una serie de trabas puestas por los dueños de la tierra y las multinacionales cuestión que, en Argentina, se vería perfectamente ejemplificado en lo que se llamó “el conflicto con el campo” en 2008. El intento por parte del gobierno nacional de aumentar las retenciones al sector agrario redundó en un viruleto lock out patronal. En relación a la minería hay que decir que Argentina aún se regula a partir de una legislación de la década del ’90 que le da excesivos beneficios a las empresas transnacionales del sector[24]. El texto “Estado y minería, el caso Vale” escrito por Noelia Navarro[25] es un análisis interesante en relación a cómo los cambios en los precios e insumos determinan las acciones de las transnacionales mineras (siempre en favor de mantener o aumentar la tasa de ganancia, nunca de los gobiernos nacionales y populares ni de los trabajadores).
También existe una tensión, una dicotomía entre “lo social” y “lo ambiental”. Según José Seoane, Emilio Taddei y Clara Algranati, lo segundo quedaría subsumido en lo primero. Así, los proyectos neodesarrollistas priorizarían las mejoras a nivel social a partir de los impuestos y la generación de trabajo de la exportación y extracción de bienes naturales aunque los conflictos ambientales no siempre serían bien atendidos. Por otra parte el proyecto denominado “socialismo del siglo XXI” o “socialismo comunitario” tiene también sus problemas en esta materia. El libro “Las tensiones creativas de la revolución” de Álvaro García Linera[26], aunque más abarcativo que lo que estamos tratando aquí, hace referencia a lo que podríamos llamar “convivencia capitalismo/socialismo” o sea la paciencia a partir de la cual hay un largo proceso de prácticas capitalistas que aún se desarrollarán hasta construir algo parecido a una sociedad post-capitalista.   

15. El imperialismo norteamericano se encuentra ante una crisis de importantes proporciones. Aunque en los últimos meses el nivel de desempleo ha disminuido durante mucho tiempo ese indicador no hizo más que subir. A fines de 2008 la crisis financiera complicó la situación de aquella nación provocando una serie de desalojos que multiplicó las carpas en los espacios públicos. Los homeless fueron noticia y el descontento general se plasmó en un grupo que tomó el nombre de Occupy Wall Street (a propósito de la bolsa de valores); con toda razón postulaban: “Somos el 99%” y queremos que el 1% más rico de este país se haga cargo de la crisis que ellos mismos generaron.
Aunque su inversión en armamento y su poder militar no han dejado de aumentar, los acuerdos y relaciones de Estados Unidos con los países del mundo ya no son lo mismo que antaño. Por eso no es tan fácil para el imperio imponer por la fuerza su voluntad. En la misma línea tanto Irak como Afganistán se han transformado en dos “pantanos” porque no han logrado reorganizar esos países de la manera en que pensaban. La fuerte resistencia a la invasión que allí se experimenta sigue siendo un fracaso de la actitud guerrerista de la superpotencia.
Por cierto que su crisis económica – que incluye una deuda externa sin precedentes- y la dificultad de mantener el consumo interno (elemento sustancial a la hora de estabilizar la totalidad de su economía) han hecho posible la aparición de otras naciones que le disputan su hegemonía en el mercado internacional. Tal es el caso de China, Rusia, Alemania y, en menor grado, Brasil. En la medida en que EEUU depende de muchos bienes naturales y los países recién mencionados también los necesitan se provoca una crisis para el imperialismo que debe agudizar sus técnicas para conseguir lo que antes era prácticamente privativo de él. 
Crisis económica, crisis militar y crisis diplomática –que incluye la creación de la ALBA, UNASUR y CELAC- pueden ser tres de las crisis a destacar en este siglo XXI para EEUU.

16. América Latina y el Caribe se encuentran en una buena situación ante la disminución de la influencia de EEUU en la región. Aunque el Plan Colombia, el Plan Puebla-Panamá, la Iniciativa Mérida y no pocos TLCs están en funcionamiento; el reordenamiento que nuestro subcontinente ha tenido es notorio. A través de la presencia cada vez mayor de los movimientos sociales en los gobiernos, los esfuerzos de los proyectos neo-desarrollistas y del “socialismo del siglo XXI” hacia una redistribución de las riquezas y la confluencia que los países han tenido en espacios suprarregionales como la ALBA-TCP, UNASUR y CELAC -y el fortalecimiento del MERCOSUR con la incorporación plena de Venezuela- se han conformado alternativas bastante interesantes habida cuenta de la crisis mundial del proyecto neoliberal que hoy afecta con más intensidad a Europa, en especial a España, Portugal, Italia, Islandia, Grecia, Chipre, etc.
Es fundamental que los Estados logren una mayor participación en la economía nacionalizando todos los sectores estratégicos para el desarrollo de los pueblos. No se puede negar que el “socialismo del siglo XXI” y el neo-desarrollismo de gobiernos populistas están dando buenas señales en la búsqueda no solo de una independencia sino de una emancipación de los poderes coloniales que desde siglos someten a Nuestra América. La condición de posibilidad para que esta emancipación sea posible se basa en la capacidad de los pueblos y sus gobernantes para hacerse de los resortes más sensibles de la economía, de los medios de producción indispensables que revierta la extranjerización de una industria y un sector de servicios (casi) históricamente colonial. Para llevar adelante semejante proyecto ya no basta con pensar en “humanizar” el capitalismo sino que es necesario pensar una sociedad post-capitalista dándole lugar a la invención constante de nuestros propios medios. Mal podríamos imaginar esta Otra Sociedad si nos quedáramos atados al poder imperial o al poder de las economías dominantes. Se trata de ya no depender de la tecnología del “centro”, ni de las prácticas militares conjuntas, ni de ningún tipo de vinculación que redunde en la duplica de la cultura dominante. Abandonar la lógica represiva imperial, las determinaciones del capitalismo salvaje y la violencia del capital financiero son algunos de los desafíos que los gobiernos progresistas de Nuestra América tienen por delante hacia la construcción de una sociedad digna de ser vivida, del “Buen Vivir” y el respeto por la Pacha Mama.
























Repensar el imperialismo[27]

A) Introducción
            En esta monografía hemos querido conocer una parte de las “teorías clásicas del imperialismo” para poder observar cuáles son las rupturas y continuidades que podían encontrarse entre la lógica imperialista de principios del siglo XX y su devenir hasta la actualidad. Nos hemos focalizado mayormente en cinco autores (John Bellamy Foster, Atilio Boron, Leo Panitch, Sam Gindin y Aijaz Ahmad)  que nos han brindado una buena amplitud de criterios como para hacer este primer abordaje.
            Nos resulta imprescindible comprender cuál es la articulación y los roces que se dan entre el capital monopolista, el capital financiero, los Estados-nación y el imperialismo norteamericano. No tenemos dudas con respecto a que el conocimiento de estas distintas instancias puede brindarnos las herramientas suficientes para reconocer de qué manera el “capitalismo en su fase neoliberal globalizada” organiza la vida económica, política y social del mundo. El intento de este texto busca ser una aproximación en este sentido.  

B) Discusiones en torno a las “teorías clásicas del imperialismo”
            Los estudiosos de las “teorías clásicas del imperialismo” ubican este desarrollo en los últimos años del siglo XIX y las primeras dos décadas del XX. Entre los autores destacan a J. Hobson, K. Kautsky, Lenin, R. Hilferding, Rosa Luxemburgo y N. Bujarin entre otras y otros. El trabajo “El imperialismo, fase superior del capitalismo” (1916) de Lenin ha sido de los más influyentes, en particular en la tradición de izquierda. Escrito en el contexto de la Primera Guerra Mundial, la obra de Lenin observa la existencia de una “rivalidad inter-imperialista” en función de los Estados europeos que luchaban por establecer un tipo de hegemonía de reparto territorial y económico del mundo (teniendo en cuenta que, en ese momento, aquellos Estados tenían un desarrollo militar y económico medianamente equiparables). En la definición más breve, Lenin dice que el imperialismo es la fase monopólica del capitalismo. “La particularidad fundamental del capitalismo moderno consiste en la dominación de las asociaciones monopolistas de los grandes empresarios. Dichos monopolios adquieren la máxima solidez cuando reúnen en sus manos todas las fuentes de materias primas, y ya hemos visto con qué furor los grupos internacionales de capitalistas dirigen sus esfuerzos a arrebatar al adversario toda posibilidad de competencia, a acaparar, por ejemplo, las tierras que contienen minerales de hierro, los yacimientos de petróleo, etc.” (Lenin, 1916: 104)
            Lenin analizará la manera en que el capital industrial y los bancos van construyendo un capital financiero cada vez mayor. Sin embargo, se trata de una concentración que va en aumento ya que son los monopolios bancarios y los monopolios industriales aquellos que se fusionan con mayor celeridad. El otro elemento que completa los rasgos generales del imperialismo es el paso de una política colonial que se expande por regiones no apropiadas por el capitalismo a una política colonial de dominación monopolista de un mundo enteramente repartido. En términos puristas, los monopolios serían una suerte de contradicción a los principios fundamentales del capitalismo. En un pasaje extenso pero esclarecedor el autor ruso nos dice: “El imperialismo ha surgido como desarrollo y continuación directa de las propiedades fundamentales del capitalismo en general. Pero el capitalismo se ha trocado en imperialismo capitalista únicamente al llegar a un cierto grado muy alto de su desarrollo, cuando algunas de las propiedades fundamentales del capitalismo han comenzado a convertirse en su antítesis, cuando han tomado cuerpo y se han manifestado en toda la línea los rasgos de la época de transición del capitalismo a una estructura económico y social más elevada. Lo que hay de fundamental en este proceso, desde el punto de vista económico, es la sustitución de la libre concurrencia capitalista por los monopolios capitalistas. La libre concurrencia es la propiedad fundamental del capitalismo y de la producción de mercancías en general; el monopolio se halla en oposición directa con la libre concurrencia, pero esta última se ha convertido a nuestros ojos en monopolio, creando la gran producción, eliminando la pequeña, reemplazando la gran producción por otra todavía mayor, llevando la concentración de la producción y del capital hasta tal punto, que de su seno ha surgido y surge el monopolio: cartels, sindicatos, trusts, y, fusionándose con ellos, el capital de una docena escasa de bancos que manejan miles de millones. Y al mismo tiempo, los monopolios, que se derivan de la libre concurrencia, no la eliminan, sino que existen por encima y al lado de ella, engendrando así una serie de contradicciones, rozamientos y conflictos particularmente agudos. El monopolio es el tránsito del capitalismo a un régimen superior.” (Idem: 111-112)
            A casi 100 años de esta teorización, el marxismo ha generado una serie de críticas y actualizaciones que tiene en cuenta las diversas formas que ha tomado el imperialismo durante el siglo XX con sus épocas de oro y sus declinaciones. La Crisis del ’30, el paso del imperialismo británico al norteamericano (en especial luego de la Segunda Guerra Mundial), la nueva crisis del ’70, el auge del neoliberalismo y la dominación unipolar de Estados Unidos son apenas algunos acontecimientos que redefinen el plano económico, militar y político del “sistema-mundo” (término acuñado por I. Wallerstein). Con respecto a las críticas, es posible encontrar autores “más duros” como Leo Panitch y Sam Gindin; “moderados” como Aijaz Ahmad y “comprensivos” como Atilio Boron. Para este caso, la mayoría de los estudiosos del imperialismo estaría de acuerdo con la caracterización general planteada por Lenin en estos 5 puntos: “1) la concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo que ha creado los monopolios, que desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este capital financiero, de la oligarquía financiera; 3) la exportación del capital, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particular; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes” (Idem: 112-113)                
            Resulta interesante captar las expresiones de una época determinada sobre la forma en que -en lo relativo a la financiarización de la economía- el propio Lenin podía decir: “¡El beneficio de los rentistas es cinco veces mayor que el beneficio del comercio exterior del país más ‘comercial’ del mundo!” (Idem: 128) Jamás Lenin habría imaginado que a partir de un artículo del diario “El Argentino”, Atilio Boron (2012) nos transmitiría que se estima en 370 billones de dólares (370 millones de millones de dólares) la circulación de los derivados financieros en los mercados mundiales, cifra que constituye 28 veces más que los 13 billones del PBI de EEUU.
            Por su parte, John Bellamy Foster (2006) hará referencia al trabajo de John A. Hobson Imperialism: A study (1902) que, desde el punto de vista de un liberal “radical” o crítico, no dejaba de observar los problemas que el imperialismo capitalista traería a la humanidad. Hobson “creía que el imperialismo se originaba en la posición dominante de ciertos intereses económicos y financieros concentrados, y que las reformas radicales que abordaran la mala distribución del ingreso y las necesidades podían frenar el impulso imperialista” (Foster, 2006: 449). Estas reformas nunca se dieron. Vale la pena destacar que hemos encontrado diversas referencias a este trabajo de Hobson en varios análisis sobre las “teorías clásicas del imperialismo”.
Para Foster el principal objetivo de la obra ya citada de Lenin era explicar la rivalidad inter-imperialista entre las grandes potencias. Esta rivalidad vinculada al capital monopolista excede la simple “necesidad de hallar puntos de inversión para el capital excedente” sino que la intención radicaba en un “control exclusivo sobre las materias primas y un control más estricto sobre los mercados externos” (Idem: 450). Para nuestro autor la caracterización que Lenin le dio al imperialismo guarda mucha significación para nuestra época que el propio Foster caracteriza como “capitalismo monopolista en una fase avanzada de globalización”.
Leo Panitch y Sam Gindin (2005), Aijaz Ahmad (2005) y Atilio Boron (2006) coinciden en dos críticas y/o desafíos a las teorías clásicas. El primer desafío consiste en que, luego de la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, las disputas económicas a nivel mundial nunca más se dirimieron en el terreno militar. Por ende, la premisa que planteaba a la rivalidad inter-imperial como la constante posibilidad de guerras globales se ha visto invalidada en los últimos 50 años. En el mismo sentido, el poder unipolar –aunque en crisis- de Estados Unidos hizo imposible pensar la cuestión “inter-imperial” ya que en el mundo no hay rivales ni iguales sino una dominación capitalista imperial norteamericana. El otro desafío coincidente en los tres trabajos tiene que ver con la mundialización del capitalismo. Si la teoría clásica planteaba la distinción entre “países industrializados” y periferias “no capitalistas”, esta diferenciación ya no existe. Luego de la avanzada neoliberal de las décadas del ’70 y el ’80 el sistema no solo profundizó los negocios en los sectores tradicionalmente capitalistas sino que mercantilizó un vasto continente que se mantenía ajeno a este proceso (servicios públicos, agronegocios a gran escala, agua, petróleo, etc.).   
            Otra premisa que Atilio Boron refuta es aquella que planteaba “la estrecha asociación existente entre imperialismo y crisis del capitalismo metropolitano”. A esta hipótesis se le anteponen los llamados “30 años gloriosos” posteriores a la Segunda Guerra Mundial. El capitalismo keynesiano y el Estado de Bienestar hacen posible la mayor expansión del capitalismo de toda su historia llevando al imperialismo norteamericano a ocupar el mundo entero. Por ende queda demostrado que “no sólo en las crisis sino también en la prosperidad el capitalismo se expande de forma imperial” (Boron, 2006: 479)
            Aijaz Ahmad llama la atención sobre la forma en que los capitales nacionales han sido penetrados por los capitales transnacionales, remarca el alto nivel de financiarización de la economía y va más allá al decir que “todo, desde los mercados de bienes hasta los movimientos financieros, está globalizado a tal nivel que el estado global, con capacidades militares globales, se ha convertido en una necesidad objetiva del propio sistema.” (Ahmad, 2005: 77) Midiéndose también con la “lógica” de circulación capitalista, pone de manifiesto que el desarrollo desigual y combinado no necesita que queden zonas “no capitalistas”. En la actualidad, los países pueden definirse cada vez más como zonas industriales avanzadas y atrasadas. En cuanto al plano militar, nuestro autor resalta el poderío de Estados Unidos que se encuentra muy por encima de toda Europa, cuestión que le permite tener una gran influencia en la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Promediando su trabajo, Ahmad llama la atención sobre la importancia del estudio del colonialismo, temática que debería ser incorporada en los análisis sobre el imperialismo antes que mantener la idea de “rivalidad inter-imperialista”. Aunque este tema escapa a los límites de nuestra elaboración, queremos decir que el autor realiza cuatro observaciones que ponen de manifiesto los distintos tipos de colonizaciones que ha habido y la sincronía entre ellas. En la misma línea explica la forma de actuar de un imperio “formal” (colonial) e “informal” (descolonizado) y cómo cada imperialismo ha combinado de manera diferente su modo de dominación.
            El análisis sobre las crisis del capitalismo durante el siglo XX demuestra una suerte de inestabilidad de la forma de producción y su lógica expansiva. La crisis de 1870 aceleró la rivalidad inter-imperial y llevó a la Primera Guerra Mundial y a la Revolución Rusa mientras que la Crisis del ’30 revirtió esta situación. Por otro lado, la salida neoliberal a la crisis del ’70 produjo un proceso de expansión y aceleración de la globalización capitalista. Leo Panitch y Sam Gindin (2005) plantean que este devenir errático demuestra que el proceso de la globalización no es inevitable ni imposible de sostener.
            Nos gustaría agrupar las críticas que estos autores le realizan a las “teorías clásicas” en cuatro ítems: 1) las teorías clásicas eran defectuosas en su lectura histórica del imperialismo, en su tratamiento de la dinámica de acumulación del capital y en su tendencia a elevar un momento coyuntural de rivalidad inter-imperial al rango de una ley inmutable de globalización capitalista. De esta manera, existiría un equívoco de parte de los teóricos clásicos al tomar las crisis y fases económicas para explicar el imperialismo. Por otro lado, la exportación de capitales no tendría su explicación en una suerte de sobreacumulación o caída en la tasa de ganancia sino en la aceleración de las presiones competitivas y las estrategias de los capitalismos en desarrollo. 2) Fracasaron en aprehender adecuadamente las dimensiones espaciales de esta internacionalización. No podría afirmarse que sólo había una expansión de capital hacia el exterior –ya que la periferia no habría estado en condiciones de recepcionar semejante flujo de divisas- sino que existió una gran profundización de inversiones a nivel local. 3) Lejos de ser la fase superior del capitalismo, lo que estos teóricos estaban observando era una fase relativamente temprana del capitalismo. 4) El aspecto más defectuoso de estas teorías era su visión reduccionista e instrumentalista del Estado. (Panitch y Gindin, 2005: 25-26)
            Para P&G se necesitaría una teoría del Estado que superara una mirada tradicional del marxismo que opone “mercado” a “Estado” siendo que los Estados –ya desde el siglo XIX y el “libre comercio”- son los que en la actualidad hacen posible y ponen a funcionar el “libre-mercado” globalizado. Existen diferencias también entre las formas de funcionamiento de un imperio formal y uno informal. “El imperio informal requiere que la penetración económica y cultural de otros estados sea sostenida por la coordinación política y militar con otros gobiernos independientes. El principal factor que determinó el cambio hacia la extensión de imperios formales luego de 1880 no fue la insuficiencia de las relaciones británicas con su propio imperio informal, ni el surgimiento de la fase monopólica o ‘financiera’ del capital, sino más bien la incapacidad británica para incorporar a las nuevas potencias capitalistas como Alemania, EUA y Japón dentro del imperialismo de libre comercio.” (Idem: 28)
            La crisis de mediados de 2008 en Wall Street y la explosión de la “burbuja inmobiliaria” le ha dado a la cuestión financiera un arraigo material que no tenía en tiempos anteriores. La cantidad de homeless que ocuparon las plazas de EEUU y el aumento de los suicidios en España por la dificultad de las personas a la hora de pagar las hipotecas de casas y departamentos dibuja un paisaje real y concreto de la barbarie capitalista en su fase “neoliberal hiperfinanciera”. Así ingresamos a una de las tres novedades –con respecto a las teorías clásicas- que Atilio Boron planteaba en el 2006 y que, en este proceso trágico que vivimos a nivel mundial, la crisis mencionada pone nuevamente sobre la mesa. Boron ya hablaba de la hipertrofia del sistema financiero internacional: “El volumen actual de la circulación del capital financiero internacional, especulativo en más del 90%, se ubica en los 3 billones de dólares diarios, es decir 3 millones de millones de dólares por día, una cifra superior a la que arroja el comercio de bienes y servicios a nivel mundial en un año”. La segunda novedad es el hecho de que Estados Unidos se convirtió en la potencia integradora del capitalismo a nivel mundial. Luego de la caída de la URSS (1992) y el campo socialista la “hegemonía” norteamericana fue en aumento. “El papel único e indispensable que EEUU ha adquirido se relacionó íntimamente con su condición de única superpotencia militar del planeta, cuyo gasto en armamentos equivale prácticamente al del resto de las naciones en su conjunto. EEUU ha desplegado poco más de 750 bases y misiones militares en 128 países, una máquina de guerra sin parangón en la historia de la humanidad, y bastión final para la defensa del sistema imperialista mundial.” (Boron, 2006: 481-482 respectivamente) Seis años después, en su último libro titulado “América Latina en la geopolítica del imperialismo”, nuestro autor nos dice: “Cálculos muy precisos publicados por el periódico digital TomDispach concluyen que al día de hoy Estados Unidos posee más de mil bases militares en más de 130 países del globo, y que su presupuesto anual en gastos militares ha superado por primera vez, con la aprobación del premio nobel de la paz Barack Obama, la barrera del billón de dólares (un millón de millones de dólares)” (p. 48) La tercera novedad tiene que ver con la existencia de nuevos instrumentos de dominación imperial que no existían a comienzos del siglo XX: por un lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) constituyen y determinan buena parte de la política económica a nivel mundial; y, por el otro, el papel preponderante que Estados Unidos tiene en el desarrollo de la industria cultural mundial y la posibilidad de hacer viajar sus ideas por todo el globo: “cerca de las tres cuartas partes de las imágenes que circulan por el planeta son producidas en EEUU, proyectando de este modo una imagen propagandística, y falsa hasta la médula, del sistema y de sus supuestamente ilimitadas capacidades para satisfacer todas las aspiraciones materiales y espirituales de la humanidad. Las consecuencias políticas de esta realidad son profundas y de larga vida.” (Boron, 2006: 483) En este mismo sentido se dirige el comentario de Ahmad: “La única literatura latinoamericana que llega a las librerías de Delhi es aquella que ha sido traducida, comentada y publicada en EUA” (Ahmad, 2005: 91)
            Atilio Boron (2006) defiende los lineamientos generales de los autores clásicos del imperialismo en la medida en que observa que aún existe la concentración del capital, el abrumador predominio de los monopolios, una gran relevancia del capital financiero, la exportación de capitales y el reparto del mundo dentro de las imposiciones imperiales. A esto hay que agregarle que la globalización, lejos de constituir una suerte de “sector de competencia entre iguales”, consolidó la dominación imperialista y disminuyó la soberanía económica de los capitalismos periféricos.

B1) Sobre el término “imperialismo”[28]                
            Si es cierto que “la ideología dominante de una época es la ideología de la clase dominante” entonces podemos decir que el término “imperialismo” ha sufrido los mismos vaivenes que otros conceptos tales como “nación”, “pueblo” o “patria”. Dependiendo de la clase dominante en cuestión, buena parte de las palabras más caras a diversas tradiciones serán formuladas y reformuladas para que dicha clase pueda imponer su mirada como si fuera la posición de la totalidad de las clases subalternas.
            Para John Bellamy Foster (2006) el concepto de “imperialismo” fue excluido durante todo el siglo XX de los discursos políticos aceptados en los círculos dominantes. Luego del atentado a las Torres Gemelas y el Pentágono el 11 de septiembre de 2001 y la “guerra contra el terrorismo” lanzada por George Bush Jr. el término “imperialismo” y “neoimperialismo” ganaron las páginas de The New York Times y Foreing Affairs recuperando el contenido que esta expresión había tenido a comienzos del siglo XIX; o sea un “imperialismo bueno”, el encargado de llevar adelante “la gran misión civilizadora”, etc. Atilio Boron (2012) compara esta redefinición con las palabras de Sir Cecil J. Rhodes -en la Inglaterra victoriana- que indicaba “la pesada responsabilidad del hombre blanco” de llevar al África negra la civilización, el amor por la justicia, la democracia, la libertad y, de paso, la propiedad privada. En este sentido, la impostura de la colonización británica se convirtió en impostura de la neocolonización neoliberal estadounidense.
            Foster recupera dos trabajos de Harry Magdoff: The Age of Imperialism (1969) e Imperialism: From the Colonial Age to the Present (1978). Del primer libro resalta el hecho de que se convirtió en el más influyente de la época a la hora de contrarrestar la “construcción” de la política exterior de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam. “Este autor –dice Foster- ponía el acento sobre el flujo de inversiones externas directas en el extranjero y su efecto en la generación de un flujo de ganancias” (Foster, 2006: 451), contradiciendo la teoría sobre una economía norteamericana supuestamente “aislacionista”. En relación con el segundo libro, Magdoff planteaba que el capitalismo había sido un sistema mundial desde el comienzo y que el imperialismo al igual que la búsqueda de ganancias era parte constitutiva de su lógica interna. “La eliminación del imperialismo –concluía Magdoff- requiere el derrocamiento del capitalismo” (Magdoff, 1978 citado en Foster, 2006: 453).
            La operación que se hizo sobre el concepto “imperialismo” fue tratarlo como puramente ideológico. Así, el “imperialismo económico” fue marginado del imperialismo político, cultural, etc. Foster, Boron, Panitch y Gindin refieren al ensayo de Prabhat Patniak Whatever happened to Imperialism? (1990) en donde se “denuncia” la ausencia del imperialismo en los análisis de izquierda en Estados Unidos y Europa. El término había desaparecido de la prensa, la literatura y los discursos de socialistas y comunistas. “En la visión de Patniak más que un ‘silencio teórico auto-consciente’, el ‘hecho mismo de que el imperialismo se ha vuelto tan apto para ‘manejar’ cualquier desafío potencial a su hegemonía nos ha vuelto indiferentes a su ‘omnipresencia’.” (Panitch y Gindin, 2005: 21) Foster nos dice que era realmente llamativo que esto sucediera cuando se estaban llevando adelante intervenciones militares norteamericanas en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Granada y Panamá. Boron, en el mismo sentido, indica lo paradójico de esta “ausencia” justo cuando la dependencia externa de América Latina y la erosión de sus Estados nacionales se hacía más profunda.
            Una serie de acontecimientos (las luchas contra la globalización, las nuevas guerras balcánicas y el 11-S) plantea dos posiciones en torno al imperialismo: por un lado los intelectuales de las clases dominantes se apropiaron de la expresión para darle más brillo y, por el otro, los pensadores post-marxistas y ex radicales criticaron duramente la utilización del término en el sentido clásico marxista. “Al mismo tiempo en que la noción de una ‘Era del Imperialismo’ estaba siendo criticada por la izquierda norteamericana –dice Foster-, los comentaristas del sistema y las figuras políticas estaban alabando la nueva era del imperialismo liderada por EEUU.” (Foster, 2006: 455) La conclusión a la que llega este autor es que mientras el mainstream norteamericano aclama el “supuesto imperialismo” (o sea el “imperialismo bueno”) a la izquierda de EEUU no se le permitía tocar el tema desde una crítica de su política exterior.
            “El fin de la Historia y el último hombre” de Francis Fukuyama en la década del ’90 causó el mismo revuelo que “Imperio” de Michael Hardt y Antonio Negri en el 2000. Ambos trabajos tuvieron una amplia difusión y han sido duramente fustigados por el pensamiento crítico. Nos gustaría simplemente dejar señalado el tema a partir de la crítica que realiza Atilio Boron en el texto “La cuestión del imperialismo” (2006) que venimos utilizando en nuestra elaboración.[29]
            La tesis central de la obra de Hardt y Negri consistiría en que el surgimiento del Imperio indicaba el fin del imperialismo. Para estos autores, el imperialismo estaría directamente relacionado con el nacionalismo; y como para ellos los Estados-nación han llegado a su fin lo mismo ocurriría con el ciclo imperialista. “Se verifica, debido a lo anterior, el tránsito hacia una nueva lógica global de dominio, el Imperio, una estructura desterritorializada, etérea y descentrada, paradojalmente traída al mundo por la dinámica incesante de su propia negación, la multitud.” (Boron, 2006: 476)
            Un error importante que cometerían en su análisis sería no sólo descartar a los teóricos clásicos del imperialismo sino echar mano a una serie de autores que se encuentran en las antípodas del pensamiento crítico. “Lo que no entienden Hardt y Negri, y muchos otros que, al igual que ellos, son tributarios del pensamiento burgués sobre la globalización, es que más allá de estos cambios el imperialismo no se ha transformado en su contrario, como nos propone la mistificación neoliberal, dando lugar a una economía ‘global’ donde todos somos ‘independientes’.” (Idem: 485-486) Para fundamentar esta posición Boron plantea que las premisas más importantes de la caracterización de principios del siglo XX siguen vigentes y, por eso mismo, no pueden ser ignoradas en un análisis de estas temáticas. También se le reclama a H&N que no tienen en cuenta que aún son el FMI, el BM y la OMC quienes manejan el flujo de la economía.
            Otra de las críticas que se le realiza a “Imperio” tiene que ver con una concepción equivocada del Estado y la soberanía. Las empresas transnacionales habrían superado la jurisdicción de los Estados y, en la misma lógica, ellas mismas no tendrían ningún anclaje nacional al cual remitirse. A esta tesis Boron le antepone que “el 96% de las doscientas megacorporaciones que prevalecen en los mercados mundiales tienen sus casas matrices en ocho países del mundo desarrollado, están legalmente inscriptas en los registros de sociedades anónimas de esos mismos ocho países, se encuentran adecuadamente protegidas por las leyes y los jueces de ‘sus estados’ de origen, y sus directorios tienen su sede en esos mismos ocho países del capitalismo metropolitano.” (Idem: 488) Por esto mismo se puede concluir que los Estados-nación siguen siendo claves en la economía mundial.
            Ya en la década del ’90 la hegemonía norteamericana comenzó a tener sus complicaciones. El levantamiento zapatista de 1994, las manifestaciones de Seattle en 1999 y la organización del Foro Social Mundial de Porto Alegre en 2001 fueron algunos de los llamados de atención para el proyecto neoliberal. En América Latina los movimientos sociales comenzaban a organizar alternativas que luego se verían plasmadas en gobiernos como el de Venezuela, Ecuador y Bolivia que constituyen el actual eje del “Socialismo del siglo XXI”. En el mismo sentido, pero de una manera mucho más moderada, Argentina, Brasil y Uruguay constituirían gobiernos progresistas en la región. La construcción de organizaciones políticas y económicas de integración regional le ha dado una mayor fortaleza a América Latina -amén de los constantes planes imperialistas de dominación económica, política, militar y cultural. Organizaciones como la ALBA-TCP (2004), Petrocaribe (2005), UNASUR (2008), CELAC (2011) y MERCOSUR (1994 – durante muchos años fue una articulación de empresarios con proyectos neoliberales para la región. Esto ha cambiado en los últimos años) constituyen herramientas importantes a la hora de afianzar el proceso de integración regional. Así mismo –y asumiendo como propia la tesis central de Boron (2012) sobre el hecho de que América Latina es la región más importante del mundo para Estados Unidos desde el punto de vista geoestratégico, económico (bienes naturales y comunes) y militar- hay que tener presente los proyectos, tratados comerciales y organismos que actualmente se desarrollan en nuestra región; sin ánimo de exhaustividad, nos referimos al Plan Colombia (1999), el Plan Puebla-Panamá (2001), la Iniciativa Mérida (2006 –iniciativa continuadora del PPP), el TLCAN firmado con México (1994), los TLCs (Tratados de Libre Comercio) firmados con muchos países latinoamericanos, el proyecto IIRSA (2000), los TBPI (Tratados Bilaterales de Protección de Inversiones) y la Alianza Pacífico (2012).    
            Lo cierto es que, ya entrados en el siglo XXI, Estados Unidos no puede mantener la postura del “imperialismo bueno”. Teniendo en cuenta la crisis profunda por la que está pasando, en particular en el plano económico y político a nivel global, la violencia se hace cada vez más profunda mostrando así su propia fisonomía: un imperialismo bárbaro de base capitalista en su fase neoliberal globalizada. En este punto queremos retomar un extenso párrafo que da cuenta de lo que venimos diciendo: “basta recordar antecedentes tales como la reactivación de la IV Flota; el enjambre de bases militares instaladas en América Latina; el desembozado apoyo a tentativas secesionistas y golpistas en Bolivia y Ecuador en 2008 y 2010 respectivamente; el golpe militar en Honduras en 2009 y (…) el golpe de estado “constitucional” en Paraguay en Junio de 2012; la intensificación del bloqueo integral en contra de Cuba y las permanentes amenazas y provocaciones de Washington contra Venezuela, Ecuador y Bolivia; los asesinatos selectivos de científicos nucleares iraníes y la imparable escalada de sanciones y agresiones en contra de Irán; la complicidad ante la genocida carnicería practicada por Israel en la Franja de Gaza y, más generalmente, contra los palestinos; el martirio interminable de Irak; la redoblada presencia militar norteamericana en Afganistán y la nueva ‘intervención humanitaria’ en Libia, bajo el paraguas de la OTAN, en medio de las imparables revueltas que conmueve al mundo árabe…” (Boron, 2012: 19). A esto habría que agregarle el apoyo que EEUU le está brindando a la “oposición” siria, la descarada injerencia en las últimas elecciones presidenciales realizadas en Venezuela (nos referimos al no reconocimiento por parte de Washington de Nicolás Maduro como nuevo presidente), el apoyo a Seúl ante su conflicto con Corea del Norte llevando al mundo al límite de una nueva guerra,  las recientes denuncias de espionaje interno y mundial que el imperialismo norteamericano realiza ¡a su propio pueblo! y, por supuesto, al resto de los pueblos y gobiernos del mundo; y la afrenta que sufriera el Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia Evo Morales –el 2 de julio de 2013- al ser privado del acceso a sobrevolar el cielo de Italia, Francia, España y Portugal a instancias de la presión imperial que, en esta acción, violó el Derecho Internacional y la soberanía de Bolivia a un mismo tiempo.
   
C) ¿Se trata de cuidar la vida?                            
            Todos los Imperios han tenido (o inventado) a sus enemigos como una forma de mantener un dominio sobre sus ámbitos de influencia. El imperialismo norteamericano tuvo como enemigos a los comunistas, luego a los nacionalismos libertarios del Tercer Mundo y, después del 11-S, a los terroristas. Aunque el terrorismo fundamentalista es un tipo de acción reprochable desde todos los puntos de vista, vale la pena hacerse algunas preguntas para conocer –si verdaderamente queremos cuidar la vida en nuestro planeta- quiénes son los verdaderos “enemigos” de las formas de vida en nuestro entorno natural. ¿Es el “terrorismo fundamentalista” culpable de las 100.000 muertes por día de hombres y mujeres que fallecen víctimas de enfermedades perfectamente curables o por inanición? ¿Puede Al Qaeda generar 1.020 millones de desnutridos crónicos, 2.000 millones de personas sin acceso a medicamentos, 884 millones de seres humanos sin acceso al agua potable, 924 millones de hombres y mujeres sin viviendas dignas, 1.600 millones de habitantes del Planeta Tierra sin electricidad, 2.500 millones de personas sin sistemas de drenajes o cloacas y 774 millones de analfabetos?[30] La respuesta es una: NO, no puede. La situación catastrófica de un mundo cada vez más desigual que provoca grandes sufrimientos está en la lógica misma del capitalismo en su fase neoliberal. Su alto nivel de inconsciencia sistémica genera una brutal depredación del ser humano y el medioambiente cuestión que ha llevado a muchos especialistas a afirmar que existe 50% de posibilidades de que la especie humana no supere el siglo XXI.
            Si se trata de cuidar la vida, y aunque el párrafo anterior es suficientemente dramático, no está mal tener en cuenta lo que nos dice la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre las principales causas de muerte: la diabetes y los accidentes de tránsito son las principales causas de mortalidad. También lo son las enfermedades del corazón y sistema respiratorio, derrame cerebral, diarrea, VIH/SIDA y cáncer.[31]
Lo que queremos dejar planteado es la manipulación y el chantaje que EEUU realiza con el “terrorismo fundamentalista” (como antaño lo hiciera con “el fantasma del comunismo”). También decimos que el capitalismo ha demostrado que realmente no trata de cuidar la vida sino la tasa de ganancia que acrecienta a través de sus negocios. Más allá de las críticas que se le puede hacer a las “Leyes Antiterroristas” que funcionan en algunos países latinoamericanos, hay grandes posibilidades de que un buen sistema de salud, una cada vez mejor alimentación y masivos cursos de educación vial puedan prevenir una mayor cantidad de enfermedades, accidentes y muertes que las que puede ocasionar el accionar terrorista.[32]

D) Conclusiones    
            Adherimos plenamente a la importancia que las teorías clásicas del imperialismo aún tienen a la hora de analizar el momento actual del Imperio norteamericano. La existencia de monopolios de envergaduras crecientes, la financiarización de la economía y la violencia unipolar son elementos que, lejos de desaparecer, parecen profundizar cada vez más las desigualdades de nuestro mundo. Hay la necesidad de que las interpretaciones que analicen el capitalismo en su fase neoliberal y el imperialismo sean cada vez más populares y logren habilitar una discusión sobre el significado del accionar de las empresas transnacionales, la concentración bancaria y las formas de trabajo que se derivan de este sistema alienante.
            Creemos necesario estar muy atentos a la organización que se dan los pueblos que buscan su emancipación en las distintas modalidades que podemos distinguir: organizaciones sociales, movimientos sociales libertarios, “gobierno de los movimientos sociales” (como es el caso de Bolivia), gobiernos progresistas de izquierda, el “Socialismo del siglo XXI”, el “socialismo comunitario”, experiencias de comercio e intercambio justo entre los hombres, las herramientas que puedan generar la ALBA-TCP o la UNASUR para reforzar el intercambio cultural y comercial en América Latina, el Banco del Sur como una entidad que no busque la usura capitalista sino la financiación de proyectos que beneficien verdaderamente a los pueblos, el proyecto del “Gasoducto del Sur” como una manera de evitar las crisis energéticas y toda propuesta que tenga en claro que la única manera de salir de esta crisis mundial (por primera vez realmente “mundial”) es sobre la base de un proyecto post-capitalista. Lo mejor de la tradición de izquierda del siglo XX más todas las innovaciones democráticas y justas que se vayan tejiendo en este siglo XXI son la esperanza que nace en nuestro presente y se proyecta en el horizonte.



Bibliografía y publicaciones
Ahmad, Aijaz (2005); “Imperialismo de nuestro tiempo” en publicación: Socialist Register 2004. CLACSO, Argentina.
Boron, Atilio (2012); América Latina en la geopolítica del imperialismo, Luxemburg, Buenos Aires.
Boron, Atilio (2006); “La cuestión del imperialismo”. En Boron, Atilio; Amadeo, Javier y González, Sabrina. La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas. Colección Campus Virtual, CLACSO, Buenos Aires, Argentina.
Boron, Atilio (2010); “Sepa lo que es el capitalismo”. Disponible en web: http://www.atilioboron.com.ar/2010/05/sepa-lo-que-es-el-capitalismo.html
Foster, John Bellamy (2006); “El redescubrimiento del imperialismo”. En Boron, Atilio; Amadeo, Javier y González, Sabrina. La teoría marxista hoy. Problemas y perspectivas. Colección Campus Virtual, CLACSO, Buenos Aires, Argentina.
Lenin (primera edición 1916); “El imperialismo, fase superior del capitalismo” (versión digital en PDF)
Panitch, Leo y Gindin, Sam (2005); “Capitalismo global e imperio norteamericano’’, Socialist Register 2004, CLACSO, Buenos Aires.
Rusia Today, “¿Cuáles son las principales causas de muertes en el mundo contemporáneo?” Disponible en web: http://actualidad.rt.com/sociedad/view/100880-oms-causas-muerte-enfermedades (23/7/2013)











Entrevista a Roberto Follari:
“Los gobiernos neopopulistas son más democráticos que los gobiernos liberales”[33]
El profesor Roberto Follari[34], autor del libro “La alternativa neopopulista” (Homosapiens editores, 2010), nos recibe en su lugar de trabajo en donde le preguntamos sobre las características de los gobiernos neopopulistas y su relación con los medios de comunicación concentrados. También pudimos hablar sobre “las formas” del republicanismo liberal y el interesante proceso de integración latinoamericana.  

¿A qué se le llama un “gobierno neopopulista”?
La denominación “populismo” ha tenido un uso muy despectivo. Los neopopulismos son simplemente los populismos nuevos. Los primeros populismos fueron los que surgieron en los años 40 y 50 como los de Velasco Ibarra en Ecuador, Perón en Argentina, Getulio Vargas en Brasil, Paz Estenssoro en Bolivia y Lázaro Cárdenas en México. Y los segundos, los actuales, corresponden a gobiernos con una serie de características entre las cuales está un liderazgo fuerte y a menudo unipersonal. Los casos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Argentina son los más claros.

¿Cuáles serían las continuidades y cuáles las diferencias que se puede encontrar entre aquellos populismos y estos neopopulismos?
La idea que se tuvo en su momento tenía que ver con las condiciones económicas especiales de la época. La posibilidad de que una incipiente burguesía nacional se podía unir a los sectores populares contra las grandes oligarquías. Esto se dio en una primera etapa, en un proceso de industrialización temprana de América Latina y, a partir de allí, se creía que cambiadas esas circunstancias el populismo no aparecería más. Muchos creíamos eso. Esto respondía a la idea, desde el marxismo, de que la superestructura política responde a la estructura económica. Pero es evidente que esta relación mantiene un margen de autonomía, de modo tal que bajo condiciones nuevas reaparecieron muchas características en común: el antiliberalismo, el nacionalismo, la representación de lo plebeyo, la reunión cara a cara con el líder en las plazas o en la calle; de modo que se repiten muchos fenómenos del primer populismo. La diferencia es que los neopopulismos son más radicalizados ideológicamente, más claramente de izquierda. El primero era popular pero conservador, como el caso de Velasco Ibarra en Ecuador; o muy discutibles porque eran populares en lo social pero muy conservadores en lo moral, como el peronismo en la Argentina.

Focalizándonos en el tema de la democracia: ¿por qué afirmas que la democracia neopopulista es más democrática que la democracia liberal?
En nuestros países, la democracia liberal es la forma política del neoliberalismo salvaje y del capitalismo más concentrado, de modo que le sirve de tapadera ideológica. Digamos que así llaman democracia al gobierno de los ricos, de las multinacionales, al gobierno de los poderes fácticos, que ha llevado a desastres a los sistemas políticos y de esas catástrofes han surgido los gobiernos neopopulistas. Todos estos gobiernos han surgido de la crisis total del sistema político: como fue el “Caracazo” en Venezuela, como fue “el 2001” en Argentina, la “Guerra del Agua” en Bolivia, la caída de Mahuad con la rebelión indígena en Ecuador. En realidad, el liberalismo ha fracasado porque ha sido la cara política de la esclavitud institucional hacia el sistema económico, las multinacionales y la concentración económica. En cambio el neopopulismo implica redistribución, atención a los de abajo, protagonismo de los que están excluidos del sistema económico capitalista puro. Sin dudas que incluye a muchos más sectores de los que incluye la llamada “democracia republicana”.

En los países con gobiernos neopopulistas, ¿cuál es el rol que están jugando los medios masivos de comunicación concentrados?
Son la oposición en estado puro. Ocupan un lugar que no les corresponde para lo cual nadie los eligió. Están fuera de la vigilancia social porque no tienen un mandato, por lo tanto no son “periódicos” y, por ende, están fuera de la vigilancia pública dado que aparecen como privados. En realidad, operan como base de la oposición política de una manera muy burda, muy abierta, muy grosera, en todos los países por igual: en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia y en Argentina.
Creo que se hace imprescindible que haya “leyes de medios” severas en todos estos países, que obliguen a que si alguien monopoliza la palabra pública tenga que dejar de hacerlo porque hay un derecho social a la comunicación, a la información plural y veraz; cosas que son totalmente transgredidas y completamente incumplidas por los medios opositores a estos regímenes neopopulistas.[35]

¿De qué manera los medios concentrados toman la idea de “republicanismo” como “lo consensual” acusando al neopopulismo de “crispado”?
Si yo te dijera nombres de periodistas argentinos que operan de esta manera son legiones. El sentido común ilustrado se asocia al republicanismo, además, el rechazo a lo plebeyo, el rechazo a los de abajo se muestra en todo lo que tiene implícitamente de eurocéntrico y racista. Por lo cual se vuelve enormemente crispado. Es una reacción violenta por la aparición en la vida pública de sectores sociales que, para buena parte de las clases medias y altas, debiera desaparecer.
Los liberales se llenan la boca con palabras como consenso, equilibrio, diálogo y llaman conflictivos a los gobiernos neopopulistas. Los gobiernos neopopulistas activan la política y por tanto asumen el conflicto; en cambio los gobiernos liberales ocultan el conflicto porque sirven a los de arriba y entonces no cambian nada.

¿Cómo viviste el intento de golpe de Estado que se llevó adelante en Ecuador?[36]
Bueno, con mucha angustia. Es cierto que no tuvo la forma clásica de un golpe de Estado. Se sigue discutiendo allá si fue un golpe de Estado o una rebelión policial, pero obviamente fue un intento de golpe porque, además de tener al presidente en un centro policial y no dejarlo salir -lo que implica un secuestro-, hubo dos aeropuertos tomados. Yo escuché por CNN a una diputada opositora diciendo “vamos ahora a tirar abajo a Correa”. Fue un intento heterodoxo ya que hoy los golpes militares dados por las fuerzas armadas están desprestigiados (a excepción de lo de Honduras que tuvo éxito y este otro intento que no les ha salido). Es similar a lo que quisieron hacer contra Chávez en 2002.
La reacción popular fue importante, la reacción internacional fue severísima y de una inmediatez extraordinaria. En ocho horas estaban en Buenos Aires los presidentes y hubo una declaración pública. La UNASUR dijo que no solamente no va a mantener relaciones diplomáticas, sino tampoco comerciales ni de aeronavegación con países en donde haya algún tipo de desestabilización institucional. Esto fue una novedad y ha sido un avance. Hasta la OEA, un poco lenta de reflejos, también condenó el golpe. Así que la acción internacional fue muy importante y de haber ganado los golpistas habrían tenido tal grado de aislamiento y de rechazo internacional que difícilmente se hubieran podido mantener.

Explicanos por qué deberíamos defender a estas democracias neopopulistas
Son las únicas a nivel mundial hoy que ponen un límite considerable a la rapiña neoliberal del capitalismo periférico. En ninguna otra parte del mundo hay países que pongan límites al capitalismo salvaje. Esto está implicando mejoras para los sectores sociales más pobres, mayor presupuesto para educación, mayor presupuesto para salud, una política internacional de unidad latinoamericana altamente saludable, de toma de distancia con EEUU sin entrar en antagonismo con él (hay matices, como pueden encontrarse entre el chavismo y el kirchnerismo). Como conjunto, una América Latina integral.
Creo que se trata o de mantener a cerca de la mitad de la población fuera de todo, desciudadanizada por completo o, en cambio, a través de estos regímenes, darles un cierto grado de participación. Aunque las democracias neopopulistas no tienen nada de perfectas porque hay sectores que están en condiciones socio-económicas pésimas, sí son políticas efectivas que les devuelven a estos sectores parte de su protagonismo y de su dignidad. 

Desde un punto de vista estrictamente teórico, ¿de qué manera se articula una teoría social como el marxismo con una teoría política como el neopopulismo?
Muchos pueden creer que tienen que elegir entre ser marxistas y ser populistas. En los hechos, muchos marxistas apoyan a Chávez, a Correa, incluso a Cristina Fernández de Kirchner. De modo que, en realidad, el marxismo es una teoría social, de la sociedad en su conjunto; mientras que el neopopulismo es una teoría de lo político. Si bien hay cierto desarrollo marxista de la teoría política, primero de Lenin y luego de Gramsci; sin duda que puede haber otras teorías políticas y el neopopulismo es una forma de gobierno concreto que puede ser articulado desde lo político con una postura teórica marxista. En ese sentido se explica que en Ecuador o Bolivia se hable del “Socialismo del siglo XXI”.



En esta segunda parte de la entrevista el filósofo nos explica por qué el neopopulismo es un fenómeno ideológico y cuál es la realidad de las izquierdas en la actualidad. Hace hincapié en la diferencia entre sistema político y modo de producción.  

¿Por qué planteas que el neopopulismo es un fenómeno ideológico?
Porque la adhesión al neopopulismo se realiza por parte de sectores cuya condición es “no fuertemente letrada”. Esto implica que hay cierto tipo de representación de lo político que se expresa en el neopopulismo y que no se siente expresado en otro tipo de configuración. Por ejemplo, la vanguardia revolucionaria tradicional es muy ilustrada, es demasiado organizada, resulta muy abstracta como para ser atractiva para los grandes sectores de marginales y desocupados que hay en América Latina. En cambio un líder como Chávez, paradigmáticamente, o Correa, puede sintetizar muy rápidamente en una sola imagen carismática, por proyección, los deseos y las necesidades de estos sectores.
Por este lado, entonces, porque es una ideología plebeya -en el sentido más estricto de la palabra- ya que representa a los sectores desclasados de la sociedad. Y además, en segundo término, porque para que algunos intelectuales y militantes adhieran al neopopulismo tienen que desproveerse, en primera instancia, de su primera piel de clase que es de rechazo a lo no letrado; que es de rechazo a este universo de la participación directa en la plaza, de gente que no es educada en los estilos que las clases medias conocemos, donde los intelectuales nos sentimos expulsados. Por eso, en gran medida, las clases medias y los intelectuales son furiosamente antipopulistas.   

En relación a lo que dijiste sobre las vanguardias de izquierda, uno podría pensar a un gobierno de izquierda de la manera tradicional: la toma del aparato del Estado por parte del proletariado que impulsa un proceso de expropiación a empresas capitalistas y sienta las bases para el socialismo. Sin embargo, al comienzo del capítulo 2 de tu libro “La alternativa neopopulista” vos presentás al neopopulismo como “una izquierda que ha llegado al gobierno en diversos países del subcontinente”: ¿cómo defendés esa afirmación?
No existen izquierdas que hayan surgido en los últimos años, hayan llegado al gobierno y tengan una posición más radicalizada que las neopopulistas. ¿Qué quiero decir con esto? Hoy el dibujo de lo que era históricamente el socialismo, por más que teóricamente esté muy bien planteado qué es la plusvalía, qué es el trabajo alienado, etc., ya no existe como tal. No existe ninguna experiencia histórica que funcione de acuerdo a eso. Con lo cual uno podría estar comenzando a pensar que representamos una versión platónica pura, exterior al mundo real cognoscible; o, en cambio, que las izquierdas son formas de ir modificando en una cierta direccionalidad lo que conocemos hasta horizontes que todavía no podemos saber cuáles serán y que no necesariamente son eso que habíamos previamente imaginado.
Gobiernos como el chino, hoy, representan una especie de socialismo de mercado que nadie sabe bien qué es pero que, evidentemente, no se parece en nada a la socialización de los medios productivos. Cuando alguien me dice “estos modelos son capitalistas”, sin dudas que lo son, ahora ¿alguien me dice adónde hay un gobierno estrictamente socialista, claramente post-capitalista en el mundo? Hay gobiernos que han sido estatalistas, antiprivatistas, como por ejemplo el cubano.

En lo referido a las formas de organización y articulación de los gobiernos neopopulistas, ¿por qué se las tilda de irracionales y violentas?
Porque no le piden permiso a las formas republicano-burguesas de representación. En tanto y en cuanto los que las ejercen son sectores mayoritariamente pobres, marginales, etc. sus formas de participación directa ofenden al buen sentir de las clases medias. Estas clases medias que cuando toman las rutas les parece lo más natural del mundo pero cuando las toman los sectores marginales les resulta intolerable.
Creo que al populismo se lo ve así porque representa a las llamadas “clases peligrosas”. Es la autoconciencia política de esos sectores y, por lo tanto, implica el rechazo a esa forma de organización política por parte de otras clases. Pero, cuando estas clases burguesas hacen acciones análogas, a ellos mismos les parece bien porque lo hace gente rubia, con dinero y bien vestida.

¿Por qué afirmás que un capitalismo de libre mercado puro y un sistema democrático no son asimilables uno al otro? ¿Por qué el discurso hegemónico los muestra como una misma cosa?
Atilio Boron trabaja muy bien este punto. Tiene un texto que se llama “Liberalismo vs. Democracia” en donde demuestra que la noción de democracia tiene 30 siglos y la de liberalismo sólo 2 ó 3. El mercado es muy posterior a la idea de democracia por lo tanto nadie debería creer que hay una noción de mutua inherencia entre mercado y democracia. De modo tal que la democracia, entendida en los términos en que el neoliberalismo la ha definido, es sólo una forma posible de entenderla y, de hecho, es una forma que en los últimos 30 años no ha sido más que la tapadera de las políticas neoliberales en economía y las estrategias de privilegio practicadas desde los sectores económicos más concentrados.
Al estar preocupados principalmente por los derechos individuales, no por los derechos sociales (ni mucho menos por algún tipo de sujetación colectiva), desde el liberalismo en el fondo se detesta la política y se supone que la política es un mal necesario, no algo bueno o positivo. Entonces, en una época en que la política ha perdido peso, en donde para doblegar al gran capital se necesita cierto grado de concentración de poder político, el liberalismo ataca a la concentración de poder político considerando que es hegemonista. De tal modo deja la verdadera hegemonía en manos del capital económico, del capital geopolítico de la embajada de EEUU, del capital simbólico de las iglesias y el capital económico y simbólico de los dueños de los grandes medios.

En esta tercera y última parte de la entrevista sobre el tema neopopulismo, el filósofo mendocino nos cuenta cómo ve a los intelectuales en su vínculo con este sistema político[37]. También, y teniendo en cuenta el amplio desarrollo realizado en su trabajo sobre esta temática, pone de manifiesto las diferencias conceptuales con la obra “La razón populista” de Ernesto Laclau.

¿Cuál es el papel que están jugando los intelectuales argentinos en relación al Kirchnerismo?
La gran mayoría de los intelectuales se sienten ajenos a este tipo de posición. La mayoría de los intelectuales prefiere la política de no hacer política. El intelectual más exitoso es el que no se mete en política: el que habla de política sin hacerla. Entonces, hay personas de izquierda que uno nunca los vio participar concretamente en nada: ni en una reunión política, ni en una manifestación, ni en un espacio de compromiso efectivo con un grupo. En ese caso, paradójicamente, todos los grupos lo quieren, todos los grupos quieren a ese señor porque no representa a ninguno en particular. No se pelea con ninguno.
Aquel que, en cambio, representa a un grupo específico –necesidad imperativa de la acción política- pasa a ser identificado como negativo por la mayoría de las izquierdas a las cuales esa persona no representa. Por lo tanto, si quieres que te vaya bien en la Universidad pasando por ser de izquierda, jamás hagas política. Es patético, pero lo digo con toda claridad, porque ocurre así.
Los intelectuales no suelen estar con el kirchnerismo. Les es más fácil representar a otros grupos ya que el neopopulismo, al ser una política plebeya, va en contra de los habitus de clase de los sectores intelectuales. Intelectuales como Beatriz Sarlo, por ejemplo, quien ha tenido una actitud de permanente hostigamiento al actual proceso desde un diario como La Nación, con lo cual huelga cualquier consideración. No porque alguien no pudiera alguna vez escribir en La Nación en contra de las posiciones de los dueños del diario, no soy mecánico en esa relación; ahora, si estás 3 o 4 años seguidos en ese diario es porque sos alguien que no colisiona con la posición editorial del diario. Ella, quien en términos teóricos es un caso paradigmático de defensa de lo ilustrado, también representa otro aspecto común a muchos intelectuales: su preocupación por tener coherencia y equilibrio al interior de sus propias ideas, antes que tenerlos en relación con la realidad social. Ella reconoce algunas medidas kirchneristas pero inmediatamente pone muchos “nos” en su discurso y pretende hacer un balance de lo que considera positivo y negativo en el proceso iniciado en 2003. 
Mi preocupación como intelectual -y también como persona políticamente comprometida- no es el equilibrio al interior de mi mente (que yo como intelectual haga juicios sanos, ecuánimes y equilibrados, que den lugar exactamente a las partes buenas y malas de un proceso). No, mi preocupación es que eso sea lo que se dé para el conjunto de la sociedad. Para el conjunto de la sociedad los que dicen cosas favorables al kirchnerismo son muchísimos menos que los sectores concentrados de los medios que hablan en contra. De modo que si yo quiero que se dé un equilibrio en el seno de la sociedad desde el punto de vista de la consideración de los méritos y los fracasos del gobierno tengo que hablar mayoritariamente a favor del kirchnerismo.
Lo que quiero decir no es que como intelectual deba buscarse un equilibrio cualquiera de la opinión social sino servir a que la sociedad valore políticas en pro de los sectores populares. Y como lo habitual es que la clase dominante impide valorar esas políticas en pro de lo popular se hace imprescindible trabajar en pro de esa valoración (y no en una consideración “ecuánime” de lo bueno -o no tanto- de un gobierno, cuando su direccionalidad estructural resulta favorable al campo de los sectores sociales subalternos).
Hay intelectuales que se han comprometido con el kirchnerismo. El de “Carta Abierta” es un caso interesante de organización política no partidaria, plural, asamblearia, sin directores, donde hay figuras importantes del pensamiento como Horacio González y Ricardo Forster. Es auspiciosa como modalidad de participación colectiva de intelectuales que apoyan al populismo, sin ser estos necesariamente militantes políticos de organizaciones. Algunos pueden tener una participación política sólo en tanto que intelectuales, productores de documentos, de pensamiento y discusión.


Retomando un poco la problemática teórica, aunque en tu trabajo dejás bien en claro la importancia del aporte de Ernesto Laclau al tema del populismo, al mismo tiempo encontrás algunas inconsistencias en su elaboración. ¿Cuáles serían estas diferencias con tu propio análisis?
La idea de que la realidad tiene la forma del lenguaje es una noción todavía dualista. O hay una realidad mediada por el lenguaje y ya no podemos distinguir lenguaje y realidad o hay una realidad externa al lenguaje que no tiene por qué tener la misma forma del lenguaje. Yo no creo que la realidad tenga la forma del lenguaje sino que los seres humanos la captamos al interior del lenguaje, que no es lo mismo.
Esto tiene una consecuencia: creo que el mundo de la economía sigue siendo un mundo con fuerza en la determinación de los problemas sociopolíticos cosa que no está presente en Laclau. Uno podría deducir de él, de una manera legítima, que la burguesía se podría volver populista en algún momento dado que hay una especie de total independencia entre el lugar de clase y la toma de partido político. Laclau entiende que hay una plena independencia entre lo significativo-político y lo material económico-social. En este sentido, para él la primacía podría darse desde lo puramente ideológico marcada desde el lenguaje.
Pero si bien hay ejemplos de burgueses revolucionarios, la burguesía como clase no podría volverse en conjunto contra sí misma. De tal modo no acepto la radical contingencia que pone Laclau en la política.
Otra de las diferencias es que yo no creo que el neopopulismo sea la política in toto, o sea, que toda política sea populista. Creo que no sirve de mucho decir eso porque, en tal caso, decir “populismo” ya no significa nada específico. No es que Laclau no tenga alguna razón en este punto en el sentido de que todos aquellos que despotrican contra el populismo también dividen al mundo entre “amigos” y “enemigos”. También juegan por el lado de la fuerza más que por el lado de la legitimidad; la política tiene una exigencia en ese sentido y ese concepto sí lo comparto con Laclau. Toda política, más allá de las formas republicanas o lo que fuere, tiene que ver con la búsqueda de obtener una victoria, un triunfo. Ganar significa operar con imposición de fuerza. Puede ser fuerza ganada por los votos pero es siempre fuerza al fin. Pero aceptado lo anterior, plantear que toda política es neopopulista no ayuda a pensar la especificidad de estos regímenes latinoamericanos hoy vigentes (Chávez, Correa, etc.).  
Otra diferencia que tengo con Laclau es que él dice que la Sociología no tiene una “definición” de populismo. Pues hay que aclarar que nunca una definición sostiene completamente a un concepto. Entonces si él en vez de “definición” hubiera hablado de “concepto” no sería tan fácil adscribir una total falta de calidad a todos los desarrollos previos sobre el tema del populismo como él lo plantea.

Por otro lado no comparto su creencia de que la política se hace por pura agregación de demandas específicas. La “cadena equivalencial” no me parece que funcione así. Por ejemplo: yo tengo una demanda, y un gobierno determinado me la cumple. Soy venezolano y Chávez me resuelve mi problema de trabajo. Al de al lado Chávez le resuelve el problema de salud. Yo ya no necesito mirar a otro más de al lado y otros adicionales de al lado a los cuales Chávez también les resuelve sus demandas. Yo ya empiezo a mirar para arriba, no para el costado. Me reconozco en alguien que yo apoyo porque desde su política general resuelve mis problemas y sé que resuelve algunos otros. No me da la impresión de que para “mirar hacia arriba” yo deba pasar por diez equivalencias previas: esa me parece una noción sumativa, fragmentaria, muy ligada a una idea posmoderna de lo social. No me parece que la política funcione así. El mismo Laclau, en otra época, cuando decía que el discurso del líder era el que interpelaba produciendo la identidad populista estaba afirmando algo parecido a lo que estoy señalando. Estaba diciendo que, en realidad, rápidamente se produce una unión colectiva de muchos sujetos diferentes por la palabra del líder y que ella no se da por una sumatoria de demandas singulares.

Una distinción que hacés en relación con la Psicología tiene que ver con el “ideal del yo” y el “yo ideal”. ¿En qué consiste esta diferencia?
Él utiliza indiscriminadamente el “ideal del yo” y el “yo ideal”. El “ideal del yo” es una parte del superyó, la imagen de lo que yo creo que debería ser. Vos trabajás a partir de tu “ideal del yo” para llegar a ser un profesional al esforzarte por alguna cosa, etc. El “ideal del yo” te mueve al esfuerzo. En cambio el “yo ideal” es el yo de la satisfacción infantil, el “yo” de estar satisfecho plenamente. El hecho de que no haya una clara distinción entre ambas categorías -lo que quizás se da por un problema de traducción- produce cierta confusión.

Más adelante, en el desarrollo teórico que has propuesto, te encontrás con un “Laclau posmoderno” y un “Laclau populista”. ¿Cómo es cada uno?
Eso me parece muy visible. Hay un autor mexicano que ha demostrado que hay una enorme cantidad de contradicciones en Laclau pero son contradicciones entre “estos dos Laclau”. Lo que pasa es que él no afirma en ninguna parte que haya “dos Laclau”. Esto es algo curioso en cuanto a la identidad de los intelectuales ya que hemos hablado de ellos (o de nosotros): nosotros hablamos de que el sujeto no existe, de la discontinuidad de los flujos, de que no hay ningún sujeto idéntico a sí mismo; sin embargo el intelectual pretende ser idéntico a sí mismo. No hay nadie que acepte que ha cambiado. El mismo Foucault no aceptaba esta situación: algunas veces hablaba muy bien de Marx y otras veces muy mal. Lyotard al principio hablaba a favor de la posmodernidad, luego en contra, pero nunca explicó por qué pasó de una cosa a la otra. Lo mismo uno encuentra en Laclau. ¿Acaso tendría algo de malo que él dijera: “durante un tiempo trabajé una noción posmodernista y ahora trabajo una noción populista de la política”?
Lo cierto es que hoy el populismo se da en América Latina, no se da en Europa. Aquello que trabajaba Laclau en los noventas era socialdemocracia pura (según su modelo en Europa) lo cual es muy diferente del populismo latinoamericano. Yo creo que él no ha dado razón de esa diferencia y entonces es evidente que alguien que piensa que un pequeño sector de la sociedad, desde las feministas a los regionalistas, de pronto logra ocupar el aparato del Estado y asume una posición universalista es una concepción muy diferente del sujeto social populista para lo cual Laclau ha tomado algunas categorías previas como “significante vacío” o “significante flotante”. Sin embargo la idea política no es la misma. Debería estar más claro que hay un Laclau socialdemócrata posmodernista y –por otro lado- un Laclau populista latinoamericanista.
Por cierto que también, a diferencia de Laclau, mi objeto del deseo es el neopopulismo latinoamericano actual y de izquierda, no cualquier populismo. Por ejemplo: Fujimori (ex presidente de Perú) es de derecha, no estaba en contra del establishment como están los neopopulismos de los que venimos hablando. Pero otros factores del populismo, como cierta política plebeya, el liderazgo personal, etc., puede ser que sí estén allí. Se puede discutir si eso es populismo o no pero, en lo personal, es una cuestión que no me interesa. Tengo claro que ese fue un gobierno de derecha y, para mí, los neopopulismos tal cual los conceptúo son de izquierda. Me parecen evidentemente distinguibles entre sí: nadie podría decir que fue lo mismo Velazco Ibarra que Correa ni se puede comparar a Chávez con las formas de populismo de Fujimori o Buccaram.

¿Qué sería lo anti-sistema en el populismo? ¿Cuál es la diferencia entre modo de producción y sistema político?
¿En qué sentido es anti-sistema el populismo? Es la antítesis de la democracia liberal pero no es la antítesis del modo de producción capitalista. Hay que ver de qué se habla cuando se habla de sistema y en qué sentido reta al sistema el populismo. Por supuesto que produce ciertas modificaciones en cuanto a los excesos más fuertes que generan el capitalismo salvaje y la concentración económica pero no se plantea como anti-capitalista. Sí podría impulsar, en algún momento, una actitud anti-capitalista. Pero, hasta ahora, eso no está plasmado. Por el momento cuando se habla de “Socialismo del siglo XXI” en Ecuador o Venezuela es más una expresión de deseo que algo que uno pueda corroborar. Las diferencias de clase y la existencia de empresarios privados en esos países sigue siendo grande, lo cual no significa que no hayan allí procesos de transformación profundos y fuertes. Tal vez habría que empezar a definir el nuevo socialismo -cuestión que no es imposible- pero lo que está en curso con el neopopulismo no es la idea habitual que se ha tenido del socialismo como eliminación de toda forma de relación capitalista.




[1] Monografía presentada en el curso “Historia del Pensamiento Latinoamericano” (Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación) en noviembre de 2012.
[2] En este trabajo, cada vez que digamos “hombre” nos referimos a “hombres y mujeres”.
[3] Dussel, Enrique; El humanismo semita, Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1969, p.4.
[4] Agencia SINC, “Dos etnias africanas protagonizaron la primera 'separación' humana hace 100.000 años”, publicado el 20 de setiembre de 2012. Disponible en web: http://www.agenciasinc.es/Noticias/Dos-etnias-africanas-protagonizaron-la-primera-separacion-humana-hace-100.000-anos
[5] Dussel, Enrique; Europa, modernidad y eurocentrismo. En libro: La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas Latinoamericanas. Edgardo Lander (comp.) CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina. Julio de 2000. p. 246. (p.1) Ver Esquema 1: Secuencia histórica del mundo griego a la Europa moderna, p.2. Pero, ¿qué opinaba Hegel?: “África es en general una tierra cerrada, y mantiene este su carácter fundamental” (…) “Entre los negros es, en efecto, característico el hecho de que su conciencia no ha llegado aún a la intuición de ninguna objetividad, como, por ejemplo, Dios, la ley, en la cual el hombre está en relación con su voluntad y tiene la intuición de su esencia […] Es un hombre en bruto” (Dussel, 1992: 23) Hegel y la filosofía eurocéntrica se equivocaron.
[6] Para este tema se puede ver el Seminario “Filosofía Política en América Latina Hoy” cuyo expositor fue Enrique Dussel y estuvo organizado por la Universidad Andina Simón Bolívar (sede Quito). Primera parte: “El gran camino de las culturas hacia el Este”. Segunda parte: “Las grandes culturas del caballo y del hierro/El camello y la expansión semita/La expansión de la pequeña Europa”. Julio de 2009. Disponible en web: http://vimeo.com/estudiosculturales
[7] Utilizamos la jerarquía racial/étnica de la forma en que la implementa Aníbal Quijano. “El ámbito discursivo/ simbólico que establece una división entre poblaciones blancas y no-blancas (…) es constitutivo de la acumulación de capital a escala mundial desde el siglo XVI” (Castro-Gómez, Grosfoguel, 2007: 14).
[8] El autor haitiano continuó hablando de “razas” pero sin la connotación biológico-racista. Nosotros haremos algo similar. Como la idea de “indio” para nombrar a los pueblos originarios americanos no fue sino una invención de Colón (Dussel, 1992: 33-40), algo parecido observamos en la invención de las razas amen de su directa vinculación con la voluntad-de-poder. Nuestra intención es señalar la jerarquización racial/étnica como una determinante del concepto “sistema-mundo europeo/euro-norteamericano capitalista/ patriarcal/ moderno/colonial”. (Ramón Grosfoguel) 
[9] Martínez Pería, Juan Francisco; “El ideario político crítico de la Revolución Haitiana” [CLASE]. En: Curso virtual “Historia del Pensamiento Latinoamericano” (Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires, Abril 2012a), p. 3. Ver también Eduardo Galeano; Las venas abiertas de América Latina, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, [1971] 2012, p. 83.
[10] Martínez Peria, Juan Francisco; op. cit., 2012a, p.15. Lo que se encuentra entre apóstrofes pertenece a Nesbitt, N; Universal Emancipations, The Haitian Revolution and the Radical Enlightenment, Richmond, Virginia University Press, 2008.
[11] Grüner, Eduardo; Revista Los nueve monstruos, nº4, año I, mes setiembre-octubre, 2009, pp. 2-4.
[12] “La racionalidad moderna es absorbente y, al mismo tiempo, defensiva y excluyente. Quijano añade que en imperios, epistemologías e idiomas no europeos (mandarín, árabe, bengalí, ruso, aymará, etc.) tal noción de totalidad no existe o es impensable.” (Mignolo, 2010: 13)
[13] Proclamación de la Independencia de Haití en “Boisrond Tonnerre: Memoires pour servir a histoire d'Haiti”, Puerto Príncipe, 1991.
[14] Carta compilada por Aristide, Jean Bertrand y Nesbitt, Nick en Toussaint Louverture and the Haitian Revolution, Verso, Londres, 2009, pp. 5-6, citada en Martínez Peria, op. cit., 2012a, p. 16.
[15] Utilizamos el concepto “campo” siguiendo la lógica de Pierre Bordieu.
[16] “Estos hechos prueban que la colonización [o la represión] deshumaniza al hombre incluso más civilizado; que la acción colonial [o represiva], la empresa colonial [o represiva], la conquista colonial [o represiva], fundada por el desprecio del hombre nativo y justificada por este desprecio, tiende inevitablemente a modificar a aquel que la emprende; que el colonizador [o el represor] al habituarse a ver en el otro a la bestia, al ejercitarse en tratarlo como bestia, para calmar su conciencia, tiende a transformarse él mismo en bestia” (Césaire, [1950] 2004: 19) Y acaso sea peor: el colonizador, el represor ya se ha concebido de antemano como una bestia, deshumanizado, cuestión que le permite tratar a los demás de la misma manera en que se trata a sí mismo. Un ser feliz no puede oprimir. Un ser que ama no puede domeñar a los demás. Si lo hace es porque no es libre.
[17] Jorge Abelado Ramos, por su parte, marcará los prejuicios y voluntades-de-poder del abate De Paw, Voltaire, el abate Raynal, Bacon, De Maistre, Montesquieu, Hume y Bodin. Ver “El Continente de los leones calvos” en Historia de la Nación Latinoamericana, Continente, Buenos Aires, 2011, pp. 91-92. (Vale aclarar que esta edición tiene ampliaciones, nuevos textos y correcciones realizadas por Ramos. La primera edición de este libro la llevó a cabo la editorial Peña Lillo en 1975) 
[18] Documentos para la historia de Haití en el Archivo Nacional, p. 49. Publicación del archivo Nacional de Cuba, La Habana, 1954, citado en Jorge Abelardo Ramos, op. cit., pp. 146-147.
[19] Proclamación de la Independencia de Haití en “Boisrond Tonnerre: Memoires pour servir a histoire d'Haiti”, Puerto Príncipe, 1991.
[20] Ver los trabajos de Martínez Peria, Francisco Miranda: El forjador de la utopía colombiana y La Patria es América: El ideario político y Social del Libertador Simón Bolívar. También puede verse Jorge Abelardo Ramos, op. cit., pp.148, 162 y 394.
[21] Apuntes basados en las clases y bibliografía del curso “La coyuntura geopolítica en América Latina” (Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación). Fueron escritos entre finales de 2012 y principio de 2013.
[23] Para este tema puede verse la producción de Javier Lewkovicz “Una tormenta en el horizonte” publicado en el diario Página/12. Disponible en web: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-232281-2013-10-28.html
[24] No hace mucho en el programa “Argentina para armar” que se transmite por el canal de noticias TN, Horacio González (sociólogo, director de la Biblioteca Nacional e integrante de Carta Abierta) y Alejandro Katz (ensayista y editor) coincidieron en que esta legislación debe ser modificada. Apuntamos esto ya que nos parece pertinente resaltar que tanto sectores del oficialismo como opositores –o críticos- entienden que es una deuda pendiente del proyecto nacional y popular argento.
[27] Monografía presentada en el curso “La coyuntura geopolítica en América Latina” (Programa Latinoamericano de Educación a Distancia, Centro Cultural de la Cooperación) en agosto de 2013.
[28] Hemos utilizado las palabras “término”, “expresión” y “concepto” indistintamente para referirnos a “imperialismo”. Creemos que los autores no siempre la usan de la misma manera y, en nuestra reciente aproximación a esta temática, nosotros mismos no podríamos captar con precisión la diferencia en su utilización.
[29] Aclaramos que no nos referimos al libro “Imperio e imperialismo” (2004) que el sociólogo y politólogo argentino le dedicara al análisis y crítica de “Imperio”.
[30] Ver de Atilio Boron “Sepa lo que es el capitalismo”.
[31] Ver Rusia Today, “¿Cuáles son las principales causas de muertes en el mundo contemporáneo?” (23/7/2013)
[32] Esto lo decimos con absoluto respeto por todas las víctimas del terrorismo fundamentalista a nivel mundial y en particular con profunda solidaridad con los familiares y amigos de los fallecidos en los atentados a la Embajada de Israel y la AMIA en la Argentina.
[33] Esta entrevista fue realizada en octubre de 2010.
[34] Docente e investigador. Profesor titular de la cátedra Epistemología de las Ciencias Sociales en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Cuyo (Argentina). Ha sido director de la Maestría en Estudios Latinoamericanos en esa misma Universidad. Autor de 15 libros y de unos 200 artículos sobre ciencias sociales, filosofía y educación, varios de ellos traducidos a diversos idiomas.

[35] Hay que aclarar aquí que luego de un largo proceso de judicialización, la llamada “ley de medios” en Argentina ha sido declarada constitucional en su totalidad cuestión que obliga a los grupos mediáticos a adecuarse a dicha ley. En Ecuador,  por otro lado, también se ha aprobado una ley de medios que promete beneficiar ampliamente a su pueblo. (Nota: aclaración hecha en noviembre de 2013) 
[36] Hemos dejado esta pregunta con su respectiva respuesta –aunque puedan parecer anacrónicas- ya que constituyen “una voz más” de aquello que el lector ya habrá encontrado en “Apuntes desordenados” y “Repensar el imperialismo”. (Nota: aclaración hecha en noviembre de 2013)
[37] Es posible encontrar planteados de forma sistemática algunos de los puntos aquí esbozados sobre la relación entre intelectuales y política en el libro “La selva académica” del autor aquí entrevistado.

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