¿Qué dolor ocultan tus ojos?
¿Qué extraña pena me llama?
Recuerdo a una niña zapatista,
pequeña, inquieta, distante;
pero una niña alegre.
¡Tanta sonrisa tenía esa niña!
Recuerdo que tal vez no nos encontrábamos seguido,
que se había apresurado el tiempo sobre nosotros,
recuerdo que, en un recreo, los niños se agolpaban para ver sus ojos.
¿Dónde están tus ojos?
Tan llenos de vida, acaso movimiento,
tal vez sólo viento.
Me dio por pensarte,
claro,
fueron tus fotos,
pero fueron tus ojos.
Y acaso un loco poeta, otro niño de aquella época, se haya hecho presente.
Y por eso me avisa que te avise… me dice: “dile”:
‘¡cuánta alegría aún te queda!
¡cuántos soles llevarán tu nombre!
¡cuánta vida te descansa detrás de tus pupilas cansadas!
¡cuánta magia te prometemos, más, te damos, por un gramo de tu felicidad!’
sorry, pero me causa gracia si esto es decicado a la persona que pienso.
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