Se había recuperado la señal. Seguía a la altura de las mentes esa conexión. Las palabras no eran necesarias.
Había una vida silenciosa, una vida que era de otra dimensión pero que se vivía acá mismo. Viajaban los pensamientos y uno podía captarlos en el aire. Pensamientos del padre, del hermano, del niño, de la tía. Pensamientos de amigos y amigas. Todo podía ser leído en ese cielo desnudo. ¿Quién podría simular ante tamaña manifestación? El ingreso a la base de datos universal. Todo un universal.
Se había distorsionado la lente. Se veía a gatas. Se volvía en sí la mente. Todo se curaba con la intensión, con la voluntad, con el olvido. Se curaba con la certeza de la desnudez universal. Así termina.
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