viernes, 19 de septiembre de 2008

Jocolí

Llamado de guerra primero, jocolí, recordado juglar. Se movía a diestra y siniestra tu viejo adagio. Era de esperarse, una tarde, tan teñida de olvido, que renacieras de la tierra y buscaras justicia por la voz de tus hijos. Todos gritaron, al unísono, “tierra y libertad”. Todos gritaron tu nombre en llamas y revolvieron la suerte campesina. Se había hecho la noche y había parido el día.

Se juntaron, muy lentamente, todos los interesados en reconocer la Tierra. Había escultores, párrocos, hombres de palabra, emisarios, elementos menores, curas y solsticios. Todos allí, buscando una palabra que tuviera un sentido comunal, colectivo, de diálogo. Se organizaron, muy lentamente, aprendiendo el abc de la concurrencia.

Una vez comenzado el baile, se fue haciendo de tierra cada una de las calles. Entre las acequias y zanjones, se levantaban las casas de adobe que serían el refugio original. En esa tierra echa casa, se escribía sobre tenue luz. El recuerdo volvía a hacerse presente en aquella lejanía. Cruzando el zanjón, de aquel lado, estaba todo mucho más claro. Había comenzado una nueva carrera contra la muerte… más bien contra el sufrimiento.






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