viernes, 27 de junio de 2014

Sin título 3


Un economista del establishment habla sobre los fondos buitre y la deuda externa argentina. Con una soberbia galopante describe a las acciones del gobierno argentino como "pataletas de un adolescente". Más allá del habitual desprestigio que sufren los jóvenes a lo largo y ancho del mundo, ahora me interesa la "seguridad" de este sujeto. Formar parte de la clase dominante de un época debe llevar a este tipo de actitudes. La movida discursiva para explicarlo es simple. ¿Cuál es el país más importantes del mundo? EEUU. Muy bien, alabemos a EEUU y contactémonos con sus instituciones más prestigiosas (si podemos). ¿Cuál es la religión hegemónica? El catolicismo. Seamos fervientes católicos (siempre seguros de que la economía es "la bella determinante en última instancia" y a su lógica monopólica nos debemos). Luego vinculémonos con los partidos políticos mejor posicionados en nuestro país, digamos las frases que las encuestas impongan y sintámonos a nuestras anchas. ¡Hemos ganado! Somos la mano derecha, los gerentes, los empresarios o los "che pibe" del tiempo que nos toca vivir. Hemos realizado la tarea (fácil, a simple vista) de incorporarnos a las instituciones y lógicas que se nos impuso desde la infancia. Allí, desde allí, el economista en cuestión puede decir que una acción gubernamental representa una "pataleta de adolescente".

También en el contexto de los fondos buitre, un periodista que asume una posición cercana al gobierno describe el accionar de un joven militante de un partido político relativamente chico como "un boicot irresponsable". Sí, es cierto, ambos sujetos utilizan la edad para desprestigiar. Pero por ahí no pasa la cosa. El periodista en cuestión ocupa un medio masivo de importante llegada, aprendió las frases que tiene que decir, los elogios que debe distribuir, sabe a quién tiene que criticar y a quién no y así logra obtener un capital que redunda en una buena dosis de confianza. Conoce a los dueños de los medios, a las empresas auspiciantes, los entramados monopólicos de su país, etc. Tal vez hasta se cruzó alguna vez con el economista del párrafo anterior. Allí, desde allí, puede caracterizar a este joven y su accionar como "un boicot irresponsable".

El economista del establishment habla pestes del periodista "oficialista". El periodista "oficialista" habla barbaridades del economista del establishment. Yo estoy seguro que no soy ninguno de ellos. Ellos aparecen en la televisión. Mi cuerpo termina antes. Sin embargo, al interior de la soberbia que nunca duerme, puede que sea un poco de cada uno y la sombra de ambos.






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