Los especialistas analizan la estrategia del Gobierno en materia
cambiaria, el contexto internacional y los perjuicios reales de la baja
de reservas. Las alternativas de la vuelta a los mercados, la
sustitución de importaciones y un impuesto a la compra de divisas.
Producción: Javier Lewkowicz
Sustitución de importaciones
Por Martín Burgos *
La caída de las reservas se ha constituido, y con razón, en el tema
de este principio de 2014. Si nos enfrascamos en la contabilidad
económica de la cuestión, veremos que esa caída se debe a una mayor
salida de divisas debido al pago de deuda y la demanda de dólares de
inversionistas, consumidores, turistas y “atesoradores”. Si miramos del
lado de las entradas de dólares, las mismas son menores debido a una
menor liquidación de divisas de los exportadores de granos en proporción
a años anteriores y a que las entradas por turismo se pierden en el
circuito privado (mercado paralelo), y por lo tanto no entran en el
Banco Central.
Frente a esa problemática, el Gobierno está tratando de unificar el
tipo de cambio aumentando el tipo de cambio oficial y tratando de
reducir el tipo de cambio paralelo, principalmente mediante la venta de
Boden 2015. El Boden 2015 es un bono que se compra en pesos y por el
cual el gobierno nacional se compromete a devolver un equivalente en
dólares en 2015, es decir: es una deuda estatal en dólares. Se supone
que el dólar paralelo está alineado con la cotización de ese bono, por
lo cual con una mayor oferta de esos bonos, debería bajar su precio y
por lo tanto debería reducirse el “dólar blue”.
Esa estrategia trae aparejados dos problemas que ya se avizoran: por
un lado, el aumento del tipo de cambio oficial empuja los precios al
alza, tanto de los productos importados como de los productos que
exportamos. Este efecto negativo trata de ser corregido mediante los
acuerdos de precios que, por más institucionalizados que sean, deberán
ser controlados por el Estado nacional. Caso contrario, es posible que
aparezca una reducción de la demanda o un aumento de la conflictividad
laboral. Por otro lado, el aumento de la oferta del Boden 2015
constituye un endeudamiento en dólares a corto plazo del cual, el año
que viene, deberemos dar cuenta. Por lo tanto, la estrategia seguida
pareciera ser la de ganar tiempo para estabilizar durante este año el
tipo de cambio y el nivel de reservas.
La otra alternativa, la que prefería el equipo económico, era la de
desdoblar el tipo de cambio financiero asumiendo un premio para la
entrada de capitales y un castigo para su salida. Este se podía realizar
de manera institucional, o en los hechos: comprando los Boden 2015 en
pesos para que aumente sus precios y por consiguiente que aumente el
“dólar blue”. Esto último ofrecía la ventaja adicional de reducir la
carga de la deuda en dólares para el año que viene, pagándola en pesos.
Sin embargo, pareciera que tal propuesta no tuvo el aval político, donde
sin dudas habrán influido los ecos del conflicto del campo por una
propuesta similar, ya que las retenciones a las exportaciones son un
desdoblamiento impositivo del tipo de cambio.
Si miramos a nuestros vecinos de América latina, nuestra situación
de escasez de divisas parece ser bastante excepcional. ¿Como la
resuelven los demás países del continente? Endeudándose. ¿Por qué no lo
podemos hacer? Porque aún vivimos las consecuencias del no pago de la
deuda externa de fin del año 2001. Saliéndonos del traje de economista,
podríamos decir incluso que aquel default fue constitutivo del gobierno
de los Kirchner, un gobierno nacido en la debilidad y que fue obligado a
ir solucionando los problemas económicos, negociando con el poder
económico pero en varias instancias enfrentándolo, porque la solución de
endeudarse, de patear adelante el problema, no existía más. ¿Acaso se
hubiese nacionalizado YPF si el déficit energético se podía financiar
mediante la deuda externa? Tal vez no: nacionalizar YPF era enfrentarse
con Repsol. Endeudarse hubiera sido más fácil: el Gobierno quedaba bien
con los españoles, y mejor con los financistas de Estados Unidos.
Por lo tanto, la solución a largo plazo ante la restricción externa
que vivimos es la de la sustitución de importaciones. ¿Han avanzado los
demás países de América latina en un proceso? Casualmente, muy poco.
Allí radica sin lugar a dudas una de las contradicciones de nuestra
situación actual: nuestro modelo es el de un país que creció sin cuenta
capital, como pasaba con los países periféricos durante los años de
posguerra. Pero la solución a nuestros problemas, la sustitución de
importaciones, entra en contradicción con el mundo actual, donde rigen
las cadenas de valor globales como forma de producir a nivel global, y
los límites a toda política sectorial de la OMC. Por lo tanto, la tarea
pendiente es pensar cómo realizar esa sustitución de importaciones en
tiempo de globalización.
* Coordinador del departamento de economía del CCC.
Crisis internacional, precios y reservas
Por Ariel Geandet *
Sobre la crisis internacional de 2008 en Estados Unidos ya se ha
dicho mucho. Lo que muchas veces no se hace es ligar sus efectos a los
desafíos económicos que enfrenta nuestra región. La política económica
de nuestro gobierno es mantener los niveles de empleo y crecimiento con
distribución del ingreso. Para lograrlo, los instrumentos son variados y
van mutando con el tiempo tanto en su uso como en su eficacia. Utilizar
la política fiscal y la monetaria para proteger el mercado doméstico y
nuestro incipiente proceso de reindustrialización, habiendo creado más
de 200 mil empresas, es correcto y ha sido acertado. Es importante tener
en claro lo anterior porque, si no, se pierde de vista la discusión
global de lo que se debate.
La emisión monetaria ha servido concretamente como política
anticíclica para proteger al mercado doméstico, pero nos hemos
equivocado en ligar su evolución a las necesidades de mantener niveles
de subsidios sobre los servicios que consumen principalmente los
sectores urbanos y de mayor poder adquisitivo. Es claro el cambio en el
uso de esos instrumentos.
Como un claro ejemplo de discusión parcial, hay que notar que si la
emisión monetaria se utiliza para financiar las partidas de subsidios,
entonces, en primera medida están siendo antiinflacionarias y
anticíclicas ante el aumento internacional de los precios de recursos
estratégicos como la energía. Sin embargo, hoy genera más inequidades
que beneficios sociales, por ende, hay que cambiar de instrumento para
preservar la política original.
Es interesante además ver la poca importancia que se le da al hecho
de que, luego de la crisis internacional, las políticas monetarias de
los países centrales han hecho que los bienes “reales” como los
alimentos (70 por ciento), el petróleo (75 por ciento) y el oro (150 por
ciento) hayan aumentado tanto de valor en dólares desde 2008.
Es decir, producir alimentos de nuestra canasta de consumo y que
puedan ser exportados implica tener que resolver un conflicto de
intereses, y para proteger el mercado doméstico y el empleo es necesario
que el salario no sólo alcance para comprar comida sino también tener
un excedente para poder comprar bienes industriales (intentando que se
fabriquen en nuestro país).
Ahora, para adentrarnos en la evolución de las reservas, es
importante explicar dos facetas del problema, una de corte más histórico
y otra más coyuntural. La primera versa en que nuestro país hasta 1968
dependía de su relación entre exportaciones e importaciones. Desde los
’70 en adelante, y principalmente durante la dictadura y los
petrodólares, se desindustrializa y comienza a endeudarse. Luego,
durante la época de la “plata dulce”, comprar dólares se hizo algo
sencillo (compra para atesorar). Durante los ’80 no pudimos crecer por
el peso de la deuda externa que heredó la democracia. Todo esto llevó a
una renegociación de deuda y al Plan Brady (Consenso de Washington), y a
la llegada del Plan de Convertibilidad. Entonces, durante los ’90, con
la transnacionalización de la industria y con el masivo endeudamiento
público, se profundizaron dos canales de salida de dólares. En
definitiva, la historia no termina bien, con la crisis de 2001 y con un
peso estructural de factores financieros que afectan la balanza de pagos
y la evolución de las reservas. Eso hizo imperativo recuperar una
política monetaria independiente.
Desde lo coyuntural y lo heredado, tenemos el desafío de querer
industrializarnos con precios de la energía históricamente elevados,
precio de los bienes industriales bajos a nivel internacional, y las
cadenas de producción muy concentradas y transnacionalizadas; también
queremos redistribuir el ingreso con precios de los alimentos elevados a
nivel internacional, lo que fuerza una puja redistributiva local. En
este contexto, es muy importante destacar: que la Argentina no
reprimarizó sus exportaciones, que al resto de la región también se le
están fugando dólares y que están expuestos a los flujos de capitales
golondrina, que Brasil depende del influjo por Inversión Externa Directa
y de inversiones financieras para compensar su cuenta corriente, y la
incertidumbre de la renegociación de deuda de los países europeos, donde
lo que pase con la Argentina y los fondos buitre es clave para ese
escenario.
En definitiva, las tensiones sobre las reservas, por utilizarlas
para pagar deuda externa, financiar créditos para sustituir
importaciones y sostener una determinada política cambiaria que ayude a
no trasladar el aumento de precios de los alimentos, tuvo su momento y
debe ser modificado. La intención de regularizar los acuerdos con el
Club de París también va en ese camino. Es importante que cambiemos el
35 por ciento del impuesto a cuenta por un verdadero impuesto a la
compra/venta de moneda extranjera, y que comencemos de a poco a dar
mayor liquidez en dólares para volver a controlar formalmente todos los
canales de compra/venta de moneda extranjera.
* Docente UBA y Mesa de Economía-Movimiento Evita.
Tomado de aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario