martes, 6 de agosto de 2013

Dos visiones sobre el acuerdo YPF-Crevron


Esta discusión es una entre las muchas que han pasado y las tantas otras que vendrán. El siglo XXI es el siglo de los conflictos, enfrentamientos, distanciamientos, convenios y guerras por los bienes naturales. América Latina está en el centro de esta problemática al ser la región más rica del mundo en biodiversidad, minerales, tierras cultivables y un largo etcétera. Directamente vinculado con esta situación se encuentra los derechos de los pueblos originarios con respecto a las consultas necesarias a la hora de encarar cualquier tipo de explotación que se realice en tierras comunales. Hay que decir que, aunque existe legislación internacional y nacional que protege a las comunidades en estos casos, tal vez la mayor cuenta pendiente de las democracias latinoamericanas gire en torno a un verdadero y efectivo reconocimiento de los pueblos indígenas. Una profunda discusión en este sentido es urgente y fundamental.

Por lo dicho anteriormente, la controversia que se ha definido como "pachamámicos vs. extractivistas" estará a la orden del día toda vez que los países centrales dependen -cada vez más- de nuestras riquezas y nosotros, como "zonas industrialmente atrasadas", dependemos de la enajenación de estos bienes para -en el mejor de los casos- mejorar la condición de vida de nuestros habitantes disminuyendo la pobreza, el desempleo y la desigualdad más general. Hay un círculo vicioso de difícil resolución y que definirá los próximos 30 años de la humanidad: el consumo exorbitante de EEUU es harto evidente y su modo de vida trata de expandirse cada vez más (se estima que, si todos los habitantes del mundo consumieran como lo hacen los norteamericanos serían necesarios más de 5 mundos para cubrir esa demanda); a la misma vez son los bienes naturales del Tercer Mundo los que hacen posible tal nivel de consumo. Ergo: una crítica al consumismo que no esté acompañada de la definición de para qué utilizaremos nuestros bienes comunes no tendría ningún sentido.

Paso a compartir con ustedes una nota de Adolfo Pérez Esquivel y una crítica -a nivel técnico- de Roberto Kozulj publicada en Página 12:



Buenos Aires, 25 de julio del 2013

¿Desarrollo o Semicolonia?
Acuerdo YPF – Chevrón

Nuestro país ha soportado todo tipo de calamidades, creo más que las 7 plagas bíblicas, pero tenemos la capacidad de sobrevivir y continuar construyendo a pesar de todo.
Una de ellas es la deuda externa que pasó a ser la “deuda eterna”, cuyos fondos buitres no pierden pisada a su víctima.

Los sucesivos gobiernos se negaron y niegan hacer una auditoria para determinar la deuda legítima de la ilegítima,  y hoy los buitres  reclaman el pago de una deuda inmoral e ilegítima y el país debe someterse a tribunales de los EEUU.

Mientras el gobierno insiste en los beneficios alcanzados y en defender la “década ganada” del modelo K, que se autodefine “nacional y popular”, surgen contradicciones e incertidumbres que enervan los ánimos y provocan justificadas tensiones en los diversos sectores sociales, a lo interno del país,  a nivel regional e internacional.

Cuando el gobierno argentino expropió el 51 % de la empresa Repsol de España habló de la nacionalización del petróleo y la recuperación de la soberanía, sin embargo ahora firmó un contrato con la empresa estadounidense Chevrón brindándoles ventajas inéditas. ¿Qué significa esto para nuestra soberanía nacional?

Pongamos en evidencia algunas de las consecuencias del flamante acuerdo de YPF con la petrolera trasnacional:

El juicio que perdió Chevrón en Ecuador por violar Derechos Humanos y la impunidad que le dió la Corte Suprema Argentina

La empresa Chevrón-Texaco después de 20 años de juicio en el Ecuador fue condenada al pago de 19.000 millones de dólares por los daños ocasionados por el derrame de millones de litros de petróleo y la contaminación de ríos y cerca de 500 mil hectáreas en territorio de comunidades indígenas. Daños que fueran denunciadas por las comunidades indígenas y la CONAIE.

La empresa condenada se fue de Ecuador y aterrizó en la Argentina, con el beneplácito del gobierno, y la justicia argentina hizo lugar a la demanda  judicial ecuatoriana y la embargó por el monto adeudado. La empresa apeló el embargo a  la Corte Suprema de Justicia de Argentina quien levantó el embargo, motivado por los acuerdos de YPF- Chevrón, sentando un precedente de impunidad jurídica, que afectará a todos los pueblos latinoamericanos.

Recientemente tuvimos un Congreso en la Academia de Ciencias del Ambiente de Venecia, donde llevé el problema señalado, para que los científicos y juristas evalúen el impacto y consecuencias desde el derecho  internacional y la situación sanitaria e impacto ambiental sobre los pueblos. Porque junto a muchas organizaciones venimos impulsando la creación de un Tribunal Penal Internacional del Medio Ambiente. Es inconcebible que una empresa esté prófuga de la justicia, en este caso la de Ecuador, y pueda seguir operando en otro país.

La Iniciativa del Departamento de Estado Norteamericano y el Fracking

Este acuerdo se enmarca en la  “Iniciativa Glogal de Gas de Esquisto” del Departamento de Estado Norteamericano que nos incluye desde el año 2010. En 2012 tuvimos un encuentro de intelectuales de 21 países en Cuba “Por la paz y la preservación del medio ambiente” junto al Comandante Fidel Castro. En ese encuentro Fidel habló de esta iniciativa del departamento de estado y de que la Argentina es el tercer país, luego de China y Estados Unidos, con mayores reservas de Shale Gas (gas de esquisto). El “Decreto Chevrón” (Dec. Nº 929/13) implica  la explotación de hidrocarburos no convencionales que se extraen mediante un método de fractura hidráulica (fracking), que es altamente contaminante para el medio ambiente y por supuesto para las poblaciones.

Sería importante que el gobierno nacional investigue porque el fracking está prohibido en Francia, en Bulgaria, en el estado de Vermont (USA) y en Quebec (Canadá), mientras que en otros lugares se ha aprobado la moratoria (suspensión), tal como sucedió en Nueva York, y en varias regiones de Europa. No sería la primera vez que los países centrales exportan la contaminación hacia los países del mal llamado “tercer mundo” para cuidar al mal llamado “primer mundo”. ¿Se acuerdan de las papeleras en Uruguay?
¿Esto es soberanía ambiental?

Los Derechos de los Pueblos Originarios

Pero este acuerdo afecta nuestra soberanía en muchos niveles. Por ejemplo viola la normativa internacional y nacional de los derechos de los pueblos indígenas debido a que no fueron consultados previamente a la firma del contrato como establece la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas en su artículo 19, el artículo 6 del Convenio de la OIT Nº 169 sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes,  y el inciso 17 del artículo 75 de la constitución nacional argentina. ¿Y nuestra soberanía plurinacional? ¿El antiimperialismo es sólo de estatuas (Cristóbal Colón por Juana Azurduy)?

¿Tendremos que indemnizar a Chevrón? Los Tratados Bilaterales de Inversión y el CIADI.

El contrato permite que nos sometamos a los tribunales de Francia y los EEUU con motivo de los Tratados Bilaterales de inversión que tenemos con esos países. Esto significa que Chevrón va a venir a llevarse nuestros recursos con facilidades inéditas, contaminarnos, y si luego queremos rescindir el contrato por sus consecuencias desfavorables Chevrón nos hará juicio en el CIADI y le tendremos que pagar miles de millones de dólares de indemnización.

Argentina es el país con más juicios en el mundo dentro del CIADI, un organismo del Banco Mundial que suele dictaminar a favor de las trasnacionales, y el monto aproximado que se nos reclaman empresas extranjeras es de aproximadamente 65.000 millones de dólares.
¿Esto es soberanía jurídica? ¿Se preguntó el gobierno argentino porqué Bolivia, Ecuador y Venezuela denunciaron al CIADI y se retiraron en el 2007, 2009 y 2012 respectivamente? ¿Se preguntó porqué Brasil nunca entró en el CIADI?

Soberanía Energética y unidad latinoamericana

La recuperación del 51 % de YPF y su decreto reglamentario fueron importantes pasos que dimos adelante y que he apoyado personalmente. Pero el gobierno ha desviado el camino en forma grotesca e improvisada, entregando con enormes beneficios uno de los potenciales yacimientos más importantes del mundo: Vaca Muerta. Y permitiendo a Chevrón que gire regalías al exterior sin retenciones y que nos venda nuestro propio petróleo al precio internacional.

¿Es tan difícil pensar en una YPF 100% pública y nacional que haga convenios estratégicos de unidad latinoamericana con las petroleras PDV (Venezuela), Petrobras (Brasil), YPFB (Bolivia) y ANCAP (Uruguay)? ¿Es tán difícil pensar que los recursos naturales de los latinoamericanos sean de los latinoamericanos? ¿es tan difícil pensar que nuestro gobierno invierta lo necesario en investigación y desarrollo de energías renovables para tener nuevos complementos?

La irresponsabilidad gubernamental oculta las graves consecuencias para el pueblo que tiene esta medida como también lo hace con la mega-minería (Barrick Gold y otras) y los agro-tóxicos (Monsanto).

El vice-ministro de economía, Kicillof,  dice alegremente que “vamos a tener un carnaval de actividad”. No sé hasta qué punto quienes gobiernan miden las consecuencias  de lo que representa este contrato y de lo que significa la palabra soberanía. Por algo mantienen en secreto los convenios.

De lo que sí estamos seguros es que “Desarrollo” es lograr el equilibrio entre las necesidades de los pueblos y el medio ambiente.

El gobierno nacional debe consultar de manera vinculante a todo el pueblo argentino sobre estas decisiones que, una vez puestos en marcha, tienen consecuencias irreversibles que afectan muchas generaciones.

Los argentinos debemos debatir para qué queremos nuestra energía y al servicio de quienes, sin olvidar que no somos los dueños de la Madre Tierra, simplemente somos sus hijos y debemos cuidarla y honrarla.

Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz
Presidente del Servicio Paz y Justicia


Por Roberto Kozulj *

Bajo el título “¿Desarrollo o Semicolonia? Acuerdo YPF - Chevron”, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel escribió un artículo de opinión sobre las consecuencias que para la soberanía nacional tiene el reciente contrato que YPF Argentina firmó con la petrolera estadounidense Chevron. Dado el prestigio adquirido por el autor de la nota, es probable que su reflexión sea del agrado de un vasto espectro de lectores. Sin embargo, por la importancia del tema, debatido a izquierda y derecha –y por la cantidad de elementos erróneos que contiene–, vale la pena rebatir varios aspectos, en tanto su prestigiosa trayectoria nada tiene que ver con el conocimiento del sector energético, a la vez que no contribuye a ningún debate fundado siquiera sobre temas calientes como soberanía, medio ambiente o desarrollo.

En primer lugar, la Argentina recién comienza a incursionar en el área de los recursos no convencionales. La cuantificación efectuada por el Departamento de Energía de los Estados Unidos y por la Sociedad de Ingenieros en Petróleo (SPE por sus siglas en inglés) es precisamente eso, una cuantificación de recursos. Como tales, potenciales. Los recursos deben ser convertidos en reservas comprobadas. En Argentina sólo se ha certificado el uno por mil de esos recursos no convencionales. Por lo tanto, el primer error muy grueso es llamar reservas a lo que sólo son recursos.

La conversión de recursos en reservas requiere de un largo proceso que implica no sólo cuantiosas inversiones, sino además de un tiempo de maduración del conocimiento que, según se estima, puede rondar los cinco años o más, dado que las etapas de concepto, pruebas piloto, determinación de la curva de aprendizaje y finalmente la explotación comercial no pueden llevar menos que eso. Adicionalmente, mientras ello ocurre se debe disponer de la infraestructura y logística de agentes de sostén y suministro de agua. Una sola fractura hoy implica transportar alrededor de 50 camiones cisterna al pozo donde se realizará la fractura. Cada pozo puede requerir varias fracturas en el tiempo. La etapa de aprendizaje requiere de la perforación de un número considerable de pozos por año. Para producir hidrocarburos en forma comercial e inyectar el agua se requiere construir una red de suministro de agua, infraestructura de producción y almacenamiento de agentes de sostén (proppants), productos químicos para tratar las aguas e instalaciones, abastecerse de múltiples equipos de presión y obtener los de perforación de pozos en cantidades muy significativas. Estos últimos son provistos por empresas de servicios petroleros, todas multinacionales. Muy pocas empresas petroleras integran en su cadena estos servicios a pesar de que con los actuales precios del petróleo podría convenirles y algunas piensan en ello.

Toda esta logística es muy distinta en cantidad –y a veces en tipo– de la requerida para la explotación convencional. Del mismo modo, el uso posible de aproximadamente el 30 por ciento del agua utilizada, que es de reflujo, debe ser tratada y el sobrante depositado de modo seguro para cumplir las normas ambientales vigentes, todo lo cual debe analizarse experimentalmente, precisamente para que la explotación sea sustentable.
Ninguna empresa de servicios traería la cantidad de equipos necesarios antes de terminar la etapa de piloto y ramp-up. La Argentina hoy se halla entre la etapa de concepto y la de piloto y debe poder conocer el potencial de explotación y la forma de hacer la explotación viable en términos económicos y ambientales. El acuerdo firmado entre YPF y Chevron sólo afecta al 1,3 por ciento de la superficie de la formación Vaca Muerta.

El país requiere de forma urgente despejar la incógnita y sobre todo poder incrementar la producción de petróleo y gas. Un aspecto que también hace a la soberanía es el autoabastecimiento, dado lo degradado del término en tiempos de un mundo global. Los yacimientos de hidrocarburos comerciales conocidos en Argentina entraron en declinación en 1998 y los de gas en 2004. Puede ser que algo de esta declinación se desacelere con mayores inversiones, pero la tendencia es clara y podría afirmarse irreversible. La búsqueda de recursos convencionales deberá continuar, pero ello es una apuesta a más de diez años, pues la actividad exploratoria declinó desde las privatizaciones. Esta realidad enfrenta al país con importaciones crecientes de gas y derivados, lo que a su vez tiene tal importancia macroeconómica que nadie puede desconocer, dado que afecta directamente la sostenibilidad del crecimiento y del empleo y, por consiguiente el tema de la posibilidad de combatir la pobreza. Resta la cuestión implícita de un estilo de desarrollo alternativo, pero eso transita un andarivel de pensamiento y prácticas complejas en un mundo global. Nadie quema su casa en pos de mudarse a un palacio imaginario a menos que desee vivir en la calle o bien las circunstancias lo obliguen. Siendo así, la alternativa real es ser importador –lo que implica, en el caso argentino, disminuir en puntos poco imaginables el PBI– o bien luchar por recuperar el autoabastecimiento.

La segunda falacia se refiere a las empresas estatales latinoamericanas, lo que textualmente deviene de esta frase de la nota en cuestión: “¿Es tan difícil pensar en una YPF ciento por ciento pública y nacional que haga convenios estratégicos de unidad latinoamericana con las petroleras Pdvsa (Venezuela), Petrobras (Brasil), YPFB (Bolivia) y Ancap (Uruguay)? ¿Es tan difícil pensar que los recursos naturales de los latinoamericanos sean de los latinoamericanos? (http://www.adolfoperezesquivel.org/?p=3278).

Dado que el término demagogia suele aplicarse supuestamente a los políticos y gobernantes populistas de un modo despectivo, varios aspectos aquí merecen ser aclarados, porque la anterior afirmación no condice con ninguna realidad concreta: a) Pdvsa se asocia con grandes multinacionales (BP, Chevron-Texaco, Total, Lukoil y CNPC) para la explotación de un tipo particular de recursos no convencionales: los crudos extrapesados de la Faja Petrolífera del Orinoco, cuya certificación de reservas como comprobadas, a partir de la iniciativa Magna Reserva lanzada en 2005, colocó a Venezuela en 2012 como el país de mayor cantidad de reservas comprobadas, superando a Arabia Saudita, lo que no significa que esas reservas estén en producción; b) Petrobras, empresa estatal capitalizada, líder en tecnologías para la exploración y explotación en aguas ultraprofundas, busca socios externos para desarrollar tanto recursos convencionales como no convencionales, en este último caso el PreSal, a pesar de que para su explotación ha creado un marco legal específico que se deriva de su absoluto liderazgo en el descubrimiento y pruebas iniciales de este potencial megayacimiento; c) YPFB se halla condicionada en su accionar, porque al igual que en Argentina, las privatizaciones dejaron en manos de transnacionales y de la propia Petrobras (una “Translatina”), el desarrollo de reservas comprobadas en forma previa y difícil de revertir y d) Ancap no tiene experiencia alguna en la producción de hidrocarburos, dado que Uruguay es un importador absoluto de petróleo, gas y algunos derivados. Es más, en este último caso la propia Ancap estudiaba cómo crear un marco atractivo para atraer capitales extranjeros privados a la exploración, dado que deseaba incursionar en el upstream petrolero. Recordemos además que Petrobras opera en Argentina como importante operador privado y en Bolivia opera los bloques San Alberto y San Antonio, que albergan las mayores reservas de gas natural del país.

Aunque existen más aspectos de la nota que son erróneos y falaces –entre ellos una mala lectura de los aspectos tributarios–, el espacio no permite extenderse pormenorizadamente sobre ellos.

Tal vez lo que este tipo de mensajes no le dice al público lector es qué le sucedería al país si tuviera que afrontar importaciones adicionales de 30 ó 40 mil millones de dólares por año y qué clase de vida deberían vivir los argentinos si ello ocurriese, como así también qué se le ocurre al autor para evitar enfrentar la demanda de combustibles, siendo que la Argentina presenta un indicador de consumo de energía por habitante que supera al de China y al promedio mundial (pero es cerca de la mitad del de los países desarrollados como Alemania y Japón, y cerca de un cuarto del de los de los Estados Unidos), siendo que a la vez el número de automóviles por habitante se halla en un valor que es 40 por ciento del de países como Alemania, España, Japón y Francia, bastante inferior al de casos como los de México, Hungría e Israel, pero aún supera al de China en cerca de cuatro veces.

Por eso, si la discusión es en torno de si “los argentinos debemos debatir para qué queremos nuestra energía y al servicio de quiénes, sin olvidar que no somos los dueños de la Madre Tierra, simplemente somos sus hijos y debemos cuidarla y honrarla”, ello no puede ser llevado a cabo de modo honesto sin proponer una profunda discusión acerca de qué estilo tecnológico, de consumo, de producción y organización social política y económica se propone y con qué países debería la Argentina aliarse para poder lograrlo. Ello claro está, si es que alguno de ellos ha logrado resolver el equilibrio entre las diversas dimensiones del desarrollo sustentable en alguna parte del planeta o bien si un país puede, debe y desea aislarse totalmente del resto del mundo.

* Vicerrector A/C Sede Andina UNRN. Experto en energía y desarrollo.




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