Una vez
Una introducción a tu sombra amor
Se volvió azulejos
Sagrados silencios
Asesinatos sin resolver.
Pero la suerte que es mía
O que a veces duerme en mi cama
Se volvió la jueza de mis actos
Y me aclaró lo que era /y había sido/
Y se rió de mi ingenuidad
Y mando mensajes que no eran míos
Pero eran propios
Y soplaban por los vientos
Y se alojaban en las mentes
Y querían definir aquello que pasaba
Y se daban coraje al grito fatal de:
¡mírame a los ojos!
¡Acaricia mi cara!
¡¿No ves las cosas que necesito de vos?!
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