Las palabras se habían saturado a sí mismas. Era tanto lo que se había dicho y escrito que las palabras empezaron a perder su significado. Algunas, polisémicas, significaban tantas cosas que era imposible dar con su verdadero sentido. Otras, metafóricas, habían adquirido tantas sutilezas estilísticas que ya no se podía saber qué querían decir. Por estos motivos aquel mundo se había vuelto invivible. Ya nadie lograba entender a nadie más.
Pero un buen día en que, por un lado, el bullicio incomprensible se tornó atronador y, por el otro, el silencio resignado se mostró espantoso; sucedió que una voz muda bajó de los cielos. Era una voz tan particular que todxs se quedaron pasmados. Porque aquella voz no se escuchaba, no existía, pero allí estaba. Un silencio colmado de palabras sin sonidos.
Los habitantes de aquel planeta permanecieron largas horas contemplando aquella voz. Nadie sabe exactamente qué mensaje traía, pero lo cierto fue que los seres de ese lugar empezaron a entenderse. Yo supongo que esta experiencia debe ser parecida a otras. Por ejemplo, cuando al mirar a una planta ella nos dice: “yo soy vos”. Y nos lo dice así, sin tapujos, sin ni siquiera mover los labios.
Otro relato atrapante y convincente. Tiene algo de simbolismo y en algo me sentí reflejada. Felicitaciones por tu labor literaria. Adelante.Felices Reyes.
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