viernes, 12 de octubre de 2012

Apoyar un proyecto... criticar un proyecto


Marcelo Fernandez
DNI 28.137.268

Resulta innegable que la disputa entre el gobierno nacional y el grupo Clarín (más aún en la medida en que se acerca el 7D y la exigencia -por ley- para el monopolio de presentar su proyecto de adecuación) ha "cooptado" muchos de los esfuerzos del Kirchnerismo por disminuir la andanada de operaciones políticas que desarrolla el monopolio mediático y, a su vez, necesita instaurar una agenda propia que logre hacer cumplir la ley. Sin lugar a dudas, desde hace más de 3 años, la batalla que se libra en la búsqueda de la democratización de los medios masivos de comunicación es una disputa fundamental y vanguardista que requiere del mayor de los esfuerzos. Lograr una pluralidad de voces que pueda expresarse desde diversos medios no solo será una victoria para la Argentina en su conjunto sino que también deberá funcionar como un incentivo mundial hacia la disminución y (¿por qué no?) desaparición de los monopolios en un campo tan delicado e influyente como es el de la comunicación social.

Sin embargo, creo que es necesario conocer algunas falencias que muestra el proyecto Kirchnerista a la luz de lo que podemos llamar el "campo represivo". No es nuevo para nosotros que el gobierno que encabeza Cristina Fernández de Kirchner está a la vanguardia en lo referido a Derechos Humanos. Por un lado, una batería de políticas estatales ha generado un proceso de inclusión social que no tiene precedentes en la historia de la República Argentina. Por otro lado, ha sido el gobierno que impulsó los Juicios por la Verdad y la Justicia poniendo en el banquillo de los acusados a los genocidas que perpetraron delitos de lesa humanidad en las décadas del '70 y '80. Pero, ¿pueden las prácticas represivas ser una continuidad de aquella época oscura de nuestra nación?, ¿es posible que se esté repitiendo la persecusión política en época de democracia? Si la respuesta es afirmativa, ¿se puede hablar de democracia en la lógica del campo represivo?

Buena parte del Aparato Represivo del Estado y una no menor cantidad de "para-policias" (estudiantes, docentes, psicólogas, obreros, etc.) utilizan las nuevas tecnologías de la represión, la tortura y la muerte para ajusticiar a aquellos que piensan diferente al poder hegemónico. En este "campo represivo" es posible distinguir dos tipo de represores: el represor inconciente y el represor conciente. El represor inconciente es aquel que aún sabiendo que existe un sujeto intervenido por una tecnología, continúa exigiendo una "ética-represora" sobre el sujeto en cuestión. Lo trata como si, efectivamente, el acto represivo no existiera. Por otro lado, el represor conciente es un tipo de sujeto que aunque pueda actuar igual que el represor inconciente, lo hace desde una patología, una perversión, un sadismo. Las nuevas tecnologías de la represión, la tortura y la muerte incorporadas al cuerpo del oprimido se complementan con una serie de "persecuciones de calle": sistemas de la repetición, jerga represiva, deterioro de productos de consumo, etc. Este campo represivo es capaz de inventar a través de trucos técnicos sobre fotos, videos, etc. una serie de "causas" para acusar informalmente a una persona de cuestiones que esa persona no ha realizado. A partir de esto se echa a correr lo que podemos llamar como un "sistema de rumores" en donde un barrio, una serie de barrios y aún una provincia tiene "marcado" a un hombre o una mujer en tanto "culpable" de acciones ajenas a él o ella. 

En este sentido, el "campo represivo" es un campo deshumanizado. Allí conviven subhombres y submujeres que, al no tomarse ellos mismos como importantes, al no alcanzar el rango de humano, se encuentran en condiciones de deshumanizar a sus víctimas. En este punto, sería fundamental una Ética del oprimido. Ya sabemos, como bien lo explica Enrique Dussel, que solo los oprimidos (en la relación opresor/oprimido) están en condiciones de establecer una Ética. Un primer punto fundamental consiste en la necesidad (para este caso pero también para la humanidad en su conjunto) de eliminar la voluntad de poder y establecer la comunidad de vida. Solo un sujeto infeliz puede ser un opresor. La felicidad, la elevada autoestima impide que un hombre o una mujer se construya como un/a opresor/a. Por esto, es desde la infelicidad, la pena, la ausencia del ser, el vacío existencial que el campo represivo logra deshumanizarse constituyendo en bloque una subhumanidad. Por su lado, el oprimido también sufre la deshumanización al recibir el castigo de la voluntad de poder.

Esta breve descripción lleva a un punto por demás delicado. Si parte del Aparato Represivo del Estado y los "para-policias" en la década del '70 y el '80 secuestraban, torturaban y asesinaban a aquellos que no pensaban como ellos; si buena parte de los detenidos-desaparecidos de aquella época pertenecían a la izquierda peronista, eran marxistas, socialistas, comunistas o simplemente tenían algún tipo de "inquietud social"... ¿a quién persigue hoy el campo represivo? Como un eterno retorno, debemos decir que el campo represivo actual utiliza las nuevas tecnologías de la represión, la tortura y la muerte sobre los que no piensan como el poder dominante, sobre los que no piensan como el poder económico concentrado, sobre aquellos que tienen posiciones críticas en relación al sistema capitalista; o sea: sobre marxistas, socialistas, comunistas, etc. De esta forma, caemos en una incómoda persistencia de la historia universal: si no existe una Ética del oprimido fuerte y conciente (cuestión que todavía no ha existido en este planeta), los oprimidos se vuelven opresores. Así (sólo por mencionar la historia reciente de nuestro país) vemos que: en el primer y segundo peronismo existía (aunque no era "ley") torturas en algunas comisarias a quienes pensaban diferente; luego la revolución fusiladora y gobiernos sucesivos proscribieron y persiguieron a los peronistas durante 18 años. Ya en los '70 la triple A hizo lo propio con peronistas de izquierda, marxistas, teólogos de la liberación, etc. La dictadura continuó esta práctica. Ahora, si el Kirchnerismo cae en esta misma debilidad propia de la voluntad de poder y realiza persecuciones ideológico-políticas nos encontraremos bajo un nuevo conflicto sumamente paradojal: la utilización de las nuevas tecnologías de la represión, la tortura y la muerte por parte del campo represivo representan nuevos delitos de lesa humanidad en la medida en que el Estado, en vez de proteger a su pueblo, lo persigue y lo mata. Si esto es así, el día de mañana exigirá nuevos Juicios por la Verdad y la Justicia en donde aquellos que han utilizado esta tecnología y han perseguido a su propio pueblo deberán rendir cuentas sobre su accionar. TREMENDA CONTRADICCIÓN: el gobierno que más ha hecho por los Derechos Humanos no ha podido escapar a la tentación de la voluntad de poder y ha caido en una nueva violación a los Derechos Humanos (sobre todo al art. 5: "Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes" y al art. 12: "Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.")







         

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...