Como una muestra del contacto,
lo que calla y lo que canto,
lo que te haces cuando miras,
y lo propio, lo mundano y ajeno.
Como una muestra del océano,
lo que siente y lo que versa,
aquello que se despereza,
y lo que implica influencia,
el Sol, la Sombra, el Augurio…
el viejo brujo que reza
el manantial, la tibieza,
el oxidado y su presa.
Ese cielo tan olvido y tan tuyo y tan mío.
Como una muestra de la simiente,
esa duda fatal de aquel que miente,
cuando el plomo exige pleitesías,
o simplemente respeto, a lo bruto,
y tú me dices tu espada del refugio,
y yo te digo “te extraño… y te abandono”,
y tú me dices “es bueno… y es lo justo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario