Ufff!
Otra vez llena,
otra vez claro,
otra vez en todo lugar y en ningún lado.
Oeste,
“anda a echarte porai”,
vuelve en voluntad,
vuelve empezando,
siente.
En vez de aprendizajes,
preguntas;
y luz constante en el cielo,
y tu recuerdo de niño solo,
y ese ir y venir de las tentaciones,
y ese yo que vuela en color,
y tu eterno recuerdo: constante, ‘pre-severante’, único.
Y entonces la sonrisa de niño,
y la palabra que me dice: “Marcelo”,
y la palabra que te despide: “te amo”.
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