El peronismo jamás hizo fraude en Argentina. Fraudes "patrióticos" hacían los conservadores, nunca un partido de lo popular. Al peronismo lo voltearon con un golpe de Estado en 1955 (y con otro en 1976) por la fuerza y contra toda legalidad. Al peronismo lo mantuvieron proscripto por 17 años, y hubo múltiples comicios que "ganaban" quienes hoy son opositores en la Argentina, beneficiándose de esas pseudo-elecciones excluyentes. Lo fraudulento y lo golpista lo han practicado otros, y el peronismo los ha padecido.
Llaman la atención, por ello, las súbitas denuncias de pretendido fraude esgrimidas por la oposición, obviamente sólo cuando ella pierde, es decir, a menudo. El Frente para la Victoria no necesita esos recursos para ganar, simplemente porque tiene base electoral. Acaba de ganar las PASO en casi todos los distritos del país, y entonces triunfó incuestionablemente también en Tucumán. Ahora, cuando el resultado es casi el mismo, aquellos que queman urnas son los que salen a denunciar dicha quema y a deslegitimar su esperable derrota.
Es notorio: quieren incendiar todo. Con gran protección y apoyo mediáticos, preteden impedir la muy probable victoria del actual gobierno nacional. Es bastante absurdo; sobre todo, porque si desde esa oposición ganaran, por medio de algún contubernio que juntara agua y aceite de radicalismo, massismo y macrismo, el resultado sería un rejunte caótico e incoherente más débil que el gobierno de la Alianza. Que, además, tendría minoría en el Congreso y manejaría apenas cuatro o cinco gobernaciones en todo el país: un desgobierno total.
Por ello, más bien se trata de deslegitimar el posible triunfo de la fórmula Scioli-Zannini. Instalar la falsa idea de que tal victoria habría sido lograda con malas artes. Enlodar el camino, embarrar la cancha todo lo posible.
Es que no hubo "fin de ciclo", ni síntoma del pato rengo. Contra todos los interesados pronósticos catastrofistas, el gobierno de Cristina Fernández llega a sus últimos meses con fuerza, en plenitud de actividad, con alto grado de aprobación social. Incluso cuando el interminable ataque mediático hace esa aprobación menos absoluta de lo que sería sin ese apedreo constante.
La estrategia de las oposiciones mayoritarias, entonces, es podrirlo todo, crear caos e incertidumbre. Cuando Néstor Kirchner, siendo gobierno, perdió por sólo 2 puntos en provincia de Buenos Aires, aceptó el resultado. Cuando el macrismo ganó Capital, el kirchnerismo no puso objeción. Pero las oposiciones se saben perdidosas y han decidido quemar las naves, o, en su caso, las urnas.
¿O habría que desconocer la victoria opositora en Mendoza, poner en duda el resultado, que dio una diferencia de sólo 7 puntos cuando la gobernación, y de apenas 4 en las PASO nacionales? ¿habrá que pedir revisión de urnas en nuestra provincia?
Mientras, gracias a decisión del gobierno nacional, existen las PASO, que emparejan financiamiento para los partidos más débiles, y garantizan la posibilidad de que cualquiera pueda presentarse como candidato al margen de las cúpulas partidarias.
Los beneficiarios de ese procedimiento comicial, al que se opusieron absurdamente en su momento, son quienes pretenden deslegitimar el sistema electoral nacional. Buscan ilegalmente modificarlo cuando el proceso electoral ya está en curso. Si había que modificarlo, debieron haberlo impulsado más de un año atrás, no ahora.
Y la pretensión del voto electrónico es un fuego artificial, que ignora que es más fácil trocar datos por vía hackers, que con la boleta de papel. Todos sabemos que hasta los mails pueden ser leídos y modificados por expertos en informática, así como por variados servicios de espionaje a nivel planetario. De modo que con la solicitud de voto electrónico se trata, simplemente, de abrir el paraguas por si se pierde.
Defendamos el sistema electoral nacional que,como cualquiera, no es perfecto pero es confiable, pues se ha aplicado sin problema en múltiples ocasiones. Evitemos servir a la campaña por la cual las víctimas de toda clase de mañas electorales, el peronismo y sus aliados, son puestos falazmente como si fueran victimarios.
Los que no tienen votos suficientes, que los tendrían sólo sumando para un Frankenstein impresentable, quieren imponer el caos social como estrategia. Juegan con cosas que no tienen arreglo: romper la paz es algo que se sabe cómo comienza pero nunca cómo finaliza, tal cual quedó demostrado luego de la larga noche en que se sumió a la Argentina tras el golpe cívico-militar del año 1955, hasta la dictadura sangrienta que se fue recién al final de 1983. Llamamos, por ello, a cuidar la convivencia social y a no repetir lo peor de la historia nacional.-
CARTA ABIERTA-Mendoza.-
Interesante
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