El 5 de agosto de 2014, en ocasión de la recepción de la distinción que me confirió la Legislatura porteña, como Personalidad Destacada de la Ciencia, presenté algunas ideas que resumo en las líneas siguientes.
La economía es la rama de las ciencias sociales que se ocupa de la producción, el comercio y el dinero y de las políticas que determinan la distribución, del ingreso y la riqueza, entre países y sectores sociales. Por eso, los economistas clásicos la definían como “economía política”. En efecto, la política es un componente esencial de la disciplina.
La economía es un campo privilegiado del conflicto de ideas, intereses y valores en juego, dentro de cada país y en el orden mundial. El conflicto se expresa en el análisis de todos los problemas económicos y en las políticas aplicadas para enfrentarlos. Las ideas dominantes conforman teorías, paradigmas, que fundamentan las políticas que determinan la distribución del ingreso y la riqueza, en definitiva, del poder.
En la actualidad existen dos corrientes dominantes en la ciencia económica. Por una parte, el neoliberalismo, según el cual todas las cuestiones fundamentales de la producción, el comercio y el dinero tienen lugar en el orden global, en un mundo sin Estados ni fronteras, librado al libre juego de las fuerzas del mercado. El sustento de esta visión radica en los intereses corporativos transnacionales y, fundamentalmente, en la financiarización, es decir, la hegemonía del mundo del dinero sobre la economía real, en el capitalismo contemporáneo. Por otra parte, la visión histórico política que vincula las fuerzas del mercado con las políticas públicas y, por lo tanto, admite la posibilidad de constituir, en un sendero histórico, economías nacionales autodeterminadas dentro del orden global.
En la Argentina están presentes estas dos corrientes de la economía que, se expresan, en visiones contrapuestas del lugar que el país ocupa en el orden mundial. Para el neoliberalismo, la economía argentina es inevitablemente un segmento, un apéndice, del mercado mundial, organizada y conducida por los actores dominantes de la esfera transnacional. Desde esta perspectiva, la política económica óptima consiste en transmitir señales amistosas a los mercados para atraer capitales y ubicarnos en el lugar marginal que nos corresponde, dentro de la división internacional del trabajo. Por el contrario, para la visión histórico política, la economía argentina es un sistema vinculado con el mundo a partir de un proyecto nacional, autodeterminado por una política económica generadora de ventajas competitivas dinámicas, fundadas en la ciencia, la tecnología y la industrialización. Sobre estas bases, es posible construir una posición simétrica, no periférica, respecto de la división internacional del trabajo y los centros de poder dominantes en el orden mundial.
A partir de estas visiones, surgen respuestas opuestas a todos los problemas de la economía argentina. Entre ellos la relación Estado/mercado, fuentes del financiamiento, asignación de los recursos, distribución del ingreso y, recientemente, los buitres.
Para la visión neoliberal el Estado no debe intervenir para regular las fuerzas del mercado. El financiamiento descansa esencialmente en el crédito externo y la inversión extranjera. La asignación de los recursos refleja las ventajas comparativas estáticas basadas en los recursos naturales y los bajos salarios. La distribución del ingreso refleja la oferta y demanda de trabajo.
Para la visión histórico política el Estado debe orientar los recursos para conformar una estructura productiva avanzada y compleja, generadora de ventajas competitivas dinámicas basadas en la ciencia y el tecnología. El financiamiento descansa esencialmente en el ahorro interno y el protagonismo de las empresas nacionales, con el aporte complementario, no sustitutivo, del crédito externo y la inversión extranjera. La distribución del ingreso se funda en la expansión del empleo a niveles crecientes de productividad y las políticas de educación, salud, hábitat e inclusión social.
Respecto de los buitres, la oposición entre los dos enfoques es emblemática. El neoliberal propone aceptar el fallo del juez Griesa para evitar el derrumbe de la economía argentina y generar un flujo de dólares e inversiones que resolverían los problemas del país. Es decir, pronósticos basados en la expresión de deseos e inverificables en la realidad. El histórico político propone que los principales problemas son la inflación, la fuga de capitales, la recesión, la transformación productiva, la fortaleza fiscal, todos planteados de frontera para adentro. Afirma, asimismo, que la posición negociadora argentina se funda en la solvencia del Estado y del sistema financiero. Sobre estas bases, es conveniente buscar un acuerdo, compatible con el interés del país, aceptando la posibilidad de la prolongación del conflicto, que no provocaría ningún descalabro en el país. En resumen, los buitres son un problema marginal de la situación actual de la economía argentina. Por otra parte, la demanda de los buitres ha merecido la crítica generalizada en los foros internacionales.
Como lo revelan la crisis mundial y nuestro descalabro del 2001, el enfoque neoliberal ha fracasado. Sin embargo, continúa ejerciendo influencia en las antiguas economías industriales del Atlántico Norte y en grupos importantes de la opinión pública de nuestro país. Las próximas elecciones presidenciales son un espacio privilegiado para debatir estos problemas y el rumbo futuro de la economía argentina.
Se trata de encontrar el buen camino en democracia, dentro de la economía de mercado y de un orden mundial cargado de amenazas y oportunidades. Cuanto más fuerte sea la cohesión social, la impronta nacional de los liderazgos, la solidez de la democracia y el vigor del pensamiento crítico, es decir, la densidad nacional, mejores serán nuestras respuestas y el futuro del país.
* Profesor Emérito. Universidad de Buenos Aires.
Tomado de aquí
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