El silencio,
esa bendición cargada de paz,
los pasos en la calle,
los tacos,
un susurro.
Los ángeles vigías,
su difícil tarea en tierra de gigantes,
los árboles que riegan pulmones,
las distintas fragancias de las flores,
tu mirada.
Luego el encuentro seguro,
los abrazos de amigos,
la parsimonia y ansiedad con que los viejos ojos se reconocen,
la abrumadora catarata de recuerdos,
tus besos.
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