sábado, 27 de febrero de 2010

Se había corrido el velo de la suerte

Se había corrido el velo de la suerte
un capitán quinceañero se había echado a la mar
las sirenas enamoraban, una vez más, lo todo canción.
Ese árbol crepuscular se movía sin cesar;
antes viento, hoy reflexión.


Un océano absoluto te mostraba pequeño
una arena infinita se hacía de tempestades
un grupo de musulmanes se escapaban del silencio
un retorno de besos construía la colina
un hombre, Abraham, y su hija, se amaban en escondidas.


Sin barcos que trabajaran la pena azul de la vida
se fue dando, de a poquito, el amor: vida + vida
en donde un condenado al exilio: un ruiseñor, por ejemplo,
se fue a volar sobre cerros infinitos.
No hubo cuadra que contuviera su libre eterno.
No hubo canción que lo pintara de cuerpo entero.

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