Calles polvorientas,
casa de adobe y cañas,
el agua cantando en las acequias,
el sol jugando entre las hojas de los árboles,
la siesta de risas y juegos
pelotas y bicicletas,
una fragancia a jazmines
anunciando el amanecer.
Los susurros de las vecinas
en las puertas de las casas
y un anochecer tranquilo
iluminado por luciérnagas.
Barrio de mi infancia
de aromas y de recuerdos
de noches y serenatas
que inundan mi corazón
de una dulce nostalgia.
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