Imagino que estás ahí, en algún lugar del bosque, el viento ha dibujado un sendero entre las nubes con tu nombre, he visto en el cielo signos de luz transparentarse, que reposan mi vuelo de siglos, en nubes y hojas azules de rocío, inmortalizados por el alba.
Mi corazón en la tierra siente tus pies elevarse, como si dentro de mi nacieran a cada paso nuevos mundos, de lunas, danzantes, atravesando el mar del tiempo, inmóvil y sagrado, como quién a perdido el miedo a no existir más que en lo eterno.
Hijos de una misma unión, he amado, transformándome en una mezcla de cielo y tierra. Entre el bosque, un arrollo me ha mostrado el color del segundo cielo, y el aún pedregoso camino de siluetas, nocturnas, compuestas por estrellas, que enamoradas un día de las copas de los árboles, formaron con sus ramas una gran cadena, llenando de mar luna a luna hasta la cosecha.
Contemplemos el placer de amanecer, gobernado por el lucero, que nos habla en sueños con su delicada luz azul violeta, que nos habla en sueños, con su delicada luz.
R.S.
Solsticio de Verano, Diciembre 2008
Bonitas palabras compañero. Éxitos con la revista. Un saludo fraternal.
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